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Taranity

"La Hija del Mal"

"~ Hace algunas décadas, cuando nuevos modelos modernos de carruajes surgieron, y el imperialismo se remplazó por el gobierno de un Rey o Reina, existió una princesa, que consumida por su soberbia, condenó a quien más amaba a muerte, llevando el reino a la ruina. Esta... Es su historia:~"

   Erase una vez un reino, donde un Rey prudente y sereno, de nombre prohibido, edificó un gran reino, lleno de lujos y paz, que desposó a una hermosa princesa sumisa y calmada como su Reina. Entre risas, y sueños, ambos reyes lograron concebir a una apasionada y terca niña, a quien dieron como nombre: Historia Reiss-Lenz, aunque su madre, de cariño le decía Christa. Un día, una epidemia se desató en el país, y la población descendió considerablemente. Muchos fallecieron, inclusive el Rey. La dulce reina se vio en posición de gobernar la tierra en su lugar, pero no quería dejar a su hija sola a mano de los sirvientes, sentía que se aburriría, sin embargo, el reino la necesitaba, e Historia debería esperar. La Reina era dulce y comprensiva con el reino, y gobernaba con respeto y decisión, bastante mejor que su marido de echo, y el reino gozó de buena prosperidad y salud. Pero la desgracia se aferra a las malas lenguas, y la Reina cayó presa de la epidemia. Su reinado perduró mucho después de la muerte de su marido, y tras su muerte, dejó el trono vacío. Quien seguía linea real era su hija, Historia Reiss-Lenz, que se crió en confort, con lujosos muebles, un hermoso caballo y bajo la mala influencia de los príncipes y princesas que la visitaban cuando su madre no tenía tiempo para ella, quienes la maleducaron, imponiendo que la plebe era por demás inferior, y que si ella quería algo debía de tenerlo. La dulce Christa Reiss-Lenz se había ido, y dio paso a la cruel y desinteresada Historia Reiss. Ella tomó el lugar de su madre y reinó como siempre lo quiso. Sin embargo, su dominio estaba lejos de ser bueno. Historia impuso fuertes impuestos a la gente y castigaba con creces a los que no cumplían sus órdenes. Poco a poco la gente llegó a llamar al País de Amarillo como "El Reino de la Maldad", su brillo se había ido.

  Cuando la princesa cumplió 14 años, se vio en la inesperada sorpresa de la visita de su primo menor en sus dominios, Armin Lenz, del lado materno de su familia, quien sumisamente se presentó con una sonrisa ante su familiar más adorado, ofreciendo sus servicios como lacayo. Historia, quien de pequeña adoraba al menor que tanto se parecía a ella, aceptó, y más que como a un lacayo, le trató como a un príncipe que le hace favores. A pesar de lo cambiada que estaba su prima, Armin la siguió protegiendo y mimando, pues a pesar de lo fría y tosca que se mostraba ante su pueblo, cuando estaba con él era nuevamente la dulce muchachita de antaño que robaba comida elegante y masas finas de las cocinas del castillo para luego entregárselas a los pueblerinos.

  Los años pasaron, e Historia cumplió 19, y Armin cumplió 17 años días luego. Un día, un extraño hombre se aproximó a las puertas del castillo, demandando el hablar con la princesa. Armin accedió con algo de recelo tras consultarlo con su prima, quien espetó que no había problema, que recibiría a quien tuviera las agallas de pisar esa construcción. El castaño entró a la sala del trono, donde la princesa le esperaba, sentada en el glorioso trono de oro y gemas. El visitante se inclinó, para luego retomar su postura y colocar una mano en el pecho, sobre su corazón. Historia le miró fijamente por un momento.

- Eres una mujer...- dijo luego de unos segundos de observación, el visitante sonrió travieso, le habían pillado.

- Así es, su majestad...- se cruzó informalmente de brazos, mirando de forma altanera a Historia. Reiss le sostuvo la mirada unos segundos antes de levantarse del trono con calma.

- ¿Cuál era tu intención al engañarme así?- indagó con serenidad, no se sentía ofendida, pero si era una sorpresa. La castaño rió burlona.

