56| Pequeñas victorias
—¡LUCIUS, SUÉLTALA! —EXIGIÓ NARCISSA, en un intento de que su esposo dejara ir a su nieta. Sonaba tan desesperada que su voz salió rasgada.
—No... soy... Lyra —articuló Agatha en un tono apenas audible por la presión que Lucius estaba ejerciendo en su cuello—. Ella lo es.
Él intensificó el agarre y la vista de Agatha se volvió borrosa ante la falta de aire, pánico y desesperación. Llevó sus manos a la de su abuelo, tratando de arañarle la piel lo suficiente para que la dejara ir. Con sus poderes fuera de control, las puertas de la sala se cerraron de golpe y las luces dejaron de funcionar.
Sintiendo una sombra formarse de la oscuridad, Lucius miró sobre su hombro solo para ser sorprendido por la figura escalofriante que se había creado en el salón. La sombra lo agarró de la cabeza, produciéndole una cantidad colosal e insoportable de dolor. Su nariz sangró y sus ojos se volvieron blancos durante los segundos en los que lo mantuvo inmóvil.
En ese estado, Agatha aprovechó para concentrar sus poderes y emplearlos en su favor, haciendo que Lucius saliera expulsado al otro lado de la habitación. Sin la presión en su cuello, cayó en el suelo sobre sus rodillas, tosiendo con fervor al intentar recuperar el oxígeno.
—Soy la única que puede herirla. —La voz de la sombra sonó rasposa, desgarradora y tétrica. Le costaba pronunciar las palabras.
Desde el suelo, Agatha pudo ver a la sombra aclararse, perdiendo consistencia. Había pasado de ser una mancha oscura a una neblina apenas visible. A medida que se debilitó, desapareció del lugar, dejando la sala como el ojo de un huracán; vacío y tranquilo, pero prometiendo regresar cuando menos se lo esperaran.
Sin la magia oscura proveniente del Oastori, Narcissa corrió hacia su nieta para asegurarse de su bienestar. La ayudó a sentarse, viéndola respirar pesadamente. Tenía la zona del cuello roja, justo en los lugares donde la mano de Lucius estuvo ejerciendo presión. Supo que un moretón se formaría en la piel de la joven.
—Lo siento tanto, querida —murmuró Narcissa con nerviosismo. Las manos le temblaban al igual que la voz—. No sabía... Juro que no sabía que Lucius. —Miró el cuerpo inconsciente de su esposo al otro lado del salón.
Agatha negó, sus dedos tocándose el cuello.
—Estoy bien, lo juro. Es nada —aseguró, aunque no sonaba muy segura de ello.
Estuvo verdaderamente aterrada con lo sucedido. Lyra se había materializado frente a ellos, había reunido la fuerza suficiente como para herir a Lucius, físicamente herirlo. Se estaban quedado sin tiempo. Podía sentir el reloj hacer un tic tac tortuoso en el interior de su cabeza.
—No, no está bien. Agatha, Lucius trató de...
—Dije que estoy bien —insistió Agatha, buscando ponerse de pie.
Narcissa tuvo que ayudarla para evitar que cayera, sabía que su nieta estaba débil y atemorizada. Una vez en pie, ambas pudieron encontrarse con la mirada confundida de Draco.
—¿Qué sucedió?
ϟ
Agatha escuchó esas mismas palabras ser pronunciadas de los labios de su madre cuando se adentró en el apartamento junto a Draco. Ambos padres estaban preocupados. Por su parte, ella solo quería darse un baño y acostarse a dormir para terminar la noche de una buena vez. Había tenido una enorme cantidad de malas noches y la mejor forma que conocía para terminar el tormento era dormirse temprano.
—¿Qué demonios sucedió? —insistió Hermione, su voz alarmada, y dirigió las manos al cuello de su hija.
—Fue un accidente. Estaré bien.
—¿Qué? ¡Quiero una explicación! —exclamó Hermione, deteniendo a su hija antes de que esta se escapara por el pasillo.
Agatha detuvo sus pasos, cruzó los brazos y frunció sus labios en una mueca inconforme. Escuchó a su padre relatar los sucesos en la mansión Malfoy acompañados de una disculpa, buscando tranquilizar a Hermione.
