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Capitulo 9: Verdad revelada

Draco, con el ceño fruncido y el rostro pálido, tomó a Moreau en sus brazos. Ella se aferró a él débilmente, lanzándome una última mirada cargada de odio antes de que se marcharan. Supuse que la llevaría directamente a la enfermería. A mi alrededor, mis amigos intercambiaban miradas preocupadas, pero ninguno dijo nada hasta que rompí el silencio.

-Vámonos. Quiero que los profesores sepan lo que ocurrió, especialmente el profesor Snape -les dije con voz firme, sin ocultar mi descontento por lo que acababa de suceder.

Delphine y Pansy asintieron de inmediato, mientras que Cristian y Viktor me observaron con atención, como si intentaran descifrar mis emociones. No quise decir más; comenzamos a caminar rápidamente hacia las mazmorras, donde encontramos al profesor Snape revisando unas pociones.

-Profesor Snape, necesito hablar con usted. Es urgente -le dije, tratando de mantener la calma, aunque mi respiración algo agitada me delataba.

Snape se giró hacia mí, sus ojos oscuros examinándome detenidamente antes de asentir.

-Habla, Black -dijo con su habitual tono severo, cruzando los brazos.

Le relaté todo lo ocurrido junto al lago negro; el duelo, los hechizos y cómo Moreau había intentado usar un maleficio imperdonable. El rostro del profesor se mantuvo inexpresivo durante mi relato, pero noté cómo sus ojos se estrecharon ligeramente cuando mencioné el maleficio asesino.

-Iremos a la enfermería. El director debe escuchar esto -respondió finalmente, indicándonos que lo siguiéramos.

Al llegar a la enfermería, nos encontramos con el director Dumbledore, la profesora McGonagall y otros profesores. Draco estaba de pie junto a la cama de Moreau, su rostro endurecido por lo que había ocurrido.

Ella permanecía recostada, aparentando debilidad, pero en sus ojos brillaba una chispa de resentimiento. Apenas nos vio entrar, se apresuró a hablar.

-¡Intentó matarme, señor director! -exclamó Céline, con un tono que pretendía sonar aterrorizado. Su voz temblaba, pero era evidente que buscaba manipular la situación.

Al escuchar esas palabras, sentí cómo la rabia comenzaba a arder en mi interior. Sin embargo, no perdí la compostura. Di un paso al frente, con la cabeza en alto y el rostro sereno.

-Es una mentira. Si lo que dice es cierto, profesor Dumbledore, le pido que utilicemos su pensadero para que pueda ver lo que realmente ocurrió.

El director me observó con calma, aunque en su mirada pude percibir un destello de interés.
-¿Cómo sabe usted que poseo un pensadero? -preguntó con suavidad.

-Legeremancia -respondí, segura de mí misma, sin apartar la mirada de sus ojos.

Los murmullos comenzaron a extenderse entre los presentes. Draco frunció el ceño y apretó los puños, mientras que Moreau se removió incómoda en la cama, lanzándome una mirada de incredulidad.

-Muy bien, señorita Black. Acompáñeme -dijo finalmente Dumbledore, haciendo un gesto para que lo siguiera.

Subimos al despacho del director. El ambiente allí era solemne, con las paredes cubiertas de retratos de antiguos directores, quienes parecían observarnos con atención.

Dumbledore sacó su varita, la colocó suavemente sobre mi sien y extrajo un fino hilo plateado de recuerdos, que depositó en el pensadero.

Ambos sumergimos nuestras cabezas en la superficie plateada, y el recuerdo del duelo comenzó a reproducirse ante nuestros ojos.

Vimos cómo Moreau lanzaba el primer hechizo y, poco después, cómo intentaba pronunciar el maleficio asesino. También se mostró mi reacción, esquivándola por un instante y desarmándola. Cuando el recuerdo terminó, Dumbledore retiró la cabeza del pensadero con expresión grave.

-Esto aclara muchas cosas -dijo en voz baja, más para sí mismo que para mí. Luego, me miró directamente-. Gracias por mostrarme la verdad, señorita Black. Ahora volvamos a la enfermería.

Regresamos rápidamente. Al entrar, todos los presentes nos miraron expectantes, en especial Draco, que parecía tenso. Moreau se incorporó un poco en la cama, esperando ansiosa la decisión del director.

-Hemos revisado el recuerdo de la señorita Helena, y la verdad ha sido revelada. Céline Moreau intentó usar un maleficio imperdonable. Por ello, cuando se recupere, será expulsada de Hogwarts -anunció Dumbledore con tono firme.

Los murmullos se intensificaron, y Draco se acercó aún más a la cama de Moreau, aunque no pronunció palabra alguna. Sus ojos reflejaban una mezcla de confusión, incredulidad y algo que no logré descifrar del todo.

Por mi parte, me mantuve en silencio. No sentía alegría ni satisfacción; solo una calma fría, como si hubiera cumplido con un deber inevitable.

Mis amigos me rodearon, y sentí la mano de Viktor apoyarse en mi hombro en un gesto de apoyo.

-Vamos, no hay más que hacer aquí -les dije en voz baja.

Nos marchamos juntos, dejando atrás la agitación en la enfermería y, con ella, un nuevo capítulo en la historia que me había convertido, una vez más, en la verdadera reina de Slytherin.

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