Agatha
El camino hacia Massachusetts había sido largo y cansado. Estaba terriblemente exhausta y el malhumor del niño a su lado le daba a entender que él también lo estaba.
Había pensado en usar un portal de Sombras, pero no sabía si era seguro para que Marius pudiera pasar sin ser lastimado o infectado por la magia.
Había muchas cosas sobre la seguridad del niño que ella no entendía. Pero ahora era responsable de él, así que solo le quedaba callarse y aprender.
Una vez llegaron a Salem, Peggy se dio a la tarea de buscar el domicilio de su amiga.
La dirección los llevó a la casa más pequeña del camino.
Peggy se detuvo justo en la puerta antes de llamar.
Hacia más de doscientos años que no veía a Agatha, así que se sentía un poco asustada. Sin mencionar que recibiría noticias de Morgana, tal vez eso la asustaba más.
Después de soltar un largo suspiro, Peggy llamó a la puerta.
Sostuvo con fuerza la pequeña mano de Marius, en un intento de recolectar un poco de coraje.
El niño se dio cuenta de los nervios que sentía, su ahora protectora, y apretó ligeramente su mano mientras le dedicaba una adorable sonrisa que, de alguna forma, logró calmar a Peggy.
Llamó a la puerta y esperaron en silencio algunos segundos antes de que esta se abriera.
Peggy dudó por un momento que la mujer frente a ella fuera en verdad aquella a quien recordaba.
La mujer tenía una cansada apariencia y las bolsas debajo de sus ojos no ayudaban. Tenía arrugas y líneas de expresión en su frente y al rededor de sus ojos; su cabello era de un negro pálido y sin brillo y un largo mechón de canas blancas se hacía presente en el lado derecho de su cabeza.
La mujer la observó con cuidado antes de que sus ojos se abrieran con sorpresa.
-¿Margaret?- preguntó.
Peggy sintió un escalofrío al escuchar su rasposa voz. No la recordaba así, sino más suave y melodiosa.
-¿Agatha?- preguntó Peggy.
La mujer mostró una sonrisa de oreja a oreja mientras rodeaba a la castaña y la recibía en un cálido abrazo en el cual Peggy se dejó envolver.
-Mirate.- exclamó Agatha.- tan bonita como te recordaba.-
Peggy sonrió ante el cumplido, intentando devolverlo, pero Agatha no parecía interesada.
La mujer dejó de admirar a Peggy para posar su visión en el pequeño junto a ella.
-¿Y quien es este apuesto caballero?- preguntó Agatha.- Veo que no perdiste el tiempo, niña.-
Peggy rodó los ojos, sabiendo que Agatha solo quería molestarla.
-¿Tienen hambre?- preguntó Agatha, pero antes de que pudieran responder, les hizo pasar y sentarse en la mesa.
°°°°
Después de la comida, en la que las hechiceras aprovecharon para ponerse al día, Peggy comenzó a notar como los pequeños párpados de Marius amenazaban con cerrarse.
-La habitación de invitados está subiendo las escaleras.- dijo Agatha, notando el estado del niño.
Peggy asintió y tomó al niño en brazos siguiendo las instrucciones de Agatha.
Una vez en la habitación de invitados, Peggy podía sentir como el niño la Sostenía con fuerza, negándose a soltarla.
Peggy comenzó a caminar lento por la habitación, en un intento de arrullar al niño, quien ocultaba su rostro en el cuello de la hachicera.
Ese calor maternal la envolvió de nuevo, obligándola a sonreír.
No le gustaban los niños. Jamás lo habían hecho.
Cuando vivía en el orfanato, muchas veces se hizo cargo de los niños más pequeños. Tal vez ahí había nacido su disgusto hacia los niños.
Pero con Marius era diferente. Suponía que este creciente y maternal afecto se debía a todos sus años en soledad.
Muchas noches soñó con el calor que su madre solía transmitirle, y siempre deseo volver a sentir su cariño, aunque fuera una última vez.
Peggy no quería que Marius se sintiera solo. Nunca dejaría que se sintiera triste y abandonado como ella una vez lo estuvo.
Involuntariamente, comenzó a tararear una canción de cuna que, ella pensaba, había olvidado.
Así pasaron algunos minutos, cuando comenzó a escuchar las pesadas respiraciones del niño, entonces supo que este ya estaba dormido.
Con delicadeza le dejó sobre la cama y echó una manta sobre su pequeño cuerpo.
Bajó lo más silenciosamente posible devuelta al comedor, donde Agatha aún esperaba.
Encontró a la hechicera compartiendo una casual conversación con Lilith, pero en cuanto ambas la vieron la conversación terminó.
-¿Me perdí de algo?- preguntó Peggy mientras volvía a tomar asiento.
-No.- respondió Agatha.- Lilith me contaba como es que tomaste a ese niño bajo tu cuidado. Eso es muy noble de tu parte, niña.-
Peggy sonrió, pero no dijo nada más.
Después de algunos minutos de silencio, fue Agatha quien decidió hablar.
