Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3| La Madriguera


     EN EL MOMENTO EN QUE AGATHA Y HERMIONE entraron a la Madriguera el silencio reinó el lugar, tornándolo en un ambiente un tanto incómodo para todos. Los ojos grises de Agatha recorrieron el lugar y se sorprendió de la cantidad de cabezas pelirrojas que había en la casa.

Todos los miembros de la familia Weasley se encontraban allí, puesto que tenían la costumbre de ir un día a la semana a la Madriguera para compartir entre ellos, sin contar que este año Charlie estaba de visita, cosa que no ocurría muy seguido.

Estaban Bill y Fleur, junto a Percy y Audrey. Luego estaban George, Ron y Harry, los cuales parecían haber estado hablando con Charlie sobre un tema que solo ellos entenderían. En una esquina estaba Ginny y Angelina hablando sobre cómo sus hijos habían pasado a ser los más bromistas de todo Hogwarts, sin duda lo llevaban en la sangre. Finalmente, estaban las cabezas de la familia, Molly y Arthur Weasley sentados en un sillón.

«¡Merde! Los padres de Ronnie eran máquinas o simplemente no tenían pasatiempo», pensó Agatha al ver a todos los Weasley.

Ladeó su cabeza de una manera disimulada e hizo una mueca. Ella misma no se podía imaginar teniendo tantos hijos. De hecho, a duras penas pensaba que podría tener uno y tal vez cuando tuviese cincuenta años. No solía soportar a los bebés, solo lloran cuando cagan y cagan cuando lloran.

—Esto no es incómodo —murmuró Agatha, el sarcasmo presente en cada una de sus palabras.

Hermione miró a su marido y con una sonrisa le pidió ayuda para que las sacara de ese momento incómodo. En un principio Ron no comprendió esa mirada que gritaba ayuda a miles de kilómetros, pero luego reaccionó y cayó en cuenta de lo que su esposa le trataba de decir.

—Familia —comenzó a decir mientras se acercaba a la chica de cabellos rubios—. Ella es Agatha, se estará quedando un tiempo con nosotros.

Todos asintieron, dejándoles saber que comprendían. Ninguno se opuso, puesto que los Weasley eran conocidos por siempre ayudar a las personas de la misma manera en la que Molly acogió a Harry.

—Ron, ¿por qué no vas con Agatha y le presentas a la familia? —preguntó Hermione, mirando a Harry con nerviosismo.

Él llevaba mirándola de manera sospechosa desde que entró con Agatha. De seguro fue de los primeros en darse cuenta de lo que estaba ocurriendo en ese momento. Definitivamente sus dotes de auror le habían ayudado bastante a la hora de unir piezas.

—Claro —respondió Ron sin tener otro remedio—. ¿Vienes? —se dirigió a Agatha.

Ella asintió, poco convencida. Le causaba nerviosismo alejarse de Hermione para estar entre las personas que eran la familia de su madre. Sin embargo, respiró profundo y se armó de valor y confianza. Si realmente iba a tener doble vida y guardar su secreto, tenía que comenzar desde ese momento.

—Sí —respondió de manera segura.

Se dejó guiar por el pelirrojo hacia las personas que conocería en pocos minutos. Pasó sus manos sudorosas por su pantalón y suspiró, calmándose. Estaba segura de que podría hacerlo.

—Agatha, él es Bill, mi hermano, y ella es Fleur, su esposa —los presentó el pelirrojo.

—Un placeg —dijo Fleur con una enorme sonrisa,

—Créanme que el placer es mío —dijo, sonriendo ampliamente.

Bill la miró con el ceño fruncido.

—Nunca te habíamos visto por acá, ¿no eres de Londres? —preguntó.

—Sí, soy nacida y criada en Londres. Sin embargo, me mudé a Francia hace un par de años cuando entré a Beauxbatons, solo venía en vacaciones —respondió.

Y era cierto. Sus padres adoptivos no venían de una familia de clase baja. Tanto así que eran propietarios de varias casas en diferentes lugares y algunas solo las utilizaban una vez al año como mucho. Sin embargo, eran las ventajas de que fueran una pareja sin hijos, aunque eso cambió cuando adoptaron a Agatha. Ella heredó la fortuna luego de su muerte.

Fleur rebosó de alegría cuando escuchó el nombre de su antigua academia en la que aprendió tantas cosas y vivió tantas experiencias. Sin duda le fascinaba el lugar.

—Oh, Madame Maxime es tan buena —dijo, su acento francés remarcaba cada palabra.

—Sí, realmente buena —murmuró Agatha fingiendo una sonrisa que fue captada por Ron, quien frunció el ceño.

