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Descenso a la desesperación: La implacable maldición de Shark

La criatura de fuego avanzaba con una mirada voraz hacia Cream. Sus ojos ardían con una furia inhumana y su cuerpo irradiaba un calor intenso. Cada paso que daba dejaba marcas de fuego en el suelo, quemando la hierba y las hojas a su alrededor.

Cream: ¡Shark, por favor, no! Gritó Cream, retrocediendo con miedo mientras la criatura extendía una mano ardiente hacia ella.

Justo cuando parecía que la criatura iba a atraparla por la cabeza, Cheese, el valiente Chao, voló rápidamente hacia la criatura y la golpeó con toda su fuerza. El golpe desvió la atención de la criatura hacia Cheese, pero también le causó una grave quemadura en la parte del cuerpo con la que había golpeado.

Cream: ¡Cheese! Gritó Cream, su voz llena de desesperación y horror al ver a su compañero herido.

En ese momento, uno de los trabajadores del campamento que había venido a investigar el ruido llegó corriendo hacia Cream. La tomó de la mano rápidamente.

???: ¡Vamos, pequeña! Dijo, su voz firme pero urgente. Tenemos que salir de aquí.

El trabajador, cuyo nombre era Mike, corrió junto a Cream de regreso al campamento, mientras los otros dos compañeros, Sarah y Tom, los seguían de cerca. Cheese, aunque gravemente herido, seguía intentando distraer a la criatura, volando en círculos a su alrededor y emitiendo pequeños gritos de desafío.

La criatura, enfurecida y confundida, trataba de atrapar a Cheese. Finalmente, con un movimiento rápido, logró atrapar al valiente Chao en su mano ardiente. El sonido de la carne de Cheese quemándose llenó el aire, un sonido horrible y desgarrador.

Cream: ¡Cheese, no! Gritó Cream, sus lágrimas cayendo mientras corría con Mike hacia el campamento.

La mano de la criatura se envolvió en llamas más intensas, y luego soltó lo que quedaba de Cheese. El pequeño Chao, todavía ardiendo, cayó al suelo, su cuerpo irreconocible.

La criatura emitió otro grito monstruoso, una mezcla de furia y dolor que resonó por todo el bosque. Su grito era un eco del sufrimiento que Shark había experimentado durante su transformación, un sonido que reflejaba tanto su agonía como su rabia.

Mientras tanto, Mike, Sarah y Tom corrían a toda velocidad, con Cream en medio de ellos. Sus corazones latían con fuerza, impulsados tanto por el miedo como por la adrenalina.

Mike: Tenemos que avisar a los demás. Dijo Mike, sin aliento, mientras corrían. Esa cosa es peligrosa. No podemos dejar que llegue al campamento.

Sarah: ¿Qué demonios era eso? Preguntó Sarah, sus ojos llenos de terror.

Tom: No lo sé. Respondió Tom. Pero tenemos que proteger a los niños.

Cuando llegaron al campamento, Mike soltó a Cream y se dirigió rápidamente hacia el área principal donde los demás campistas estaban reunidos.

Mike: ¡Todos, escuchen! Gritó, llamando la atención de los otros adultos y niños. Tenemos una emergencia. Una criatura peligrosa está en el bosque. Necesitamos evacuar inmediatamente.

El pánico se apoderó del campamento mientras los niños empezaban a gritar y los adultos intentaban mantener el orden. Cream, todavía en shock por lo que había visto, fue llevada por Sarah a un lugar seguro.

La criatura, por su parte, seguía en el bosque, su furia cada vez más intensa. Su rugido resonaba a través de los árboles, una amenaza que no podía ser ignorada. Aunque Shark había desaparecido, la criatura que lo reemplazó estaba determinada a causar destrucción.

El campamento se convirtió rápidamente en un caos absoluto. Los gritos de pánico resonaban por todo el lugar mientras los adultos intentaban organizar la evacuación. Los niños, muchos de ellos en estado de shock, se aferraban unos a otros o a los adultos, con lágrimas en los ojos y miedo en sus rostros.

Mike: ¡Todos al autobús! ¡Rápido! Gritó Mike, tratando de mantener la calma y la autoridad en medio de la desesperación.

