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Capítulo 24| Aún duele

A L I D A
🍎🍏🍎

Guarde algunas pociones, artilugios del caos de mi madre y manzanas doradas en mi mochila, las manzanas rojas se quejan por el brillo de las otras, no les gusta. El caos está en cualquier parte y hablar con manzanas no es tan raro para mí, mi madre cuando pierde la cabeza habla en un idioma incomprensible para otros que no entiendan el caos.

—No se quejen, todas saben deliciosas —hablé callando sus quejas y cerré la mochila.

Saliendo de mi cuarto veo manzanas flotando por todas partes, camino por el pasillo de mi casa tratando de no toparme con ninguna. Mi madre estaba recuperando sus fuerzas, los baños de caos le estaban devolviendo sus poderes con mucha más fuerza. Una de las manzanas que estaban volando me golpeó en la cabeza, me agaché para que ninguna otra lo hiciera. Del bolsillo de mi jean saco mi celular para ver la hora, estaba llegando tarde, resople sabiendo el sermón que me esperaba nada más llegar a la casa de Demi. Ni siquiera usando mis transportaciones puedo llegar a tiempo a ningún lugar, supongo que el llegar tarde a todos lados es parte de mi naturaleza. En ese momento solo cerré mis ojos y una nube de color blanco me cubrió haciéndome viajar hasta la habitación de mi querida amiga Demi, quien se encontraba muy emocionada besando a su novio Austin.

—Hola —hablo haciéndolos saltar a ambos por el miedo. Me encanta cuando pasa eso, con Calisto asustamos a las parejas cuando vamos al parque por la noche, mi novio está igual de loco que yo. Siempre fui real con Calisto desde que nos conocimos de la forma más tonta posible. En un choque en el liceo, mis libros terminaron tirados en el suelo y nos agachamos a la vez para recogerlos golpeando nuestras frentes. Las palabras que le dije aún las recuerdo y Calisto nunca las olvidará.

—Por todo el caos, ¿eres ciego?, mira por donde caminas, herrero de pacotilla —comentó recogiendo mis libros y quitando de sus manos los que él me tendía con rudeza. La marca en su cuello lo delataba como un descendiente del herrero, todavía recuerdo las marcas distintivas de cada dios y eso que fue hace mucho tiempo.

—¿Una semidiosa? —me interroga alzando una de sus cejas, mirando a nuestro alrededor se aseguró de que nadie nos estuviera escuchando.

—Sí, pero no puedes ir por el mundo preguntando a cada chica con la que chocas si es una semidiosa —zanjó levantándome del suelo, pegando los libros a mi pecho, lo mire desafiante. ¿Dónde mierda aprendió sobre la discreción?

—Puedo hacer una excepción cuando la chica en cuestión es muy hermosa, ¿de quién eres hija? —consulto barriendo con sus ojos las zonas de mi cuerpo con piel expuesta, en busca de mi marca.

—Eris, ¿dónde crees que tengo mi marca chico listo? —pregunto con burla, esperaba su respuesta, pues seguro que me diría que tengo la marca en la cadera o en mis costillas.

—¿En el trasero? —responde con una sonrisa atrevida de lado. Mis mejillas comenzaron a sentirse calientes y solo bastaron dos segundos para que hasta me ardían las orejas, por los dioses jamás me había sonrojado en el liceo. Pero este chico lo logró con solo tres palabras.

—Ya quisieras pervertido, la tengo en el hombro —alegó descubriendo apenas mi hombro derecho dejando ver una manzana mordida rodeada por una serpiente.

—¿Eres hija de Eris o de Apple Inc.? —Su bromita no me hizo gracia y no me arrepiento de lo que hice después. Con uno de los libros golpeó su cara yéndome ofendida por el pasillo sintiendo la mirada de todos.

Una sonrisa se formó en mis labios, desde ese día nos hicimos buenos amigos y de amistad paso a algo más. El único problema es que teníamos un desacuerdo con una persona que específicamente no la veíamos de la misma manera. Y esa era Aileen, para mí ella es mi peor enemiga, pero para mi novio ella es su mejor amiga. Yo no comprendía como podían ser amigos si Aileen es hija de Zeus, el asesino de mi papá. El que me llevó a la fuerza al campamento Media Sangre, el que dejó desquiciada a mi madre o más de lo que ya era. Cuando era una niña, jamás pude despedirme de mi papá como se debía.

