-Ve, habla con Draco. Baja y háblale -insistió Delphine.v

-Helena, hazle caso y baja ya -añadió Pansy, sonriendo de manera cómplice.

-Pufff, está bien, ya voy, ya voy -dije, suspirando mientras me levantaba del sofá.

Bajé a la sala común de Slytherin, donde encontré a Draco sentado en uno de los sillones. Parecía absorto en sus pensamientos. Llevaba una camisa verde y un pantalón de tela del mismo color, adornado con cuadros negros. Me acerqué lentamente, tratando de parecer tranquila.

-Hola... ¿Tampoco puedes dormir? -le pregunté, rompiendo el silencio.

-No, no puedo dormir -me respondió sin levantar la vista.

Hubo un breve silencio antes de que él hablara nuevamente, con un tono curioso.

-¿Conoces a Céline Moreau?

-No -mentí rápidamente, intentando no mostrar ninguna expresión delatora.

-Es mestiza y muy bonita. Está en Slytherin -comentó Draco, como si pensara en voz alta.

Sentí un leve pinchazo en el pecho al escucharlo. Céline Moreau era mestiza, igual que yo. Mi madre, Bellatrix Lestrange, era sangre pura, pero mi padre, Tom Riddle, era mestizo. Eso me convertía a mí también en una mestiza, aunque nadie lo sabía.

-¿Cuántos años tiene? -le pregunté, intentando que mi voz sonara neutral.

-Catorce -respondió Draco, encogiéndose de hombros.

-Somos de la misma edad -comenté, más para mí misma que para él-. Bueno, Draco, ya me voy a dormir. Que tengas una buena noche -me despedí rápidamente, intentando ocultar mi incomodidad.

Subí a mi dormitorio, donde Pansy y Delphine ya estaban dormidas. Me tumbé en la cama y cerré los ojos, pero no pude evitar sentirme triste. La manera en que Draco había hablado de Céline me había dejado una extraña sensación en el pecho.

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Muchos días después

El tiempo pasó rápido, y pronto nos encontramos a una semana del esperado Baile de Navidad. La profesora McGonagall nos informó sobre los ensayos, y durante una de las prácticas, llamó a Ronald Weasley para que bailara con ella como demostración.

No pude evitar reírme al ver la incomodidad de Weasley. Nadie se atrevía a sacar a alguien a bailar, y aunque yo también sentía miedo, Pansy y Delphine me animaron a intentarlo.

-Anda, Helena, ve y saca a Draco -me dijo Pansy con una sonrisa traviesa.

Respiré hondo, me levanté y caminé hacia él. Cuando estuve lo suficientemente cerca, le hablé con voz temblorosa.

-Draco, ¿te gustaría ensayar conmigo? -pregunté, sintiéndome un poco avergonzada.

Él me miró, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro.

-Se nota que estás algo apenada, Helena. Vamos, no te preocupes -respondió, levantándose.

Juntos, seguimos los pasos que la profesora McGonagall nos iba indicando. Al principio, Draco y yo no sabíamos muy bien qué hacer, pero poco a poco nos fuimos coordinando, aunque cometimos algunos errores. Aun así, cuando terminamos, ambos salimos riéndonos, especialmente por lo mal que Weasley había hecho su parte.

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Esa noche, al entrar en mi dormitorio, encontré una pequeña nota sobre mi cama. La tomé con curiosidad y la leí: "En la torre de Astronomía a las 22:00. No faltes". Sentí un ligero escalofrío, pero no de miedo, sino de emoción.

-¿Quién crees que te la haya dejado? -preguntó Pansy, mirando la nota con intriga.

-No lo sé, pero voy a ir -le respondí, decidida.

Delphine y Pansy, emocionadas, decidieron ayudarme a prepararme. Eran las 21:40 cuando me duché y Pansy se ofreció a peinarme. Me hizo una media coleta, dejando el resto de mi cabello suelto. Mientras tanto, Delphine me maquilló. Le pedí algo sencillo, un maquillaje natural que resaltara mis facciones sin exagerar.

El vestido que elegí era de un verde esmeralda intenso. Al mirarme en el espejo, me sentí extrañamente segura de mí misma. Era como si esa noche fuera a ser especial, aunque aún no supiera exactamente por qué.