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13| Defensa contra el maldito Oastori

AGATHA SE NEGABA A SER la pareja de James en la clase. Desde que lo mencionaron, supo que el mundo estaba en su contra y comenzó a pensar qué había hecho para merecer tal castigo. Sin embargo, para su mala suerte, tenía una larga lista de actos que podían llevarla a su karma.

Cuando Dakota intentó convencerla para que se tranquilizara y se acercara a Potter para poder hacer el encantamiento, de los labios de Agatha salió un fuerte y rotundo «¡No!». Para ser sincera, la verdad era que le divertía la situación. Mucho. En realidad lo había hecho a propósito, sabía que ellos dos se odiaban y quería ver qué tanto. Además, tenían que aprender a trabajar en equipo si era cierto lo que su madrina le había dicho que él era su guardián.

—Dakota Zoe Welsh, por enésima vez ¡No! —le dijo Agatha a su profesora, cruzando sus brazos como una niña pequeña haciendo un berrinche.

Sabía que estaba siendo dramática, pero no daría su brazo a torcer tan fácil.

—Tú te lo buscaste —le advirtió Dakota y caminó hasta el centro del aula—. Atención todo el mundo —captó la atención de sus estudiantes—. Espero que les guste su pareja porque estarán con ellos hasta el final del curso —anunció, una sonrisa malvada dibujándose en su rostro—. Bien, ahora pueden comenzar a practicar el encantamiento. Tienen que enfocarse en el recuerdo más feliz que tengan y dicen «Expecto Patronum». No se preocupen si no les sale a la primera, sigan intentando.

No, no, no. Se negaba a ello. Estaba comenzando a odiar a Dakota con todo su ser por obligarla a ser pareja de James durante el resto del año. ¿Acaso quería que lo matara o, peor aún, que reprobara sus clases? Eso sería una horrible tortura para ella. Le bastaba con tener que verle la cara todos los días y coger varias clases con él.

Dakota vio que Agatha seguía cruzada de brazos y fue a donde ella.

—Agatha Christina Malfoy Granger —dijo en voz baja, pero en un tono amenazador.

—¡Cállate! ¿Estás loca? Alguien te puede escuchar —murmuró Agatha poniendo sus manos en la boca de la metamorfomaga para hacerla callar.

—Te lo has buscado. Ahora ponte a practicar el hechizo —ordenó en un tono firme y comenzó a caminar entre los estudiantes—. Zabini es «Expecto Patronum» no «Expectro Patronuts».

La mencionada rodó los ojos e hizo una mueca. No le gustaba estar mal en nada. Agatha tenía que admitir que eso le trajo satisfacción. Al menos ella sí sabía pronunciar sus hechizos.

ϟ

Harry tuvo que girarse y morderse la lengua para evitar soltar una sonora carcajada. Ginny estaba igual de roja que su cabello de tanto aguantar la risa, mientras que Hermione trataba de poner la cara más seria que podía, pero no estaba dando mucho resultado. Ron miró con el ceño fruncido a la "señora", había algo extraño sobre ella, no le cuadraba del todo su apariencia, aunque decidió dejarlo pasar por alto. Draco maldijo mentalmente.

—¿Draquesha? —preguntó Ron, elevando una de sus cejas con interés.

—Era el nombre de... ¿mi abuela? —dudó Draco, y aclaró su garganta para disimular y poder continuar con su mentira—. Es realmente único e inventado —eso último lo dijo en un susurro.

Ron encogió sus hombros, aceptándolo. Su esposa tenía clientes extraños de todos modos. Nadie en el mundo mágico era completamente normal y, después de todo, ellos también tenían amistades extravagantes. Luna por ejemplo.

—Oh. —Se giró hacia Hermione—. Tengo una misión a la cual asistir, estaré fuera un par de días —le anunció a su esposa.

—¿Harry tú sabías de esto? —Hermione le preguntó a su mejor amigo.

—Sí, Mione —contestó—. Yo lo envié. Soy el jefe, ¿recuerdas?

—Así que todos lo sabían, excepto yo. Genial. Deberían de hacer más cosas sin avisarme, no se preocupen a mí me fascina que me oculten las cosas —habló en un tono sarcástico y rodó sus ojos con exasperación, aunque sabía que estaba siendo hipócrita.

Se le dificultaba adaptarse a los secretos que tenía que guardar ahora. Toda su vida se estaba poniendo de cabeza y no podía hacer nada para evitarlo.

—Hermione no exageres. —Se acercó para darle un beso. Ella lo aceptó a regañadientes—. Bien, nos veremos cuando regrese.

Dicho esto Ron salió como alma que lleva el diablo. Los Potter miraron a Hermione con decepción. Se estaba comportando como una adolescente y ella ya era una adulta, se tenía que comportar como tal.

