Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

27| Romeo y Julieta

HERMIONE ENTRÓ POR LA VENTANA DEL cuarto de Draco y observó la habitación con curiosidad. Era exageradamente grande para dos personas, cuando allí podían dormir unas diez personas cómodamente. De hecho, solamente en la cama podían dormir cuatro personas. En su habitación solo había una cama en la que cabían Ron y ella. Todavía podía recordar las veces que durmieron apretados porque Hugo o Rose tenían pesadillas y se encontraban demasiado asustados como para dormir solos.

Ahora que lo pensaba, nunca tuvo la oportunidad de que Agatha durmiera con ella porque tenía pesadillas o para calmar sus miedos. Nunca le leyó un cuento para dormir, ni la arropó. No podía imaginarse el sufrimiento de su hija al crecer sin sus padres. Saber que Agatha tuvo que madurar y crecer antes de tiempo para poder enfrentarse al mundo por su cuenta. Le dolía pensar eso.

Era consciente de que habían sido sus errores y que tenía que vivir con ellos, pero eso no significaba que no atormentaran su mente en altas horas de la noche. Cuando estaba sola sin poder dormir, cuando más vulnerable se encontraba su mente era que más lo sentía.

Se culpaba constantemente por eso. Ella misma había tenido pesadillas sobre eso, pero no podía decirle a nadie. Ella misma se torturaba al pensar en su primera hija, en su pequeña rubia de ojos grises. Se odiaba por haberla dejado, por no haber tomado las consecuencias de sus actos, porque Agatha no tenía la culpa de nada. Agatha solo fue el fruto de una noche con Draco Malfoy.

«Es mi culpa, es mi maldita culpa», pensó mientras sentía un grueso nudo formarse en su garganta.

Ella había sido la que había ocultado por quince años ese secreto. Ella había dado en adopción a su hija. Ella era la que había engañado a su marido. Nadie más.

Caminó por la habitación y se detuvo en una foto de Draco y Astoria en el día de su boda. Pudo notar que eran felices y que Draco miraba a su esposa con amor. ¿Cuándo habían cambiado tanto las cosas? Antes todos eran felices y de momento todo se derrumbó. Todos habían destruido sus castillos de naipes sin saber cómo recoger sus desastres.

— Recuerdo ese día, fue uno de los mejores —susurró Draco, sus ojos grises fijándose en la foto de su boda.

— ¿Cuándo todo cambió? —Preguntó Hermione bajando su mirada.

— Cambió desde que una rubia de ojos grises volvió a nuestras vidas —respondió—. Astoria se veía realmente hermosa ese día.

Hermione volvió a mirar la foto y vio que era cierto. Astoria era hermosa, pero ese día tenía un brillo que ahora no tenía. Se veía feliz y despreocupada. Draco tenía la misma expresión que su esposa y reía, lo cual era bastante extraño en él.

— Se notaba que la amabas mucho.

— Sí, amaba —hizo énfasis en el verbo.

Evitó mirarlo porque sentía que el ambiente se había vuelto un poco tenso e incómodo. No obstante,

— ¿Qué pasó entre tú y ella? Antes eran tan felices y ahora...

— Se perdió la confianza y el amor se esfumó —dijo.

Draco tomó la foto en sus manos y esbozó una media sonrisa. Extrañaba aquellos tiempos con su esposa. Astoria no siempre fue de esa manera. Antes era carismática, viva y alegre. Ahora era irritante, amargada y desconfiada. Cuando en una relación lo primordial es tener confianza, no solo es el amor porque un amor sin confianza no te lleva a ningún lado.

— Oh...

— Sí, oh —murmuró—, tenemos algo que hacer.

Hermione asintió y lo siguió por los pasillos de la mansión. Era exageradamente grande, podía ser un hotel cinco estrellas. ¿Por qué querían los Malfoy una casa tan grande? Negó con la cabeza al recordar que esa mansión solía ser la guarida de muchos mortífagos.

Draco se detuvo frente a una puerta y sacó su varita. Conjuró un «alohomora» y la puerta abrió. Observó a ambos lados antes de agarrar a Hermione por la muñeca y meterla a la habitación con él.

— ¿Qué demonios te pasa? —Preguntó Hermione—. No me digas que te pongo —intentó bromear.

Draco rodó los ojos, aunque lucía un poco desconcertado.

— Sí, Granger, me pones y por eso te traje al despacho de mi padre —dijo Draco con evidente sarcasmo.

Hermione ladeó la cabeza un poco y giró sobre sus talones para observar el sofisticado, pero tétrico, despacho de Lucius Malfoy.

Había un escritorio de madera negro situado frente a un ventanal cubierto por cortinas de seda gris. Sobre el suelo se situaba una alfombra carísima, seguramente herencia de la familia, de color gris claro. En una esquina se encontraba una cava con varias botellas de licores. Un sofá de cuero negro y una mesita de cristal. Unas cuantas estanterías llenas de libros de todo tipo se encontraban pegadas a las paredes. En las paredes había pinturas de los ancestros de los Malfoy como: Brutus Malfoy, Abraxas Malfoy, Nicholas Malfoy, Armand Malfoy y Septimus Malfoy.

