Such A Lonely Child
A/N: La primera parte de esta cap si es canon, así pasó en este y en todos los universos🤧
Luego pasa al AU feliz😌
°°°°
-España-
-1920-
Marius POV
Marius pasaba mucho tiempo solo, mas del que le gustaría. Si, era cierto que tenía amigos, en su mayoría humanos. Sin embargo, aún sentía que su vida era solitaria y monótona.
No estudiaba más que sus lecciones de magia y trabajaba como mesero en un restaurante bastante movido mientras que Peggy, su madre, trabajaba como florista en un negocio en el pueblo.
Las tardes en su hogar eran bastante tranquilas, cuando no estaba estudiando en su habitación, probablemente estaba en el estudio tomando el té con su madre, aún cuando no era su bebida favorita.
Pero siempre quedaba esa sensación de aburrimiento que parecía jamás irse.
-Marius.- llamó Peggy, quien asomaba la cabeza por el umbral de la puerta.-Voy al mercado ¿Quieres ir conmigo?-
El muchacho asintió y se apresuró a seguir a la castaña hasta el auto, donde iniciaron su travesía. Últimamente, y debido a su trabajo, Peggy estaba estudiando sobre botánica y hechizos que involucraban plantas y, para reforzar sus estudios, estaba haciendo un invernadero pequeño en el patio.
-Necesito abono, algunas macetas y una carretilla, esa no puedo olvidarla.- listaba la castaña mientras caminaba entre el gentío, con Marius siguiéndola por detrás.
El niño no prestaba mucha atención a lo que su madre decía, pues sabía que, técnicamente, no hablaba con él.
Marius paseaba su vista por el pequeño mercado, el cual rebosaba de personas, lo cual, al joven mago le fascinaba.
Le gustaban las grandes multitudes, pues muchas personas significaba oportunidades para conocer a nuevas amistades, mágicas o no.
Si, Marius era muy diferente de su madre, pues mientras ella deseaba ocultarse a plena vista, él deseaba que todos le vieran.
Su paso se vio detenido cuando, entre la multitud, divisó la delicada forma de una joven a quien no había visto antes.
Su cabello era oscuro, sin llegar a ser por completo negro, y no llegaba hasta sus hombros, sino que apenas los rozaba. Su piel morena brillaba con suavidad ante la luz del sol que se reflejaba sobre ella y sus ojos marrones eran adornados por unos elegantes armazones negros que creaban un semblante intelectual.
Tal vez era un cruel truco de su mente, pero Marius podría jurar que aquella mujer era bañada por una luz celestial que la cubría de pies a cabeza y la hacía lucir como el ángel más hermoso de todos.
La joven desconocida iba del brazo de un hombre, mucho más mayor que ella, tal vez su padre o, incluso se atrevía a pensar, su abuelo.
Tal vez era el destino que deseaba desenvolver un romance entre ambos, pues justo cuando él la admiraba, ella volvió su vista justo como si hubiesen llamado su nombre con urgencia.
Y, cuando sus miradas se cruzaron, Marius pudo sentir como su corazón deseaba saltar desde dentro de su pecho y correr a profesar un amor eterno a la joven desconocida.
Sin embargo, así como un fantasma, justo como la había percibido, ella desapareció de su vista entre el gentío.
Aquella noche, mientras leía sus notas sentado en su escritorio, Marius no podía evitar dirigir sus pensamientos hacia aquella mujer.
-Estas intranquilo.- anunció Lilith al entrar a la habitación.-¿Sucede algo?-
La felina se recostó sobre la cama mientras Marius permaneció en el escritorio.
-¿Que pasa, niño? - volvió a preguntar al no obtener una respuesta.- Parece que hubieras visto a un fantasma.-
Marius sonrió al percibir la ironía de su metáfora en boca de otro.
-Tal vez si fue un fantasma.- respondió Marius en voz baja.
-Que sorpresa.- exclamó la felina.-Marius esta enamorado.-
-¿Vas a burlarte?- preguntó, aún sin levantar la vista de sus notas.
-Tal vez.- respondió la felina.- Dime que es lo que sientes y, entonces, decidiré si reírme o no.-
-Si la hubieras visto sabrías porque me siento así.- dijo Marius.- Flechado y sin aliento. Siento como si mi vida apenas iniciara ¿Es posible enamorarse tan rápido?-
Lilith no respondió enseguida, tal vez pensando en la pregunta, para la cual no tenía una respuesta.