—¡Dijiste que estaría a salvo contigo!
—No fue su culpa. No fue culpa de nadie —la cortó Agatha—. Y si lo fuera, ¿realmente importa? Estoy bien, estoy respirando, ¿no pueden tomarlo como una pequeña victoria y dar la noche por terminada? —cuestionó. Tanto Draco como Hermione hicieron una mueca—. No me miren así. Saben que tengo la razón.
—¿Te parece poco que te hayan tratado de matar? Fue mi padre quien por poco...
—Nunca fuimos mejores amigos. No lo estoy defendiendo si es lo que piensan —aclaró y soltó un suspiro, suavizando el tono con el que estaba hablando. Su expresión se ensombreció—. Mi punto es que peores cosas me van a suceder. Sé que no les gusta que hable al respecto, pero hay que ser realistas. Ni siquiera sabemos si voy a seguir con vida para el final del año. Celebremos esta pequeña victoria y dejémoslo así, por favor.
Por más que les doliera, sus padres sabían que ella tenía la razón. Eran conscientes de que su hija vivía en constante peligro y que nunca podían tener la seguridad de cuánto tiempo podrían tener con ella, pero intentarían protegerla mientras pudieran. Harían todo a su alcance para mantenerla a salvo, incluso si algunas de esas medidas a Agatha no le gustaran.
—No vas a volver a la mansión —dictaminó Draco muy a su pesar.
El ceño de la muchacha se frunció.
—¿Qué? No puedes hacer eso, Draco —masculló—. No puedes excluirme de nuestra familia.
Los ojos grises de Draco le gritaron una disculpa.
—Lo siento, Agatha. Pero no voy a jugar con tu vida.
El rostro de la joven se contrajo. Su barbilla tembló con rabia contenida que seguramente se transformaría en lágrimas de frustración. Sintiendo sus mejillas arder con la sangre acumulada, pasó por el lado de su madre, escabullándose por el pasillo en dirección al baño para poder echarse un poco de agua en la cara.
Quería calmarse.
—¿Qué te pasó?
Agatha volteó para ver a su hermano mientras sus manos buscaban una toalla para secarse el rostro.
—Tengo un abuelo con tendencias homicidas —respondió con monotonía.
Hugo ladeó la cabeza.
—Lo lamento, Agatha.
La chica arrugó la nariz.
—Está bien.
Su hermano negó.
—No deberías tener tantas personas repudiándote —comentó—. En especial si es tu familia.
—Supongo que me lo merezco. Esto es lo que obtienes cuando construyes tu vida a base de mentiras. —Suspiró, dejando caer la toalla en el borde del lavabo—. ¿Ves por qué no debes decir mentiras?
Hugo rodó los ojos.
—No hagas como mamá. No me gusta cuando toman historias de vida para convertirlas en lecciones. Mentiras blancas tienen un pase libre.
—Solía decir eso y mira dónde ando —susurró con pesar.
Le revolcó el cabello a su hermano y continuó su camino hacia su habitación para esconderse en su nuevo refugio. Echando un vistazo a su alrededor pudo notar que tenía un desorden. Entre decorarlo para sentirse más a gusto y todas los sucesos, nunca pudo encontrar un momento para acomodar las maletas de ropa por completo o sus pertenencias.
—Tengo que recoger pronto —murmuró en voz alta para recordarlo, pero no parecía hacerle caso a sus palabras porque se encontró quitándose las botas para dejarlas tiradas en la alfombra junto a otros pares de zapatos.
Se observó en el espejo, acomodó su melena rubia sobre un hombro y pudo apreciar la piel de su cuello. Tenía unas zonas amoratadas por la presión. Tocó los moretones en formación y siseó ante el pequeño dolor.
Estaba hastiada de esa vida.
Alejándose del espejo, se aseguró de cerrar las cortinas de su ventana para que no se colara la luz del farol al otro lado de la calle, y se acostó en la cama, ocultándose entre las sábanas y almohadas. Cerró los ojos queriendo escapar de su realidad durante unas horas.
