Cuando terminé de arreglarme, salí de mi dormitorio y me dirigí directamente a la torre de Astronomía. Llegué justo un minuto antes de que fueran las 22:00. Subí las escaleras lentamente y, al llegar a la cima, vi a Draco de pie, mirando el cielo estrellado. La brisa nocturna movía suavemente su cabello rubio.

-Pensé que no vendrías -dijo Draco, sin apartar la vista del cielo.

-Tenía que saber quién me había mandado esa nota. ¿Por qué me citaste, Draco? -le pregunté con curiosidad.

Draco se giró hacia mí, su mirada intensa me hizo sentir un leve cosquilleo en el estómago.

-He notado cómo me miras desde hace tiempo... Dime, ¿es cierto que sientes algo por mí, Helena? -preguntó con una mezcla de seguridad y dulzura en su tono.

Respiré hondo, dispuesta a ser honesta.

-Bueno, no te voy a mentir... Sí, siento algo por ti. Me gustas desde hace un año -confesé, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza.

Draco se acercó lentamente, tomó mi mano y, poco a poco, nuestros rostros se acercaron hasta que nuestros labios se unieron en un tierno beso. Nos separamos apenas por falta de aire, pero de inmediato volvimos a besarnos, como si ese instante fuera demasiado perfecto para dejarlo ir.

-Helena, ¿quieres ser mi novia? Aunque... no estoy listo para algo serio -dijo Draco, algo inseguro.

-Sí -respondí sin dudar, pues en ese momento lo único que me importaba era estar a su lado.

Nos besamos una vez más antes de que comenzáramos a caminar de regreso a la sala común de Slytherin, tomados de la mano. Al llegar, Draco me dejó en la puerta de mi dormitorio y nos despedimos con un suave beso.

Entré en silencio, encontré a Pansy y Delphine profundamente dormidas, me cambié y me tumbé en la cama. No tardé mucho en quedarme dormida, aún con una sonrisa en los labios.

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Al día siguiente

Me desperté con la sensación de que alguien me observaba. Al abrir los ojos, vi a Pansy y Delphine sentadas a los pies de mi cama, mirándome con impaciencia.

-¿Y bien? ¿Cómo te fue anoche? -preguntó Delphine con una sonrisa maliciosa.

-Bien -respondí, intentando no parecer demasiado emocionada.

-Era Draco, ¿verdad? -insistió Pansy, arqueando una ceja.

-Sí, era Draco... y somos novios, pero no de manera seria -admití, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas.

En cuanto escucharon eso, Pansy y Delphine comenzaron a dar saltos de alegría y a felicitarme. Me levanté entre risas, me duché, me peiné y me vestí antes de bajar al comedor.

Allí estaba Draco, sentado en su habitual lugar en la mesa de Slytherin. Me acerqué y me senté a su lado.

-Ese lugar ya estaba reservado para ti -me dijo con esa sonrisa cautivadora que solo él tenía.

Lo besé, disfrutando del momento, hasta que tuvimos que separarnos por falta de aire. Desayunamos tranquilamente, y como era sábado, teníamos toda la mañana libre. Decidimos ir al lago y, sentados junto a la orilla, nos besamos una y otra vez, disfrutando de la tranquilidad que nos brindaba aquel paisaje.

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Días después

El tiempo pasó rápido, y estar con Draco se había convertido en mi nueva normalidad. Me sentía bien a su lado, como si todo encajara perfectamente. El baile de Navidad estaba a solo un día de distancia, y yo aún no le había preguntado si quería ir conmigo. Decidida, iba camino a la biblioteca con Pansy y Delphine para hacer una tarea cuando nos encontramos con Draco.

-Te estaba buscando. ¿Me ayudarías con la tarea de Encantamientos? -me dijo, sonriendo de manera encantadora.

-Claro, mi amor. Justo íbamos a la biblioteca. ¿Vienes con nosotras? -le respondí, tomando su mano.

-Vamos -dijo Draco, uniéndose a nosotras mientras caminábamos hacia la biblioteca.