Camelot
Se levantó igual que todas las mañanas o, al menos, desde que había llegado a Camelot.
Una vez estuvo arreglada, caminó hacia la cocina del castillo y preparó todo lo necesario para atender a Morgana: una vasija con agua tibia y algunas toallas.
El castillo estaba extrañamente ajetreado aquella mañana, pero ella no lo notó.
Se encaminó hasta la habitación de su maestra.
Aquella monotonía comenzaba a volverse placentera.
Entró a los apocentos de Morgana, esperando encontrarla aún dormida. Sin embargo, Morgana estaba de pie frente a la ventana.
Se sintió terriblemente tensa al entrar. Una inquietante energía invadía aquella, de por sí, sombría habitación.
-¿Sucede algo, maestra?- preguntó Peggy.
Morgana volteó a verle, sus ojos estaban cristalizados.
-Temo que hoy sea el día de mi muerte.- dijo Morgana.
Peggy abrió los ojos con sorpresa y, al percibir este gesto, Morgana se acercó a ella.
-No hay de que preocuparse, querida.- dijo.- Por lo pronto ve y ordena que preparen mi caballo, y no olvides el té. No me vendría nada mal.-
Peggy dejó la bandeja que cargaba en una pequeña mesa cerca de ella.
-Enseguida, Mi Lady.- dijo, haciendo una reverencia y saliendo de la habitación.
Mientras se encaminaba hacia las caballerizas, la duda comenzó a invadir su mente.
¿Que le sucedía a Morgana?
Bufó ante aquella duda. Cinco años habían pasado desde que se había vuelto su aprendiz y, aún así, no era capaz de confiarle muchas cosas.
Llegó a las caballerizas, deseando poder encontrarse con Lancelot. Tal vez el caballero pudiera decirle que sucedía.
Pero en aquellas caballerizas, no había más que un simple escudero, al cual Peggy jamás había visto.
Un joven castaño y delgado de ojos grises y facha de ser un simple granjero.
El joven la vio con genuina confusión.
-¿Cómo le puedo ayudar, Mi Lady?- dijo él haciendo una reverencia.
Peggy no tomó mucha importancia a su extraño comportamiento. Tal vez sólo estaba jugando, en un intento de cortejarla.
Ella rodó sus ojos, cuando él joven aún tenía la cabeza baja.
-Asegúrese de preparar el corcel de Lady Morgana.- se apresuró a decir.
El joven se paró recto en su lugar.
-Por supuesto, Majestad.- dijo el escudero.
Peggy, quien se preparaba para irse, quedó estática en su lugar.
-¿Cómo me llamaste?- preguntó incrédula.
El escudero la veía con un poco de miedo en su mirada.
-¿Majestad?- titubeó.-¿No es usted la Hija de Morgana?-
Ella soltó un cansado suspiro y rodó los ojos. Ahora entendía.
-Las cocineras dijeron que usted es...- decía el joven, antes de ser interrumpido por la chica.
-Esa es solo una broma entre la servidumbre.- dijo Peggy tratando de contener la risa.- Y ahí es donde debe quedarse: Entre la servidumbre.- dijo más seria.
Volvió adentro tan rápido como pudo y caminó hacia la cocina para preparar el té que Morgana había pedido.
Había soltado algunas risitas mientras caminaba por el pasillo de la servidumbre.
Aquel escudero de verdad pensaba que acababa de ofender a un miembro de la realeza.
Llegó a la cocina, encontrándose con dos de las sirvientas del castillo.
-Oh, Margaret.- dijo una de ellas en cuanto la vio entrar.- El té para tu madre ya está listo.-
Peggy quería reír, sobre todo al recordar la escena que acababa de vivir.
Pero decidió guardar la compostura.
-Sus bromas han dejado en ridículo a un pobre escudero.- reprochó Peggy.-El pobre muchacho pensó que yo era, en verdad, un miembro de la realeza.-
Las tres jóvenes comenzaron a reír ruidosamente, deteniendo sus actividades para gozar de las carcajadas.
°°°°
Mientras caminaba con la bandeja del té en sus manos, se percató de que estas temblaban de una alarmante manera.