-Peggy, querida.- dijo Agatha.- Se que no nos hemos visto en mucho tiempo y, no me lo tomes a mal, estoy encantada con tu visita.- Agatha hizo una pausa, pensando bien cada palabra.- Pero ¿Que haces aquí?-
Peggy dejó de lado la taza de café que Agatha le había servido, y ahora observaba a la mujer con mucha confusión.
-Tu me llamaste aquí.- dijo Peggy confundida.
Agatha soltó una pequeña risita antes de continuar con la conversación.
-No.- respondió Agatha.- No es cierto.-
La tensión y la confusión crecieron en aquel comedor mientras ambas mujeres aclaraba sus ideas.
-Si es cierto.- exclamó Peggy.- Dijiste que Morgana quería hablar conmigo.-
-Niña.- dijo Agatha.- creo que si Morgana quisiera hablar contigo, no me buscaría a mi primero.-
Peggy se levantó de su lugar y se apresuró a buscar la carta en su bolso de mano.
Una vez la encontró, caminó de regreso hacia Agatha y le entregó la carta.
Agatha leyó la carta con atención.
-Yo no escribí esto.- confesó.
-¿Entomces quién lo hizo?- preguntó Peggy.
Agatha se levantó de golpe y comenzó a cerrar las cortinas y puso el seguro a la puerta.
-Alguien te tendió una trampa.- dijo Agatha mientras preparaba lo que parecía una pequeña maleta.- Caíste directamente en ella, y yo estoy justo en el medio.-
Peggy estaba a punto de protestar, cuando un estruendo, proveniente del segundo piso, la hizo callar.
El niño.
Sin pensarlo dos veces, Peggy corrió escaleras arriba, siendo seguida por Agatha y Lilith.
Al llegar a donde el niño yacía dormido, se encontraron con la segunda figura de un delgado troll.
-Un cambiante.- exclamó Agatha.
Sin darle tiempo a avanzar, Peggy abrió un portal de Sombras debajo de los pies del cambiante, causando que este desapareciera de la habitación.
La hechicera se apresuró a tomar al niño, quien ahora se encontraba medio despierto gracias a la conmoción, y se apresuraron a salir de ahí.
°°°°
Caminaba con precaucion por un viejo y abandonado camino.
-Así que los cambiantes aún te siguen.- dijo Agatha.- Debo atribuirles eso: son muy tenaces.-
Peggy suspiró, echando un vistazo al niño que jugaba encantado con los cabellos de yegua de Lilith.
-Agatha, lo siento tanto.- dijo Peggy.-Debí darme cuenta que era una trampa. Ahora te puse en peligro a ti también.-
Agatha observaba como Peggy miraba al suelo, con la mirada triste.
La mayor puso una mano sobre el hombro de Peggy, con la intención de darle animos.
-No te preocupes por eso.- dijo Agatha en un tono suave y consolador.
Peggy, al volver su vista hacia Agatha, no encontró más que calidez en su mirada. Un sentimiento de eterna confianza que, estaba segura, siempre sentiría hacia ella.
Sin embargo, aquel momento de íntima amistad se vio interrumpido por la familiar sensación que llevaba persiguiendola durante siglos.
Los cambiantes comenzaron a rodearlas, acorralandolas para poder disponer de ellas fácilmente.
El niño observaba con temor lo que sucedía, mientras Peggy comenzaba a conjurar su magia.
-¿Yo los de la izquierda y tu los de la derecha?- preguntó, dándole la espalda a Agatha, para poder tener mejor visión de los cambiantes.
-De hecho.- dijo Agatha.- Hoy no.-
Antes de que Peggy pudiera voltear su vista hacia Agatha, sintió como su cuerpo se inmovilizaba.
Agahta la sostenía con fuerza con su magia, obligándolo a quedarse quieta.
Lilith se transformó en el enorme gato que Peggy bien conocía y amenazó con acercarse, pero Agatha se aseguró de que no fuera así, sosteniendo la de la misma forma que sostenía a Peggy.
-¿Agatha, que estas haciendo?- preguntó Peggy.
-Espera, se que se ve mal.- dijo Agatha.- Quiero que sepas que yo jamás te hubiera entregado. Eres alguien especial para mí, querida.-
Peggy guardaba silencio, mientras escuchaba a la hechicera.
-Yo siempre digo la verdad, Peggy. Sabes que la honestidad es algo que valoro mucho.- Agatha hizo una pausa antes de continuar hablando.- Y aún así, tu no fuiste completamente honesta conmigo.-
-No se de que estas hablando.- exclamó Peggy.
Agatha sonrió.
-Una niña de luz de luna y sangre.- respondió Agatha.- La última de los tuyos; la más poderosa entre nosotros; el divino regalo de una diosa.-
Peggy negaba con la cabeza, mientras escuchaba los llantos del niño a la distancia.
-Agatha no se lo que te dijeron, pero yo no sé de lo que estás hablando.- rogaba Peggy.