Los campistas comenzaron a correr hacia el autobús, pero la criatura de fuego, en su furia incontrolable, levantó una mano ardiente y golpeó el suelo con fuerza. Un muro de llamas surgió de la tierra, rodeando el campamento y bloqueando cualquier posibilidad de escape.

Sarah: ¡No! Gritó Sarah, deteniéndose en seco y mirando con horror el muro de fuego que ahora los aislaba.

???: ¡Vamos a morir aquí! Lloró un niño pequeño, aferrándose a su hermano mayor.

La criatura avanzaba lentamente, su cuerpo irradiando un calor abrasador que se sentía a metros de distancia. Sus ojos, llenos de una furia incontenible, se fijaron en los campistas. Con un rugido, lanzó una ola de fuego hacia un grupo de niños, incinerándolos al instante.

Tom: ¡Corran! Gritó Tom, empujando a un grupo de niños lejos de la criatura. ¡Tenemos que salir de aquí!

Cream, todavía temblando de miedo, fue agarrada por Perla, quien había llegado corriendo al campamento al ver el humo y escuchar los gritos.

Perla: ¡Cream, ven conmigo! Dijo Perla con urgencia, su voz firme pero amable. Tenemos que encontrar una salida.

Mientras Perla y Cream corrían, otros campistas intentaban seguirlos, pero la criatura de fuego era implacable. Con cada paso que daba, lanzaba llamas a su alrededor, causando más destrucción y muerte. Los árboles comenzaron a arder, y el aire se llenó del olor acre del humo y la carne quemada.

Mike, Sarah y Tom intentaron desesperadamente organizar una segunda línea de defensa, pero era inútil. La criatura era demasiado poderosa, y los esfuerzos por contenerla eran en vano. Sarah fue alcanzada por una ráfaga de fuego y cayó al suelo, gritando de dolor mientras las llamas la consumían.

Tom: ¡NO! Gritó Tom, tratando de correr hacia ella, pero fue detenido por Mike.

Mike: ¡No podemos hacer nada por ella! Dijo Mike, su voz rota. ¡Tenemos que salvar a los que podamos!

Los pocos sobrevivientes que lograron escapar del muro de fuego siguieron a Perla y Cream hacia el bosque. Mientras corrían, Perla se mantenía alerta, buscando cualquier posible ruta de escape. Sabía que sus opciones eran limitadas, pero no podía darse el lujo de rendirse.

Perla: ¡Por aquí! Gritó Perla, guiando al grupo hacia una parte más densa del bosque.

La criatura de fuego, en su cacería implacable, no se detuvo. Cada paso que daba incendiaba el suelo y los árboles a su alrededor. El fuego se extendía rápidamente, creando un infierno en la tierra. El humo comenzaba a dificultar la respiración, y el calor era casi insoportable.

Perla: ¡No podemos detenernos! Dijo Perla, respirando con dificultad. ¡Sigan corriendo!

Cream, con lágrimas en los ojos, miró a Perla y luego cuando pasaron donde ella vino vio a Cheese, quien ahora yacía inerte en el suelo, apenas reconocible.

Cream: ¡Cheese! Sollozó Cream, su voz quebrada por el dolor.

Perla: No podemos hacer nada por él, Cream Dijo Perla suavemente, aunque su propio corazón estaba roto al ver el dolor de Cream. Tenemos que seguir adelante.

Perla y el grupo de sobrevivientes continuaban avanzando por el bosque, alejándose del fuego y de la criatura que había causado tanta destrucción. El aire estaba lleno de humo, y cada respiración era difícil. Finalmente, llegaron a un pequeño claro donde pudieron detenerse y tomar un respiro y pensar ella sobre-

Perla, con el corazón empezando a latir a toda prisa, miró a su alrededor, mirando a todos los niños estuvieran presentes y a salvo. Sin embargo, mientras contaba a los niños, su corazón se detuvo un momento cuando note la ausencia de uno.

Perla: ¿Dónde está Shark? Preguntó con voz temblorosa, mirando a los rostros de los campistas. ¿Alguien ha visto a mi hermano?

Las caras de los niños y adultos mostraban miedo y confusión. Nadie tenía una respuesta (Mas que nada porque nadie sabía quién era ese tiburon). Perla sintió un frío intenso en su interior, una mezcla de pánico y desesperación.