— ¿Cómo demonios se supone que encontremos algo aquí? —Preguntó Hermione.

— Porque mi padre se queda con toda la historia familiar, si algo queremos encontrar tiene que ser aquí —respondió Draco.

Hermione rodó los ojos y se puso a mirar los títulos de los libros. Hechizos, hechizos, magia oscura, historia de la magia, historia de Hogwarts, encantamientos, pociones, Romeo y Julieta, Defensa contra... ¿Qué? Lucius Malfoy, el señor-odio-a-los-muggles tenía la novela Romeo y Julieta. La castaña no pudo evitar reírse de manera descontrolada.

— ¡Por los calzones de Merlín! —Exclamó sin dejar de reír.

— ¿Qué nargles te pasa ahora? —Preguntó Draco caminando hacia Hermione—. Estás más loca que mi difunta tía y... ¿Por qué rayos mi padre tiene Romeo y Julieta en su despacho?

— Al parecer Lucius Malfoy es todo un romántico —dijo Hermione en tono de broma.

Draco empezó a reírse como foca epiléptica.

— ¡Por Morgana! Yo creo que mi padre en vez de llorar lágrimas llora granizo —bromeó Draco.

Ambos se rieron a carcajadas y se sobresaltaron cuando escucharon que alguien tocó la puerta.

ϟ

Agatha se mordió repetidamente el labio inferior sin dejar de mirar el techo. Quería irse de la enfermería, pero no la dejarían hasta que Dakota viniera y la autorizara. Lamentablemente, la metamorfomaga estaba en una reunión con McGonagall y no vendría pronto, así que tendría que quedarse junto a James por un rato más.

— Maldita sea, Agatha, escúchame —pidió James.

— No, no lo haré. No quiero escucharte y no lo haré. Métete tus palabras y disculpas por donde te quepan —espetó Agatha mientras se sentaba en la camilla.

Sus músculos protestaron un poco, pero no era un gran dolor. Podía compararlo con el que se sentía luego de una larga y extensa rutina de ejercicio.

— Vaya, sabía que eras una chica con carácter —dijo otra voz desde el otro lado de la enfermería.

Agatha se dio la vuelta con el ceño fruncido y localizó al propietario de la voz.

— Marcus, ¿qué demonios estás haciendo en Hogwarts? —Preguntó Agatha, rodando sus ojos con exasperación. Genial, ahora tendría con

— Hola, Agatha. Estoy muy bien, ¿y tú? —dijo con sarcasmo.

La rubia rio falsamente.

— Hola, Marcus-me-creo-que-estoy-muy-bueno.

El chico negó con la cabeza y sonrió de lado. Después del encuentro el día de Navidad, se habían hecho una especie de amigos, si se podía decir que lo eran. Era más una amistad de "te odio, pero tu sarcasmo es similar al mía, así que te soporto un poco".

— Ya, ya. Estoy en Hogwarts haciendo unas diligencias, ya sabes lo normal en mi trabajo temporal —explicó Marcus.

Marcus aún no decidía en qué quería trabajar, aunque aprobó los TIMOs que tomó, solo tenía un trabajo temporal en el Ministerio de Magia.

— ¿Quién es este? —Preguntó James.

Marcus se giró con una ceja alzada con cara de «No molestes niño». Había que reconocer que James casi era un niñato al lado de Marcus. Potter tenía quince años, casi dieciséis, y Marcus tenía diecisiete, cumpliría dieciocho en menos de un mes. Por lo que sí, era casi un niño al lado de Lexington.

— Nadie que te importe, Potter —dijo pronunciando el apellido de James como si fuese un veneno.

— Si no me importara no preguntaría —replicó James.

— ¿No entiendes que la señorita aquí presente no quiere hablarte? —Intervino Marcus.

James apretó sus puños con molestia hasta tal punto donde sus nudillos se pusieron blanquecinos.

— ¿Perdona? Estoy hablando con ella no contigo —espetó Potter.

— Nadie quiere hablar contigo, Potter. Búscate un bosque y piérdete en él —dijo Agatha.

— James, deja a Agatha en paz —se escuchó la voz de Lysander en la enfermería.

Agatha pudo jurar que el mundo estaba en su contra ese día. Estaba en la enfermería con tres chicos, los cuales estaban más buenos que el chocolate caliente. La diferencia estaba en que James la detestaba, Lysander le coqueteaba de forma obvia, y Marcus era un casanova que se tiraba hasta a una escoba con falda.

Lysander se paró al lado de Agatha, demasiado cerca para el gusto de ella; aunque tampoco le molestaba. Él era el único chico, fuera de sus amigos y hermanos, que tenía el permiso de estar tan cerca, pero sin exceder los límites.

— ¿Quién eres? —Le preguntó Marcus a Lysander.

— ¿Quién eres tú? —Preguntó James.

— James, no te metas —dijo Lysander, cortándolo—. ¿Quién eres? —señaló a Marcus.

El chico de ojos oscuros sonrió.

— Marcus Lexington —Se presentó—. ¿Y tú eres?

