Capítulo 8
Tiempo después, nuevamente aquel era un día especial, pues Alba cumplía ya cinco años, y aunque Gerald no podía asistir, María y Shadow le prepararon una sorpresa.
-¿Ya puedo ver? -le pregunta la pequeña niña al erizo negro y rojo, que la tenía agarrada de la mano, ya que ella tenía una venda en sus ojos para que no viera la sorpresa nada más llegar.
-No, aún no, pero ya casi llegamos, solo ten paciencia ¿vale?
-Vaaaaaale -responde la niña con algo de curiosidad por esa sorpresa.
Finalmente llegaron a la sala que tenía el ventanal hacia la Tierra, y una vez allí, el erizo soltó su mano.
-Bien, ahora quédate quieta, y cuando te diga te quitas la venda -le dice para luego colocarse al lado de María frente a ella -Ya puedes.
La niña rió levemente y se quitó la venda, encontrandose a la chica y al erizo frente a ella, con un pastel de chocolate en una mesa y cinco velitas.
-Feliz cumpleaños pequeña -dijeron ambos a la vez con una sonrisa.
La pequeña corrió hacia ellos emocionada y los abrazó con toda la fuerza que tenía, siendo correspondida al instante por ambos.
-¿El abuelo va a venir luego? -pregunta la niña después del abrazo algo esperanzada.
-No se pequeña, pero le reservaremos un trozo de pastel para celebrarlo con él también, ¿te parece? -le pregunta María sonriendo.
-¡Vale! -responde la más pequeña de los tres riendo -¡Pastel! -dice de nuevo mirándolos a ambos para que le dieran un trozo.
Al final fue el erizo el que corto un trozo para cada uno, y María repartió los platos y cubiertos para poder comer el pastel.
En cuanto terminaron, el erizo le entregó una pequeña cajita a la niña, que emocionada la abrió, descubriendo en esta una pinza con forma de flor de color blanco.
-¿Te gusta Alba? -terminan preguntando ambos, pues el silencio de esta mirando la pinza podía interpretarse como que buscaba la forma de agradecer fingiendo que le gustó.
-S-sí... -acaba respondiendo ella, pero ese tartamudeo no era de duda, era porque las lágrimas se le acumulaban en los ojos por la emoción del momento.
-Entonces comprobemos que tan bien te queda -dice el erizo agarrando la pinza y colocándosela con cuidado en la parte izquierda de su cabello, y después le limpia sus lagrimitas con los dedos -Anda no llores, que tampoco es la gran cosa -le dice sonriendo.
Pero ella niega y lo abraza con una sonrisa pillándolo algo desprevenido, pero este le corresponde y acaricia su cabeza con cariño.
-Por cierto Alba, ¿no dijiste ayer que querías enseñarnos algo? -le pregunta María.
La niña se queda pensativa un poco y luego asiente secándose sus lagrimitas -Shi, esperad aquí -dice riendo y se va corriendo a su habitación.
Una vez allí agarró un dibujo de encima de la mesa, pero nada más hacerlo sintió algo chocar con ARK, y pronto empezó a sonar una alarma, así como se escuchaban los pasos de gente corriendo.
Aquella alarma y el sonido de los pasos acercarse paralizaron por completo a la niña, y en su cabeza empezaron a sonar los ecos de una batalla pasada, mientras lo único que veía era pasto manchado de rojo, y muchas figuras blancas en el suelo, siendo una en concreto la que destacaba.
Aquellas imágenes confundían a la pequeña, que se llevo las manos a la cabeza empezando a llorar confundida y asustada, pues no sabía que estaba pasando en su cabeza, y debido a esto no notó que unos hombres que no conocía acababan de entrar en su habitación hasta que los escuchó.
-¡Tenemos a la niña! -fue lo primero que escuchó desde que esas "visiones" empezaron, y alza la mirada viendo a aquellos hombres, pero lo que ella veía eran robots, y asustada empezó a retroceder hasta que sintió la pared en su espalda.
-Tranquila pequeña, no pasa nada, no tienes por qué tener miedo -habla uno de esos hombres, pero ella no escuchaba, solo apretaba más su dibujo contra ella mientras lloraba y temblaba de miedo.
Para intentar tranquilizarla, aquel hombre seguía acercándose poco a poco, pero fue cuando la intentó cargar que ella chilló, y cerrando los ojos, el collar que tenía en su cuello empieza a brillar, y unas plantas salen de la nada del suelo, agarrando al hombre y lanzándolo contra sus compañeros, que no tardaron en apuntar a la niña nerviosos, observando como sus orejas pasaron de estar donde deberían a estar sobre su cabeza, siendo estas de color castaño como su cabello.
