Yo iba detrás de Hermione Granger. El vestido que ella llevaba era muy bonito. Saludé a Viktor y a Hermione, y noté que Céline Moreau y Draco me miraban con atención. Venía con Cristian, caminando como si nada me pudiera afectar, sintiéndome poderosa. Percibí cómo todos en el gran salón nos observaban; parecía que Hogwarts entero no podía apartar la vista de nosotros.

El baile aún no había comenzado, pero Viktor, Harry, Fleur y Cedric abrieron la pista. Poco a poco, todos los demás comenzaron a unirse. Cristian y yo también nos unimos al baile, y a pesar de lo que había pasado con Draco, decidí divertirme al máximo.

Reí y bailé con mis amigos: Pansy, Delphine, Cristian, Crabbe y Zabini. Formamos un grupo y disfrutamos la noche sin preocuparnos por nada más. No nos fuimos hasta que el baile terminó. Al regresar a la sala común, los vi: Draco y Céline Moreau estaban hablando en un rincón. Nos miraron, pero yo no dejé que me afectara.

—Pansy, Delphine, Cristian, vamos a mi dormitorio ahora mismo —les dije con firmeza, encaminándome hacia mi habitación.

Una vez dentro, les conté lo que había pasado con Draco y cómo Viktor me había convencido de regresar al baile, además de mencionar el regalo del vestido y la diadema.

—Draco es prácticamente el rey de Slytherin, y eso convierte a Moreau en la reina de Slytherin —comentó Cristian, algo preocupado.

—Draco podrá ser el rey de Slytherin, pero yo soy la verdadera reina. Moreau jamás ocupará ese lugar. No voy a ser la reina de Slytherin por Draco, lo seré por derecho propio, porque llevo la sangre de Salazar Slytherin, y ella no. Desde ahora, me comportaré como lo que soy: la heredera de Slytherin. Y seré la mejor estudiante de nuestra casa —dije con decisión, notando cómo mis palabras llenaban el ambiente de determinación.

Cristian se fue a su dormitorio, mientras que Pansy, Delphine y yo nos pusimos el pijama y nos fuimos a dormir. Sabía que el día siguiente sería crucial.

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Un día después del baile

Era lunes, y teníamos clase de pociones con Gryffindor. Llegué tres minutos antes de que comenzaran a entrar los demás estudiantes. Al ver al profesor Snape, decidí acercarme a él.

—Profesor Snape, quería pedirle algo. ¿Podría darme clases extra de Defensa Contra las Artes Oscuras y, si es posible, también de pociones? —le dije con respeto.

El profesor Snape me observó detenidamente antes de responder:

—¿Por qué tanto interés, señorita Lestrange? —preguntó, cruzando los brazos.

—Me llamo Helena Riddle Lestrange, profesor. Soy hija de Bellatrix y de Lord Voldemort. Quiero aprender más, mucho más, y también quiero convertirme en legeremante y oclumante. Sé que usted es el único que puede enseñarme —le respondí con sinceridad.

Una sonrisa casi imperceptible cruzó el rostro del profesor.

—Será un honor instruir a la heredera de Slytherin. ¿Cuándo desea comenzar? —preguntó.

—Hoy por la tarde, si le parece bien. Y por favor, no le diga a nadie lo que le he revelado. Nadie en el mundo mágico debe saberlo. —

El profesor asintió, y yo me dirigí a la primera fila, donde reservé algunos asientos para Pansy, Delphine y Cristian. Cuando todos comenzaron a entrar al aula, vi a Draco y a Moreau llegar juntos y sentarse en el fondo.

—Profesor, ¿pueden sentarse conmigo Pansy, Delphine y Cristian? —pregunté al maestro, con la esperanza de evitar cualquier interacción incómoda con Draco.

—Por supuesto —respondió Snape sin pensarlo mucho.

La clase pasó rápido, y al final el profesor me pidió que hiciera la tarea en equipo con Hermione Granger. Acepté a regañadientes, y ella también. Fuimos juntas a la biblioteca, pero durante el camino comencé a sentirme mareada. Antes de que pudiera reaccionar, todo se volvió negro.

Desperté en la enfermería. La enfermera me explicó que Hermione y Viktor me habían traído allí y que Hermione había ido a avisar a mis amigos. Poco después, vi entrar a Delphine, Pansy, Cristian, Hermione y Viktor. Al ver a Hermione, sentí un nudo en la garganta.

—Hermione… Nunca pensé que diría esto, pero gracias por traerme a la enfermería —le dije con sinceridad.

—No hay de qué, fue un placer ayudarte —respondió ella con una sonrisa.