— Lysander Scamander.

Los tres chicos se quedaron retándose con la mirada. De una manera u otra todos querían que los otros se alejaran de Agatha, como si ella fuese una especie de premio.

«Merlín, Morgana, Zeus, Hades, Atenea, Jesús o cualquiera, solo necesito ayuda.»

Como si hubiesen escuchados sus plegarias, la salvación de Agatha entró por la puerta de la enfermería dando grandes zancadas. Agatha giró la cabeza y soltó un suspiro de alivio. ¡Paren el mundo! Si Dakota venía iba a mandar a salir a Marcus y a Lysander, lo que significaba que se quedaría allí con James, de nuevo.

— Mierda —susurró Agatha.

ϟ

Hermione y Draco se paralizaron cuando la puerta se abrió.

— ¡Podemos explicarlo! —Exclamaron al mismo tiempo como si se hubiesen leído las mentes.

— Trinky no quiere explicaciones, amo Malfoy.

Ambos soltaron un suspiro cuando vieron al pequeño elfo que los miraba con curiosidad. ¿Qué se iban a inventar si hubiese sido otra persona? Astoria se volvería loca si viera a Hermione en la mansión y con su marido. Lucius probablemente se pondría más rojo que un Weasley y los echaría a la calle. Narcissa sería difícil de adivinar.

— ¡Malfoy tienes a un pobre elfo como esclavo! —Exclamó Hermione y con el libro de Romeo y Julieta empezó a pegarle—. ¡Ellos tienen derechos! ¡Eres una bestia y un animal!

— Sí, soy una bestia y un animal —dijo viéndole el doble sentido a sus palabras. Hermione soltó un gruñido de exasperación y le siguió pegando con el libro—. ¡Basta, Hermione, basta!

— ¡Eres un pervertido!

Draco sonrió.

— Oh, vamos. Tú sabes que para hacer a una preciosura como Agatha tuvimos que hacerla con gusto y ganas. Salió igual de hermosa que su padre —dijo Draco con una sonrisa.

— ¿Estás diciendo que tus padres te hicieron con gusto y ganas? —Preguntó Hermione.

Draco hizo una mueca.

— ¡Joder! Acabas de hacerme ver una imagen totalmente diferente de mis padres.

Hermione soltó una carcajada.

— ¿De dónde pensaste que saliste? ¿Del aire? Por si no lo sabías eres producto del s...—Draco la interrumpió.

— ¡Por Merlín Hermione cállate! Acabas de corromper mi mente.

La castaña lo miró con cara de «Esa no te la crees ni tú mismo» y negó con la cabeza para darse cuenta de que el elfo seguía allí y había escuchado toda la conversación. A decir verdad, Trinky estaba avergonzado de haber escuchado eso.

ϟ

Dakota mandó a salir a Lysander y a Marcus de la enfermería y se quedó mirando a Agatha y a James, quienes estaban refunfuñando.

— Les tengo una buena noticia y otra mala —anunció—. La mala es que el Oastori hará otro ataque antes de que pase un año del primer ataque, y eso será en menos de cinco meses. La buena noticia es que hiciste un mini-terremoto y por poco nos quemas mientras el Oastori atacaba.

— ¿Cómo es eso una buena noticia? —interrogó Agatha, incrédula.

La metamorfomaga chasqueó su lengua.

— Significa que puedes controlar los cuatro elementos, bueno por ahora solo has controlado dos —explicó Dakota.

— ¿Eso significa que puedo prender en fuego a Potter mientras entrenamos? —Preguntó entusiasmada.

James la miró con cara de «¿Estás jodiendo?».

— Agatha, aunque James se lo merezca, no prenderás en fuego a nadie. Ni siquiera a Charlotte o a Nicoletta.

La rubia se cruzó de brazos.

— Entonces no veo como es una buena noticia si no puedo hacer ninguna de esas cosas. Devlin, pura devlin —se quejó Agatha.

ϟ

Cuando Agatha sintió que la agarraron de un brazo y la arrastraron hacia un aula en desuso, su corazón se aceleró con miedo. Sin embargo, se relajó considerablemente cuando vio el familiar rostro de James Potter frente a sus ojos, aunque en su lugar solo apareció una molestia en sus entrañas. Lo menos que quería era encontrarse con él.

— Potter, ¿qué demonios quieres? —Preguntó Agatha exasperada.

— Quiero hablar contigo, me has evitado durante un mes, fuera de las clases de Dakota —dijo James.

Agatha rodó los ojos y caminó hacia la puerta.

— Yo no quiero hablar contigo. Ahora me voy —anunció y trató de abrir la puerta.

La cerradura no se movía y la puerta tampoco, era como si estuviera completamente trancada. Sacó su varita y apuntó a la cerradura para conjurar un «Alohomora». La puerta no se abrió.

— Yo la abro —dijo James.

Trató de abrir la puerta y tampoco pudo. Sabía que no debía de haberse metido con Agatha en un salón vacío.

— Por favor dime que la puedes abrir —pidió Agatha.

— Estamos encerrados: juntos —confirmó James.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro