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40| Un negro londinense con amigos

       

   

AGATHA SONRIÓ AMPLIAMENTE AL LLEGAR A LA MADRIGUERA. Extrañaba ese lugar con todo su alma. Estar lejos de él unos cuatro meses había sido demasiado. Habían pasado tantas cosas desde que llegó a la Madriguera por primera vez. Parecían años largos, pero solo había pasado un año y seis meses, de los cuales había estado solo un cuarto porque se quedó en casa de su padre y estuvo la mayoría en Hogwarts.

— Despierta de tu viaje —le dijo Skylar con una sonrisa.

La rubia rodó los ojos y no pudo evitar sonreír un poco más. Ambas entraron y no pudieron evitar reír al ver la escena.

Ginny perseguía a James con una cuchara mientras le gritaba «Maldito hijo de tu mamá» y «Me cago en tu padre». Harry trataba de calmarla, pero no podía parar de reír. Molly gritaba que se salieran de la cocina. Ron se atragantaba con un pedazo de pastel y Molly le daba con un cucharón en la cabeza para que dejara el pastel intacto. George trataba de que sus sobrinos probaran su nuevo invento para hacer bromas. Y Arthur celebraba que después de tantos años había descubierto la función de los patos de hule.

— ¡Compórtense que hay invitados! —gritó Molly cuando vio a Skylar, y se enfocó en ajustar su delantal. Nadie le hizo caso, pues continuaron con sus discusiones y alborotos, pero a Skylar no le molestó en lo absoluto. El ambiente era refrescante.

— Molly, ella es Skylar. Sky, ella es Molly —las presentó Agatha—. Prácticamente es una abuela para todos.

— Espero que no le moleste que haya venido, señora Weasley —dijo Skylar educadamente.

Molly tuvo que reprimir sus ganas de apretarle las mejillas con ternura.

— Llámame Molly, además no es molestia. Así tengo más bocas que alimentar —aseguró con una sonrisa maternal.

— Oh, sí. Sky, Molly trata de hacernos engordar —comentó la rubia.

Molly le pegó suavemente en el brazo y le dedicó una mirada de «Oye», aunque ambas sabían que estaban bromeando.

— No le hagas caso a Agatha, ella es la que come como si no hubiese un mañana —expresó.

Skylar rio.

— Agatha ahora entiendo por qué tu trasero creció tanto. Les echaron Abono marca Molly a tus nalgas —articuló Sky entre risas.

La rubia frunció el ceño y se miró el trasero. No había crecido tanto, tal vez solo un poco, pero se veía más o menos normal. Bueno, un poco más grande de lo normal y quizá esa era la razón por la que los chicos no despegaban la mirada de su retaguardia cuando se ponía los pantalones del uniforme de quidditch en las prácticas.

Encogió sus hombros, restándole importancia. Era culpa de ellos si se distraían con su trasero. Ella no los mandaba a estar mirándolo.

— Esperen, ¿esta es Skylar? —preguntó Molly cuando cayó en cuenta de quién era la muchacha que tenía en frente—. Oh, Albus me ha hablado mucho de ti, querida. Eres más bonita de lo que él dice.

— ¡Abuela! —exclamó Albus desde el otro lado, reclamándole mientras su rostro adquiría un color carmín.

Agatha se mordió el labio tratando de reprimir una risa que se le iba a escapar. La cara de Albus era épica. Estaba más roja que el cabello de Lily, Molly y Ginny juntos. Skylar estaba en ese estado donde no sabía qué hacer.

— ¡Miren un nargle! —Exclamó Agatha señalando a ningún lugar en específico.

En ese mismo instante todos quedaron en silencio y la miraron con cara de «¿De cuál fumaste?». La rubia tomó a Skylar de la muñeca y la arrastró hacia las escaleras con la intención de subirlas y llegar a la habitación que, se podía decir, era de Agatha. Sin embargo, cuando iba por el segundo escalón tropezó con sus propios pies y cayó de bruces en las escaleras, provocando que Skylar también cayera. No obstante, fue eso lo que les permitió escuchar los planes de una de las pelirrojas presentes.

— ¿Saben? Deberíamos dar un paseo por el mundo muggle —sugirió Ginny.

«Oh, no. Mala idea, Ginny, mala idea.»