-No se que sucede conmigo.- dijo Marius.- Tal vez pasó demasiado tiempo solo.-
-No te sientas mal por no comprender lo que sientes.- respondió Lilith, justo antes de que Peggy apareciera por la puerta.
-¿Está todo bien?- preguntó, dejando un plato con fruta para Marius sobre el escritorio del joven.
Marius seguía sin levantar la vista, sólo asintió con la cabeza.
Peggy se paseó por la habitación, hasta sentarse al lado de Lilith sobre la cama.
-Debe ser aburrido solo tenernos a nosotras como compañía.- dijo Peggy.
-No es tan malo.- respondió Marius.
Era cierto, la vida junto con la bruja a la que llamaba madre no era mala. Incluso, se atrevía a decir que era una vida mejor que la que hubiera llevado con su madre biológica. Había muchas cosas que Marius no lograba recordar sobre su infancia o su vida con sus padres biológicos, pero si lograba recordar las noches y días que pasaban en ayunas y lo eternos que parecían ser.
A veces pensaba, y se sentía terriblemente culpable al hacerlo, que tal vez su vida mejoro el día que Peggy lo tomo bajo su cuidado.
-A veces pienso que eres un niño solitario.- dijo ella. - Nuestro hogar se ha vuelto silencioso.-
-Tal vez.- respondió.- Seria menos silencioso si te animaras a hablar.-
-Marius.- advirtió la castaña, pero el joven la ignoró con descaro.
-Hay muchas cosas que deseo saber, Ma.- continuó Marius.- Deseo saber por que ocultas tu pasado de mi, por que nos ocultamos de todos los demás.-
Peggy se puso de pie y salió de la habitación, pues no estaba dispuesta a seguir el rumbo que la conversación tomaba.
-¿Por que siempre estas sola?- pregunto Marius, siguiéndola.-¿Por que las brujas te buscan para olvidar sus penas?-
-Ya no hables.- ordenó la castaña al detener su paso -Hay cosas, Marius, que es mejor no decir...ni escuchar.-
-Se que, a tu parecer, aún soy el niño que encontraste hurtando tu jardín.- dijo.- Se que deseas protegerme y lo agradezco, Madre, pero ya no soy un niño y quiero saber la verdad.-
Peggy lo pensó, como siempre solía hacerlo. Sin embargo, pronto descartó aquella idea.
Principalmente por miedo.
Si le contaba quien era, la aprendiz de una bruja que había amenazado a la humanidad; una de esas brujas oscuras que el mundo cazaba; alguien que había cometido tantos errores y tenía miedo de repararlos, temía que, entonces, el niño ya no quisiera tenerla cerca.
Ahora que era un adulto y podía irse, tenía miedo que jamás volviera.
-Todo a su tiempo, niño.- le respondió mientras entraba en su habitación y cerraba la puerta detrás de ella.
°°°°
-Oh, Marius.- decía una de sus compañeras de trabajo.-Eres todo un romántico.-
Después de que Marius les hubiera hablado de la aparición de la bella dama en el mercado, estos se habían dedicado a burlarse del joven enamorado. Por supuesto que a Marius no le hacia gracia y, pese a que había intentado cambiar de tema varias veces, las bromas por parte de sus compinches no dejaban de surgir.
Así que Marius había dejado de aportar a la conversación.
-No te molestes, Mar.- dijo Ignacio, uno de sus amigos, mientras le abrazaba por los hombros.- Solo nos impresiona lo lejos que vuela tu imaginación.-
Marius, irritado, se alejo del abrazo de su compañero para tomar la bandeja con la orden para una de las mesas.
-Bien dijo Shakespeare.- respondió Marius.- "Aquel que se mofa de las desgracias ajenas, es porque nunca las ha sufrido en sus carnes"-
-¡Eres todo un poeta, Dubois!- rieron sus compañeros, mientras lo veían salir de la cocina.
Mientras caminaba a la mesa y comenzaba a servirla, maldecía en lo mas profundo de su mente. En realidad no sabia que, o a quien, maldecía; tal vez maldecía la inmadurez de sus compañeros y la falta de empatía que tenían, o tal vez se maldecía a si mismo por haber confesado algo que, para si mismo, se sentía intimo.
Fuera de cualquier forma, sabia que no se libraría de las burlas por un rato.
Cuando hubo terminado, mientras caminaba de regreso a la cocina, la puerta del restaurante se abrió y, por inercia, Marius llevó su vista hacia la puerta.
Entonces, como si el mundo se hubiera detenido, envuelta en celestial resplandor, la joven del mercado entraba a la par de sus padres.