Perla: ¡Shark! Gritó, su voz rompiendo el silencio del bosque. ¡Shark, ¿Dónde estás?!

Cream, que estaba sentada en el suelo, con el rostro pálido y los ojos llenos de lágrimas, intentó decir algo, pero las palabras no salían de su boca. Quería decirle a Perla lo que había visto, pero el miedo y la culpa la paralizaban.

Perla: Cream Dijo Perla, acercándose rápidamente a ella y tomándola por los hombros. ¡Cream, tú estuviste con él! ¿Dónde está Shark? ¿Qué le pasó?

Cream, temblando, no pudo evitar las lágrimas que comenzaron a rodar por sus mejillas. Intentó hablar, pero cada vez que lo intentaba, los recuerdos de lo sucedido la golpeaban con fuerza, dejándola sin palabras.

Perla: ¡Por favor, Cream! Suplicó Perla, sacudiéndola suavemente. ¡Dime qué le pasó a Shark!

Finalmente, Cream logró articular unas pocas palabras entre sollozos.

Cream: Yo… yo… no sé… Dijo, su voz apenas audible. Esa cosa… el monstruo…

Perla sintió que sus rodillas se debilitaban. ¿Podría ser que el monstruo que había visto era responsable de la desaparición de su hermano? La idea de que Shark pudiera haber sido víctima de esa cosa era insoportable.

Perla: No… No puede ser Dijo Perla, soltando a Cream y llevándose las manos a la cabeza. ¡No puedo perderlo! ¡NO A ÉL TAMBIÉN!

Mientras Perla luchaba con sus pensamientos y el grupo intentaba consolarla, en otro lugar del bosque, la criatura de fuego se detuvo. El símbolo del reloj en su pecho comenzó a emitir un pitido constante. La criatura miró a su alrededor, sus ojos brillando con una luz roja intensa. De repente, una ráfaga de luz roja envolvió a la criatura, iluminando el bosque a su alrededor.

Mientras la luz roja se desvanecía, Shark cayó al suelo, jadeando y sudando. Había vuelto a su forma original, pero las secuelas del dolor aún permanecían. Se levantó con dificultad, su mente luchando por procesar lo que acababa de suceder. Había visto todo a través de los ojos de la criatura: Cómo había matado a Cheese, a los campistas, cómo había causado tanto sufrimiento y destrucción.

Shark: No… no puede ser… Murmuró Shark, temblando. ¿Qué he hecho?

Shark miró sus manos, todavía sintiendo el ardor en su piel. No podía creer que él hubiera sido responsable de tanta muerte y destrucción. La culpa y el horror lo abrumaban, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

Shark: ¡No queria hacerles eso! Gritó, golpeando el suelo con los puños. ¡No queria ser un monstruo!

Shark recordó el reloj en su muñeca. La ira y el pánico lo invadieron al ver el aparato que había causado tanto caos. Desesperado, trató de arrancárselo. Pero tan pronto como sus dedos hicieron contacto con el reloj, un fuerte chispazo lo electrocutó, enviando una onda de dolor a través de su cuerpo. Shark gritó de agonía, sus músculos se tensaron y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Shark: ¡Aaahh! Gritó, cayendo al suelo, temblando incontrolablemente.

El dolor era insoportable, y Shark, tirado en el suelo, no pudo hacer otra cosa que llorar. Las lágrimas caían por su rostro mientras sollozaba, su cuerpo todavía temblando por la descarga.

Shark: No puedo… no puedo… Susurró, entre lágrimas, sintiéndose completamente indefenso y aterrorizado. No quiero ser esto…

Shark yacía en el suelo, su cuerpo temblando por la reciente descarga eléctrica, su rostro empapado en lágrimas. El dolor, la confusión y el miedo lo tenían atrapado en una espiral de desesperación.

Shark: ¡Perla! ¡Mamá! Gritó, su voz rota y llena de angustia. ¡Por favor, ayúdenme!

Sus palabras resonaron en el bosque, pero no hubo respuesta. El sonido de su propio llanto era el único que rompía el silencio de la noche. Shark se abrazó a sí mismo, deseando con todas sus fuerzas sentir los brazos protectores de su madre o de su hermana alrededor de él. Quería que alguien lo sostuviera, que le dijeran que todo iba a estar bien, que lo salvaran de este horror.

