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Capítulo 32| Pay de limón

A I L E E N
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Emma nos dejó un trozo de pay de limón y un batido gigante de chocolate. La dueña del establecimiento —su abuela Emma, si se llaman igual— implementó esto dentro del menú con el título de corazones rotos. Porque a su hija, la mamá de Emma, era propensa a que le rompieran el corazón y siempre le hacía lo mismo para animarla. Pay de limón su tarta favorita y un batido de chocolate, porque según decía su propia madre, las penas con chocolate se pasan mejor. Pero no me abrió el apetito ver esa deliciosa comida con una presentación divertida de una cara sonriente, aún tenía un nudo en el estómago y muchas ganas de llorar. Damián acaba de dejarme como si lo nuestro no significara nada para él, tan fácil le resultó decir, se acabó y no pensar en lo que me podía pasar a mí. Se rindió tan fácil a lo nuestro, ¿no valía la pena luchar por un futuro juntos?

—Si no es muy raro esto, ¿por qué te dejaron a ti? —pregunto el chico, el chico a mi lado, lo mire viendo su pálida piel, ojos negros, algunas pecas sobre su nariz y mejillas. Cabello castaño medio largo y dos aros en el cartílago de su oreja derecha. A él también lo habían dejado como a mí, solo que su ruptura llamó mucho la atención de todos y me sentí mal por él también.

—Estuvimos un tiempo separados donde hubo mentiras que me hicieron pasar por mucho dolor y ahora que sé la verdad, no se molestó en querer intentar recuperar mi confianza. En este punto no sé si realmente valga la pena ya, ¿a ti porque te dejaron? —interrogó pinchando con el tenedor el pay de limón, no tenía muchas ganas de comer, pero era preferible hacer esto antes que ponerme a llorar delante de un montón de mortales desconocidos. Ya me humillé lo suficiente estos meses en donde me sentí como la mierda delante de los semidioses que a mis espaldas no dudaron en señalar lo mal que me encontraba y en que no podía ocuparme de mí como para estar a cargo de tanto poder en ese momento.

—No sé en qué momento las cosas cambiaron tanto para ella, trate de ser un novio comprensivo y en ningún momento la forcé a nada. Le presenté a mi familia, conocí a la suya e iba todo bien y hoy vino a decirme que quería volver con su ex. Que me estuvo engañando desde hace dos semanas y que todo esto fue mi culpa por no darle lo que ella merecía, sigo sin entender qué es lo que no pude darle —respondió Adam bebiendo un sorbo de su batido, trago con dificultad y prosiguió con otra pregunta —Perdón que pregunté recién ahora esto, pero ¿cómo te llamas?

—Mi nombre es Aileen, ¿y tú?

—Bonito nombre, soy Adam — apenas hizo una mueca de una sonrisa. Lo entiendo yo tampoco quiero sonreír.

—Es tiempo de que vuelva a mi casa —alegó mirando la hora en mi celular, es tarde, pero debo irme a hacer mis tareas y que mis demás compañeros hagan bien su trabajo en lugar de estar hablando de mi vida privada. —Un gusto conocerte Adam —me despido del chico dejando sobre la barra un par de billetes justos para la cuenta y algo más para la propina de Emma.

—El gusto fue mío Aileen espero verte pronto —contestó metiéndose a la boca un trozo de pay.

Me fui de la cafetería corriendo al mismo callejón por el cual llegué, viendo que nadie me estaba siguiendo o prestando atención, me adentro y me escondí detrás de unos botes de basura para transportarme al olimpo en un rayo. Apareciendo en mi habitación, asustando a mi prima que se le cayó el celular de las manos al verme aparecer de la nada.

—¡Qué susto Aileen! —gritó la chica de cabello azul casi blanco, puso una mano en su pecho intentando calmar su acelerado corazón, en verdad le había dado un susto de muerte. —Te estaba buscando, ¿dónde estabas? —indago Ylenia levantando su celular para luego acercarse a mí, con una sonrisa que eclipsaba todas las emociones que en estos momentos tenía dentro del pecho. Gritando, llorando y suplicando por querer salir, querer mostrar cuánto me dolía toda la situación que estaba viviendo.