Se apresuró a entrar a la cocina, con el corazón acelerado y el rubor pintando sus mejillas.
-¿Estas bien, Marius?- preguntó Ignacio al notarlo tan intranquilo.
-Ella está ahí.- respondió.
-¿Quién?-
-¡Ella!- exclamó.- ¡La chica del mercado!-
Ignacio arqueó una ceja y se asomó a buscar a la joven de la que Marius hablaba y, al encontrarla, no deseó más que reír y, tal vez, sentir un poco de lástima por su amigo.
-Lamento decirte que esa es una mujer fuera de tu liga, mi amigo.- dijo Ignacio.
-¿Por qué supones eso?- preguntó Marius con indignación.
-Porque esa de ahí es Lucía De La Torre, hija del Comandante en jefe Aurelio De La Torre.- respondió Ignacio.- Es un hombre muy respetado y, dicen, que ha cenado con el rey.- Ignacio hizo una pausa.-Tal vez estén viviendo en su casa del lago. Ya sabes, los ricos tienen muchas casas.-
Marius se asomó por la pequeña ventana de la cocina, la cual daba al comedor del restaurante, y la vio sentada, con una sonrisa brillante y un elegante porte.
-¿Tu sabes donde vive?- preguntó Marius.
-uhh seguro.- respondió Ignacio.- Si me das tus propinas te lo digo.-
Cuando la noche cayó, tanto Marius como Ignacio, se habían escabullido de sus hogares y caminaban con sigilo por la calle.
Era un vecindario sobresaliente, de grandes casas y bellos jardines cuidados con esmero.
Llegaron hasta una casa que estaba resguardada por una alta barda de ladrillos, siendo la única salida y entrada una elegante puerta de barrotes de hierro.
-Es ahí.- dijo Ignacio.
Marius sabía que era una idea incongruente y, muy en el fondo deseaba echarse para atrás, pero no podía acobardarse estando a escasos metros.
Lucía caminaba por el jardín, rodeando las fuentes y paseando entre los rosales, mientras hablaba con la mascota de su madre, una pequeña cachorra Pomerania que saltaba y ladraba por todas partes.
Marius se acercó en silencio, cuidando de no alertar ni a la chica ni al perro que la acompañaba.
-Madamoiselle.- llamó Marius desde la puerta metálica del jardín.
La joven se exaltó un poco, sin embargo, su mirada pronto se iluminó al ver a Marius esperando por su respuesta.
El cachorro comenzó a ladrar mientras ella se acercaba a Marius con rapidez.
-Eres tu.- dijo ella de inmediato y con una gran sonrisa en el rostro.- Me encontraste.-
Marius se ruborizó y su corazón latía con fuerza.
-Yo...uhh...- balbuceaba Marius.- Yo ya no se que mas decir.-
La joven rio por lo bajo.
-¿Tu nombre, tal vez?- dijo ella.
-Marius Dubois.- respondió.
-Yo soy Lucia.-
Ambos extendieron sus manos frente a si mismos, estrechándolas con delicadeza.
°°°°
A/N: Aquí inicia el AU feliz✨
-¿Marius Dubois?- llamo la enfermera, causando que Peggy se pusiera de pie casi de inmediato.
La castaña iba envuelta, no solo en tela ensangrentada, sino en nervios y lagrimas.
-¿Como esta?- pregunto la castaña.
-El esta bien.- respondió la enfermera con una sonrisa.- Ahora esta descansando, la llevare a verlo.-
La enfermera la guío hasta donde estaba Marius, un área comunitaria para los pacientes en reposo, donde había muchas camas y personas descansando y, no paso mucho para dar con la cama de Marius.
Peggy se apresuro a llegar hasta el niño y paso su mano por su frente y sus mejillas, cerciorando que estuviera bien.
-El estará bien, solo debe descansar.- dijo la enfermera.- Si todo sale bien, le darán el alta la siguiente semana.-
-Gracias, gracias, gracias.- dijo Peggy, tomando a la enfermera por los hombros.- Gracias.-
Después de algunas horas, y mientras Marius dormía, Peggy salió a hacer una llamada en el teléfono del hospital. Era cierto que no tenia muchos amigos o, al menos, eso le gustaba pensar. No había hablado con Zoe desde hacia algún tiempo y le había perdido el rastro a Arabella, así que a la única persona a la que podía llamar era a Circe.
No sabia como, ni cuando, pero Marius y Olivia, la hija de Circe, se habían vuelto muy amigos. Tanto que podían pasar horas al teléfono y siempre era constante el intercambio de cartas entre ellos dos.
Suponía que debía agradecer esta cercanía entre los jóvenes magos.
-Esta bien.- dijo Peggy al teléfono.- Ahora esta dormido, pero todo esta bien ahora.- hubo una respuesta.- No, no es necesario que vengas.- otra respuesta.- Esta bien, entiendo.-
Hubo un tipo de conmoción en la recepción, donde Peggy pudo escuchar llantos y algunos gritos de desesperación y la voz de Lucia que quebraba el silencio del hospital.
-Tengo que irme.- dijo Peggy al teléfono.
Peggy corrió hasta la recepción y encontró a la joven de anteojos llorando y rogando que la dejaran pasar.
-Lucia.- la llamó Peggy.
Cuando Lucia se calmo, le explicó cuanto sentía lo que había pasado y, sobre todo, el mal actuar de su padre y que lo único que quería era saber que Marius estaba bien y estar a su lado cuando despertara.
-¿Tus padres saben que estas aquí?- preguntó Peggy. Lucía limpio su nariz y negó con la cabeza.
-Me escape.- dijo Lucia.-No quiero volver a casa.-
Peggy suspiro, comenzaba a sentir el cansancio azotar su cuerpo.
-Supongo que puedes quedarte con el mientras yo voy a darme un baño.- dijo Peggy.-¿Ya comiste? Traeré algo para que comas.-
°°°°
Se encontraba empacando la comida que le había prometido a Lucia, en silencio y con movimientos pesados y lentos. La imagen de la noche anterior aun se reproducía en su cabeza y las lagrimas brotaban cada vez.
El timbre de la puerta la hizo correr a abrirla y, para su sorpresa, la madre de Lucia estaba del otro lado.
-¿Que es lo que quiere?- fue lo primero que salió de la boca de la castaña.
-Se que soy la ultima persona a la que usted quiere ver.- dijo la mujer.- Pero Lucia salió de casa y estamos muy preocupados y me preguntaba si usted sabe, de casualidad, en donde esta.-
La sangre de Peggy hervía, tal como la primera vez que esta mujer se había presentado ante las puertas de su casa.
-Yo no se donde esta su hija.- respondió secamente.-Pero, donde sea que este, esta mejor que con usted y su marido.-
La mujer no dijo nada mas y se fue del lugar.
Después de un rato, Peggy volvió al hospital y se encontró con el mismo escenario: Marius durmiendo y Lucia llorando. En silencio la saco de ahí y la llevo a la sala de espera para que pudiera comer algo.
Y evito, completamente, hablar sobre la visita de su madre.
Mientras acompañaba a Lucia, comenzó a sentir una energía que parecía crecer a la par que se acercaba y pronto la reconoció.
Apareció deprisa por la puerta, con la cabeza envuelta en una pañoleta que ocultaba su cabello y lentes de sol que cubrían sus ojos.
-Peggy.- la llamo en cuanto la vio y corrió a abrazarla.
Se le veía preocupada y ansiosa y, según Peggy estaba enterada, eso no era nada bueno. Así que, después de un poco de charla, Peggy le dijo que pasara a verlo.
Ella asintió y, pese a las advertencias de las enfermeras sobre correr en el hospital, a ella no podía importarle menos. Cuando lo encontró, postrado sobre la cama, con los ojos cerrados y una venda al rededor de su torso, el mundo se le vino abajo.
Tomo aire, como si eso le ayudara a juntar valentía y se acerco a el, tomándolo de las manos y sentándose al lado de la cama. Y, casi al instante, Marius comenzó a reaccionar.
-¿Marius?- lo llamo-
-Mon amour?- preguntó el joven con voz rasposa, sin poder ubicar la silueta que le hablaba.
Ella sonrió y dio un suave apretón a su mano.
-No sabia que nos hablábamos tan lindo.- respondió ella sonriente.
-Olivia...- dijo Marius al reconocerla.
Olivia sonrió una vez mas y le hablo a una enfermera, mientras que otra llamaba a Peggy.
Aquella semana se fue rápida, mientras las tres tomaban turnos para hacerle guardia a Marius y, después de días de preocupación y cansancio, le dieron el alta.
-Cuando te pongas mejor.- decía Olivia recostada a su lado.- Podríamos ir de viaje, ¿recuerdas que planeábamos uno?-
-Yo no recuerdo haber planeado ningún viaje contigo.- respondió Marius fingiendo demencia.