ϟ
Agatha despertó a las dos de la madrugada, sedienta y percatándose que su pequeña siesta había durado más de lo pensado. Ni siquiera se había duchado. A regañadientes se puso de pie, buscó ropa limpia y se dirigió al baño donde no estuvo más de quince minutos. No quería que el ruido del agua fuera a despertar a su madre o a su hermano.
El apartamento estaba en completo silencio cuando salió del baño y se dirigió a la cocina para buscar un vaso de agua. Casi lo dejó caer al entrar a su habitación de vuelta y toparse con una figura familiar en el interior.
«¿No se suponía que su madre había puesto los hechizos de protección para que nadie pudiera entrar sin su consentimiento?».
—¿Qué estás haciendo aquí? —cuestionó en un tono frío y serio.
Cerró la puerta, pero no se movió mucho, buscando mantener una distancia prudente entre ellos.
—No lo sé.
Sabía que la respuesta fue honesta, pero no estaba conforme con ella. Después de la conversación que tuvieron en Hogwarts unas semanas atrás no se habían dirigido la palabra. Eso hacía que el ambiente estuviera cargado de una tensión incómoda.
—Entonces deberías marcharte —sugirió Agatha en un intento de ser firme con él, aunque su mera presencia fuera suficiente para hacer que su corazón se encogiera—. Potter...
—Todo me da vueltas —susurró el muchacho, ignorándola al sentarse en la cama.
Fue justo en ese momento que notó la botella que enfrascaba un líquido ambarino que supo reconocer. James había estado tomando y parecía que fue una gran cantidad por la forma en la que se expresaba. Acercándose para quitarle la botella, Agatha percibió el olor a alcohol que emanaba de su cuerpo.
No había lugar a dudas que estaba ocultando a un James Sirius ebrio en su habitación.
Sabía que lo mejor sería cruzar el pasillo y decirle a su madre sobre la visita inesperada, pero no encontró la forma de hacerlo. Su instinto quiso ayudarlo y se dejó llevar cuando se sentó a su lado, canjeando la botella de alcohol por el vaso de agua.
—Bebe despacio. Si lo haces de prisa terminarás vomitando —aconsejó y lo observó dar un pequeñito sorbo del vaso. Lo sostenía con ambas manos, un gesto que lo hizo lucir como un niño.
Quiso reír porque la imagen le dio ternura, pero al mismo tiempo se contuvo. Se recordó a sí misma que él le había roto el corazón unas semanas atrás, aunque también ella tuvo el mismo efecto en él. No sabía cómo comportarse.
—¿Lo dices por experiencia?
—No hagas preguntas cuya respuesta no quieres saber —dijo ella, encogiendo los hombros—. Por cierto, ni creas que tu padre no se va a enterar de esto. Tiene que aprender a esconder mejor sus botellas de diversión.
James se alarmó, dejó el vaso en la mesita de noche y se lanzó a quitarle la botella a Agatha. Pero su torpeza influenciada por el alcohol no lo dejó actuar bien, causando que se cayera sobre ella, aplastándola bajo su peso.
Agatha se quejó.
—¡Apártate, gorila! —exigió en voz baja, queriendo evitar que los otros residentes del apartamento se despertaran.
James sonrió.
—Puedo acostumbrarme a esto.
«Pero no lo harás porque lo arruiné», respondió Agatha en su pensamiento. Su rostro se nubló con la amargura de los recuerdos que invadieron su cabeza.
—Por favor, me estás aplastando.
La sonrisa de su rostro se desvaneció, cayendo en una mueca de tristeza, y se apartó de ella, sentándose. Agatha lo imitó, quedando a su lado en un silencio incómodo. Él la observó durante esos minutos que no hablaron.
—¿Por qué estás aquí realmente? —preguntó Agatha—. ¿No nos dijimos lo suficiente hace unas semanas?
—Te sentí hoy —murmuró James de manera apenas audible.
—¿Qué?
—Sentí tu angustia, tu terror. Estuviste cerca de morir hoy y lo único en lo que podía pensar era que si lo hubieras hecho, te hubieras con la peor imagen de mí; te hubieras ido sin saber cómo me siento —explicó, su voz sonó ahogada a mitad de su pequeña confesión.