Esta a su vez no sabía que acababa de pasar, pero lo que si sabía es que tenía miedo. Cuando ahora tres hombres se acercaban a ella, esta volvió a gritar muerta de miedo deseando que Shadow o alguien fuera a ayudarla.
Para su suerte, su deseo fue cumplido, y el erizo apareció allí de la nada, y antes de que alguien más reaccionara, la cargó, y sosteniendo la gema blanca que cinco años atras la niña había llevado en el viaje hasta ARK que ya no recordaba, murmuró un par de palabras que a la niña le eran familiares, aunque no sabía por qué.
-Chaos Control -dijo el erizo antes de desaparecer en la cara de los hombres con la pequeña en brazos, y una vez de vuelta en el lugar donde había dejado antes a María, la niña empezó a llorar con sus orejas ahora iguales a las de Shadow pegadas a la cabeza.
-Ey peque, tranquila, todo va a estar bien ¿si? -intenta calmarla la chica, pero ella seguía llorando acurrucada en los brazos del erizo.
-Tenemos que irnos lo antes posible, iban tras ella -dice Shadow con seriedad apegando a la pequeña contra él para que se sintiera protegida.
María asiente y agarra una de las manos del erizo, y cuando se iban a poner a correr, aquellos hombres los encontraron, por lo que empezaron a perseguirlos mientras ellos escapaban.
Asustada por la situación, el collar de la niña volvió a brillar, y unas nuevas plantas aparecieron delante de los hombres, cortándoles el paso y atacándolos, dándole ventaja al erizo y la chica para escapar, aunque esta última notó que unas pequeñas alitas salían ahora de la espalda de la niña, que seguía escondiéndose en el pecho del erizo muerta de miedo.
Finalmente, los tres llegaron a una sala con varias cápsulas de escape, y el erizo rápidamente dejó a la niña en una de estas.
Ella sin embargo, al no entender lo que pasaba se aferró a él con más fuerza, empezando a llorar con más intensidad.
-Vamos Alba, tranquila, no pasa nada, vas a estar bien, vamos a estar bien, ¿okey? -le dice sonriendole para animarla un poco, logrando al menos que dejara de llorar.
Sin embargo, lo que este no vió y María si, es que uno de aquellos hombres estaba en la puerta, apuntándolos con un arma -¡Quietos los tres! -les grita estando algo nervioso por la posible reacción de la niña.
Tanto María como Alba lo miraron asustadas, y a esta última se le sumaba el mar de lágrimas que salía de sus ojos, mientras que Shadow le gruñía al hombre con gran molestia, sobre todo cuando este lo apuntó con la clara intención de disparar.
Sin embargo, para cuando lo hizo su objetivo se movió, y es que María había empujado al erizo a la cápsula, dándole a ella la bala, y rápidamente pulsó un botón para cerrarle la puerta al hombre.
-¡María! -dijo algo nervioso el erizo una vez se incorporó de nuevo, e intentó acercarse a ella, pero esta no le dejó, pues cerró la cápsula con él y Alba dentro, mientras con una mano se sostenía la herida, y con la otra agarraba una palanca.
Al verse "atrapado", el erizo intentó salir de la cápsula pateándola sin éxito.
Para el momento en el que escuchó el disparo, una nueva imagen pasó por la cabeza de la pequeña, la de una espada atravesando una de aquellas figuras blancas que había visto al escuchar la alarma, para luego ver la herida sangrante de la chica con lágrimas en los ojos, pues no entendía nada de lo que estaba pasando, y giraba la cabeza entre Shadow y María tratando de entender.
Por su parte, Shadow seguía golpeando la cápsula intentando salir, hasta que escuchó la voz de la chica
-S-shadow... C-cuidala... -dice sonriendo empezando a tambalearse -C-cuidala a e-ella... Y al p-planeta... P-proteged... A l-la g-gen...t-te... -dice con una sonrisa antes de accionar la palanca y caer al suelo.
Nada más terminó aquellas palabras, la niña entendió lo que pasaba, y lo siguiente que saldría de su boca lo diría sin pensarlo, y es que entre lágrimas y con un grito desgarrador diría la última palabra que la chica escucharía, por encima del erizo llamándola con desesperación.
-¡Mamá!
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