Capítulo 15| La maldición
D E M I
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Nadie estaba en la calle, la noche comenzaba a caer y era mi aliada mientras perseguía a la hija mayor de Poseidón. La chica de cabellos celestes se adentra en un callejón del cual se que no hay salida y una sonrisa aparece en mi rostro. La oscuridad comenzaba a reinar y pasando mis uñas por las paredes del callejón me acerco a la heredera de los mares. Su respiración agitada, la sangre chorreante de pierna derecha con mi navaja aun enterrada en su carne y el miedo en sus ojos. Me sentía poderosa, al fin me vengaría.
Acercándome a la princesita tomo su mentón para que me mire a los ojos, poco a poco ella fue quedando rígida y al momento en que sus ojos se volvieron piedra sonreí. Lo logre, cuando mi mamá lo sepa se alegrará mucho. Ella... el sonido de una llamada comienza a sonar por las lejanías. No le preste atención. Solo contemplaba como Ylenia ahora era una nueva adquisición para mi jardín. El sonido del celular se hace cada vez más fuerte y todo a mi alrededor se vuelve negro.
Fue un sueño. Todo lo que paso con Ylenia fue nuevamente un sueño que acabo demasiado pronto. Molesta busco mi celular en la mesa de moche y contesto sin ver quien llama.
– Ho-la – conteste frotando mis ojos
– Hola princesa hermosa – dijo agg Austin del otro lado. Este chico no importa que tan mal lo trate o que tan caprichosa me comporte él me sigue buscando. Si no fuera por el hechizo de roba amor pensaría que este chico de verdad esta enamorado de mí.
– Cariño ¿Qué pasa? – mi voz fingía felicidad bastaba para querer tirarme por un quinto piso. Cuanto desearía que fuera Ian el que me estuviera llamando y no este idiota.
– Te llamaba para darte buenos días y para preguntarte ¿si quieres que te pase a buscar para tu primer día de clases? – su tono de felicidad parecía traspasar la línea y en mi cabeza la idea de escapar con Ian me estaba tentando demasiado.
– Sí, pasa por mí en dos horas nos vemos mi amor te quierooooo – ya quería colgar tenía mucha hambre y me estaba a punto de dar diabetes ser tan dulce.
– Nos vemos, te amo cariño – dijo colgando daggg que asco tanta dulzura me da nauseas. Tampoco entiendo por que me llama somos vecinos con tan solo aparecer frente a mi casa yo me iría con él al liceo.
Saliendo de la cama me estiro haciendo tronar todos los huesos de mi cuerpo. Tomando una toalla de mi armario me dirigí a darme una ducha de agua muy caliente. Cuando salí me vestí poniéndome medias de red negra, encima una falda a cuadros gris y negra, una blusa algo holgada que até a mi cintura. Viéndome al espejo ato mi cabello en un moño flojo, no soy una chica que se arregle demasiado y si lo hago es para ver a Ian.
Salgo de mi habitacion con mi mochila al hombro asiendo resonar mis botas contra el piso de madera. Mi mamá estaba en la cocina preparando el desayuno. Según las leyendas mi madre es un monstruo al igual que mis tías las Gorgonas. Pero al entrar en la cocina encuentro a una bella mujer que no supera los treinta y tantos, de ojos verdes, cabello castaño largo y sedoso. Una voz tan dulce como la de un ángel, su físico se podría decir que son curvas bien distribuidas y no era la típica chica delgada. Ese es el aspecto de mi madre cuando lleva un collar encantado que una de las aprendices de Circe¹ le regalo para anular la maldición.
Cuando mi madre se quita el collar su cuerpo cambia, sus cabello pasan a ser serpientes venenosas, su cuerpo antes humano ahora era un hibrido entre mujer y serpiente. Las piernas de mi madre desaparecen para ser trasformadas en un largo cuerpo de serpiente con el que mi madre se arrastra. Su torso sigue siendo de mujer con lo que atraía a sus victimas masculinas. Atenea puede ser la diosa de la sabiduría pero no fue muy sabía cuando castigó a mi madre por algo que ella no tuvo la culpa. Todos los dioses son igual de egoístas.