ϟ

—¡Maldita sea, Potter dame mi varita! —exigió Agatha.

James le había quitado la varita y había salido corriendo como puerco robado. La rubia corría detrás de él y el resto de la clase observaba la escena con expresiones divertidas y, a su vez, aburridas. Sabían que eso se iba a convertir en rutina de ahora en adelante.

—¡Accio varita Agatha Smith! —exclamó Alex y la varita de su amiga llegó a su mano. Caminó hasta ella y se la entregó.

—Gracias, Alex, eres un amor —le dijo con una sonrisa. Al ver a James su expresión se enserió.

Dakota la observó detenidamente y alzó una ceja. Agatha rodó los ojos y se rindió. Caminó hasta un lugar del aula con James en frente. Se posicionaron y sacaron sus varitas. La rubia se relajó, restalló sus huesos para concentrarse, lanzándole una mirada de superioridad a su pareja y se preparó para realizar el encantamiento. Enfocó su mente en un recuerdo feliz y dijo fuerte y claro «Expecto Patronum». En un principio salió una nube de luz incorpórea que luego comenzó a tomar forma cuando Agatha se enfocó más en su recuerdo, aferrándose a él con su vida. De su varita salió un enorme lobo que corrió por toda la habitación y luego de un minuto desapareció.

—Bien hecho, Agatha —la felicitó Dakota posicionándose a su lado. Estaba un poco sorprendida con su desempeño para la magia. No esperaba que tuviese tanto talento—. Diez puntos para Slytherin. Ahora, ayuda a James que se nota que la necesita, luego hablaré contigo sobre algo.

—Pero... —La metamorfomaga la interrumpió.

—Sin peros, ayúdalo —ordenó.

ϟ

Cuando Draco y Harry se marcharon de la oficina de Hermione, Ginny se volteó a ver a su cuñada y mejor amiga con un toque de exasperación brillando en sus ojos. A veces no podía creer la forma en la que se comportaba. Era demasiado inteligente, pero en asuntos básicos se le iba la mano.

—Herms...—La mencionada la interrumpió.

—Por favor, no.

Ginny tomó en consideración su petición porque frunció sus labios en una mueca de inconformidad antes de abrirlos para hablar.

—Tienes que dejar esa actitud de adolescente que traes estos últimos días. ¡Joder! Tienes casi cuarenta años, un esposo, un amante y tres hijos. Ya es hora de que madures, mierda —soltó con rapidez porque no quería que Hermione fuese a interrumpirla de nuevo. A veces era testaruda para aceptar la verdad.

Hermione apenas parpadeó intentando de procesar las palabras honestas de Ginny. Sin embargo, enfocó su interés en una sola parte de su pequeño discurso.

—¿Amante? Draco Malfoy jamás ha sido mi amante —le dejó saber, su ceño hundido.

La pelirroja arqueó una de sus cejas.

—¿Segura? Entonces explícame de dónde salió Agatha, ¿del aire? —Preguntó en un tono sarcástico.

—Fue solo una noche, ¡Por Merlín! Fue solo una maldita noche de la que me he arrepentido por unos quince años.

Pasó sus dedos a través de su cabello castaño, intentando sacar toda su frustración.

—Entonces te arrepientes de tener a Agatha.

La mirada en los ojos cafés de Hermione cambió.

—Eso no es...

—Hermione realmente me decepcionas —la cortó—. Un hijo es una bendición no importa si fue de una infidelidad o no. Ella es realmente especial y pienso que ya ha sufrido lo suficiente como para escuchar que su madre se arrepiente de haber quedado embarazada esa noche.

—Ginny... —La pelirroja volvió a interrumpirla.

—Reflexiona sobre lo que te he dicho y me hablas de nuevo cuando seas tú de nuevo porque esta que está hablando no es mi amiga.

Dicho esto salió por la puerta y la cerró dejando a Hermione sola y pensativa. Todos tenían razón, ella se estaba comportando de una manera inmadura y egoísta.

ϟ

En la clase de herbología se encontraban Sky, Albus, Scorpius y Rose hablando, riendo entre ellos con sus comentarios jocosos. Rose era la más seria de los cuatro y también la única Gryffindor entre ellos.

—...También pueden ser utilizadas para... —Dejaron de escuchar al profesor Longbottom cuando Sky dijo otro comentario gracioso—. Potter, Malfoy, Weasley y Moon, se supone que presten atención a la clase.

—Estábamos prestando atención —mintió Skylar, apretando sus labios en una línea para reprimir la risa que amenazaba con salir de sus labios.

—Y yo soy Albus Dumbledore —habló Neville en un tono burlón—. Presten atención.

—Con Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore no te metas —masculló en un susurro Skylar.

Sus amigos voltearon a verla con el ceño fruncido. No estaban seguros de lo que habían escuchado.

—¿Qué? —Preguntaron todos.

—Nada.

ϟ

Dakota Welsh caminaba alrededor del aula, evaluando las capacidades de sus estudiantes mientras intentaban realizar un Patronus corpóreo. Hasta el momento solo Agatha, Alex y Lysander lo habían logrado. Algunos hacían algún rastro de niebla de sus varitas, pero no más. James se negaba a recibir la ayuda de su compañera y ella estaba a punto de romperle una silla en la cabeza.

Completamente normal.

—¡Hazme caso por una vez en tu miserable vida! —exclamó Agatha, rodando sus ojos con exasperación.

—Puedo hacer esto solo, mierda —replicó él y volvió a intentar realizar el encantamiento. No tuvo resultado alguno. Ni siquiera estaba logrando hacer un Patronus incorpóreo.

—No, no puedes. Ahora, deja tu orgullo por un minuto y sigue mis instrucciones —ordenó y se posicionó detrás de él, teniendo cierta distancia, pero estando lo suficientemente cerca como para sentir el calor que emanaba de su cuerpo—. Cierra tus ojos.

—¿Qué?

—¡Solo hazlo!

James rodó sus ojos, pero obedeció. Cerró sus ojos, esperando la siguiente orden de Agatha con indiferencia. Dudaba que ella lograra hacer un efecto en él. No le veía el lado educativo a la chica, pero era mejor mantenerse callado y escuchar.

—¿Ahora qué? —preguntó de mala gana.

—Piensa en un recuerdo poderoso, el más feliz que recuerdes. Deja que entre en ti, siéntelo, vívelo. Déjalo cruzar tu alma —habló en un tono suave—. ¿Lo tienes? —Él asintió—. Entonces dilo.

—¡Expecto Patronum!

De su varita salió un ciervo que corrió por el aula durante unos segundos. Los envolvió dando pequeños saltos y luego desapareció.

—Bien hecho, James. Según tengo entendido ese es el mismo Patronus que tiene tu padre y que solía tener tu abuelo.

—Es una variación. Cambia la raza del ciervo, pero sí —dijo en voz baja.

—Te dije que tenías que hacerme caso —dijo Agatha con una sonrisa burlona en su rostro.

La hora de salir llegó y todos salieron del salón con la excepción de Agatha. Dakota se acercó a ella, queriendo hacerle una pregunta importante.

—Agatha, ¿qué recuerdo utilizaste para lograr hacer un Patronus tan fuerte en el primer intento?

La chica titubeó un momento.

—Uní varios recuerdos. —La metamorfomaga alzó una ceja—. El día en que me adoptaron, cuando conocí a mis padres biológicos y a mis hermanos por parte de madre, y el día en que conocí a mi hermano por parte de padre —mencionó, sonriendo sin mostrar sus dientes antes de marcharse del aula junto a sus compañeros.

ϟ

Los días siguientes pasaron extremadamente rápido. Nada interesante sucedía. En Pociones habían aprendido el efecto de Amortentia y de Felix Felicis. En DCAO seguían tratando de que toda la clase lograra hacer el encantamiento Patronus. Las demás clases habían ido de lo más bien, había resaltado en todas las materias, y cómo no iba a resaltar si es la hija de Hermione y de Draco. Era algo básico.

Por su parte, Hermione había reflexionado en esos días y admitió que se estaba comportando de manera inmadura. También reconoció que no se arrepentía de aquella noche, puesto que de ahí había nacido su hija y jamás se arrepentiría de eso. Había sido un pequeño golpe contra su orgullo, pero tenía que hacerlo. Era lo más racional y lo mejor para todos.

Draco había tenido algunos —muchos —problemas con Astoria. Por cada tontería, ella pensaba que él la estaba engañando con otra mujer. Específicamente, Hermione Granger. Si llegaba un minuto tarde decía que había estado con su amante, si comía en silencio, decía que estaba pensando en su amante, si hablaba, le decía que la otra lo había puesto así. Ya lo único que Malfoy escuchaba era «tu amante esto», «tu amante aquello».

Albus Severus se la pasaba hablando de Skylar cuando ella no estaba cerca, obviamente. La verdad era que esa pelirroja lo había capturado con solo mirarlo, como si fuese amor a primera vista. Puede que piensen que eso suena estúpido e infantil, pero para él no era así. Tal vez no era amor a primera vista, pero sí sentía una fuerte atracción hacia ella. Para tener trece años se puede decir que Cupido lo ha flechado bastante fuerte.