—¿Cómo...?
James se arremangó la camisa en el brazo derecho.
—Esta marca. Nos mantiene unidos, conectados el uno con el otro, incluso cuando estamos separados.
Agatha apretó los labios en una fina línea, reprimiendo sus sentimientos. Sabía lo que James quería decir y no podía simplemente superar las palabras hirientes que se dirigieron el uno al otro.
—Arruinamos esto, Potter. No creo que podamos recuperar la confianza que tanto nos costó construir. Rompiste mi corazón, James.
Un sollozo se escuchó en la habitación, pero no provino de Agatha, sino de James.
—Detesto que hayas pronunciado mi nombre junto a esas palabras —confesó, limpiándose unas lágrimas que cayeron por sus mejillas—. Tú también me rompiste el corazón, Agatha.
—Lo lamento —susurró ella, cerrando los ojos durante unos segundos en los que recuperaba el control de sus lágrimas.
—Por favor, dime cómo arreglarlo. Podemos arreglar esto. Lo sé, solo hace falta un poco de trabajo. Todavía tenemos una oportunidad —pidió James en un tono casi suplicante.
—Potter...
—James —corrigió, interrumpiéndola—. Al menos concédeme el deseo de escucharte decir mi nombre.
Agatha desvió la mirada sin saber qué hacer o qué decirle. Necesitaba un consejo sabio, una iluminación divina que le diera la señal de cuál era la decisión correcta. ¿Quién debía tomar el control al responderle? ¿Su cabeza o su corazón? ¿El miedo o el amor?
—Yo... no sé. Estoy confundida.
—Seamos honestos el uno con el otro, ¿te parece? Fueron los secretos los que nos trajeron a este lugar y no quiero eso. Al menos de esa forma nos sacaremos del sistema lo que queremos decirnos. —Agatha se abstuvo de pronunciar palabra alguna, pero su silencio fue una contestación afirmativa—. ¿Tienes más secretos?
Sacudió la cabeza en un gesto negativo.
—No de esa magnitud —respondió con sinceridad. Aprovechó el momento para hacer una pregunta también—. ¿Te molesta que sea una Malfoy?
—Tal vez en el pasado me hubiera causado algo, pero no en el presente. Me hiciste ver y cambiar muchas partes de mí que no eran agradables, y lo agradezco —contestó James, acomodándose un poco más en la cama, apoyando su espalda en la pared—. ¿Por qué mantenerlo en secreto? ¿Tan desastroso hubiera sido decir la verdad desde un inicio antes de que todos se encariñaran contigo y todo estallara como una bomba?
La expresión de Agatha cayó en un pozo de oscuridad.
—En un inicio estaba tan vacía y necesitada de atención que lo encontré divertido el hecho de ser el secreto. No me importó. No los conocía y estaba dolida por la pérdida de mis padres que realmente no me puse a pensar en las consecuencias —comenzó a decir. Tuvo que hacer una corta pausa para mantener sus emociones a raya—. Pero a medida que el tiempo pasaba, todo se volvió agobiante. Sentía que me estaba aplastando por completo, pero ya era tarde para decirlo. Todos estaban acostumbrados a verme de esa manera, les agarré cariño a todos y no quería herir a nadie.
—El daño es inevitable, Agatha.
—Lo sé ahora —susurró con tristeza—. ¿Te arrepientes de que ser mi guardián?
James la miró incrédulo y le agarró la mano. Agatha se paralizó al sentir el cosquilleo familiar con su tacto.
—Me arrepiento de muchas cosas, Agatha, pero ser tu guardián no es una de ellas —le dejó saber.
Ante el silencio, James hizo un movimiento arriesgado, pero que necesitaba quitarse del pecho. Se inclinó con rapidez y le robó un beso porque si era la última vez que podían hablarse de ese modo, entonces quería tener al menos un recuerdo de sus labios.
Agatha no reaccionó en los primeros segundos. La había tomado por sorpresa, pues jamás esperó que él la besara esa noche. La lucha entre su cerebro y su corazón inició, peleando por el que tendría la ventaja. Su corazón ganó esa batalla porque no se resistió más, sino que se suavizó y le devolvió el beso al hacer un pequeño movimiento de labios sobre su boca.
