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Ymir había tardado menos de unas semanas en acostumbrarse al ritmo de trabajo en el castillo de mármol, no era tan difícil. Los sirvientes como ella — clasificados como mayordomos personales de la reina — no debían hacer mucho, sólo estar cerca de ella. Claro, todos tenían su propia zona en el castillo para asistirla, de lo contrario serían 78 sirvientes detrás de ella por todo el lugar y sería de loas molesto. Ymir pertenecía al escaso grupo — por no decir que solo eran ella y el primo de la reina, Armin — que estaba a todas horas con ella. Caminaban y comían con ella. Incluso para dormir, Ymir tenía un cuarto para ella sola junto al de la reina. La reina no era molesta, era mayormente callada, y no solía pedir nada.
Había momentos en el que cuidar y asistir a la reina eran un verdadero placer para Ymir, como por ejemplo: Cuando ésta practicaba piano, tocaba con una dulzura que solo resaltaba la ternura en su rostro, denotando la inocencia y delicadeza que la mujer de sangre noble poseía. Otras veces cuando escribía cartas por las tardes, que seguramente iban dirigidas a nobles conocidos o Reyes y Reinas de los reinos vecinos. Si cabello rubio brillaba color miel cuando los rayos del sol la iluminaban por la espalda, y de vez en cuando se encorvaba, perdiendo la postura y sacando levemente la lengua cuando se concentraba, estos gestos inocentes le sacaban a Ymir una sonrisa divertida, era como ver la fría y altiva máscara de la joven reina caer. Era como verla convertirse en humana por al menos unas horas.
Pero si había un momento en el día que adoraba, eran las noches. Aquellas últimas horas del día en dónde la reina solicitaba su ayuda para retirar la ropa de su cuerpo para poder dormir. Cuando sus manos podían contornear la silueta delicada de la noble dama. Había notado que ella se relajaba cuando la acariciaba — no más de lo disimuladamente posible, no quería perder rt privilegio solo por hacer sentir incómoda a la chica — y le agradaba. La chica había comenzado a sonreírle con frecuencia, con dulzura y una ternura que comenzaron a enloquecer a Ymir. La castaña se vio envuelta en un sentimiento que no esperaba que surgiera, mucho menos por la cruel reina empoderada de desdén hacia su pueblo. Pero ¿Ella realmente era así? No era cruel, era incomprendida.
Un día oyó de Armin lo que pasó con los padres de Historia, o en ese tiempo; Christa. Qué la rubia fue criada y manipulada por príncipes egoístas y princesas presumidas, y que la soledad la había vuelto rígida. Eso molestó a Ymir. Y se prometió una cosa ese día: Procuraría que Historia volviera a ser Christa, y protegería su inocencia hasta la muerte.
- ¡Ahhh!- Ymir cayó de su cama ante el grito, y con una maldición tomó la navaja que ocultaba bajo su almohada y corrió al cuarto de la rubia, donde irrumpió sin dudar.
- ¡Mi lady! ¿Está bien?- exclama agitada, mirando rápidamente toda la habitación desde el umbral de la puerta, pero al no ver nadie, su mirada se centra inmediatamente en la chica tan pronto como la oye sollozar- ¿Mi reina...?- se detiene y recuerda que una vez, la rubia le cedió permiso para llamarla por su nombre de pila- Historia ¿Qué sucedió? - pregunta suavemente, acercándose a la cama donde la chica sollozaba, sentada en medio, cubriendo sus ojos- ¿Se encuentra bien?- toca con suavidad su espalda y la chica se lanza sobre ella en un abrazo desesperado que sorprendió a la castaña. La sirvienta se limita a devolver el abrazo y acariciar el cabello rubio de la reina con dulzura, intentando calmarla. Pasados unos segundos, la reina confesó.
- Lo maté - sollozó, con la cabeza hundida en el pecho de Ymir. La castaña alzó la mirada a una de las paredes tras la rubia, procesando lo que dijo.
- ¿Qué?- responde.
- Lo mandé a matar... Murió... Lo maté - Ymir no entendía, le costaba hacerlo. ¿De qué estaba hablando? ¿Historia había mandado a matar a alguien?- No quería que estuviera con él, no creía justo que le gustara un hombre y no yo... Enloquecí - se lamenta la reina- ¿Qué hice?- solloza.