Shark: Por favor… Sollozó, su voz apenas un susurro. No quiero ser esto… No quiero ser un monstruo…

Luchando contra el dolor, volvió a mirar el reloj en su muñeca. La rabia y la desesperación lo impulsaron a intentar arrancárselo nuevamente, a pesar del miedo a otra descarga.

Shark: ¡Quítate! ¡Quítate! Gritó, jalando desesperadamente del reloj. ¡Perla! ¡Mamá! ¡Ayúdenme!

Sus dedos resbalaron una y otra vez sobre el metal frío del reloj, sin lograr desprenderlo. Cada intento fallido solo aumentaba su desesperación. Las lágrimas seguían cayendo, su pecho se sacudía con cada sollozo desgarrador.

Shark: ¡Mamá! ¡Perla! Siguió llamando, su voz cada vez más débil pero igual de desesperada.

Mientras Shark suplicaba, el fuego que había desatado en el bosque continuaba avanzando lentamente hacia él. Las llamas danzaban entre los árboles, consumiendo todo a su paso, acercándose cada vez más. Pero en su estado de angustia, Shark no se dio cuenta del peligro inminente.

"Amenaza detectada a 100 metros de distancia" Anunció fríamente la voz del reloj.

Shark se sobresaltó, mirando el reloj con terror. El pánico se apoderó de él nuevamente y, en su desesperación, comenzó a intentar arrancarse uno los aguijones de metal que se clavaron en su brazo.

Shark: ¡No! ¡No! ¡Quítate! Gritó, sus manos temblando mientras intentaba sin éxito desprender el dispositivo. ¡¡¡MAMÁ!!! ¡¡¡PERLA!!!

El sonido de las llamas crepitantes se hacía cada vez más fuerte, el calor envolvía a Shark, intensificando su pánico al recordar como fue quemado vivo no hace mucho. El reloj seguía emitiendo una luz verde, y con un último esfuerzo desesperado, Shark tiró de él con todas sus fuerzas.

Shark: ¡NO QUIERO ESTO! Gritó, su voz cargada de miedo y dolor. ¡POR FAVOR, ALGUIEN AYÚDEME!

En ese instante, una luz verde brillante emanó del reloj, cegando momentáneamente a Shark. Su grito final resonó en el bosque, un grito lleno de terror y desesperación, que se apagó tan abruptamente como había comenzado.

El lugar quedó en silencio, con el resplandor de las llamas acercándose, consumiendo todo a su alrededor, mientras el erizo era transformado por el reloj

El equipo de G.U.N. designado para interceptar al Badnick llegó al lugar, su misión clara en sus mentes mientras avanzaban a través del bosque. Las llamas del incendio, causadas por la reciente transformación de Shark, iluminaban el cielo con un resplandor anaranjado, creando un escenario infernal a su alrededor.

Soldado: ¿Por qué habrá comenzado un incendio? Preguntó uno de los soldados, su voz llena de preocupación.

Líder: No lo sé, pero tenemos que seguir con nuestra misión. Respondió el líder de la operación, su voz firme y decidida. El campamento está en llamas, lo más probable es que todos hayan huido. Los bomberos vendrán pronto. Enfoquémonos en el objetivo.

Mientras avanzaban, un extraño sonido llegó a sus oídos. Era un ruido agudo, casi imperceptible, pero lo suficientemente extraño como para ponerlos en alerta.

Soldado 4: ¿Alguien está-

Antes de que el soldado pudiera terminar su frase, una poderosa corriente de aire los golpeó con fuerza. Tres de los cuatro soldados lograron mantenerse en pie, pero cuando se giraron para buscar a su cuarto compañero, lo que vieron los dejó helados de horror. El cuerpo de su compañero yacía en el suelo, destrozado de una manera indescriptible.

Soldado 3: ¡Maldición! Gritó uno de los soldados, su voz temblando. ¡Han matado a Rick!

Lider: ¡Reporten la baja! Ordenó el líder, tratando de mantener la calma. Algo se está moviendo a gran velocidad, ¡Manténganse alerta!

Mientras informaban sobre la situación, otro grito desgarrador resonó en el aire. Otro soldado cayó, su cuerpo igualmente destrozado. Los dos soldados restantes levantaron sus armas, sus ojos moviéndose frenéticamente mientras trataban de localizar a la amenaza invisible.