Acomodo mi mochila en mi hombro dejando a la parejita feliz solos en la habitación. Debíamos abrir un portal para viajar al olimpo porque había un bloqueo mágico que no nos permitía transportarnos al santuario de los dioses. Por lo cual teníamos que usar una poción, abrir el portal y pasar por él, esto es algo arriesgado porque no sabemos dónde se puede abrir. De mi mochila saqué los frascos y preparo todo abriendo el portal, la primera en atravesar el portal es Demi. Siguiéndola lo atravieso para que este se cierre detrás de mí. Como dije antes estos portales son imperdibles, este se abrió en el techo por lo cual caímos muy a lo Alicia en el país de las maravillas.

Nadie nos descubrió, pero aun así comenzamos a movernos con sigilo por el olimpo hasta que vimos a una rubia pasearse delante de nosotras. Miró a Demi esperando que me diera la señal para comenzar a atacar o esperamos ella tan solo asiente.

—Aileen —hablé caminando hacia ella con sigilo, la rubia se volteó a vernos sobresaltada, no nos esperaba allí.

—Alida, Demi —sus ojos grises pasaron de una a la otra confundida.

—Es hora que pagues por los errores de tu padre —odio es poco para decir lo que sentía hacia ella la princesita de papi. Siempre tuvo lo que quiso a sus padres y a sus hermanos dejando de lado a mi mamá. Mi propio abuelo mató a mi padre, por eso quería matar a mi tía Aileen. Si Zeus y Hera son los padres de mi mamá, por lo cual Aileen es mi tía biológica.

—¿De qué hablas Alida? —interrogó sin comprender la rubia.

—Tu padre mató al mío hace ya diez años —no quería llorar, pero una lágrima se me escapó, rodando solitaria por mi mejilla, la limpié, no debo ser débil.

—¡¿Qué?! Yo no sabía... yo no... —Aileen hacía ademanes, pero Demi la interrumpió dándole un golpe.

—Menos charla y más pelea —me señalo mi amiga.

—Alida, yo te aseguro que no sabía nada de eso.

—¡Mientes! —saque una manzana bomba de mi mochila, se la tire a la princesa.

—Yo... lo siento —se levantó golpeándonos con un rayo a nosotras. Las nubes se aglomeraban a su alrededor defendiendo a la princesa.

—¿Por qué lo sientes? Estás luchando contra nosotras, queremos acabar contigo, tú te defiendes y dices, ¡lo siento! —se burló mi amiga.

—Con un lo siento no volverá mi padre —la volví a atacar con más fuerza.

—¿Qué me dices del hermano de Alysa? Eh Damián murió por tu culpa —en los ojos de Aileen, vi cómo se rompía su alma, las nubes dejaron de aglomerarse a su alrededor y nos dio oportunidad de volver a atacar.

—Lo siento —la rubia bajó la guardia y ese segundo nos dio la oportunidad de atacar juntas, dando un golpe combinado que logró que la princesa cayera inconsciente. En ese momento de adrenalina solo pude reír.

—Debemos irnos, ahora Alida —Demi tomó su mochila deteniendo mi risa.

—Sí, vámonos —al fondo del pasillo pude notar a un joven encapuchado. Abrimos el portal antes de que sus primos llegaran. Al volver a mi casa veo una foto de mi familia, mi mamá, mi papá y yo. Los sentimientos acumulados comienzan a ser incontrolables y dejo que todo lo que siento salga, los recuerdos me ahogan y duele, aún duele.

—Estoy cumpliendo mi promesa papá, me estoy vengando de Zeus —susurro a la imagen de mi padre, intenté sonreír, pero me temblaban demasiado los labios para lograr hacer eso.

—¿Y de qué te sirve? —escuché una voz suave y dulce detrás de mí.

—¿Tú quién eres? —pregunto a la chica que estaba frente a mí, usaba un vestido largo hasta la altura de sus rodillas. Era blanco con un cinturón dorado marcando su diminuta cintura. Un velo cubría su rostro, pero dejaba al descubierto su cabello.

—¿En serio no sabes quién soy? —se cruzó de brazos, lo pálido de su piel me hacía recordar a las manzanas.

—Tengo una idea — dejé el cuadro familiar de lado.