ϟ

Agatha siguió a la larga fila de pelirrojos que miraban todo con atención. Miró su reloj, nerviosa, se suponía que se encontraría con su padre a las seis de la tarde en el mismo lugar donde todos los Weasley estaban. No había tenido tiempo que escribirle a Draco, por el simple hecho de que la habían arrastrado sin que pudiese hacer algo.

Su plan había sido encontrarse con su padre y su abuela, verlos una hora y volver a la Madriguera sin que nadie se diera cuenta de que estuvo con ellos. Lamentablemente, Ginny tuvo una pésima idea que la puso en una situación un tanto incómoda.

Los Weasley entraron a una cafetería y todos los que estaban allí se quedaron mirando a la familia sorprendidos por las numerosas cabezas pelirrojas que se encontraban casi en multitud. Se sentaron en dos mesas grandes, ya que no cabían todos en el mismo lugar. Los adultos se sentaron en una y los menores en otra.

— Esto es incómodo —susurró Lily al ver que ninguno hablaba.

— ¿Les cuento un chiste? —Preguntó Skylar emocionada.

Agatha y Albus cerraron los ojos y negaron con la cabeza repetidas veces, prediciendo lo que iba a pasar. La conocían bien.

— No, Sky, no lo hagas...—Rose interrumpió a Agatha.

— Claro, por qué no.

La rubia se dio con la palma de la mano en la frente. Sabía que tenía que haberse ido en cuanto tuvo la oportunidad.

— Había una vez un patito que respiraba por las patas, pisó un charco y se ahogó —contó Skylar antes de empezar a reírse como foca retrasada, golpeando la mesa frenéticamente mientras intentaba de recuperar el aire.

Todos se quedaron con cara de póker, mientras veían como Skylar se retorcía de la risa. «Esto es una tortura, esto es una tortura» se repetía Agatha mentalmente. De repente vio dos cabelleras rubias, seguidas de dos oscuras entrar a la cafetería.

«Merlín, los van a ver.»

— Skylar, cuenta otro chiste —dijo y salió corriendo.

Chocó con un mesero y empujó a las cuatro personas debajo de una mesa, justo a tiempo para que ninguno de los Weasley los viera.

— ¿Qué demonios te pasa, Agatha? —Preguntó Draco sobándose el codo.

— De nada por salvarles el trasero, a los cuatro —habló, mirando a Narcissa, Theo y Blaise.

— ¿De cuál fumaste? —Preguntó Blaise.

— De la «Los Weasley están aquí y por poco los ven» —respondió la rubia.

— ¿Qué? ¿Están aquí? —Preguntó Theo.

Blaise miró «disimuladamente» a la mesa de los Weasley, y eso significaba que sacó toda la cabeza del escondite para mirarlos. Agatha le pegó en la cabeza y lo miró dudando que hubiera pasado sus clases. Bufó y miró a la mesa de enfrente donde estaba una familia completa mirándolos boquiabiertos. Una de las personas dejó la cuchara caer con todo y comida.

— ¿Se les perdió algo? —Preguntó Agatha con expresión seria.

La familia negó rápidamente y miraron a otro sitio.

— Tenemos que irnos de aquí —susurró Theo.

— ¿Cómo podemos salir sin que los Weasley nos vean? —Preguntó Narcissa.

Agatha, Theo y Blaise se miraron sonriendo maliciosamente cuando la misma idea se formó en sus mentes para la desgracia de Draco.

ϟ

— ¡Draquesha, que sorpresa querida! —Exclamó Molly, poniéndose de pie para abrazarla de forma afectuosa.

Ginny se atragantó con la sopa que estaba ingiriendo, Harry escupió el jugo y Hermione comenzó a toser como loca mientras se golpeaba el pecho.

— ¿Qué hacen por aquí? —Preguntó Draquesha con voz y sonrisa fingida, la incomodidad presente en su rostro.

— Oh, solo salimos con la familia —respondió Arthur—. ¿Y tú?

Draco hizo una mueca y miró disimuladamente a Agatha, Narcissa, Theo y Blaise, quienes salían lentamente de la cafetería.

— Nada, solo pasaba por aquí, los vi y me dije «Tengo que ir a saludar» —contestó moviendo las manos para restarle importancia.

Agatha levantó los pulgares en su dirección y salió de la cafetería riendo incontrolablemente.

— ¿Por qué no te sientas con nosotros? —Preguntó Harry tratando de no reír.

No podía mantenerse serio teniendo en frente a Draco vestido de mujer. De hecho, nadie que sabía quién era realmente Draquesha podía mantenerse serio.

