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Three

¿En qué momento?

¿En que momento todo pasó de ser alegría a desesperación?

¿En que momento todo dió un salto radical en el tiempo y sucedió eso?

¿Cuándo pasó de estar feliz por la coronación de la persona que considera su padre a estar llorando por la desesperación en sus aposentos luego de que Odín lo desterrara de Asgard justo frente a sus ojos? ¿Por qué?

¿Acaso las desgracias la perseguirían toda su vida? ¿Acaso su hermano gemelo también recibiría las consecuencias de de portar un poder como el de ella? No lo sabía, y ella incluso quería pensar que todo lo que estaba viviendo en estos momentos no era otra cosa que una mala broma jugada por Loki.

Agarró sus cabellos, estaba entrando en un ataque de ansiedad que no tenía desde su primer ingreso al palacio de oro y ésta vez no estaba Thor para consolarla y ayudarla a calmarse, no pensaba pedirle apoyo al Padre de Todo luego de que ignoró sus súplicas mientras la veía llorar por como el Dios del Trueno, su padre adoptivo, estaba siendo teletransportado fuera de Asgard; su amada abuela Frigga estaba ocupada junto con las sanadoras y Loki no daba indicios de querer aparecer en algún momento rondando por el castillo.

-Abre la maldita puerta, Iri!

-¡Te quemaré el rostro si entras, Astigar!-grito apartando de golpe sus manos, su poder estaba descontrolándose y la habitación comenzaba a calentarse. No podía controlarlo-¡Déjame sola!

-¡Tú sabes que el abuelo Odín lo hizo por su bien! ¡Nuestro padre va a reflexionar y volverá en cuestión de segundos!-su gemelo golpeaba la puerta con fuerza, una parte de él lo incitaba a derrumbarla utilizando el aire como empuje; pero quizás eso empeoraría la ansiedad y la desesperación de su hermana.

-¡No sabes eso!

-¡Tú tampoco!

-¡Vete, idiota!

-¡Ven a echarme!-la castaña se levantó de golpe y con sus palmas brillando al rojo fuego tomó la perilla y abrió la puerta, obteniendo como resultado parte de el oro derretido en sus manos y luchando contra la prisión que Astigar estaba otorgándole al abrazarla con fuerza sin importar si llegara a quemarlo en el proceso.

Las lágrimas caían, cada parte de ella quemaba tanto real como figurativamente debido a su don, un don con el cual muchas veces desearía no haberlo obtenido. Quería dejar de llorar, por más saladas que fueran sus lágrimas igualmente dañaban el cuello de su hermano y el olor a piel quemada llenaba sus fosas nasales. ¿Era tan difícil tener paz? ¿Era demasiado complicado ofrecerles una vida normal a los gemelos?

-Astigar...t-te estoy lastimado-dijo con voz rota y entrecortada.

-Lo sé-respondió intentando guardar un quejido de dolor.

-D-déjame sola...-

-No-la cortó de golpe apretando más su abrazo, poco a poco sentía como el pequeño cuerpo de Iri volvía a su temperatura normal y las pequeñas llamas de fuego que emitían sus manos se exigían lentamente dejando de derretir la puerta-Eres mi hermana, y si me debo quemar por ti lo haría sin dudar...

(...)

Acarició los cabellos de su hermana gemela, la cual dormía plácidamente en su habitación aún con rastros de lágrimas adornando sus mejillas. Astigar se quejó en silencio luego de que las sanadoras terminaran de vendar su brazo quemado por el poder de Iri, y con un pequeño asentamiento de su cabeza les dió el permiso de que se fueran en silencio.

Admitía que estaba mal por aquella persona que los adoptó, la primera persona en aceptarlos como miembros de su familia; pero sabía que si se rompía lo más seguro es que a Iri eso la siga destruyendo por dentro, eran gemelos y continuaba comportándose como un hermano mayor para ella.

El castaño suspiró dándole un tierno beso en su frente, todavía algo caliente por todo el uso de su poder desatado por la desesperación y la idea de volver a quedarse sola, suspiró con sus ojos cerrados mientras la cubría con la fina sabana color crema de su cama. Tenía sus labios secos y agrietados por sus dientes al tratar de contener el llanto y la sus mejillas sonrojadas por la cantidad de veces que trató de apartar sus lágrimas saladas que quemaron el suelo bajo sus descalzos pies. Estaba mal.

Si Odín no regresaba a Thor de regreso a Asgard, no quería pensar en lo que podría hacer su hermana gemela.

—¿Ya se durmió?