“-¡Apresurate, niña!-” la rasposa voz de la Madre Superiora aún invadía, de vez en cuando, sus recuerdos.
De un momento a otro, mientras caminaba, se perdió en sus recuerdos.
“-Voy tan rápido como puedo, Madre Superiora- decía ella.
-¡Pues es muy lento!- la anciana azotó su mano contra la mesa, causando que la alterada joven soltara la bandeja de un susto, dejando todo caer al suelo.”
De pronto, sintió un golpe sobre su hombro y, al igual que en sus recuerdos, la bandeja que llevaba en mano se cayó.
La porcelana se rompió en mil pedazos, dejando en el aire aquel alarmante e infernal estruendo.
El corazón de Peggy comenzó a latir con mucha fuerza, su pensamiento se nublaba y su respiración se aceleraba.
-No...- susurró.- No no no no.- repetía una y otra vez.
Se tiró al suelo y comenzó a tocar los pedazos de porcelana rotos, mientras la falda de su vestido se mojaba con el té que estaba derramado.
-Lo siento mucho.- dijo una voz frente a ella.- No te vi ahí. Dejame te ayudo.-
Ella levantó la vista. De sus ojos salían grandes lágrimas que recorrían sus mejillas
-¡Mira lo que has hecho!- exclamó ella.
Su respiración comenzaba a volverse pesada.
Observó con enojo al joven frente a ella.
Era alto, aunque desde donde estaba no sabría decir que tanto.
Su cabello negro estaba sujeto en un chonguito* y dos mechones negros caían por su rostro.
El se agachó junto a ella y la miró a los ojos.
Ella observó aquellos brillantes ojos ámbar y, en ellos, encontró una alarmante paz.
-Todo estará bien.- dijo él.- Fue mi culpa.-
El joven sonreía a la chica frente a él, sabiendo que está acababa de tener un horrible ataque de pánico.
-¡Hisirdoux!- gritó una voz detrás del joven, la cual alertó a Peggy, causando que se tensar a en su lugar.-¿Por qué te demoras tanto?-
Merlín de Ambrosia apareció en la escena, observando a ambos jóvenes en el piso y el desastre entre estos dos.
El anciano rodó los ojos con irritación.
-Ha sido mi culpa maestro.- se apresuró a decir Douxie.- Solo le ayudaba a limpiar.-
-Es una sirvienta, Hisirdoux.- dijo Merlín.- ese es su trabajo. ¡Ahora apresurate!-
Douxie miró con preocupación a la chica en el suelo, pero no podía desobedecer a su maestro.
-¡Margaret!- la voz de Morgana la hizo relajarse un poco.
Douxie se retiró, pero Merlín se quedó observando a la hechicera.
Morgana sabía de los repentinos ataques que la chica sufría y había aprendido a ayudarla.
-¿Estas bien?¿Te lastimaste?- preguntó al ver la porcelana rota en el piso.
-Así que no sólo ayudas trolls.- dijo Merlín.- ¿Sino que ahora también ayudas a sirvientas en apuros?-
Morgana no le prestó atención y ayudo a Peggy a ponerse de pie y llevarla a su habitación.
°°°°
Morgana había salido junto con el Rey Arturo y sus caballeros.
Peggy se había quedado en el castillo, descansando.
En ese momento se encontraba en la cocina, ayudando a Beth a pulir lor cubiertos.
Se encontró a sí misma divagando en los recuerdos de aquella mañana.
Las memorias la llevaron hasta aquel joven de negros cabellos.
Le había visto varias veces, pero Morgana le había recordado que no tenía tiempo para amistades y, mucho menos, con el aprendiz de Merlín.
Morgana no lo admitirá jamás, pero sentía un poco de celos hacia el joven mago, y no quería que Peggy se encariñara mucho con él.
Jamás habían hablado, siempre evitaba toparse con él. Es de suponerse que aquel día fue completamente inevitable.
La puerta de la cocina se abrió con un estruendo.
-Vuelve la brigada del Rey.- dijo la sirvienta que entró.-Capturaron a uno de los monstruos.-
Beth soltó una carcajada.