- ¿En serio creías que me disfracé para tu diversión?- la miró con sorna- NO, yo visto así por gusto...- se mofó, haciendo referencia a su traje negro. Historia no cabía de la sorpresa, esa mujer no usaba vestidos. ¿Porqué?- ¿Me va a atender? ¿O acaso se la pasará toda la mañana observándome de esa manera?- dijo sobradora. El respeto no esta ni reflejado en esa cara pecosa, que la veía de una forma tan... vulgar. Historia parpadeó unos momentos.

- ¿De que "manera"?- indagó. La castaña rió.

- De esa forma tan "superior", como si con afilar la mirada me fuera a desvanecer...- rió desinteresada. Historia frunció el entrecejo, esa mujer no la respetaba, no le temía, era extraña, pero agradable en algún punto.

- No es lo que deseo...- se limitó a decir- ¿Qué es lo que quiere?- preguntó, colocando sus manos delicadas sobre su falda.

- Trabajo, mi padre trabajó en su castillo durante décadas, finalmente los años acabaron por matarlo...- dijo metiendo su meñique en su oído, desinteresada- O mejor dicho, fue tu sentencia lo que lo mató...- se quitó el dedo- Bien, según oí, te hace falta mayordomos de alta eficiencia, no soy ningún William Hanson, pero soy lo suficientemente eficaz en mi trabajo...- dijo con un encogimiento de hombros- Y hasta donde sé, lo más lógico es aceptarme, dado que conozco la política de tu familia. Si uno de tus sirvientes fallece, o decae, su linaje podrá retomar su lugar...- dijo con un ademán. Historia esperó, pero parecía que no diría nada más. Entonces, se tomó el trabajo de responder.

- ¿Cuál es tu nombre?- indagó.

- Ymir Marley...- respondió con vagancia, barriéndola con la mirada. No estaba mal la rubia.

- Recuerdo a Marley, si...- asintió- Supongo que no puedo darte el puesto...- dijo mirándola fijo. Ymir realiza una exagerada expresión de confusión.

 - ¿Ah?- se quejó- ¿Porque no?- Historia se acomodó un mechón de su cabello tras la oreja.

- Mandé a matar a tu padre, ¿Crees que no considero que los deseos de una hija impotente podrían estar latentes en ti? Siendo mi mayordomo, o mi sirvienta tendrías mayor roce conmigo, lo que no te dificultaría nada el arremeter contra mí...- explicó su punto de vista. Ymir relajó sus facciones.

- Ah ya veo...- rió burlona- Crees que mi padre era importante para mi, que graciosa...- rió incrédula. Historia se vio serena, aunque por dentro no cabía de la sorpresa- Mi padre era un falso traidor, abandonarme no le causó ningún inconveniente...- dijo con calma- No voy a mentirte, el que haya muerto no me produce ningún grado de satisfacción, pero no me ocasiona ninguna pena, tristeza o malestar. Se fue, y para ser honesta, su ausencia ahora no es diferente a la de hace 27 años...- se quitó una basura de las uñas con desinterés- Así que si lo que le preocupa de mi es mi "Sentimiento de Venganza", no tenga miedo en creer que en mi no existe tal cosa...- bufó, mirando impaciente a la princesa, a la espera de que esta le aceptara o rechazase. Historia se tomó unos segundos para pensarlo, finalmente miró a la mujer ante ella.

- De acuerdo, estás contratada, mi primo te dará el uniforme adecuado...- dijo, pero fue interrumpida por la mayor.

- No pienses que vas a verme con vestido, es un traje o nada...- condicionó de repente, Historia le miró un momento.

- SI, lo consideraré...- admitió- Dile a Armin que yo te cedí el permiso para utilizar traje, no será nada raro, de todas formas él suele usar vestido...- le restó importancia. Ymir no dijo nada más que retirarse bajo la atenta mirada de la rubia- No está mal...- dijo para sí misma mientras la veía desaparecer por la puerta. Poco sabía ella de que con el pasar de las semanas, lo que le parecería "interesante" en esa mujer sería su perdición.

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