—Entonces sabrás que soy una de las ορατή —no podía saber si estaba mirándome, pero podía sentirla hacerlo.

—¿Por qué el velo? —señaló el extraño atuendo que no me permitía ver su rostro, no es de fiar alguien a quien no le puedes ver el rostro.

—Órdenes de las Moiras —su voz sonó detrás de mí, giré y la vi en el sofá. Cerré los ojos confundida.

—Vaya, tu mamá si se toma en serio el pasar en anonimato —recordé que solo los dioses podían ver sus rostros al igual que sus hijas.

—Reglas son reglas querida Alida —debo admitirlo esta pelirroja me cae bien.

—Aquí la pregunta ahora es, ¿por qué has venido a mi casa? —me senté frente a ella, mi casa no es lo que se dice una mansión, pero da para vivir bien.

—¿Aileen te suena? —La ironía de su voz me irritó un poquito.

—¿Qué pasó con ella?

—Ella no es el monstruo que tú crees —apareció una bola de cristal entre sus manos.

—¿Cómo no va a ser un monstruo? ¡Es hija de Zeus! — exclamé gritando las últimas palabras.

—También es hija de Hera —ella movió sus manos sobre la bola de cristal —Mira aquí —me señaló la bola que sostenía en su mano. Me acerqué por obligación y la bola blanca comenzó a mostrar a una inconsciente Aileen en una cama.

—Si con ver esto esperabas que me arrepintiera de lo que hice vas por mal camino, verla así solo me alegra —la miré, pero aparte mi mirada cuando no pude ver su rostro.

—¿Y dime qué más sientes ahora? —volvió a apuntar la bola de cristal que empezó a revelar otra imagen.

—¿Ese es Damián? ¿Está vivo? —El chico encapuchado era Damián, el hijo de Afrodita.

—El mismo Damián que te defendía en el campamento Media Sangre, ¿recuerdas? —la esfera desapareció de sus manos.

—Pero es imposible, él debía estar muerto —mi cabeza estaba a punto de explotar.

—En este mundo todo es posible, querida —junto sus manos sobre su regazo —Ahora responde mi pregunta, ¿qué sientes ahora?

—Está bien, lo admito, no siento nada bueno, solo tristeza, culpa y dolor de haber dañado a mi amigo y sé que también dañe a mi novio, él no me lo perdonará —ver el dolor de Damián me hizo sentir débil, él siempre me protegió cuando era una niña en el campamento siempre me molestaban. El hijo de Afrodita me cuidaba como si fuera una más de sus hermanas y eso siempre se lo agradecí.

—Alida siempre hay tiempo para arreglar las cosas, tu espera a que Aileen despierte y piensa si la venganza te devolverá a tu papá —se levantó de su sitio acercándose a mí.

—¿Por qué me ayudas?, ¿por qué la ayudas a ella? —casi nadie recibía la visita de las ορατή y mucho menos la hija de una desterrada.

—Alida es simple, yo lo veo todo antes de que pasé y ya pasé por lo que tú estás viviendo —apartó su velo de la cara dejando ver su blanco rostro. Lo primero que llama la atención en ella son sus ojos dorados, si esto fuera Crepúsculo creería que esta chica es un vampiro. Sus finos labios rosas resaltan al igual que sus rozagantes mejillas. Esta chica parece una muñequita de porcelana, es muy hermosa —Soy Nessa, la menor de las hijas de las Moiras, a mi papá también lo mataron y no fue Zeus, sino un mortal —en sus ojos se reflejaba la tristeza entendía lo que sentía —Pensé en vengarme, pero no pude Alida porque no quise volverme como el asesino de mi papá —sus ojos se cristalizaron cuando noté que iba a llorar volvió a cubrir su rostro.

—¿Cómo sé si ella no es igual que su padre? —se sentó a mi lado.

—Pronto lo sabrás, no te preocupes —me abrazo lo cual fue raro —Adiós Alida —desapareció, así como llegó.

Después de esta charla me cuestioné acerca de lo que le hice a Aileen, pero mucho no podía hacer si iba al olimpo, ahora me matarían los primos de Aileen y si ellos no me matan lo haría Demi por ser una desertora. A veces me meto en cada problema que ni yo misma logro salir de ellos ahora que haré, Aileen no era tan mala después de todo, ¿o sí lo es?

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