-Entonces preparemonos para escuchar los alardes de Lancelot.-
Peggy se levantó de lugar y se dirigió a la salida para recibir al rey y a sus caballeros.
Una vez fuera, trató de encontrar a su maestra, sin éxito alguno.
Su mirada entonces se posó en Sir Lancelot.
Ella le dedicó una sonrisa.
Lancelot se había convertido en un buen amigo suyo.
Después de todo, había sido Lancelot quien la había encontrado en el bosque, cansada, herida y, aunque suene mal, medio muerta.
El caballero se percató de la sonrisa de la joven, sin embargo no fue capaz de responder de la misma forma.
-Margaret...- dijo Lancelot una vez estuvo frente a ella.
-¿Donde está Lady Morgana?- preguntó.
Lancelot bajó la mirada.
-Lo siento mucho...- murmuraba Lancelot.
Ella cubrió su rostro con sus manos, mientras las lágrimas brotaban nuevamente por su rostro.
Lancelot la envolvió en un abrazo, transmitiendole ese cariño y apoyo fraternal que ella necesitaba.
Dejó que su piel sintiera el frío metal de su armadura y, antes de hundirse por completo en aquel abrazo, pudo visualizar la sombría y melancólica figura del Rey Arturo.
El rey la observaba, creyendo saber bien el papel de aquella joven en la vida de su hermana.
Pero el rey no tenía tiempo de lidiar con el dolor de una simple sirvienta, teniendo su propio corazón roto.
°°°°
Cayó al suelo una vez que Morgana desapareció del lugar.
Aquella última visita no había hecho más que alterarla más de lo que ya lo estaba.
La puerta detrás de ella se abrió.
-Ah.- dijo la voz de Merlín.- Eres tu. Sal de aquí, de inmediato.- ordenó.
Algo dentro de Peggy hizo que comenzara a perder el control.
-Usted no es bienvenido aquí.- dijo ella, aun el piso.
Merlín se sorprendió ante las palabras de aquella a quien creía una simple sirvienta
-¿Que insolencia es esta?- preguntó Merlín.- Sal de aquí antes de que llame a los guardias.-
Peggy se puso de pie, su cabeza estaba baja y sus puños cerrados.
-Esto es su culpa.- dijo Peggy.- ¿Que clase de maestro es usted? Dejó que su aprendiz sufriera y luchara por su cuenta, y ahora la hemos perdido para siempre.-
-Lo que haya hecho Morgana con su vida no me concierne.- se defendió Merlín.
Las lágrimas no dejaban de recorrer el rostro de la chica.
-¿No es acaso ese el deber de un maestro? ¿Guiar a sus discípulos? A mí parecer usted ha fallado como maestro.- dijo Peggy.- Prefirió depositar su lealtad en un frágil rey, en vez de en su propia aprendiz.- le volteó a ver.
Merlín azotó su báculo contra el suelo con molestia.
-¡Recuerda que estas hablando con un siervo del rey!-
La piedra en el báculo de Merlín comenzó a brillar y este lo mentenia frente a su cuerpo, en forma de amenaza.
-Yo no respondo ante su rey.- respondió ella.
La mano de Peggy, al igual que el collar que llevaba en el cuello, comenzaron a brillar.
Al percatarse de esto, Merlín intentó detenerla con magia, pero pronto sintió como el aire dejaba de llegar a sus pulmones.
Peggy lo sostenía en el aire, sabiendo bien el daño que podría causarle al anciano.
Merlín luchaba por librarse de aquel mortal encantamiento del cual era víctima, pero en ese punto, simplemente parecía imposible y comenzaba a resignarse a la idea de la muerte.
La puerta se abrió nuevamente, dando paso a Hisirdoux.
-¡Maestro!- exclamó Douxie, al ver cómo Merlín era sometido por aquella hechicera.- ¡Guardia...-
El joven no pudo gritar por ayuda, ya que Peggy lo había sujetado del mismo modo que sostenía a Merlín.
Douxie la observó, reconociendola enseguida.
Era esa pequeña e indefensa sirvienta en quien no había dejado de pensar desde aquella mañana.