— No, no, no —rechazó la oferta rápidamente—. Yo solo vine a saludar.

— Oh, vamos. No seas aguafiestas y siéntate con nosotros —dijo Ginny con una sonrisa.

— No, en serio. Yo tengo un compromiso —se apresuró a decir.

— ¿Qué compromiso? —Preguntó Hermione maliciosamente.

— T-Tengo una cita —tartamudeó.

Harry fingió toser para esconder una carcajada.

— Oh, no sabía que eras soltera —comentó Molly.

— No lo soy, solo que mi esposo y yo solemos tener citas de vez en cuando para... ¿no dejar que el fuego se apague? —sonó más como una pregunta que como una afirmación.

— ¿Tienes esposo? —Preguntó Arthur sorprendido.

Draco asintió levemente.

— ¿Cómo se llama? —interrogó Hermione, ladeando su cabeza un poco.

— Se llama... Astoriencho —dijo.

El rubio se pegó mentalmente después de decir eso. ¿Astoriencho? ¿Era enserio? Tenía que mejorar su cualidad para inventar nombres porque Draquesha y Astoriencho estaban para el orto. Faltaba que dijera que tenía una hija llamada Scorpiuncela.

Vio que ya Blaise, Theo y Narcissa se habían ido y suspiró.

— Tengo que irme —anunció—. Espero verlos pronto.

ϟ

— ¡Nunca en mi maldita vida me hagan hacer eso de nuevo! —Exclamó Draco poniéndose su ropa normal mientras Agatha se reía sin parar.

— P-Pero te veías sexy Draquesha —articuló Theo entre risas y chocó los puños con Agatha.

— Eh, ¿yo no existo? —Preguntó Blaise al ver que lo dejaron con el puño al aire y nadie se lo chocó—. Lo hacen porque soy negro, lo sé. ¡Eso es discrimen! ¡Peor que ser llamado sangre sucia! ¿Para qué quiero enemigos si ya tengo amigos como estos? —dramatizó, poniendo una mano en su pecho para añadirle un toque a su actuación.

— Ya calla, diva llorona —le ordenó Agatha mientras le chocaba el puño.

El rostro de Blaise se iluminó y su sonrisa pudo verse desde kilómetros de distancia.

— ¡No soy un rezagado! ¡Tengo amigos! —Exclamó emocionado—. ¡Blaise es un negro con amigos!

Todos lo miraron sin saber con exactitud qué demonios estaba ocurriendo.

— ¿Qué se fumó? —Preguntó Agatha.

— Nada es la esencia natural de Blaise —respondieron Draco y Theo al unísono.

Sin embargo, se quedaron con el ceño fruncido cuando lo vieron bailar moviendo el trasero apoyado de la pared. Varias personas que pasaron por allí le sacaron fotos a Blaise que seguí bailando con pasión, mientras Agatha le gritaba «No pares, mueve ese culo. Una anciana podría hacerlo mejor que tú si no le pones más empeño».

Draco y Theo se pegaron con las palmas de sus manos en la frente. No sabían que era peor, que Blaise se comportara como un adolescente o que Agatha lo animara mientras le arrojaba knuts. Ni siquiera eran galeones o sickles.

— Nos largamos —anunció Draco mientras agarraba a Blaise por un brazo y a Agatha por el otro.

— Espera, ¿esos no son los Weasley? —Preguntó Theo abriendo los ojos como platos.

Efectivamente una cadena de pelirrojos, acompañados de otros colores de cabello, se dirigían hacia donde ellos estaban.

— ¡Me vieron, creo que me vieron! —Gritó Narcissa mientras caminaba a toda prisa sin soltar su bolso.

Se miraron entre sí y salieron corriendo, dejando a Narcissa atrás. Ella se quitó un tacón y se lo lanzó a Draco en la cabeza. Narcissa Malfoy tenía una puntería excelente, por lo que le pegó fuertemente a Draco con el zapato, haciendo que este se detuviera en seco. Caminó hacia ellos y se volvió a colocar el tacón.

— Objetos de Voldemort, son producto del diablo —lloriqueó Draco sobando su cabeza.

— Son zapatos italianos, querido, aprende —le dijo Narcissa con una sonrisa arrogante antes de seguir corriendo con los demás.

— ¡Muevan su trasero que nos alcanzan! —Exclamó Agatha, empujándolos para que se apresuraran.