Soldado: ¡¿Qué demonios está pasando?! Exclamó uno de ellos, el pánico evidente en su voz.

De repente, el líder de la operación emitió un sonido gutural, un "Ugh" de dolor y sorpresa. El soldado que quedaba miró horrorizado cómo su capitán caía al suelo, partido por la mitad. El horror lo paralizó momentáneamente, pero el instinto de supervivencia pronto se hizo cargo.

Soldado: ¡Tengo que salir de aquí! Murmuró para sí mismo, dando media vuelta y corriendo en la dirección opuesta.

Sin embargo, antes de que pudiera avanzar demasiado, algo apareció frente a él. La criatura que vio era una abominación:

Una entidad horriblemente deformada con garras afiladas y una cola larga y muscular. La imagen enviada cobró vida ante sus ojos, y antes de que pudiera reaccionar, la criatura envolvió su cola alrededor de su pierna.

Soldado: ¡No! Gritó el soldado, su voz llena de terror.

La criatura se movió a la velocidad del sonido, llevándose al soldado con ella. El mundo a su alrededor se volvió un borrón mientras era arrastrado a una velocidad inimaginable. El dolor fue intenso y breve. Cuando la criatura finalmente se detuvo, lo único que quedaba del soldado era su pie, aún atrapado en la cola del monstruo.

La criatura soltó el pie y lanzó un rugido ensordecedor, sus ojos brillando con una malevolencia pura. Había cumplido su cometido, y el aire alrededor de la criatura parecía vibrar con su energía maligna. El bosque, en llamas y lleno de caos, era el escenario perfecto para la aparición de este nuevo horror, uno que sin duda dejaría una marca indeleble en la historia de G.U.N. y de todos aquellos que tuvieron la mala suerte de cruzarse en su camino.

En la base de G.U.N.

La tensión era palpable. Los operadores estaban concentrados en sus pantallas, tratando desesperadamente de establecer contacto con el equipo enviado a la isla.

???: ¡Intenta otra vez! Ordenó el oficial a cargo, su voz llena de frustración. No podemos perder la comunicación ahora.

???: Lo estoy intentando, señor, pero no hay respuesta. Respondió uno de los operadores, su tono preocupado.

???: ¿Qué demonios está pasando allá? Murmuró el oficial, pasando una mano por su frente sudorosa.

El silencio en la base se rompía solo por los incesantes pitidos de los dispositivos de comunicación y el murmullo constante de las máquinas. Era un ambiente cargado de incertidumbre y preocupación.
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Mientras tanto, en la densa espesura del bosque, Perla y los demás campistas que habían sobrevivido al ataque de la criatura avanzaban con dificultad. El fuego y el humo hacían el aire casi irrespirable, y el calor era sofocante. Los árboles, ennegrecidos y en llamas, creaban un paisaje infernal.

Perla caminaba con pasos pesados, su mente en un torbellino de emociones. Se sentía responsable por la "muerte" de su hermano, y la culpa la consumía por dentro.

Perla: Shark… Lo siento tanto. Murmuraba una y otra vez, sus lágrimas mezclándose con el sudor en su rostro. No estuve aho para ti cuando mas me necesitabas.

Cream caminaba cerca de ella, su rostro pálido y los ojos llenos de horror. Intentaba encontrar las palabras para contarle a Perla lo que realmente había pasado, pero cada vez que abría la boca, el miedo y el shock la paralizaban. Cheese, su fiel compañero, yacía inerte en sus brazos, sus quemaduras evidentes junto a sus ojos sin vida.

Los otros campistas, algunos heridos y todos aterrorizados, seguían avanzando sin rumbo fijo. El objetivo era claro: Encontrar ayuda, sobrevivir.

???: ¿Hay alguien ahí? Gritó uno de los campistas, su voz rasgada por el humo. ¡Necesitamos ayuda!

Perla apenas escuchaba las voces a su alrededor. Todo su ser estaba enfocado en la ausencia de su hermano. Cada crujido de las ramas, cada sombra entre las llamas, le hacía pensar que Shark podía aparecer en cualquier momento, pero sabía en el fondo que eso no sucedería.

Perla: Shark… Mi pequeño Shark. Murmuró, su voz quebrándose.