Los ojos de la chica irradiaban el enojo a la perfección.
E incluso cuando estaba a punto de morir, agradecía el hecho de que lo último que vería serían aquellos ojos verdes en los cuales le era fácil perderse.
Jamás, ni en mil años, olvidaría aquellos ojos y la confusión que le transmitían.
Ella desvío su mirada del joven, soltandolo, al igual que a Merlín.
Ambos hechiceros yacían en el suelo, mientras trataban de recuperar su respiración.
-Margaret...- decía Lancelot.
Sir Lancelot permanecía inmóvil, mientras tres hombres a sus espaldas esperaban por instrucciones para detener a la bruja.
Margaret se detuvo en los ojos marrones de Lancelot, y no encontró más que desilusión.
-¡Detenganla!- ordenó Merlín, aún débil.
Los caballeros se abalanzaron contra ella, todos a excepción de Lancelot, quien tenía su triste mirada fija en ella.
Pero antes de que alguno pudiera tocarla, ella les hechizo y les puso a dormir.
Los cuerpos de los hombres que reposaban en el frío piso la hicieron volver al presente.
Abrió un portal de Sombras y lo cruzó, llegando a un par de árboles a las afueras de Camelot.
-¡¿Que fue todo eso?!- preguntó Lilith, quien llegaba en forma de una pequeña ave.
-Yo...- decía Peggy.- Estaba molesta...trate de no lastimarlos...Yo...yo...-
Peggy comenzaba a divagar, pero Lilith la detuvo.
-Debemos irnos, antes de que comiencen a buscarte.-
Peggy comenzó a caminar, pero Peggy se detuvo de pronto.
No quería quedarse, eso era un hecho.
Recordó la triste mirada en el rostro de Lancelot. No quería que Lancelot, aquel a quien consideraba como su hermano, la recordara de una manera tan espantosa.
Por un momento, sus recuerdos dejaron de girar en torno a Lancelot y se enfocaron en Hisirdoux.
Él, a pesar de estar al borde de la muerte, no la veía con miedo, ni con odio.
Su mirada había sido tan suave y comprensiva.
Su corazón se sentía extraño, algo que nunca había sentido.
-¿Que sucede, niña?- preguntó Lilith, quien reposaba en su hombro.
Peggy dio la vuelta, viendo directamente el castillo de Camelot.
Estiró su mano hacia aquella dirección y comenzó a recitar un encantamiento.
Poco a poco, sentía como sus recuerdos abandonaban su memoria.
Todo lo que había vivido en Camelot, las amistades, las interacciones, las personas: todo comenzaba a volverse confuso e invisible.
Todo excepto Morgana y sus enseñanzas. Incluso, el recuerdo de aquella última charla momentos atrás.
Se detuvo.
Una vez su mente estuvo en blanco, o al menos la mayoría, con el último recuerdo de Morgana uniéndose a las fuerzas oscuras, decidió irse de Camelot para jamás volver.
Y así como ella había olvidado a Camelot, Camelot la había olvidado a ella.
La servidumbre.
Merlín.
Lancelot.
Hisirdoux.
Todos la habían olvidado.
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Hello hello
Si, soy yo, escribiendo otra historia sobre Peggy 🙃 jsjs
Como ya dije, Peggy es uno de mis OC's favoritos y simplemente no podía dejar que la historia terminara donde la deje :c
Los capítulos seran especies de One Shots sobre el pasado de Peggy y lo que sucedió durante esos novecientos años que pasaron antes de conocer a Douxie y a todos los demás.
Hago esto para matar el tiempo, más que nada, así que no se cuanto dure este show
Si eres nuevx:
Primero que nada y antes que todo, hola! Bienvenidx a mi historia, si quieres saber más sobre Peggy y entender un poco todo este relajo puedes leer mi historia “La Aprendiz de Morgana” ya que esta historia es simplemente la precuela.
Sin más que decir
Con amor
-Xel
(¿Será ese mi nombre? Si. Tal vez. No lo sé)
*Chonguito = Moño/Molote/Man's Bun
En el doblaje latino de Wizards dicen chonguito so así le puse yo jsjs
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