Era cierto, los Weasley estaban a solo unos metros de ellos. Cruzaron la calle sin mirar y entraron a una tienda muggle que estaba allí. Era una mueblería. Caminaron por el pasillo ignorando a varios vendedores que venían a hacerles promoción u ofertas de ventas. Sin embargo, se giraron todos al mismo tiempo cuando vieron que los Weasley entraron a la tienda.

— ¡Divídanse! —Exclamó Theo y todos comenzaron a correr dejando a Blaise en el medio sin saber qué hacer.

Agatha, que se percató de la ausencia del moreno, lo agarró por el brazo y corrieron por un pasillo que los condujo hasta el área de las camas, cojines y almohadas.

— Las almohadas —susurró Agatha antes de tirarse a la gran pila de cojines sumergiéndose en ellos.

Blaise imitó sus movimientos solo que se escondió en la pila de almohadas, haciendo todo lo posible para no verse entre todas las almohadas blancas.

Draco corría con Narcissa tratando de esconderse de la familia que cada vez más se acercaba a ellos y los alejaba de la entrada. De repente escucharon un grito y vieron a un pequeño pelirrojo correr hacia sus padres gritando «¡Mami, papi hay un negro en las almohadas!». El rubio frunció el ceño y se giró para encontrarse con casi todos los Weasley.

— Miren a quienes tenemos aquí. Narcissa y Draco Malfoy —dijo Ron con un deje de amargura en su voz.

Hermione le dio, disimuladamente, un codazo en las costillas haciendo que Ron se callara y no continuara hablando.

— Es extraño verlos por el mundo muggle —comentó Arthur.

— Estábamos buscando unas... almohadas —concluyó Narcissa con una sonrisa forzada.

— ¿Es por eso por lo que hay un negro en las almohadas? —Preguntó Hugo, arqueando sus rojizas cejas.

Draco se dio, por enésima vez en la noche, en la frente. ¿Qué demonios hacía Blaise en las almohadas? Definitivamente ese se había fumado algo esa noche. Iba a tener que ponerle más orden a su amigo. La crisis de los cuarenta ya estaba afectándole.

— Es que...—trató de buscar una buena excusa.

— A Blaise le gusta probar la calidad de las almohadas —habló Theo Nott, quien acababa de llegar con unas cortinas grises en los brazos.

Se metía demasiado bien en su papel. Parecía que realmente estaba comprando cosas para la casa y que «casualmente» se encontraron con los Weasley.

— Sí, me gusta probar la calidad de las almohadas —confirmó el moreno llegando a la escena y acomodó su chaqueta en su lugar—. No hay nada mejor que acostarse a dormir con una almohada que tiene perfecta consistencia —improvisó, moviendo su puño en un gesto de comercial que había visto en un anuncio antes de entrar a la tienda.

— Exacto —coincidieron Narcissa y Draco al unísono.

Los Weasley asintieron poco convencidos. De momento se percataron de que Agatha no estaba en la tienda con ellos. De hecho, no había estado con ellos desde hacía un rato.

— ¿Dónde está Agatha? —Preguntó Molly con el ceño fruncido.

La rubia apareció de la nada como si la hubiesen invocado.

— Esta familia realmente es despistada, fui al baño de la cafetería y cuando salgo se estaban yendo. Tuve que correr detrás de ustedes para poder alcanzarlos —dijo Agatha fingiendo estar asfixiada y limpió una gota de sudor de la frente.

La verdad era que, si no supieran la verdad, se lo creerían porque parecía que hubiese corrido un maratón.

— Agatha allí no había baños —susurró Skylar.

— Cállate —dijo la rubia dedicándole una mirada de 'Si hablas te mato'.

ϟ

— Agatha, ¿qué sucedió hoy? —curioseó Skylar sentada en la cama una vez llegaron a la Madriguera luego de la agitada noche que habían tenido.

La rubia suspiró antes de sonreír.

— Algo que algún día te explicaré —le dijo.

Se percató de un sobre conocido para sus ojos y se paró disimuladamente de la cama con el ceño fruncido, reconociendo el tipo de pergamino que estaba en el borde de la ventana. Se excusó para ir al baño y, una vez estuvo en la privacidad del lugar, decidió abrir el sobre. Sacó el pequeño pergamino con dedos temblorosos. Mordió su labio y lo leyó.

"Corrieron, corrieron y correrán,

Hoy no lo saben,

Pero pronto lo sabrán.

M.L."

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