Cream, viendo el sufrimiento de Perla, hizo un esfuerzo renovado por hablar. Abrió la boca, pero nuevamente las palabras se negaron a salir. Sentía un nudo en la garganta, una barrera insuperable de miedo y culpa. Recordaba con dolor los últimos momentos de Shark, su transformación, sus gritos. No podía borrar esas imágenes de su mente.

Cream: Perla… Intentó decir, pero solo salió un susurro ahogado.

La situación era desesperada. Cada segundo que pasaban en el bosque incendiado los acercaba más al peligro. Debían encontrar una salida, pero la densidad del humo y el caos a su alrededor lo hacían casi imposible.

El grupo de campistas heridos y asustados finalmente emergió del denso bosque en llamas, sus ojos llenos de desesperación y esperanza al divisar a unos bomberos que trabajaban incansablemente para controlar el incendio. La luz de los faros de los camiones de bomberos y las sirenas de la policía iluminaban el caótico escenario, donde los profesionales luchaban por mantener la situación bajo control.

???: ¡Aquí, por favor, ayúdennos! Gritó uno de los campistas, su voz quebrada por el miedo y el agotamiento.

Un bombero los vio y rápidamente corrió hacia ellos, gesticulando para que se acercaran.

Bombero: ¡Vengan rápido, vamos a ponerlos a salvo! Exclamó, señalando hacia una zona segura donde ya se encontraban algunos otros supervivientes.

Mientras Perla y el resto de los campistas sobrevivientes avanzaban con la ayuda de los bomberos, el caos y la desesperación aún resonaban en el ambiente. La policía ya había llegado, bloqueando carreteras y estableciendo un perímetro de seguridad alrededor del área incendiada. Los campistas estaban siendo guiados hacia una zona segura donde pudieran recibir atención médica y descansar tras la traumática experiencia.

De repente, una sombra veloz se movió a través de los árboles a una velocidad impresionante, casi imperceptible para el ojo humano. La criatura, ahora transformada de su estado ígneo inicial a una forma más oscura y terrorífica, se abalanzó sobre los campistas y los rescatistas.

Los gritos de terror y el sonido de disparos llenaron el aire cuando la bestia comenzó su brutal ataque. Su velocidad era tal que los policías apenas tenían tiempo de reaccionar antes de ser derribados. Un bombero, que intentaba ayudar a un niño herido, fue atravesado por las afiladas garras de la criatura en un abrir y cerrar de ojos. El caos se desató mientras más y más personas caían víctimas del monstruo.

Perla, con lágrimas en los ojos y el corazón latiendo desbocado, estaba completamente derrotada, incapaz de articular palabra alguna. Cream, paralizada por el miedo, no podía articular palabra. Todo lo que había visto la había dejado en estado de shock. Sin embargo, cuando vio a Perla caer de rodillas, un instinto de protección surgió en ella. Se acercó a Perla y la sacudió ligeramente, tratando de mantenerla consciente y enfocada en la situación.

Cream: ¡Perla, tenemos que movernos! ¡No podemos quedarnos aquí! Cream finalmente logró decir, su voz temblorosa pero firme. Perla, todavía aturdida, asintió débilmente y permitió que Cream la ayudara a levantarse.

La criatura seguía atacando sin piedad, sus ojos brillando con una rabia incontrolable. Su transformación actual lo había hecho aún más mortal, combinando velocidad y fuerza con una agilidad aterradora. Cada movimiento era preciso y letal, y no parecía haber manera de detenerlo.

Mientras tanto, la criatura, siguiendo su instinto salvaje, continuaba su cacería. Shark, atrapado dentro de su propia mente, observaba impotente cómo sus propias acciones, controladas por la maligna influencia del reloj, causaban estragos a su alrededor.

Shark: P- p- por f- favor, ¡Perdónenme! ¡No quiero hacer esto! ¡Lo siento! Shark gritaba internamente, su voz llena de terror y desesperación. Pero sus gritos eran inútiles. La criatura no se detenía, impulsada por sus instintos mas salvajes.

El fuego se acercaba, rodeando a los sobrevivientes y limitando sus opciones de escape. En medio de la desesperación, Perla y Cream, junto con los pocos que quedaban, se vieron obligados a tomar una decisión desesperada: intentar escapar en un vehículo cercano que uno de los campistas había logrado encender.

Con una última mirada hacia la devastación a su alrededor, Perla apretó la mano de Cream y corrieron hacia el vehículo, con la esperanza de que les ofreciera alguna forma de salvación. La criatura, ahora completamente dominada por el reloj, los siguió de cerca, su presencia oscura y letal persiguiéndolos implacablemente.

Mientras el vehículo se alejaba a toda velocidad, la criatura continuaba su ataque, eliminando sin piedad a los campistas, bomberos y policías que quedaban en el área. Sus movimientos eran rápidos y letales, dejando un rastro de destrucción a su paso.

Shark, desesperado y sufriendo, seguía gritando internamente.
Shark: ¡Por favor, perdónenme! ¡Lo siento tanto! Sus súplicas eran desgarradoras, llenas de un miedo y una tristeza indescriptibles.

El fuego se extendía, y el caos reinaba en el campamento. Mientras el vehículo se alejaba, Perla y Cream miraban hacia atrás, viendo la destrucción y el terror que habían dejado atrás. La esperanza de escapar era lo único que les quedaba mientras el vehículo se internaba más y más en el bosque, alejándose de la criatura y del incendio.

Pero la criatura no se detenía. Impulsada por sus instintos salvajes y la influencia del reloj, continuaba su cacería, con el único objetivo de destruir todo a su paso.

Tiempo después:

Shark se desplomó en el suelo, sus sollozos interrumpiendo el sonido crepitante del fuego que consumía el bosque. Había acabado con la vida de una niña, la última víctima de su furia descontrolada. Sus manos temblaban mientras intentaba procesar lo que había hecho. Su cuerpo, ahora cubierto de sudor y suciedad, reflejaba el caos y la desesperación de su mente.

Shark: Lo siento… Lo siento… Por favor, perdónenme. Murmuraba entre lágrimas, su voz quebrada por el dolor y la culpa. No podía creer que hubiera sido capaz de semejante horror. La imagen de las tantas víctimas, sus ojos abiertos en una expresión de terror eterno, estaba grabada en su mente, un recordatorio de su monstruosidad.

El fuego seguía extendiéndose, amenazando con consumir todo a su paso. Shark sabía que no podía quedarse allí, pero tampoco podía regresar con su familia o amigos. Era un peligro para todos a los que amaba. Cada vez que el reloj tomaba control, se convertía en una máquina de muerte y destrucción. No podía permitir que eso volviera a suceder.

Shark: Debo alejarme… Por ellos… Por Perla… Por mamá… Por Cream… Sus pensamientos eran confusos y desesperados. Se abrazó a sí mismo, buscando consuelo en el único lugar donde podía encontrarlo, en su propia soledad.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, se levantó. Sus piernas temblaban, pero se obligó a caminar. Cada paso era un esfuerzo monumental, cada movimiento una lucha contra la desesperación que lo invadía. Se dirigió hacia una parte del bosque que aún no estaba en llamas, con la intención de alejarse de todo y de todos.

Mientras caminaba, sus pensamientos se volvieron más claros, aunque no menos dolorosos. Sabía que su única opción era desaparecer, esconderse en algún lugar donde no pudiera hacerle daño a nadie.
Shark: Tengo que hacerlo…. Por su bien. Se repetía, tratando de convencerse a sí mismo de que era lo correcto.

A medida que avanzaba, el fuego quedó atrás, pero el recuerdo de lo que había hecho lo seguía, como una sombra oscura y persistente. Shark se adentró más y más en el bosque, cada vez más lejos del campamento y de cualquier signo de vida. El sol comenzaba a salir, y la oscuridad del bosque se volvió menos densa, pero aun seguia envuelto en un manto de soledad y silencio.

Finalmente, encontró un pequeño claro. Se dejó caer al suelo, agotado tanto física como emocionalmente. Sus sollozos se habían convertido en un murmullo constante, un lamento por todo lo que había perdido y por el monstruo en el que se había convertido.

Shark: Por favor… Que alguien me ayude… Sus palabras se desvanecieron en el aire, sin respuesta. No había nadie que pudiera salvarlo de sí mismo, nadie que pudiera liberar su mente del tormento del reloj. Estaba solo, completamente solo, y esa era la única manera en que podía proteger a los demás…………

Fin

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