Quise mentirle, le mostré mi mejor sonrisa y cuando quise decir algo mi garganta se cerró. Un nudo se instaló en ella, las lágrimas empañaron mi visión y mi rostro se desfiguró a una mueca de lamento porque no pude frenar que ese dolor saliera. En ese punto exterioricé cuan rota me sentía por dentro, cuanto las palabras de Damián me lastimaron y mi prima me abrazó diciéndome que sacara todo hacia afuera. Ella me entiende, pasó esto de tener un corazón roto. No quería sentirme así, ser dependiente de Damián para ser feliz. Yo era feliz antes de que él llegara a mi vida, el solo complemento, mi felicidad enseñándome el mundo exterior. Saber quién soy en verdad y no la princesa perfecta que mi mamá me había enseñado a ser. Una chica con sentimientos que a veces puede estar triste, feliz u otras veces no sentir nada. A pesar de saber todo esto, no podía evitar sentirme triste porque aún tenía sentimientos por Damián.

—Bienvenida al club de corazones rotos —murmuró Ylenia en un tono suave cuando mi llanto era apenas espasmos de mi cuerpo. Mi prima se sentó en mi cama y yo me acosté a su lado apoyando mi cabeza en su regazo. Me reí ante el comentario de mi prima. El club de corazones rotos ya tenía dos nuevos integrantes: Adam y yo.

—No sé si sentirme alagada o sentirme mal por pertenecer al club —respondí con una risa ronca, apretando el colgante de mi collar en mis manos. Mi mente mostraba recuerdos vividos con Damián. El corazón masoquista quería seguir lastimándome o mi mente no quería aceptar que todo había acabado, ya nada volverá a ser igual.

—Puedes sentirte triste Aileen, es normal sentirse miserable y sin ganas de hacer nada por unos días. No puedes pretender estar feliz siempre, existirán días grises y debes enfrentarte a ellos de la manera que puedas y si sientes que no puedes estaré aquí para ti —me consoló la menor acariciando mis cabellos despacio, gesto que me dio un poco de sueño —Ayer tomaste mucho, fue gracioso verte feliz bailando hasta que chocaste con la puerta del baño, le gritaste a Agatha por lastimar a Apolión y te pusiste a llorar porque le diste un beso a Calisto por culpa de una flecha de un querubín —comentó ella tapando su boca para no reír, la verdad es que yo también estaba intentando no hacerlo no me acuerdo de haber hecho nada de eso.

—La verdad es que me alegra no tener conocimiento de esas cosas —respondió soltando una risa apagada, el dolor en mi cabeza se intensificó, pero se quedó opacado cuando recordé que esta noche sería la famosa propuesta que le haría Adonis debía prepararme para cantar. Eso me ponía alegre a pesar de lo roto de mi corazón quiero que Ylenia y Adonis sean felices. Me levante de su regazo, debía irme a practicar y ayudar a Adonis antes de que le dé un ataque. Pero tenía que inventar una excusa creíble para Ylenia.

—Princesa Ylenia —entró en mi habitación una de las ninfas de río —Es una emergencia, la necesitamos —es perfecto, Ylenia se va y yo puedo ir a ayudar a Adonis.

—Ve, yo debo ir a trabajar si no esto será un caos —me levanté de la cama saliendo junto a Ylenia que se fue corriendo junto a la ninfa.

Fui al lugar donde estábamos organizando la sorpresa. Dentro pude ver que todos estaban sentados con muchas cosas a su alrededor. Los miré para ver si hacían algo, pero estaban todos charlando y ninguno se movía para hacer nada. Tomé la tablilla que estaba encima de una de las cajas y comencé a dirigirlos, estaban esperándome para saber qué debían hacer. Creo que por mi perfeccionismo en las cosas o porque soy una líder nata. Supervise cada detalle hasta el más mínimo para que todo sea perfecto. Cuando todo estuvo listo me puse a practicar la canción, elegí una que es la favorita de mi prima, la escuché varias veces tarareando la letra. Queda perfecta para esta noche, todos teníamos algo que hacer y cada uno se aseguraba de que todo estuviera listo. Avise a Adonis que ya todo estaba, solo faltaba que él traiga a Ylenia. Me sentía nerviosa, tenía un nudo en mi vientre, no había cantado nunca en público.

—Ya vienen —nos avisó susurrando Alida y todos nos pusimos en nuestras posiciones.

La velada transcurrió según lo planeado, todo salió perfecto y mi prima aceptó la propuesta de matrimonio. Me emocioné muchísimo por ellos dos y los felicité. Los dejamos solos luego de la ronda de preguntas que les hicimos y las felicitaciones de parte de todos. Fui directo a mi cuarto donde me saqué mi vestido, dejé mi corona en mi tocador y me quité el maquillaje. Me puse una blusa negra que tenía rayas de transparencia, un jean azul y unas converse negras.

Quería ir a Emma 's coffe por otro menú de corazón roto. También necesitaba hablar con Emma si estaba en ese turno, espero que esté abierto a estas horas de la noche, no es muy tarde, pero no sé cuál es el horario de la cafetería. Viaje al mundo mortal llegando al mismo callejón de esta mañana, a esta hora se ve más sombrío y escalofriante.

