El Sueño
Winkle les acompañaba a las afueras del bosque. De vez en cuando charlaba con Peggy, pero la mayoría del tiempo se perdía en su fascinación por el pequeño Marius.
-Winkle.- la llamó Peggy.-¿A que se refería tu hermana cuando dijo que 'los míos ya no son bienvenidos en este bosque'? -
Winkle, quien se encontraba admirando como Marius corría y saltaba por el camino, se tensó al escuchar la pregunta de la hechicera.
Sin embargo, no respondió, sino que su mirada se perdió en el camino frente a ella.
-Winkle.- llamó otra vez Peggy.-¿Quién te hizo esto?- preguntó Peggy, refiriéndose a la cicatriz en el rostro de Winkle.
El hada no respondió, pues su mente se había perdido en el recuerdo de su herida y su causante.
-¿Fue un humano?.- preguntó Peggy.
-¡Oh, no!- respondió Winkle de inmediato.- Un humano no...-
Hubo un momento de silencio. Peggy entendió de inmediato. Un hijo de Morgana había sido la razón de la actitud defensiva de las hadas.
-Fue un trol.- dijo Winkle.- he visto a cientos de troles a lo largo de mi vida. Pero jamás había visto a una criatura como esa.-
Peggy escuchaba con atención sin decir palabra alguna.
-Él estaba robando pixies y, naturalmente, intente ayudarlas. Pero cuando vi los ojos de ese monstruo, me paralizé. Era como si toda la oscuridad de la tierra se reflejara en su mirada. Una mirada llena de dolor y maldad. Era como si... Como si esa bestia no tuviera un alma... - Winkle tocó con la llema de sus dedos la cicatriz en su rostro.- De no ser por Alba, yo habría muerto.-
Peggy sintió un horrible vacio en su pecho.
Esta clase de criaturas, fueran humanas o no, daban un mal nombre a los suyos.
No todos eran iguales, no todos eran como Morgana. Pero sus malas acciones los etiquetaban a todos como tal.
-Alba dice que ese trol es el Campeón de Morgana. Un pobre ingenuo que fue engañado por la bruja y ahora está condenado a servirle.- Winkle volvió su vista hacia Marius y sonrió con melancolía.- Es una pena...-
Sin darse cuenta, habían llegado a la salida del bosque.
Un pequeño pueblo era visible a la distancia y el rugir de las vías del tren era perfectamente audible.
-Tomen el siguiente tren a Londres y en el centro de la ciudad encontraras una relojería.- dijo Winkle.- ahí podrán ayudarte.-
Peggy se detuvo y observó al hada, incrédula.
-¿No nos acompañas?- preguntó Peggy.
Winkle negó con la cabeza.
-Alba ha prohibido que las hadas salgan del bosque.- dijo Winkle.- Y no deseo hacer enojar a mi hermana, más de lo que ya lo he hecho.-
Peggy asintió en entendimiento y, después de una última despedida, Winkle volvió a hablar.
-Espera mi visita en cualquier momento, hija de Morgana.-
°°°°
El viaje hasta la estación del tren fue relativamente corto, pero no esperaban encontrar el lugar tan lleno de gente.
Viajeros de todas partes de Inglaterra, reunidos en una pequeña estación de tren. Peggy podía sentir diferentes tipos de energías, lo cual le causaba un terrible dolor de cabeza.
Tantas personas en un solo sitio saturaban sus sentidos.
Tantas emociones que intervenían y robaban su concentración.
"Por Merlín" pensó Peggy mientras intentaba concentrarse.
Se acercó a la taquilla para comprar los boletos, con la esperanza de salir de esa estación de tren lo antes posible.
Sostenía la mano de Marius con delicadeza, indicándole que no se separara de ella.
Por otro lado, y completamente envuelto en su mundo, Marius contemplaba a las personas a su alrededor.
No había nada interesante hasta ese momento: sólo podía ver personas ordinarias, con vidas ordinarias, haciendo viajes ordinarios.
Hasta que su visión se posó en un hombre sentado en el suelo.
Esta persona hablaba con una singular voz alegre, invitando a los demás a pasar y participar en su juego.
Sin que Peggy se diera cuenta, ya que estaba ocupada comprando los boletos, Marius se deslizó entre la gente hasta llegar donde se encontraba el joven en el suelo.
-¡Adivine donde está la pelota!- exclamaba el peli negro desde el suelo, mientras movía ágil y rápidamente tres vasos sobre la mesa.
El hombre que jugaba miraba con atención como el peli negro movía sus manos, en un intento de confundirlo.
-Ese.- señaló el hombre una vez que los vasos dejaron de moverse.
El vaso seleccionado fue levantado de la mesa, revelando un desepcionante vacío.
Con frustración y un sentimiento de derrota, el hombre se fue y, con el, una pequeña parte de la multitud que disfrutaba del espectáculo.
Marius se acercó con cuidado, observando algo en la pequeña pelota que aquel joven usaba para sus juegos.
-Buen día, caballero.- lo saludó el peli negro.- Tienes que pagar para jugar, amigo.-
-¿Eres un mago?- preguntó Marius, sin interés alguno en jugar y caer en los trucos del joven.
-Puedes pensar que si.- dijo el joven sin tomarle mucha importancia al niño.
-¿Y ese es tu familiar?- preguntó Marius.
Los ojos avellana del joven peli negro se abrieron con sorpresa.
-¿Tu familiar se transforma en objetos también? ¿En cuántos objetos puede transformarse? ¿Puede transformarse en un caballo de madera? El familiar de mi mamá solo se transforma en animales.- Hablaba el niño con rapidez.