—Cayó rendida una vez terminó de llorar—murmuró levantándose con sumo cuidado, no hizo falta darse la vuelta para descubrir que llevaba tiempo de pie en mitad de la puerta—Le afectó demasiado, las sanadoras le hicieron una breve revición luego de que tomó un analgésico, quizás despierta para mañana en la mañana, eso sí no la despertamos antes.

—¿A ti no te afecta?—preguntó.

—Haría lo que fuera por mi hermana, Loki. Eso incluye fingir que no me afecta en nada para que ella me tenga como su soporte—respondió viéndolo de reojo. El pelinegro asintió lentamente mientras se giraba con intenciones de irse.

—Iré a hablar con mi padre, tal vez sepamos algo de lo sucedido en la coronación—Astigar no dijo nada, solo observó como la persona que tomó el papel como su tío se daba la vuelta por completo y comenzaba a caminar a paso lento fuera de la habitación.

—¿Te divirtió?—preguntó acercándose, no queriendo despertar a Iri. Loki lo observó por encima de su hombro antes de seguir caminando—El hermano del futuro rey siendo el traidor que llamó a los gigantes de hielo—al decir aquello, el Dios de las mentiras se detuvo en seco a mitad del pasillo.

Loki volteó con la cabeza baja y una leve sonrisa carente de gracia y llena de sarcasmo, su mirada pareció oscurecerse con la revelación que el castaño acaba de hacer.

—Iri te enseñó algo de magia, ¿Me equivoco?

—Lo único que aprendí es a leer los pensamientos, un bloqueo mental me permite evitar que Iri vea mi cabeza mientras hablamos. Creí que esto sería un encantamiento inútil hasta que lo probé en ti cuando entraste a la fiesta por la coronación de Thor—confesó sin inmutarse ante la mirada que Loki le estaba proporcionando, estaba a la defensiva pero a la vez calmado con aires de grandeza.

Esbozó una sonrisa aún más grande que la anterior, mostrando caso todos sus dientes y cruzando sus brazos por detrás de su espalda.

—Te conviene no decir nada, querido sobrino—dijo entre cerrando sus ojos, pero Astigar solo se acercó un par de pasos hacia él.

—No pienso decir nada, tío Loki—respondió—Iri lloraría si supiese esto de la boca de alguien más que no fuese la tuya...¿Sabes? Ella te admira mucho a pesar de todas las malas bromas que se han hecho el uno al otro—Loki dejó de sonreír sin apartar sus ojos de los de Astigar—No diré nada porque quiero que Iri vea con sus propios ojos lo que tú hiciste, y si eso llegara a pasar, si mi hermana gemela llora por ti, querido tío...no me importa si tengo pelear contra muchas ilusiones tuyas o incluso si todo Asgard se pone en mi contra, voy a encontrarte y a mandarte a volar por los malditos aires.

—Amas a tu hermana, ojalá Thor hubiese sido más considerado.

—Padre demuestra su amor a su manera, Loki—respiró profundo, dejando de apretar sus puños que habían iniciado a enrojecer debido a la presión—El lazo entre hermanos es más fuerte que cualquier cosa, no importa las peleas, al final del día la primera persona que estará ahí para ti es tu hermano. Si Iri cae yo la levantaré, si yo caigo sé que ella estará ahí para mi.

—Vaya charla motivacional sobre la familia—se burló riéndose a carcajadas silenciosas, ahora estaba mostrando la verdadera faceta del Dios de las Mentiras.

—No pienso entrometerme en tus planes, tampoco pienso detenerlos, pero si alguien sale herido te prometo que tú no saldrás ileso, Loki.

El pelinegro no dijo nada y solo volvió a girarse para continuar con su camino, no sin antes escuchar las últimas palabras que Astigar tenía para decirle:

—Iri descubrirá tarde o temprano lo que has hecho, y ahí se dará cuenta de que tipo de persona está admirando.

Dicho esto, volvió a adentrarse a la habitación de su gemela y cerró la puerta detrás de si; dejando a Loki con un pequeño sabor amargo en su boca.

(…)

—¡Tío Loki!—gritó una eufórica voz infantil corriendo por el largo pasillo de la biblioteca, sin zapatillas y con el cabello revuelto por estar corriendo de un lado a otro.

El nombrado no levantó la vista de su lectura, ni siquiera cuando la pequeña Iri que llevaba más de casi tres años viviendo en el castillo se detuvo a su lado con una sonrisa de mejilla a mejilla.

—¿Necesitas algo, fogata andante?

—¿Qué es eso?

—No lo entenderías, ¿Qué buscas?—dijo rendido dejando de leer la página de brujas y hechiceros de la antigüedad.

—El Sr. Heimdall me contó de su viaje a Midgard con el abuelo Odín, ¡Me trajo un obsequio!—comentó felíz con un peculiar libro en sus manos, era delgado y no tenía muchos colores gracias a la época en la que se encontraban.

—¿Eso es un libro?

—Se llama: El patito feo—pronunció leyendo el título de la portada, la cuál mostraba una paleta de colores apagados y un patito de color blanco con mirada triste—Tiene dibujos y pocas letras, ¿Quieres leerlo conmigo?

—¿Tú hermano no quiere?

—Está jugando con padre y la tía Sif.

—¿Qué gano si lo leemos juntos?

—Dejaré de molestarte mientras leer libros de brujas raras—Iri señaló a la mujer que estaba dibujada en las hojas amarillentas del libro que Loki leía.

—De acuerdo—suspiró tomando por las caderas a la niña que se rió cuando la levantó en brazos y la sentó en sus pierna, Iri colocó feliz el delgado libro y lo abrió en la primera página, dónde mostraba un pato hembra feliz viendo cómo sus bebés rompían el cascarón.

—“Todos esperaban en la granja el gran acontecimiento. El nacimiento de los polluelos de mamá pata"—Iri señaló contenta dicho animal, mientras Loki veía curioso el montón de dibujos animados—“El día más caluroso del verano, vió como uno por uno empezaban a romper el cascarón. Todos menos uno".

—¿Por qué los midgardianos escriben sobre animales que hablan? ¿Qué es un pato?—preguntó el pelinegro sin esperar respuesta.

—“Cuando el último huevo se rompió, resultó ser un pato diferente al resto. Todos los demás animales le cantaban lo feo que era y su madre lo echó de casa”, eso es de malas personas—se quejó golpeando los dibujos.

—Iri, son animales pintados. Continúa, por favor.

—“El patito feo sufrió mucho al pasar las estaciones, muchas veces muriendo de hambre y de frío, siempre triste por ser tan feo y lamentándose no ser como los hermosos cisnes que vió volar sobre su cabeza” ¡Mira, tío Loki! ¡Están volando!

—¿Qué clase de animales son los que hay en Midgard? Solo los pegasos pueden volar—Loki admiró por unos momentos a los cisnes, no parecían tan majestuosos como los pegasos.

—“Un día volvió a encontrarse con los cisnes, y cuando se acercó a hablarse vió su reflejo en un estanque, ya no era feo, era un hermoso cisne y pudo ser feliz”—Terminó Iri aplaudiendo al final, el Dios de las Mentiras veía extrañado al protagonista de esa pequeña historia.

Si él pudo convertirse en lo que quiso ser, ¿Podré yo convertirme en rey?

—¿Te gustó la historia?—preguntó masajeando el puente de su nariz.

—Si, luego se la mostraré a Astigar... Tío Loki.

—¿Qué pasa?

—Yo creo que tú eres como el patito feo—pronunció jugando con sus dedos, ahí fue cuando el mayor prestó su completa atención ala pequeña sentada en sus piernas—Es que...te he visto intentando llamar la atención del abuelo Odín y...lo que quiero decir es...¡Es que eres increíble!—alzó la voz avergonzada.

Loki parpadeó luego de escuchar eso.

—¿Yo...? ¿Yo soy increíble?

Iri abrazó el libro con pena y bajó la cabeza, estaba sonrrojada y temblaba por la vergüenza.

—Padre es muy genial a la hora de pelear, ¡Pero tú sabes magia y eso es mucho más genial! ¡Y sé que si el abuelo Odín te escoge para ser el nuevo rey, serás el mejor rey de todo Asgard!

Una vez lo dijo, se ocultó debajo de la mesa a la espera de la respuesta por parte del azabache, quién no sabía crédito a lo que había escuchado de parte de su sobrina.

¿Acaso...? ¿Acaso la pequeña Iri lo admiraba y lo reconocía?

Se rió agachándose a la altura de la mesa, estando frente a frente con la pequeña Iri que lo contemplaba fijamente con sus ojos azules.

¿Sabes? Yo creo que tú poder es asombroso—admitió con la leve sonrisa, y pudo ver por unos breves instantes como los ojos de Oro brillaban al decir eso.

—¿En serio?

—Creo que somos tú y yo los más geniales de todo Asgard, pequeña fogata andante.

—¡Increíble!

(…)

Con ese recuerdo todavía vivo y presente rondando por su cabeza, dobló el pasillo y se adentró a su habitación sin mirar atrás.

Podría ser por dentro un ser desalmado con fines de venganza hacia el rey de Asgard, pero no quisiera lastimar a ninguno de los gemelos.

Porque por más que lo negara rotundamente, sabía que ellos formaban parte de su familia.

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