Scorpius aún no lograba poder hablar con su pelirroja. También era que no sabía ni cómo hablarle. A su lado, él se sentía tan tonto y las palabras ni le salían. Era como si, literalmente, los ratones le hubiesen comido la lengua y, para él, eso era bastante frustrante. ¿Cómo podría decirle de sus sentimientos, si no podía hablarle?

Alex se sentía algo confundida. Aún no sabía si realmente se gustaba de esa persona o no. Tal vez, solo tal vez, confundía esos sentimientos con amistad. ¿A quién engañaba? Ella misma sabía que estaba coladita por aquel chico y no podía evitarlo.

Skylar, ¿qué se podía decir sobre ella? Tenía demasiados problemas como para meterse en todo el lío del amor. Además había visto a su madre llorar por un hombre que no valía la pena, ¿para qué arriesgarse a verse así? No, jamás estaría así, aunque después su padrastro se hiciera cargo de ambas y le diera su apellido, no era lo mismo.

James Potter.

De todos, él era el más extraño que estaba. Casi no discutía con Agatha y no trataba de molestarla. Tal vez, ella era el problema. La odiaba, pero al mismo tiempo se preocupaba por ella. No soportaba tenerla cerca, pero al mismo tiempo disfrutaba de su compañía. Ella lo confundía. Un minuto estaba peleando con él y al otro se comportaba amigable. Un minuto lo soportaba y al otro estaba a punto de mandarle un crucio. Todo lo que tuviera que ver con Agatha Smith lo confundía. Su manera de ser, su forma de sacarlo de quicio, la manera exquisita en que preparaba bromas, todo perfectamente calculado y hecho de la manera más delicada posible, la forma en que era tan misteriosa. Él sabía que ella guardaba un secreto muy grande y estaba dispuesto a descubrir qué era.

Agatha, ¿qué se podía decir de ella? Se le veía feliz, siempre alegre y despierta, aunque eso no quitaba que se enojara y maldijera hasta los sostenes estirados de Molly Weasley. Puede que fuese así, pero solo Dakota sabía que estaba preocupada por todo. Y todo significa: el secreto de sus padres, su P.P.O., Scorpius, el viejo verde de corazón peludo, Astoria Greengrass, James Potter... Le preocupaba que en algún momento la verdad saliera a la luz y todos supieran que Draco Malfoy y Hermione Granger se liaron. Le angustiaba que el maldito Oastori la volviera a atacar y nadie estuviese cerca para poder ayudarla. Le inquietaba la situación de su hermano, no era fácil verlo y saber que estaba triste por la futura ruptura de sus padres. También sentía intranquilidad al pensar en su abuelo, ¿qué pensaría él si supiera que su propia nieta lo insultó? Sobre todo le preocupaba James Potter y no tenía ni idea por qué. Eso la frustraba.

Ahora, domingo y día de su cumpleaños, se encontraba en el despacho de Dakota para tener la primera clase de Defensa Contra el Maldito Oastori, DCMO.

—Dakota, ¿a quién demonios esperamos? Se supone que esté en mi castigo con Hagrid –se quejó Agatha.

Dakota frunció su ceño.

—¿Te quejas porque te estoy librando de un castigo? —inquirió.

Agatha negó.

—No. Me quejo porque odio esperar y eso es exactamente lo que estoy haciendo ahora mismo. Pensé que solo seríamos tú y yo para manejar lo del P.P.O.

—Ya deja de quejarte. ¡Merlín! Estás peor que madrina cuando no le hago su chocolate caliente en navidades —masculló la metamorfomaga rodando sus ojos.

—¿Minnie pidiendo chocolate? Tengo que ver eso —no pudo evitar reírse. Se imaginó a Minerva sentada en una silla gritándole a Dakota para que le trajera su chocolatito calentito—. Por cierto, no respondiste a mi pregunta. ¿A quién esperamos? —Volvió a preguntar.

—¿No puedes esperar cinco minutos? —preguntó.

—Mi tiempo vale galeones. ¡Págame! —le dijo, provocando la risa entre ambas. La verdad era que, a pesar de la diferencia de edades, se llevaban bastante bien—. Estoy bromeando.

—Créeme, lo sé.

En ese momento, la puerta del despacho se abrió y una figura entró por ella de forma apresurada.

—Lamento la tardanza —se disculpó.

Agatha, al ver de quién se trataba, no pudo evitar mirar mal a Dakota y cruzar sus brazos.

—¡No me jodas! Este me aparece hasta en la sopa —exclamó Agatha.


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«Por cierto, muchas gracias por los 5K!»

Dejo esas palabras de mi antigua nota porque siento que es increíble cómo esta historia llegó tan lejos. 5K de leídos era lo que tenía cuando publiqué este capítulo la primera vez. Miren dónde está ahora.

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