—Bueno, tengo que presentarle al resto de la familia —avisó—. ¿Por qué pusiste esa cara cuando te mencionó a Madame Maxime? —preguntó una vez estuvieron un poco más alejados del lugar.

—Esa mitad-gigante de quinta me expulsó de Beauxbatons —farfulló la chica, cruzando los brazos. Ron rio ante esa respuesta. —Me llega a escuchar diciéndole así me lanza un avada diciéndome: ¡Que insulto más grande! No soy mitad gigante. Soy de huesos grandes —imitó la voz de Madame.

—Bueno, este es mi hermano Percy y su esposa Audrey —presentó, señalándolos respectivamente.

La pareja sonrió y movieron sus cabezas en un gesto de saludo.

—Un placer —dijeron al unísono.

Agatha ladeó su cabeza mientras hacía todo lo posible para no hacer una mueca. Escucharlos hablar al mismo tiempo era raro. Ella no pensaba que los casados deberían de hablar de esa forma. Era algo que no le cabía en la mente. Sin embargo, lo dejó pasar.

—El placer es mío —murmuró tratando de sonreír, pero en lugar le salió una mueca extraña.

Ron le siguió presentando a los demás hermanos. Agatha se llevó bastante bien con George, puesto que ambos eran bromistas y ella hasta había comprado recursos en la sucursal de Sortilegios Weasley en Francia. Le parecía un honor conocer a tal bromista. Su historia era conocida en todos los lugares donde tuvieran bromistas.

También se llevó bien con Ginny, ya que la pelirroja sentía que Agatha necesitaba una familia. Era una persona que no conocía mucho el amor familiar, se podía apreciar eso. De todos, solo faltó conocer a Harry. Quizá él fuera de las personas que más la entendiera porque, a fin de cuentas, él también creció sin sus padres.

—¿Dónde está Hermione? —preguntó Agatha mirando a Ron mientras subían los peldaños de las escaleras.

Ron encogió sus hombros sin darle mucha importancia al asunto. Por su parte, Agatha quería que él le diera importancia al asunto. Ella no se sentía completamente cómoda estando con personas que no conocía. Había escuchado de los Weasley, todo el mundo los conocía por los sucesos ocurridos en 1998, mas ella esperaba reencontrarse con su madre pronto.

—No lo sé, quizá esté en la cocina —respondió a la pregunta de la chica. La guio hacia el tercer piso y abrió la puerta revelando a un gran grupo de chicos y chicas, algunos mayores que otros, diferentes, pero muy parecidos al mismo tiempo—. Los dejaré para que se conozcan entre ustedes.

Luego de decir eso, Ronald Weasley salió de la habitación y dejó solos a la tercera generación de su familia. El silencio se hizo presente en el momento en el que Agatha se paró allí a la vista de todos. La estaban escudriñando con la mirada y eso la ponía incómoda. Finalmente, una chica de rizos rojos y ojos azules se puso de pie y le sonrió a Agatha.

—Soy Rose Weasley, mi madre es Hermione y Ron —se presentó.

Agatha sonrió inconscientemente. Rose era su hermana de parte de madre, aunque no se parecía mucho a Hermione, se podía ver que era su hija. Sin embargo, se podía decir que Agatha era más parecida a su madre que Rose. Quizás eso se debía a que los genes de los Weasley solían ser más fuertes.

—Agatha Smith —murmuró lo suficientemente alto como para que los demás la escucharan.

Un chico, que parecía ser el menor de todos, se puso de pie.

—Soy Hugo, hermano de Rose —manifestó y Agatha volvió a sonreír.

—Hagamos esto rápido, ¿sí? —propuso una chica de cabellos rubios, aunque no como los de Agatha, los de la chica eran más oscuros. Se notaba a leguas que ella era la mayor del grupo y la más perfeccionista de todos. Se sabía por la forma en la que su cabello estaba peinado perfectamente y sus ropas estaban planchadas meticulosamente—. Yo soy Victoire Weasley, hija de Fleur y Bill —dijo y señaló a unos chicos parecidos a ella, ambos rubios—. Mis hermanos menores Dominique y Louis.

Agatha les sonrió a los tres al mismo tiempo que movió su cabeza en un gesto de saludo.

—Yo soy Molly Weasley, hija de Percy y Audrey, y esta es mi hermana Lucy —manifestó una chica pelirroja y señaló a su hermana la cual tenía gruesas gafas para ayudarle a su vista.

Acto seguido se puso de pie un chico de cabello castaño tirando a rojo. Era bastante alto y tenía una sonrisa divertida en el rostro. Tenía un gran parecido a George, así que Agatha supuso que era su hijo.