El joven estaba en completo shock, sin encontrar palabras para expresar la simplicidad con la que el niño hablaba sobre la magia en su vida.
-Marius, te dije que no te alejaras.- dijo Peggy tomando al niño del hombro.- Hay demasiadas personas aquí, podrías perderte.-
Peggy dirigió su vista hacia el joven en el suelo, encontrándose con sus brillantes ojos avellana.
Sin embargo el sonido del silbato del tren la obligó a retirar la vista.
Tomó una moneda del bolsillo de su pantalón y la puso sobre la mesa del joven.
-Lamento las molestias.- dijo Peggy, tomando la mano de Marius para dirigirse hacia el tren que les esperaba.
El joven deseaba seguirla, pero fue detenido por una multitud que deseaba participar en su juego.
Se desilusionó un poco, pero tal vez la vería de nuevo algún día.
°°°°°
Era extraño que en Londres, justo en el corazón de la ciudad, había una sola relojería y, para colmo, estaba vacía.
No parecía un establecimiento viejo. No, de hecho estaba muy limpio y varios de los muebles parecían nuevos, incluso de temporada.
La tienda era pequeña, pero estaba llena de aparatos que Peggy jamás había visto en su vida.
Quién quiera que fuera el dueño debía ser alguno de esos inventores que gastaban su tiempo y dinero en artefactos extraños.
Maravillados por todo lo que veían, se acercaron al mostrador.
Se toparon con la figura de una mujer que les daba la espalda.
Usaba un oberol beige algo sucio, con una camisa blanca debajo, la cual tambien estaba terriblemente sucia.
Su cabello castaño caía sobre su espalda en una cola de caballo baja y también llevaba una franela colgada en su bolsillo trasero.
-Disculpe.- dijo Peggy.- Necesito un... Tal vez sea un libro, no estoy muy segura.-
La mujer ni siquiera se molesto en darse la vuelta, pues parecía bastante ocupada con una especie de máquina bajo sus manos.
-¿Parece que tengo libros?- preguntó mientras ajustaba una tuerca.
Una luz se encendió en la cabeza de Peggy.
Esa familiar voz que no había escuchado desde hace tantos años.
Sonrió para sí misma.
-Un hada me lo dijo.- soltó, sabiendo perfectamente quien era la mujer frente a ella.
La mujer volteó, la confusión perfectamente expresada en su rostro.
Sus ojos azules se detuvieron en Peggy, analizandola y a cada una de sus facciones, hasta que logró reconocerla.
Su rostro se iluminó y, rápidamente, rodeo el mostrador para envolver a su amiga en un cálido, y algo sucio, abrazo.
-Zoe.- saludó Peggy, dejándose sujetar por Zoe.
-Mira cuanto has crecido.- respondió Zoe
Los saludos siguieron por unos segundos más, hasta que Zoe decidió ir directo al grano.
-¿Que dices que necesitabas?.- preguntó Zoe.
Peggy extendió una mano hacia el niño, quien la tomó con un poco de incertidumbre y se acercó hacia las mujeres.
-El es Marius, mi niño.- dijo Peggy.
Zoe se presentó al niño, quien un poco tímido le devolvió la presentación.
-Winkle dijo que podías ayudarnos.- dijo Peggy.
°°°°
Una vez que Peggy hubo explicado la situación a Zoe, la hechicera les invitó a quedarse en su casa durante unos días.
Zoe se encontraba buscando algunos de sus libros y notas sobre magia blanca, con el puro deseo de ayudar a su amiga.
Peggy, Marius y Lilith, por otro lado, se preparaban para ir a dormir.
Sin embargo, el niño se veía algo preocupado.
-No estoy cansado.- dijo Marius, pero rápidamente su cansancio fue delatado por un profundo bostezo.
-No pienso decirlo dos veces, Marius.- dijo Peggy.- Es hora de dormir.-
-Pero no estoy cansado, ma.- repitió el niño.
-Pues yo si.- respondió Peggy mientras recostaba la cabeza sobre la almohada.
-¿Puedo quedarme despierto?-
-No.-
Hubo un momento de silencio, en el que Peggy creyó que el niño había cedido al sueño.
Pero la voz de Marius le hizo entender que no era así.
-He tenido sueños extraños.- dijo Marius casi en susurro.
-Los sueños suelen ser extraños, niño.- respondió Peggy, sin molestarse en abrir los ojos.
-Pero este lo es aún más.- dijo Marius, sentándose sobre la cama.- Estoy en una cueva, al principio está vacío, pero después hay una mujer.- comenzó Marius a relatar sus sueños.- Ella dice mi nombre muchas veces, pero al final dice el tuyo también.-
Los ojos de Peggy se abrieron con rapidez, mientras se sentaba en la cama al igual que el niño.
Al principio no tomó mucha importancia, pues los sueños, en verdad, solían ser extraños.
Pero ni ella ni Marius eran personas normales y, en su situación, los sueños podian representar muchas cosas.
Tal vez solo era un sueño común, pero siempre cabía la posibilidad de que fuera una especie de visión.
-¿Y ella te ha dicho su nombre?- preguntó Peggy.
Marius asintió lentamente.
-Morgana.- dijo el niño.
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Holi holi
Mextrañaron? xd
Quién lo diría? Sobreviví el semestre y hasta me gradué :')
Un poquis lento el capitulo pero equis jsjs
Oh por dios ya vi el trailer de Rise of the Titans y no puedo esperar a verla que emociooooon
La verdad no sé qué tan frecuentes sean los capítulos, pero pues haré lo que pueda.
Y pues ya nada, nos vemos en el próximo capítulo!
Gracias por esperarme <3
Bai
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