- Historia, no puedo entender...- responde suavemente. Está bien, su pequeña Historia había matado a alguien, bueno. No era para tanto ¿No? Podía ayudarla, estaba dispuesta a ayudarla... Pero ¿Ella dijo que cometió un crimen pasional? Si fue así ¿Quién fue el desgraciado que robó el corazón de su Historia y lo hizo pedazos?
- Se llamaba Eren - hipa ella, separándose lentamente, al tiempo que secaba sus lágrimas con sus dedos. Ymir la miraba atenta- Era el príncipe del Reino de Verde... - Ymir recordó en ese entonces. Eren Jeager.
Un día, su reina había realizado una fiesta en el pueblo en recuerdo a sus padres — fue una de las pocas veces que vio a los pueblerinos contentos y recargados de comida — a la cuál asistieron los nobles de los reinos vecinos. Allí ella conoció a los monarcas más importantes:
⚪ Erwin Smith, el Rey del Reino de Blanco; "El Reino de la Paz"
⚪ Mikasa Ackerman, princesa y general del ejército del Reino de Rojo; "El Reino Pasional"
⚪ Levi Rivaille, príncipe del Reino de Azul; "El Reino de la Gloria"
Y desde luego; Eren Jeager, el príncipe del Reino de Verde: "El Reino de la Prosperidad". Un chico tímido, y algo torpe. Bastante impulsivo, hasta donde pudo ver en la fiesta. Se enteró de que era conocido también como "El Príncipe mestizo" a causa de su linaje. Aparentemente su madre era mesera en un bar del Reino de Verde, y que por azares del destino conoció al Rey Grisha y se casaron. Notó que los nobles más fuertes, como lo eran Smith, Rivaille y — sobre todo — Ackerman, incluso Historia, no tenían problemas con su linaje, y que lo trataban como a uno más. No era el caso de los ministros, Lords y demás, que lo trataban como peor podían haciéndolo quedar mal o humillándolo. Rivaille y Ackerman lo defendían con dientes y garras ante los ataques verbales, y nadie más volvió a molestarlo por el resto de la fiesta.
- Lo recuerdo - asiente la castaña- ¿Qué ocurrió con él? - la rubia no se atrevió a mirarla.
- Lo mandé a ejecutar - rompió en llanto nuevamente. Ymir trató de no mostrarse asombrada, porque no quería lastimarla. Pero no podía creer lo que le estaba diciendo su dulce reina.
- ¿Por qué ordenarlas algo como eso?- cuestionó suavemente.
- No era justo, Levi le amaba a él, no a mi- hipa desconsolada. Entonces Ymir lo entendió.
Al finalizar la fiesta, el príncipe Rivaille se había acercado a Ymir con un sobre azul oscuro de bordes plateados llamativo, y le solicitó que se lo entregara a Historia. Cuando Ymir preguntó qué era, él respondió que una invitación a la pronta boda que compartiría con Jeager. Cuando se la entregó a Historia con aquel mensaje, no había notado el malestar que le causó aquella noticia a la tierna rubia que se había apoderado de su corazón. Pero ahora, juraba que recordaba sus ojos perder brillo y su sonrisa flaquear. Historia amaba a Levi Rivaille, y vio a Eren como una piedra en el camino a la que mandó a destruir.
- Me matarán - Ymir la miró de golpe.
- ¿Disculpa?
- Los demás cabezales de los reinos del perímetro me ejecutarán, sabrán que he sido yo- solloza, abrazándose con miedo. Ymir la toma en brazos preocupada.
- No, eso no pasará. Antes los mató yo- afirma enfurecida. Ni estando loca dejaría que le arrebataran a Historia, era SUYA.
- Es inútil, Zeke fue capturado en cuanto lo asesinó. Saben que es mi asesinó personal, así como lo es Kenny de Rivaille y Reiner de Erwin... Mikasa me matará con sus propias manos... Y es probable quemó amado Levi también por arrebatarle la vida a su esposo- solloza deshecha. Ymir cerró los ojos con pesar. Esta situación... No era algo para lo que estuviera preparada.
- ¿Hace cuánto ocurrió eso?- murmura, acunando a la rubia en sus brazos.
- 4 días...
- Yo te protegeré - afirma severa- Nadie podrá lastimarte, no en tanto yo esté aquí - masculla decidida.
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