—Yo soy Fred Weasley a sus servicios —dijo haciendo una ligera reverencia que le causó gracia a Agatha. Detrás de él una chica morena tosió—. Ah, y esa es Roxanne —se acercó a Agatha—. No le digas nada, pero es bastante molesta.

Una pequeña risa brotó de los labios de Agatha.

—Tu secreto está a salvo conmigo —comentó con un deje de complicidad y le guiñó un ojo.

Fred rio y levantó su puño para que Agatha lo chocara.

—Me agrada —anunció mirando a los demás.

Posteriormente se paró un chico de cabellos negros y ojos verdes. Agatha supuso inmediatamente que era un Potter. Había visto fotografías del Elegido y ese chico se parecía bastante a él.

—Yo soy Albus Potter —se presentó caballerosamente—. Esta es mi hermana, Lily y el antisocial que está allá —señaló a una esquina en la que se encontraba un chico de cabellos negros y ojos café—, es James. Todos dicen que es mi hermano, pero todos sabemos que es adoptado.

El chico llamado James empujó ligeramente a su hermano en un todo juguetón y Albus soltó una vibrante carcajada. James se fijó más en Agatha y frunció su ceño, observándola como si fuera un acertijo que debía descifrar.

—¿Te he visto antes? —preguntó.

—Lo dudo —contestó Agatha—. No soy de por aquí.

James ladeó su cabeza y Rose la miró con curiosidad.

—¿Eres hija de muggles? —interrogó, suponiendo que lo era porque parecía la única respuesta lógica para ella no ser de por allí.

—De padres adoptivos —respondió Agatha—. La verdad es que estudié en Beauxbatons, por eso no soy de por aquí.

—Lamento haber preguntado —se disculpó Rose con pena.

—No te preocupes —la tranquilizó Agatha mientras encogía sus hombros y arrugaba ligeramente su nariz. Era un gesto que su madre hacía, pero nadie lo captó, sino que la invitaron a sentarse y hablaron de diversos temas.

—¿Todos asisten a Hogwarts? —preguntó Agatha luego de un rato.

La mayoría asintió. Victoire y Dominique habían salido de Hogwarts y tanto Lily como Hugo entrarían en septiembre de ese año.

—Puros leones —acotó Fred con orgullo y Albus rodó los ojos—. Ah, Albus es la oveja negra de la familia. Nos salió serpiente el chico.

—No discriminen —pidió Albus mientras resoplaba.

Rose rio.

—No discriminamos, Albus. A mí me iban a poner en Ravenclaw, pero terminé siendo Gryffindor —comentó Rose.

Los demás bufaron. Ya se sabían la historia de Rose de rabo a cabo. De hecho, todos habían esperado que ella perteneciera a Ravenclaw, pero terminó siendo una leona como sus padres. Quizá, solo quizá, la valentía de su corazón era más grande que su intelecto.

Hablaron por mucho tiempo o eso ellos pensaron porque la verdad fueron minutos que disfrutaron. Compartieron las cosas que tenían en común y antes de que pudieran notarlo, ya consideraban a Agatha como alguien más de la familia. Sin embargo, todo lo bueno tenía que acabar y los llamaron a cenar. La mayoría bajaron como animales hambrientos y Agatha los iba a seguir cuando James la detuvo.

—¿Sabes? Te pareces mucho a Malfoy.

De haber sido otra persona, Agatha hubiera palidecido, pero no lo hizo. Sabía actuar bastante bien como para que nadie se diera cuenta de sus mentiras. Era lo bastante astuta como para no dejarse intimidar y si pensaba estar en esa falsa de no conocer a sus padres, tendría que sacar provecho de su astucia.

—¿Quién es Malfoy? —cuestionó con el ceño fruncido, fingiendo nunca en su vida haber escuchado tal apellido.

Eso desorientó un poco a James, pero solo fue por un segundo. Su compostura se recuperó en menos de lo pensado.

—Una familia de estúpidos mortífagos pretenciosos —escupió James.

Agatha no pudo evitar expresar su disgusto hacia James con una mueca de asco. No obstante, él pensó que ella prefería no ser comparada con tal familia.

—Eso es despectivo de tu parte —mencionó Agatha con veneno en su voz.

James rio con sorna.

—¿Y me debe importar por? —espetó, yéndose del lugar.

ϟ

Hermione dejó salir un largo suspiro para expresar su incomodidad. No se atrevía a romper el silencio que su mejor amigo estaba creando. De hecho, no le gustaba nada lo que estaba ocurriendo y tenía un mal presentimiento de eso. En especial porque Harry la miraba como si supiera un gran secreto. Quizá era cierto.