-Alguna vez fui joven ¿Recuerdas?- preguntó Agatha saliendo del tema.-Joven y hermosa. Entiendo que la magia funciona de diferente manera, pero a este paso terminaré haciéndome polvo.- hubo una pausa.- ¿Quieres ver un truco?-
Agatha se acercó a uno de los cambiantes, tomándole por las mejillas. Peggy pudo observar cómo Agatha susurraba un encantamiento, causando que una brillante aura saliera del cambiante, mientras ella la absorbía.
El cambiante cayó muerto al suelo, pero al instante que tocó el piso, se convirtió en cenizas.
Cuando Agatha volvió la vista a Peggy, está pudo observar como las arrugas en el rostro de Agatha habian desaparecido por completo.
-¿No es increíble?- preguntó Agatha.-Aunque no puedo llevarme todo el crédito. Debo admitir que lo aprendí de las brujas de vasija, solo lo modifiqué un poquito.-
-Consumes sus vidas...- dijo Peggy.
-Y me vuelvo más joven...- continuó Agatha.- Pero, por supuesto, tu no podrías entenderlo. Cuatrocientos años y te sigues viendo llena de vida.-
-Agatha...- seguía rogando Peggy.
-Ellos te iban a matar de cualquier forma.- dijo Agatha.- Y yo no podía permitir que tanta esencia se desperdiciara.-
-Agatha, aún hay tiempo.- susurró Peggy.-Por favor...-
-Te aseguro que podrás irte en completa calma, querida.- dijo Agatha.- ya tuviste suficientes aventuras. Y no te preocupes por el niño. Yo cuidaré muy bien de él.-
Peggy no tuvo tiempo de responder, pues Agatha la tomó con fuerza del rostro, justo como había tomado al cambiante.
La hachicera comenzó a conjurar entere susurros.
Peggy podía sentir como su vida le era arrebatada en un doloroso y confuso proceso.
Ante sus ojos, Agatha volvía a convertirse en aquella hermosa joven que alguna vez había conocido.
Su larga y brillante cabellera negra flotaba con el viento; las bolsas debajo de sus ojos desaparecían, su piel relucia y sus ojos volvían a tener ese brillo de juventud que se había perdido.
-¡Peggy!- escuchó una voz a la distancia.
Al volver la vista, pudo ver como Marius la miraba aterrado.
Sentía miedo, y ella habia prometido que él jamás volvería a sentir miedo.
Sintió como su cuerpo expulsaba una cantidad de poder cómo jamás lo había hecho.
La ola de magia empujó a Agatha lejos de ella, rompiendo el encantamiento que los mantenía inmóviles.
Peggy se sentía como si nada hubiera pasado, como si la esencia de su vida no hubiera sido robada de su cuerpo.
Agatha se puso de pie y ordenó a los cambiantes que pelearán junto a ella. Sin embargo, fue Lilith quien los detuvo.
Lanzándose sobre ellos mientras cambiaba de formas, Lilith venció fácilmente a los cambiantes.
Agatha intentó acercarse a Peggy, pero la castaña la sostuvo con su magia, bloqueando sus vías respiratorias, asfixiandola lentamente.
Algo sobre esa situación le parecía familiar, aunque no podía recordar el por qué.
-Yo confíe en ti.- dijo Peggy.
Soltó a Agatha, logrando que la hechicera cayera de rodillas al suelo. Sin embargo, la inmovilzó una vez más.
-Tan vieja y tan tonta.- escupió Agatha.- Ya no hay nadie en quien confiar, niña. Todos te darán la espalda, tarde o temprano, encontrarán un motivo para abandonarte.- Agatha volvió su vista al niño, quien se escondía detrás de Lilith.- Él también te va a abandonar algún día. Justo como tu abandonaste a Morgana. Como tu madre te abandonó a ti.-
Peggy se acercó a Agatha con rapidez, volviendo a bloquear sus vías respiratorias.
Los ojos de Peggy brillaban con magia y enojo, mientras observaba como el semblante de Agatha se volvía cada vez más débil.
Hasta que Agatha murió.
Pero Peggy no se movió, sino que sólo se limitaba a observar como el inmóvil cuerpo de la que alguna vez fue su amiga yacía en el suelo.
Fue el tirón en su falda el que la sacó de sus pensamientos.
Volvió la vista al pequeño Marius y se puso de rodillas.
El niño la abrazó, sintiendo como su temor se transformaba en alivio.
Una vez se soltó del abrazo, se acercó al cuerpo de Agatha, solo para estar segura que había muerto, y así había sido.
Tomó al niño en sus brazos una vez más y se fue sin mirara atrás.
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Heyy
Se cancela eso de "subir más de un capítulo a la semana" no tengo autocontrol y al final terminé haciendo ni madres xd
La próxima semana no habrá capítulo, quiero descansar unos días, pero en dos semanas volvemos 😌🤗
Les dejo un meme para que no me extrañen xd
Algo me dice que Peggy debe dejar de hacer caminatas nocturnas😔✌🏻
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