Los labios de James sabían a alcohol, dándole un toque agridulce a su beso, pero no le importó. Agatha se percató de que quería eso, que anhelaba tener sus besos y sus caricias por el tiempo que durara, pero seguía teniendo miedo. Ya se habían causado el daño suficiente. Temía herirlo más.
—No sé si pueda hacerlo, James. No sé si pueda estar contigo.
El corazón de James se contrajo dolorosamente.
—¿Por qué?
—En esta noche me he percatado de muchas cosas y una de ellas es que tal vez muera, ya sea por el Oastori, cuya identidad ya debes asumir que es un antepasado de mi familia, por mi familia o por...
—¿Por quién? —quiso saber.
—Hay alguien que me ha estado enviando unas... cartas. Son como amenazas a veces, otras como burlas. Sabe cada paso que doy. Me aterra que esa persona vaya a ser quien acabe con mi vida incluso antes de poder pelear contra Lyra.
James frunció el entrecejo.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —quiso saber, su voz denotando la preocupación que sentía.
—Porque no quiero que seas objetivo de sus amenazas. Quiero que estés a salvo. Ya corres suficiente riesgo al ser mi guardián. No quiero que estés condenado a más de mi...
—Para —la interrumpió, agarrando sus manos para sostenerla y capturar su atención—. Agatha, te amo.
Los ojos de Agatha se cristalizaron.
—No puedes decirlo. No puedes amarme. Solo lo estás diciendo porque has tomado y... —Cerró los ojos, dejando salir un suspiro—. No me amas.
—Sí, sí lo hago. Tengo un poco de alcohol en mi sistema, pero estoy consciente de lo que hago. Conozco mis sentimientos hacia ti y no hay otra palabra que los defina. Estoy completa y perdidamente enamorado de ti. Y daría lo que fuera, incluso mi vida, para que tú estés a salvo.
—James.
—Tampoco lo digo para que lo hagas de vuelta. Solo quiero que lo sepas —dijo el muchacho, sus ojos nublándose con pena.
Agatha bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas. La forma en la que estaban permitía que se vieran sus marcas, recordándole que no importaba lo alejados que estuvieran, siempre iban a estar conectados. Le hizo pensar que tal vez era una broma pesada del destino que sus sentimientos estuvieran influenciados por una criatura oscura sedienta de venganza.
—¿Crees que el destino tenía planificado esto? —musitó la pregunta.
—¿Nosotros?
—Sí, nosotros. ¿Crees que todo lo que hemos pasado es a causa del destino? En uno de los libros de Dakota decía que para que existiera un guardián tenía que haber un lazo entre él y la persona a quien protegería. ¿Crees que lo de nosotros fue forzado? ¿Nuestros sentimientos?
James negó.
—En el inicio nos detestábamos. Fue obra de nosotros querer cambiar nuestra actitud. Quizá nos dio un empujoncito, pero eso es todo. Con o sin conexión, me hubiera interesado en ti —confesó James y encogió sus hombros.
Agatha no supo qué responder y ante la falta de palabras, pasó la punta de sus dedos distraídamente por la marca de James, delineándola. Lo escuchó jadear un poco.
—No hagas eso, por favor —pidió sosteniendo su mano.
Ella arqueó una ceja con curiosidad.
—¿Por qué?
—Por esto —dijo y llevó su mano hacia la marca de Agatha, imitando sus movimientos.
Tuvo que morder su labio inferior para reprimir un gemido. El tacto de James sobre la marca había hecho que corrientes placenteras se dispararan por su cuerpo.
—De acuerdo, lo entiendo —aseguró, su respiración pesada por la sensación—. ¿Qué quieres hacer con nosotros?
—Puedo preguntarte lo mismo. ¿Quieres darnos una oportunidad? Ver si realmente podemos empezar algo antes de terminarlo sin saber si teníamos el potencial de estar juntos.
Agatha relamió sus labios.
—Tal vez podemos intentarlo. Pero tenemos que trabajar para poder superar este lío. No será fácil.
—Nunca pretendí que lo fuera —replicó James—. ¿Lo haremos?
—Tendremos que tomarnos las cosas suaves, pero... sí. Quiero intentarlo. —La sonrisa de James fue tan grande que pudo haber iluminado la ciudad entera, la felicidad palpable. Sin contenerse, le robó otro beso a Agatha, uno corto que apenas fue un roce de labios—. ¿Qué parte de tomarnos las cosas suaves no entendiste? —cuestionó, rodando los ojos, aunque también sonreía.
James se rio un poco.
—Créeme, estoy tomándomelo suave —se defendió antes de volver a besarla, saboreando el hecho de que todavía tenía una oportunidad de recuperarla, disfrutando el hecho de que todavía el destino estaba jugando a su favor y estaba jodidamente agradecido por eso.
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Leí todas y cada una de sus reacciones, respondí a las más que pude porque eran bastantes y he carecido de tiempo para responder los comentarios. Sin embargo, me percaté de algo que me frustró un poquito y fue el hecho de que la mayoría se enfocó en pensar que todos estaban juzgando a Agatha por nacer, cuando ninguno de los personajes (excepto quizá Rose) hizo referencia a eso. Así que trataré de explicar las reacciones de los personajes para que entiendan.
Ron: él es el personaje que menos enojo debe recibir. Es un hombre quien se acabó de enterar de que su ESPOSA con la que llevaba muchísimos años, tuvo una HIJA fuera del matrimonio (ergo, le puso los cuernos) y que llevó a su hija bastarda (porque sí, Agatha es una bastarda porque nació fuera del matrimonio) a su hogar viviendo con ellos durante casi TRES AÑOS. Y no solo eso, sino que se enteró frente a TODA una comunidad. Fue humillado.
Alex: está herida. Considera a Agatha una de sus mejores amigas, pero se toma en consideración que también se siente traicionada. Para ustedes Astoria es un dolor en el culo, pero para ella no. Recuerden lo que dijo Draco, que Astoria no siempre fue de esa forma. Es solo que ninguno de ustedes ha podido verlo. Y Agatha estuvo mintiendo, fingiendo ser alguien que no era por TRES años.
Lo mismo con Sky. Aunque a ella es peor. ¿Recuerdan el pasado desastroso de la pequeña pelirroja? ¡Le reveló a Agatha su alma entera! Está ansiosa y preocupada también. Siente que le dijo todos sus secretos a alguien que estuvo mintiendo, que Dios sabe cuáles intenciones pudiera tener.
James NO estaba molesto porque es una Malfoy, no estaba molesto con su origen, sino por las razones ya enumeradas. Porque NO, Agatha NO ES UNA SANTA. Agatha mintió, se aprovechó de las situaciones, fue egoísta y causó mucho daño. Fue ELLA quien decidió ser el secreto y sí, se le viró la tortilla y aprendió de sus decisiones estúpidas, pero no hay por qué exonerarla del mal que causó también. Porque sí, Agatha también rompió familias, Agatha se olvidó que mientras recibía el cariño, amor y aceptación de los Weasley —Incluyendo el de Ron quien quería ADOPTARLA— mientras que ella guardaba el secreto que destruiría esa familia.
Adoro a Agatha, adoro sus errores y admiro su desarrollo como personaje, pero no podemos borrar la verdad. Si hubiera sido todo distinto, si Agatha no fuera la narradora principal de la historia, si no fuera su historia, de seguro sería a ella a quien estarían detestando. No me gusta crear personajes de blanco y negro, todos mis personajes están en escalas de grises y Agatha tampoco ha sido una santa en todo el asunto. No la condeno, ni la defiendo. Al igual que a los otros personajes.
Pero bueno, solo quería aclararles el análisis de las reacciones fuera de las influencias de sus tendencias de querer defender a Agatha. No digo que se merecía todo el sufrimiento, pero no podían esperar buenas reacciones de parte de todos. En especial por la forma en la que se enteraron.
Espero y les haya gustado este capítulo tan Jagatha y disculpen mi ranting de explicación, pero necesitaba sacármelo del pecho.
Besos ❤️
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