—Se parece a ti —habló Harry rompiendo el silencio. Hermione trató de fingir indiferencia, pero ella no tenía la habilidad de su hija—. Ella, Agatha, se parece a ti, aunque me parece más intrigante el hecho de que su cabello es rubio, tiene ojos grises y gritan la altiveza de los Malfoy.

—Harry...—susurró con voz ahogada. No sabía qué decir en esos momentos porque sentía que la cara se le caía de vergüenza.

—¿Qué demonios pasó, Hermione? Sé que Ron y tú tuvieron sus problemas en un pasado, pero de ahí a tener una hija fuera del matrimonio es completamente inaceptable —masculló Harry pasando una mano por su cabello—. ¡Para colmo Malfoy!

Hermione se sintió sucia. Sí, se sentía la mujer más sucia del mundo en esos momentos porque sabía que su mejor amigo tenía la razón. Ella había cruzado una línea enorme al haber tenido a Agatha, pero no había marcha atrás. Lo hecho, hecho estaba.

—¡Harry, para! —exclamó en un susurro. Quería llorar, sí, pero no lo hizo. Se mantuvo fuerte y firme—. Fue un error que llevo cargando en silencio por muchos años. Solo sucedió una vez y no estaba consciente de lo que hacía. No estaba preparada y tomé la salida fácil, pero fue egoísta. Ese acto de egoísmo hizo que ella sufriera. Diez años en un orfanato, Harry. Tú más que nadie, sabes lo horrible que es crecer sin tus padres —su voz se quebró un poco—. Siempre me odiaré a mí misma por esto porque sé que no merezco perdón alguno.

Hermione se sentó en la grama y limpió las lágrimas rebeldes que se habían escapado de sus ojos. Harry observó a su mejor amiga en silencio y cerró sus ojos, pensando en lo que debía hacer. No tenía muchas opciones y en ambas estaría traicionando a alguno de sus mejores amigos. Sin embargo, le dolía ver a Hermione de esa forma. La vio destruida por unos minutos.

—Herms, ponte en mi lugar —pidió Harry sentándose a su lado—. ¿Qué pensarías tú de ser yo quien apareciera con una hija de alguien que no es mi pareja?

—Hubiese pensado que Ginny tiene más cuernos que un ciervo —murmuró mirando el cielo y secó cualquier rastro de llanto de su rostro. Una risa brotó de sus labios—. Esa fue la misma expresión que ella utilizó. ¿Sabes? Ella fue la que me buscó. Apareció hoy en mi oficina de la nada.

Harry sonrió, imaginándose esa escena.

—¿Cómo? Me refiero a cómo apareció —especificó—. Se ve...joven.

—Es muy parecida a él y no hablo del físico. Es astuta y determinada —explicó.

Él la observó a los ojos.

—La determinación la tuvo que haber sacado de ti —le dijo, rodeándola con un brazo y pegándola a él para ofrecerle apoyo.

—Lo dudo —murmuró Hermione—. Tiene mucho desprecio por las reglas.

—¿Desprecio por las reglas? —interrogó Harry.

Hermione cerró sus ojos y quiso reír.

—La expulsaron de Beauxbatons.

Esta vez fue Harry quien rio.

—¿Por qué no te ha dado un paro cardiaco? —Hermione le dio un codazo—. Vale, vale, lo siento.

Hermione suspiró.

—¿Qué debo hacer, Harry? No sé cómo reaccionar o cómo actuar con ella aquí. Sé que es una chica buena y que ha pasado por demasiado por mi propia culpa, por mis decisiones egoístas. No puedo dejarla ir —dijo, esperando y confiando en que su mejor amigo pudiera decirle alguna solución.

—Entonces no la dejes ir —murmuró él—. Si apareció fue por una razón porque cuando las cosas pasan sin previo aviso es por algo, ¿no?

Ella asintió. Eso esperaba.

ϟ

A la mañana siguiente, Agatha despertó al escuchar un ruido. Se sintió confundida al no reconocer dónde estaba, pero luego cayó en cuenta de los sucesos de la noche anterior. Estaba en la Madriguera, había conocido a sus padres biológicos y estaba viviendo en el mismo techo que su madre.

Volvió a escuchar el ruido que la despertó y se sentó en la cama, confundida. Miró a su alrededor y vio que una lechuza negra picoteaba en la ventana. Se paró de la cama con el ceño fruncido y dejó entrar a la lechuza. Tomó la carta entre sus manos y miró al ave.