– Hola mamá – la salude con un beso en la mejilla ¿qué? es mi madre con ella si puedo ser dulce.
– Hola mi cobra favorita – ella me sonrió dejando mi desayuno frente a mí. Pinchado con el tenedor los huevos pruebo el primer bocado saboreando el platillo. Le falta un poco de sal y yo le hubiera agregado algo de queso rayado a estos huevos revueltos. Siento la mirada de mi madre sobre mi sabia que ella esperaba mi veredicto con la comida. Desde que era una niña el arte de la cocina había llamado mi atención. Recuerdo que le había dicho a mi padre que quería abrir mi propio restaurante en el pueblo donde vivíamos para siempre estar cerca de casa. Ese era mi gran sueño de niña ahora que soy una adolescente mi sueño era la venganza.
– Les falta un poco de sal y yo le hubiera agregado queso rayado – mi madre niega mientras ríe y sigue el consejo que le doy al preparar su desayuno – Me vendrá a buscar el pesado de Austin – digo pinchando con furia la mescla de huevos, estaba enojada por que no me gusta estar con el no lo soporto es demasiado tierno para mi gusto.
– Hija ya te eh dicho que eso es un sacrificio innecesario – señalándome con la cuchara de madera me da una de esas miradas de "tengo la razón por que soy tu madre", rodando mis ojos vuelvo mi concentración al desayuno.
– Lo sé, pero te dije que quería ver sufrir a esos cuatro y empezaré por la hijita mayor del rey de los océanos – comiendo otro bocado de mi desayuno miro a mi madre que me mira con una ceja alzada.
– Demi sé qué haces esto por nuestra familia, pero hija no quiero que tu corras con el mismo destino que yo o... – levantándome de mi lugar me acerco a ella tomando sus manos para que me mire a los ojos. No quería que se pusiera triste de nuevo – Los dioses del Olimpo son muy vengativos y más Zeus con su hija, ten cuidado cielo – beso mi frente para soltar mis manos y apagar la hornalla.
– Tranquila madre, tu hija sabe lo que esta haciendo – agarrando mi plato vacío me pongo a lavarlo.
– Otra cosa hija espera tengo algo para ti – salió de la cocina caminando hacia las escaleras. Tomando mi mochila del respaldo de la silla me la cuelgo al hombro. Revisando mi celular Austin no tarda en llegar cuando voy a gritarle a mi madre que se apresure ella aparece con una caja de terciopelo blanco en las manos.
– Tus tías mandaron a hacer esto con Hefesto² cuando naciste esperaba el momento ideal para dártelo espero que te guste – me entregó la caja que tome con algo de intriga. Lo abro con las manos temblorosas para ver una gargantilla verde con cadenas pequeñas y una serpiente.
– Me encanta madre muchas gracias – la abrase sintiendo el calor de sus brazos y su pelo se volvió serpientes venenosas que empezaron a desperdigar besos en mi cabeza por decir de alguna forma. Nos separamos por el ruido de un auto afuera de la casa. Ese debía ser Austin.
– Vete ya vinieron por ti – mamá me entrego mi almuerzo y beso mi mejilla. Podre tener dieciocho años pero aun así sigo siendo cariñosa con mi madre, nunca sabes lo que puede pasar. Hoy estas vivo sin notar los pequeños gestos de amor de las personas que te rodean por estar ocupado en tus problemas, pero mañana alguien que te rodea no estará y te arrepentirás de no haberlo abrazado mas fuerte.
Abro la puerta de mi casa gritándole a mi madre un adiós antes de cerrar la puerta. Corro al auto de Austin subiendo dando un ligero portazo, de reojo noto que el castaño quiere besarme y haciéndome la tonta le pongo la mejilla aún estaba molesta por que me despertó.
– ¿Lista para irnos? – pregunta encendiendo la radio para ponerla en una estación de rock pesado en un volumen bajo.