El pueblo se veía de otra forma en la noche, a lo lejos se veía una feria donde había mucha luz y se escuchaban los gritos de niños. Fui directo a la cafetería, estaba distinta a cuando vine en la mañana. Las mesas estaban más dispersas dejando un hueco en el medio de la cafetería. Había un escenario donde unos chicos estaban acomodando los instrumentos. Vi que en la barra no estaba Emma sino otra chica rubia con un chico alto pelinegro que servía tragos a las personas que estaban en la barra.

—Hola rubia —una voz en mi espalda me hizo dar un pequeño brinco por el susto. Me giré viendo a Emma con un vestido rojo, medias negras y unas plataformas del mismo color. Tenía el cabello suelto que le caía por los hombros en ondas que le sentaban de maravilla, toda ella lucía espectacular.

—Hola Emma —sonreí tímida mirando a su acompañante. Adam estaba a su lado mirando el suelo, vestía una camisa azul marino y unos pantalones cortos.

—Esta mañana no me has dicho cómo te llamas —habló Emma enganchando su brazo con el mío, como si fuéramos amigas de toda la vida y no dos desconocidas. Me fue llevando hasta una de las mesas más alejadas del escenario. Adam nos seguía el paso sin decir ninguna palabra.

—Me llamo Aileen —contestó sentándome en una de las sillas, quedando Emma frente a mí y al costado de esta se sentó Adam.

—Oh que bonito nombre —responde la pelinegra levantando su mano para llamar a una chica rubia que estaba en la barra limpiando con un trapo —Adam, preséntate, no seas mal educado —lo reta Emma posando sus manos en sus caderas en una clara señal de indignación, Adam me mira con una ligera sonrisa y vuelve a observar a su amiga.

—Emmy nos presentamos hoy, cuando nos serviste el menú para corazones rotos —responde el castaño algo cansado, no quería estar allí, pero parecía disimularlo estando cerca de Emma que se notaba, intentaba animarlo como puede.

—Es mejor que no pensemos en eso, podemos beber un poco y cantar en el karaoke —celebró la chica haciendo un pequeño baile en su asiento, cosa que me hizo reír.

—Me gusta cantar, pero jamás lo hice en público, solo para mi familia —confieso observando la cerveza que la camarera rubia dejó delante de mí, había prometido no beber, pero es una promesa tan falsa como las que hacemos de propósitos de año nuevo.

—Tienes que cantar Aileen, yo soy pésima haciéndolo y quiero ver como lo haces, por favor —suplico Emma juntando sus manos mientras repetía una y otra vez que por favor lo hiciera.

—Bien, lo haré, pero no soy tan buena, no esperen un show perfecto —confieso poniéndome en pie, dando un largo trago a mi cerveza para tomar confianza y me encamino a la mesa del chico que se encarga del karaoke.

—Te animamos desde aquí, estamos seguros de que lo harás genial —me animo Adam tomando un trago de su cerveza. Camine hasta el escenario hablando con el muchacho que estaba animando a las personas a que subieran a cantar. Al verme acercarme me ayudó a subir al pequeño escenario, las luces de todo el local bajaron y un enorme foco me iluminó captando la atención de todos sobre mí. Respire hondo antes de comenzar a escuchar los primeros acordes de la canción y tomando entre mis manos el micrófono comencé a cantar, con confianza y pasión.

No tardaron en aplaudir siguiendo el ritmo de la canción, el ambiente estaba animando y muchos me acompañaron en el coro. Mire entre las mesas a mis amigos, Emma y Adam gritando y animándome a seguir porque lo estaba haciendo bien. A través de las letras de la canción dejé salir mis sentimientos y cuando sentí que iba a quedarme vi entrar en la cafetería a Apolión, Demi, Alida, Calisto y Austin. Que comenzaron a gritar cosas como "esa es mi prima" o "esa es mi amiga perras". Sonreí al finalizar la interpretación, con el corazón a punto de explotar en mi pecho y las piernas temblando. El local entero estalló en aplausos y rápidamente dejé el micrófono bajando del escenario, Emma corrió hacia mí dándome un abrazo que puso en alerta a mis otros amigos.

—Chicos, ella es Emma, mi nueva amiga —presentó a la morena que se percata de la presencia de los demás —Emma, ellos son mis amigos y mi primo —señaló a los presentes.

—Un placer conocerlos, esta noche será épica —gritó eufórica Emma. Ese gesto me trajo recuerdos tristes, quiero un pay de limón.

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