-Claro que si.- exclamo Olivia.- Justo antes de que comenzaras a ignorar mis cartas.-
Marius le dio un empujón y ambos rieron.
-No estas molesta ¿Verdad?- pregunto Marius.- No quise ignorarte, solo estaba...ocupado...-
-Ocupado con tu novia.- dijo Olivia, logrando que Marius se sonrojara y ella soltó una carcajada.-No estoy molesta. Estoy muy feliz por ti, en realidad.-hizo una pausa.- Solo creí que mi único amigo ya no quería hablar conmigo.-
-Eres una tonta.- respondió Marius, inclinando su cabeza para topar con la de ella.
Peggy se encontraba empacando lo que creía lo mas esencial: ropa, un poco de comida y sus libros de hechizos. También había sacado algunos mapas donde había señalado algunos de sus futuros destinos, pues sabia que ya no podían quedarse en España.
Camino decidida hasta la habitación de Marius para darle la noticia de la nueva mudanza, creyendo, una vez mas, que lo mejor seria llevarlo con ella. Sin embargo, cuando entro en la habitación, aquella idea cambio.
Marius caminaba, sujeto del brazo de Lucia, con pasos lentos pero seguros.
-Todos los días te fortaleces mas.- le decía Olivia, quien estaba sentada sobre la cama y portaba una gran sonrisa.
-No deberían preocuparse tanto por mi.- dijo el niño.
-No pienses así.- le reprochó Lucia.- No cuando nos queda toda una vida por delante.-
-Lo peor ya pasó, Marius.- dijo Olivia.
Peggy admiraba como ambas jóvenes veían a Marius con adoración y preocupación.
-Ya no es un niño pequeño.- dijo Lilith, quien llegaba a su lado.- ¿Verdad?-
Peggy negó con la cabeza, mientras una triste sonrisa se formaba en sus labios.
-No, ya no.-
°°°°
Después de un par de semanas, cuando Olivia se despidió, Peggy estaba a punto de hacer lo mismo. Había hablado con Marius sobre como, si deseaba irse, ella no lo detendría.
Así que ahí estaban, frente al camino que los separaba.
Peggy le dio un abrazo con fuerza, como si fuese la ultima vez que lo vería.
-Siempre hay un hogar para ti conmigo, niño.- le dijo, antes de soltarlo.
-Lo se, ma.- respondió el.
Peggy saco un objeto de su bolso, un regalo envuelto en papel de periódico.
-Quiero que abras esto.- dijo Peggy y Marius obedeció, un poco extrañado, encontrando el libro "El Caballero de la Carreta" oculto bajo el envoltorio.
Marius sonrió, sin entender del todo el obsequio.
-Es para que no me olvides.- dijo Peggy.- Si descubro que lo vendes te va a ir mal.-
Se dieron otro abrazo, mientras intentaban ocultar las lagrimas.
-Gracias.- respondió Marius.- Por todo.-
-No.- negó Peggy.- Gracias a ti.-
Lilith también se unió a la despedida, rogándole al niño que consiguiera un animal familiar para asegurar su seguridad y compañía, mientras Marius solo podía reír.
Cuando se acabaron las palabras, Marius y Lucia subieron al auto y avanzaron por el camino, alejándose cada vez mas de la bruja que lo había criado y protegido durante tantos años. Sin embargo, y aunque le dolía en lo mas profundo de su alma, sabia que la volvería a ver.
Hojeó el libro que Peggy le había obsequiado, los recuerdos de su niñez brotaron de inmediato, y, entre las paginas, una carta escrita a mano cayo desde dentro del libro.
Marius levanto dicha carta con intriga y leyó el sobre.
"Una ultima confesión"
No dudo en abrir la carta y comenzar a leer su contenido.
"Esta, mi niño, es la última historia que he de contarte.
El relato de una bruja que sólo aprendió a amar cuando tu llegaste a su vida.
Un cuento cuyo inicio es triste y su final incierto y, por eso, lo mantuve oculto"
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Oh que bonito AU🤧 me gusta, voy a escribirlo mas😭✋🏻
Todo este capitulo está inspirado en varias canciones del musical "Les Miserables" pq la relación romántica de los protas es muy linda🤧
Olivia de LaChicaEterea hoy se llevó las de la mejor amiga que está enamorada pero es buena amiga y se hace a un lado, pero como decimos la seño y yo, si se da se dio y yo creo que si se está dando💅🏻👀
Igual hoy solo quería ✨explorar su química✨
Es q son muy shipeables🤧✋🏻
Como sea nos vemos les amo y si bai❤️
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