– ¿Y a ti que te parece? – pregunto sarcástica – Arranca no quiero llegar tarde mi amor – con una sonrisa mas falsa que la fidelidad de Zeus me cruce de brazos viendo a mi novio. Espera dije ¿novio? Quise decir idiota. ¿que rayos te pasa Demi?
– Ylenia sabe que tenemos algo – comento sin sacar la vista del camino con un tono de voz preocupado.
– Ah si – hable con un tono indiferente poco me importaba que ella lo supiera necesitaba saber dónde estaba para verla sufrir – ¿Cómo se enteró? – pregunto mirando por la ventanilla para ocultar la felicidad que estaba sintiendo. A la princesita de los pescados le debe estar doliendo mucho que su novio la este engañando.
– Apolión su primo vino a hablar conmigo – paro el auto en un semáforo en rojo. Ahora si me volteo a verlo quería saber hasta el ultimo detalle nada me haría mas feliz que ver a la nueva princesa llorar.
– ¿Te dijo donde esta Ylenia? – le pregunte muchas veces a Austin por el paradero de Ylenia pero él no pudo darme ni siquiera una pista. Fue como si le hubieran lavado el cerebro para que no sepa donde esta ni cuando regresa Ylenia.
– No me lo dijo preciosa, pero igual no te preocupes por ella te amo a ti – él se acercó tomando mi rostro con sus manos intentando besarme. El pánico se mezclo con mi enojó y explote.
– NO ME TOQUES – grite con una voz grabe igual a la de mi madre cuando no usa su collar y la maldición se apodera de ella. – Lo siento es que hablar de Ylenia me pone nerviosa – fingí estar algo triste agachando la cabeza y escondiendo mi rostro tras una melena de pelos verde.
– Cariño te amo a ti no a ella no te pongas así – su mano se apoyo en mi muslo apretándolo un poco. Una corriente eléctrica me recorrió por entero y sentí mis mejillas calientes. Odio sonrojarme eso me expone como alguien débil y yo no alguien así.
Apartando mi rostro sentí la piel fría cuando su mano abandono mi muslo. Quería por una parte que su mano continuara sobre mi pierna, por otra parte quería tirarme del auto y correr a los brazos de Ian. Un nudo se formo en mi garganta y pellizcándome la pierna me recuerdo mentalmente que todo esto es por venganza.
Austin no hablo en lo que duro del viaje lo cual agradecí estuve mirando el camino hundida en mis pensamientos y recuerdos de la infancia. Hasta que llegamos al liceo se veía aburrido, pero ahí estudia Ylenia es más fácil para verla sufrir.
Cuando baje del auto junto al castaño todas las miradas se posaron en nosotros. Fue raro. En mi antiguo liceo no llamaba mucho la atención y estaba satisfecha con eso no era buena siendo sociable con los mortales. Austin paso su brazo por encima de mis hombros atrayéndome a su costado.
– Eres la nueva chica popular del liceo disfrútalo preciosa – susurro contra mi oído el castaño haciendo que tenga que contener un escalofrió.
– ¿No se suponía que tu estabas con Ylenia? – pregunto con un tono venenoso en mi voz y viendo como los rumores comienzan a aparecer.
– Preciosa eso ya es cuento antiguo – frenando nuestro caminar Austin me hace verlo a los ojos tomando mi rostro entre sus manos. Cuando estaba con Ian me sentía pequeñita, pero cuando estaba con Austin me sentía frágil, delicada... me sentía alguien diferente y eso no me gustaba. – Mejor vamos a darles algo para que hablen – rozando mis labios contra los suyos me hace estremecerme y finalmente une nuestros labios en un largo, feroz y ardiente beso. Nos separamos sonriendo como dos idiotas sin tener noción del mundo a nuestro alrededor.
– Me gusta tu lado rebelde – susurro contra sus labios.
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1 Circe diosa de los hechizos y las hechiceras.
2 Hefesto dios de la forja.
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