—Lárgate. Ni pienses que te voy a dar de comer —masculló. La lechuza la miró sin pestañear y no se movió ni un centímetro. Agatha soltó un gruñido de frustración—. Bien, no te vayas.

Rodó los ojos y abrió el sobre.

"Querida Agatha:

Espero que estés bien.

Estaba pensando y he llegado a la conclusión de que no sabemos prácticamente nada el uno del otro. ¿Nos vemos a las 10:30am en el Callejón Diagon?

Espero tu respuesta.

D.M."

La chica suspiró. Buscó entre las cosas que había en la habitación hasta que encontró un pedazo de pergamino y comenzó a escribirle una respuesta.

"Querido señor Malfoy:

Estaría mejor muchísimo mejor si tu lechuza demoniaca no me hubiese despertado a las 8:30 de la mañana. Le aconsejaría que no hiciera eso de nuevo porque encontraré la manera de enviarle un Avada en una carta. Lo digo en serio.

Trataré de llegar.

Agatha."

Le dio la carta a la lechuza y está volando sin tener otro remedio. La chica buscó entre sus cosas ropa limpia y se dirigió al baño. Se aseó y bajó a la cocina una vez estuvo lista. No había muchas personas allí, solo se encontró a Ronald asaltando el refrigerador.

—Ay, Ronnie. ¿Sabes? De aquí a un par de años vas a estar más gordo que Sancho Panza —comentó, sobresaltando al pelirrojo.

Ronald frunció su ceño.

—¿Sancho Panza? —interrogó con la boca llena. La verdad era que Agatha ni sabía cómo lo entendió, pero lo hizo.

—Una historia muggle —justificó moviendo sus manos para hacerle saber que no entraría en muchos detalles sobre la historia de la historia del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Se sentó al lado de Ron y lo vio atragantarse con la comida. «¡Por Merlín! Ese hombre come como un cerdo», pensó mientras hacía una mueca. Ronald pasó por alto ese detalle, de hecho, ni cuenta se dio de eso porque estaba más ocupado en buscar más comida, pero empezó a gritar porque vio una araña.

—Mi querido Ron Weasley —comenzó a decir Agatha, levantando el mentón—, es tan solo una arañita inofen... ¡Ah! ¡Corre, corre Ron, nos quiere comer! —gritó cuando la araña se movió un centímetro.

Los demás miembros de la familia salieron corriendo hacia la cocina, asustados de que algo malo hubiera sucedido, pero solo se encontraron una escena bastante cómica. Ron se encontraba encima de la mesa con un sartén en la mano, mientras estaba rojo por la falta de aire producida porque Agatha estaba trepada en la espalda de él y lo apretaba muy cuello. No dejaba de maldecir en francés.

—¡Por Merlín! Es solo una araña. No sean tan cobardes —les dijo Hermione sin poder creer el escándalo que habían hecho por una minúscula araña que no medía ni una pulgada.

Agatha bufó y se bajó de la mesa.

—Yo no tenía miedo —mintió—. Solo no quería que Ronnie se sintiera mal por hacer eso frente a mí.

Los demás la miraron con incredulidad, pero no le dieron importancia al asunto y se dispusieron a comenzar la mañana. Agatha se ofreció voluntariamente a fregar los platos y la dejaron hacerlo.

—Ten cuidado, se te puede romper una uña, niña fresa.

Agatha soltó los platos y miró a la persona que estaba a su lado con incredulidad.

—¿Cuál es tu maldito problema? —preguntó.

—Yo no tengo problemas, tú los tienes —espetó James.

James resopló y tiró su plato sucio en el agua, salpicándole a Agatha la ropa. Ella no contó hasta diez para calmarse como la trabajadora social del orfanato le decía que hiciera. Nunca lo había hecho en su vida porque Agatha no era de las personas que se detienen a pensar en las consecuencias, simplemente actuaba por sus impulsos, cosa que la metía en problemas.

Así fue cómo metió la mano en el líquido, arrojándole una gran cantidad de agua a James. Él abrió la boca sin poder ocultar su sorpresa.

—Que sea la primera y última vez en tu miserable vida que me haces algo así porque a la próxima no será agua lo que te arroje, sino ácido —farfulló con gran frialdad.

James secó su rostro con el dorso de su mano izquierda.

—¿Eso fue una amenaza? —inquirió con una ceja arqueada.

Agatha levantó su mentón con suficiencia y lo miró a los ojos mientras una sonrisa cínica se posaba en su rostro.

—Yo no hago amenazas, eso solo son promesas que no se cumplen. Eso fue una advertencia —espetó para acto seguido irse a la habitación que le dieron. Tenía que cambiarse de ropa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro