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10| Las alianzas de una princesa

          —LAMENTO LA TARDANZA —se disculpó la mujer de cabello castaño y algunos mechones de colores llamativos, mientras se ponía de pie y sacudía su túnica para limpiarla de cualquier partícula de polvo que se le hubiera adherido durante el viaje vía Red Flu—. No vas a creer la historia de locos que me acaba de suceder —comenzó a parlotear todavía sin mirarlas.

—Señorita Welsh...

—¡Ha sido una locura! Estaba viniendo cuando me ofrecieron un Augurey. Obviamente les dije que no podía tener un Augurey estando en Hogwarts. Además de que he decidido ser una joven adulta responsable y pese a mi alto conocimiento en criaturas mágicas, no podía aceptarlo...—continuó diciendo.

Sus mechones de colores llamativos cambiaban de color según hablaba. La emoción se podía palpar desde kilómetros de distancia y también era visible en su cabello. Mechones cada vez más brillantes y llamativos.

—Señorita Welsh —el tono que empleó McGonagall fue firme y severo, denotando que la estaba regañando.

—...pero era un Augurey tan pequeñito y bonito. —Abrió su bolso y reveló el pequeño animal.

McGonagall profirió un grito y se llevó una mano a su pecho. El pájaro no tenía ni pizca de bonito a decir verdad. Su aspecto era semejante al de un buitre desnutrido, su plumaje negro verdoso, y lucía apesadumbrado.

—¡Dakota! —exclamó.

La mujer metamorfomaga pareció captar que no se encontraba sola con la directora, sino que frente al escritorio estaba una joven de cabellos rubios mirándola con una expresión asombrada.

—Mierda —susurró, un ligero rubor cubriendo sus mejillas—. ¿Llegué muy tarde?

—¡Dakota Zoe! Son más de las diez de la noche —reprendió—. Se suponía que llegarías para la hora de la cena —añadió.

—Lo siento, madrina. No volverá a ocurrir —se disculpó.

—Y sobre el Augurey —comenzó a decir McGonagall—, tendrás que devolverlo.

—P-Pero míralo bien, madrina. Ya lo he nombrado y todo —se quejó la joven mujer llamada Dakota mientras acariciaba el pájaro—. Se llama...Perro.

Agatha mordió su lengua para evitar soltar una estruendosa carcajada. Estaba asombrada por el hecho de que Minerva McGonagall fuera la madrina de una joven tan parlanchina como Dakota y porque esta era metamorfomaga. Había leído sobre ellos, pero jamás había tenido la oportunidad de conocer alguno y presenciar con sus propios ojos su poder.

—No puedes tener un ave llamado Perro, Dakota.

—Sí puedo. Ya lo hago —se defendió y observó a la chica—. ¿Verdad que sí puedo?

La rubia asintió varias veces solo por la diversión de ver a la directora suspirar con exasperación. McGonagall apretaba sus labios en una fina línea y mantenía sus puños bien apretados.

—Yo la apoyo —afirmó.

Dakota volteó a ver a su madrina con una sonrisa triunfante.

—¿Ves? Ella me apoya.

McGonagall dejó salir un suspiro de sus labios y pasó una mano por su frente, pensándolo por un minuto. Finalmente, asintió, aceptando que Dakota se quedara con el ave y procedió a presentarlas formalmente.

—Agatha, ella es Dakota Welsh, la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras —habló McGonagall.

—Me puedes decir Dakota —acotó la metamorfomaga, guiñándole un ojo con complicidad.

—Agatha Smith —se presentó, aunque vio en la mirada de la metamorfomaga que ella conocía su verdadera identidad, aquella que no se le había otorgado al nacer—. O, bueno, qué diablos, Malfoy para darle un poco de uso al apellido. Pero ya sabes, es secreto del estado.

Dakota emitió una corta y jovial risa.

—Tu identidad está a salvo conmigo —aseguró.

Agatha la miró con curiosidad.

—¿Puedo hacerte una pregunta? Una que no es esa, te lo aseguro —aclaró.

La metamorfomaga asintió de forma animada. Le entusiasmaba que la chica la tuteara desde un principio en vez de dirigirse a ella con el monótono respeto que todos los estudiantes tenían por sus profesores. A pesar de que estaba convertida en la profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, no quería que sus estudiantes la vieran como un modelo a seguir, sino como otra de sus amigas.

—Claro, dispara.

—¿Qué edad tienes? La verdad es que te ves bastante joven para ser una profesora —dijo, ladeando un poco su cabeza mientras la observaba.

—Ah, tengo veintidós —respondió encogiendo sus hombros para restarle importancia al asunto.

A Agatha le sorprendió que su profesora terminara siendo tan joven. Casi siempre había tenido profesores viejos y cascarrabias de esos que detestaban su presencia desde el primer instante. Había algo en su orgullo y sarcasmo que las personas de edad mayor odiaban.

McGonagall las observó con pequeño brillo especial en sus ojos. Conocía a su ahijada y sabía que en sus años de Hogwarts había sido tremenda, excelente estudiante, pero un verdadero dolor de cabeza cuando a su conducta se refería. Era casi como tener su pequeña porción de los Merodeadores con ella. Lo poco que había llegado a conocer de Agatha le dejaba en claro que la adolescente le llegaría a sacar canas verdes. En sus venas estaban unos genes que mezclados hacían una bomba. No estaba segura de poder sobrevivir a más estudiantes como ella. Los años ya le pesaban.

—Basta de charla —las cortó unos minutos después en los que había escuchado su animada charla—. Tú te tienes que ir a dormir —señaló a Agatha—. Y tú te tienes que instalar.

Dakota y Agatha intercambiaron una mirada cómplice y McGonagall supo que ninguna de las dos pensaba irse a dormir.

ϟ

En la Madriguera, los presentes esperaban con ansias que llegaran las lechuzas con su correspondencia. Hermione estaba impaciente, aún más de lo que había estado cuando Rose fue a Hogwarts por primera vez dos años atrás, aunque de ella sabía con certeza en qué casa quedaría. Con Hugo tenía cierta duda, el niño tenía inclinaciones hacia la casa de los leales, pero tenía la característica rudeza de los Gryffindor a la hora de actuar. Era un Weasley en todo el sentido de la palabra.

No obstante, su verdadera duda se centraba en Agatha. En las semanas que compartieron juntas pudo ver tantas cualidades distintas que la confundían. Un segundo podía ser la persona más calmada del mundo, pero luego se convertía en un ciclón. Estaba segura de que esos minutos de tranquilidad que Agatha tenía tan solo era el paso del ojo del huracán. Sin duda alguna, Agatha era un contraste perfecto entre sus progenitores.

Un repiqueteo en el cristal de la ventana la trajo de vuelta a la realidad y se acercó a ella para dejar entrar a la pequeña lechuza Chudley, perteneciente a su hijo Hugo. Agarró la carta y luego de darle una chuchería a la lechuza, se dispuso a leer el pergamino en el interior del sobre.

''Queridos mamá y papá:

Ahora mismo te estoy escribiendo en la sala común de Gryffindor, ¡sí estoy en Gryffindor! El viaje en el tren fue un poco emocionante, hice varios amigos que, por desgracia, no están en Gryffindor, sino en Ravenclaw y Hufflepuff. Tenías razón, mamá, es completamente distinta la experiencia de ver el castillo con tus propios ojos cuando hay que atravesar el lago.

Bueno, la ceremonia de selección estuvo bien, a pesar de que estuve muy nervioso y me asusté un poco cuando el sombrero habló, pero sentí un gran alivio cuando dijo que quedé en Gryffindor. Porque ahí es donde los Weasley pertenecen, ¿no?"

Hermione levantó su vista de la carta y quiso golpear a su marido por meterle esas ideas tontas en la cabeza a su pobre hijo. Los Weasley podían pertenecer a cualquier casa y el amor seguiría siendo el mismo.

Con un suspiro, continuó su lectura.

"La comida estuvo deliciosa, ahora entiendo por qué papá comía tanto en los años que estuvo en Hogwarts, aunque lo sigue haciendo; creo que se comería hasta una rata rostizada. Me despido, prometo escribirles la próxima semana.

Los quiere,

Hugo."

La castaña sonrió al terminar de leer la carta que le había enviado su hijo. Le tranquilizaba saber que su pequeño estaba feliz, pues a fin de cuentas eso era justo lo que ella quería para sus hijos. Felicidad plena.

Ahora solo le quedaba esperar a que Agatha se dignara a enviarle una carta, si es que llegaba a hacerlo.

ϟ

Draco Malfoy caminaba por su despacho con un vaso de whiskey de fuego en su mano derecha.

Últimamente se la pasaba allí metido, oculto de las peleas de Astoria, de las miradas amargas de su padre y de los comentarios de su madre. Adoraba a su progenitora, en serio lo hacía, pero a veces podía sacarlo de quicio con sus indirectas para que consiguiera un divorcio de su esposa. Por más que quisiera, todavía era un tema que debían discutir a fondo, no podían tomar una decisión apresurada cuando tenían un hijo. No importaba lo maduro que Scorpius fuera para su edad.

Por otro lado, también estaba el hecho de que tenía una hija perdida que acababa de aparecer en su vida. El pequeño huracán llamado Agatha definitivamente pondría su mundo de cabeza. De eso no le quedaba duda alguna.

Draco no había visto a su hija desde el día que ella se peleó con mini-Potter. Al parecer el castigo que Hermione le había puesto fue extremo, pero no podía esperar menos de Granger. La mujer tenía un carácter tremendo cuando las cosas le molestaban. Todavía recordaba la vez que le había dado un puñetazo en la nariz. Casi había tenido que ir a la enfermería para asegurarse de que no le había roto el tabique.

La lechuza de su hijo llamó su atención, rápidamente la dejó pasar y tomó la carta en sus manos. Abrió el sobre y comenzó a leer.

"Querido padre:

Bueno, esta carta va a ser un poco más corta que las de los años pasados ¿por qué? Creo que no tengo muchas cosas interesantes que contar, pero te dije que escribiría así que ahora lo hago. La palabra de un Malfoy debe valer mucho, ¿no? Al menos es lo que me has enseñado.

El viaje fue normal, tranquilo como siempre. La ceremonia de este año fue algo...interesante, al igual que la cena. Todo fue un poco más divertido, creo que todo va a ser más interesante que los otros. ¿Por qué? No lo sé, tengo ese presentimiento."

Draco no pudo evitar pensar que ese presentimiento se llamaba «Agatha» haciendo de las suyas, pero decidió continuar su lectura.

"Probablemente ahora te estés preguntando si la vi, la respuesta es sí. La vi. Se ve más hermosa que los otros años, aunque aún no diré su nombre. Por ahora nadie lo sabrá, así que te pido que no trates de meterte en mi cabeza durante las vacaciones. Sé que lo haces. Mientes fatal.

Bueno, me tengo que ir a dormir. Te escribiré la próxima semana.

S.M."

Terminó de leer la carta y sonrió.

Sabía que su hijo hablaba de la hija de Granger, era obvio. Además había visto la manera en que él la miraba cada vez que se la encontraba en algún sitio. Aunque le parecía curioso que Scorpius fuese más tímido a la hora de sentirse atraído por una chica. Draco siempre fue un galán desde niño. Definitivamente esperaba que Scorpius no formara muchos desastres en ese aspecto.

ϟ

Harry y Ginny estaban sentados en el sofá con dos tazas de chocolate caliente mientras esperaban las cartas de sus hijos. Cuando la lechuza llegó a la ventana, esta traía tres cartas. Habían decidido enviarlas todas con la lechuza de James, ya que se les hacía más fácil de esa manera. De todas formas, las cartas irían al mismo destino, ¿no?

También estaba el hecho de que Albus y Lily disfrutaban de mangonear a James, pero este no tenía por qué saberlo.

Con ansias, abrieron la primera carta que era de su pequeña pelirroja, Lily.

"Queridos mamá y papá:

Quedé en... ¡Gryffindor! ¿No es genial?

Tenían razón, Hogwarts es hermoso. Cuando lo vi me emocioné bastante, sabía que era enorme, pero no pensé que fuese así. Estuve nerviosa en la ceremonia de selección, ya que con Albus en Slytherin existía la posibilidad de que quedara en esa casa. Gracias a Merlín no fue así y me alegro bastante. (Ninguna ofensa a Slytherin, en serio, es solo que las serpientes me ponen los pelos de punta).

Comparto la habitación con Rose y Roxanne (además de otra chica cuyo nombre desconozco) es bastante espaciosa y me encanta. Ambas me dejaron la cama que está cerca de la ventana porque saben que me fascina mirar a través de ella durante las noches. Creo que esto es todo por hoy, les escribiré pronto.

Los ama,

Lily."

Sonriendo, abrieron la segunda carta que era de Albus.

"Queridos padres:

Este año será totalmente diferente, ¿La razón? Con Agatha en Slytherin (sí, quedo en Slytherin, ¡spoiler!) todo va a dar un giro de ciento ochenta grados. No sé si se acuerdan de Charlotte Zabini, pero ella es la princesa de Slytherin y creo que va a pasar de princesa a sirvienta.

Pero, eso no viene al caso.

¿Saben? En el tren conocí a la pelirroja más hermosa que he visto, (y no, no estoy hablando de ninguna de mis primas o de mi hermana. Eso sería asqueroso). Su nombre es Skylar. Skylar Moon y es la chica más linda que he visto. Tiene unos brillantes ojos azules que me hipnotizan, y para acabar también está en Slytherin.

¿Esto significa que es cierto lo que dicen de los Potter? Porque puedo asegurar que no estoy ciego.

Les manda abrazos,

Albus."

Ambos sonrieron al saber que su hijo tenía la maldición Potter. Aunque siempre pensaron que sería James el primero que reaccionaría ante ello. Su hijo mayor sin duda era muy parecido a su tocayo, un casanova hecho y derecho. Pero esperaban que pronto llegaría la chica de carácter fuerte que lo pondría de cabeza. En sus mentes, esa era la verdadera maldición Potter; iban tras mujeres cabezudas y de carácter explosivo.

Finalmente, optaron por abrir la última carta que era de James.

"Querida madre:

Ahora mismo te preguntarás por qué estoy dividiendo la carta por personas, es porque hay cosas que le diré a papá SOLAMENTE. Aunque sé que terminará soltando la sopa, contar de no dormir en el sofá —sí, lo he visto roncando como tronco en la sala, mamá—hago el intento.

Todo está normal, como los otros años. La ceremonia de selección fue como todos los años, Lily y Hugo quedaron en Gryffindor, estoy contento por ellos. El banquete fue igual que todos los años y la sala común sigue igual que el año pasado. Literalmente nada ha cambiado. Aunque no sé si eso sea bueno o malo. Como sea, te escribiré pronto. Te amo.

Ahora pásale la carta a papá y por favor NO LA LEAS. Lo sabré si tus dedos tocan esa parte del pergamino."

Ginny rodó los ojos, le pasó la carta a su esposo y fue a la cocina. Su hijo tenía una forma peculiar de pedirle las cosas, y también de ocultarlas.

"Querido padre:

La rubia me está volviendo loco, y no en ese sentido así que borra esa sonrisa de tu cara. No preguntes como sé que estabas sonriendo, es bastante obvio. Deberían cambiarte el nombre a Harry Predecible.

No sé si voy a sobrevivir unos tres años viéndola todos los días, eso es una tortura. Por lo menos no quedó en Gryffindor, aunque eso no significa que no me esté haciendo la vida imposible. Le iba a hacer una broma, pero ¡la descubrió sin siquiera tocarla! Y lo peor de todo es que le dijo a Lysander, Lorcan y a Fred que me rompió la nariz DOS VECES durante el verano.

En esos momentos me dieron ganas de asesinarla. Si sigue así no dudaré en declararle la guerra, y de esa no saldrá tan contenta.

Como sea, si tienes alguna sugerencia en cómo hacerle la vida imposible me escribes. SERÍA DE VIDA O MUERTE.

J.P."

Harry terminó de leer la carta con una sonrisa en la cara. Era como ver a la nueva generación de James Potter y Lily Evans. En ese momento Ginny apareció en el marco de la puerta mirándolo con una ceja alzada.

—No te diré —habló Harry rápidamente, adivinando los pensamientos de su esposa.

—¿Ah no? —inquirió la pelirroja acercándose a él y sentándose a horcajadas en la falda de su marido. Se acercó a su cara y le dio un apasionado beso—. ¿Seguro? —Harry asintió y Ginny le dio otro beso—. ¿Todavía no cambias de opinión? —Preguntó dándole otro apasionado beso. Harry empezó a acariciar los muslos de su esposa y la iba a acostar en el sofá—. ¿Sabes? De momento me siento demasiado cansada. Me voy a dormir.

Se paró del sofá y caminó hacia su habitación dejando a su marido con las ganas y algo sorprendido por lo que le acababa de hacer.

ϟ

Agatha se despertó temprano esa mañana, demasiado temprano para su gusto. Para alguien que se levantaba a medio día, como mínimo, estar de pie antes de las siete de la mañana era demasiado.

Tenía que ir a la lechucería para mandarle las cartas a sus padres. Había llegado tan tarde a su habitación la noche anterior que solo pudo darse un baño y acostarse a dormir. Estaba exhausta. Eso le pasaba por quedarse hablando con Dakota a escondidas de McGonagall.

Se puso su uniforme y salió de la habitación silenciosamente, ya que sus compañeras de cuarto seguían durmiendo. Salió de su sala común y caminó por los vacíos pasillos. Luego de varios minutos caminando llegó a la lechucería. Allí buscó a Katniss, su lechuza, y le dijo que le enviara la carta a Hermione. El ave se fue volando y la chica se quedó allí esperando a que volviera.

—¿Qué haces aquí? —Escuchó una voz masculina e inmediatamente guardó la carta que era para Draco en su túnica. Si la descubrían con esa carta todos descubrirían la verdad—. ¿Sabes? Todavía no ha amanecido como para que estés aquí. Además este es mi lugar especial —habló James.

Agatha reprimió sus ganas de soltar una carcajada cuando James dijo lo del lugar especial. ¿Qué edad tenía? ¿Ocho?

—Lo siento, pero no vi que en algún sitio decía «Propiedad Del Simio Retrasado». —dijo y se giró para mirarlo a los ojos, pero se arrepintió de esa decisión en el momento en el que lo vio. No pudo evitar mirarlo de pies a cabeza.

Maldito Potter, pensó, percatándose de que el chico en realidad era más atractivo de lo que pensaba. Pero era demasiado arrogante e irritante para su gusto.

«—El unicornio hablando de cuernos —canturreó su subconsciente.»

—¿Te gusta lo que ves? —Preguntó divertido. En su rostro apareció una sonrisa ladeada y se le marcó un hoyuelo en la mejilla.

Agatha resopló.

—Verte a ti es como si le lanzaran un crucio a mis hermosos ojos —contestó.

—¡Qué modesta! —murmuró sarcásticamente—. De seguro 'modestia' es tu segundo nombre, ¿no es así?

—Querido, nadie dijo que yo no era vanidosa. —James se acercó a ella, no al punto de que podían sentir sus respiraciones, pero si lo suficiente como para sentir el olor de su perfume. En ese preciso momento llegó Katniss y ella salió casi corriendo hasta el ave, entregándole la carta—. A Draco Malfoy —susurró de manera apenas audible, pero lo suficiente como para que Katniss lo captara y saliera volando de inmediato.

—¿Por qué tanto secreto? ¿Estás mandándole cartas a tu novio? ¿Quién es? ¿Un troll? —Preguntó en un tono de burla, cruzando sus brazos, adoptando una actitud despreocupada.

—¿Qué haces tú aquí? ¿Enviarle cartas a tu novia? —hizo una mueca, fingiendo repentino interés—. ¿Es una dementor? Porque si es así, no puedo esperar a el beso —habló Agatha en el mismo tono que él usó y se marchó.

Iría a la habitación de Dakota.

ϟ

Hermione se encontraba encerrada en el baño con la carta de Agatha. Era la única forma de que Ron no la leyera y se diera cuenta de toda la verdad, suponiendo que la carta revelara demasiado del secreto que mantenían. Agatha era discreta, pero no sabía lo que su hija escribiría.

Con rapidez, abrió el sobre y leyó la carta.

''Querida madre: (uy, qué formal me escuché —imagina que estoy hablando, técnicamente no puedes escucharme, pero ve con ello—.)

Espero que estés bien, porque yo también lo estoy. Lamento no haberte escrito ayer, pero llegué algo tarde y estaba exhausta. Sin embargo, te diré —escribiré—un resumen de lo que pasó.

En el tren conocí a una chica llamada Skylar Moon, es muy simpática y algo alocada (no tanto como yo, pero pronto se acercará). Es la primera vez que asiste a Hogwarts, pero es de tercer año. Aparentemente, su lechuza se murió en el camino. (Capta la broma, Herms, en serio, sé que a veces se te dificulta un poco.) Nos sentamos con ella, pero Albus se quedó mirándola con cara de tonto y salió casi corriendo del compartimiento dejándola confundida. Supondré que es su primer flechazo.

Cuando llegamos a Hogwarts, nos recibió el profesor Longbottom dijo un discurso, del cual solo recuerdo que dijo: "Bienvenidos a Hogwarts, soy el profesor Longbottom el jefe de la casa de Gryffindor", y no escuché nada más, por lo que de un momento a otro me quedé sola en el pasillo. (¡Qué sorpresa!) Después de alcanzar al grupo, hicieron lo normal en la ceremonia de selección, hasta que llegó mi turno (era la última) ahí el sombrero empezó a decir todas mis cualidades y mis defectos (no lo voy a negar me dieron ganas de quemarlo porque, vamos, soy perfecta). Al final me enojé y me quité el sombrero. Quita esa cara que sé que tienes, ahí el sombrero vio lo que quería ver y me puso en... ¡Slytherin!

Sí, soy una serpiente al igual que mi padre. Pero creo que ya todos sabían que soy una víbora.

En el banquete, una chica se me acercó junto con su pandilla de chicas tontas, y me quería hacer parte de ella. Obviamente no acepté y la mandé al demonio, lo que la hizo enojar bastante, pero ¿qué se va a hacer? La vida es dura, pero más dura es la verdura.

Después de llegar a mi habitación, la cual comparto con Skylar y con Alexandra Nott, (quita esa cara Herms, la chica me cayó bien) McGonagall me mandó a llamar y tuve que ir a su despacho. Allí me presentó a la nueva profesora de DCAO que me ayudará con mi P.P.O.

Bueno, eso es todo.

Tu muy simpática y hermosa hija,

A.C.M.G"

Hermione frunció el ceño al ver la firma de su hija. ¿De qué era la "C"? ¿Por qué ella no tenía conocimiento del nombre completo de su hija?

ϟ

Draco se encontraba en la sala de estar leyendo El Profeta cuando vio a Katniss, la lechuza blanca que le regaló a su hija durante el verano, aparecer por la ventana sosteniendo un sobre en su pico. Tomó la carta y rápidamente la abrió. Llevaba casi un mes sin tener noticias de su hija.

"Hola pa' (soné bien ranchera con el "pa", ¿no crees? De seguro encajo bien en el viejo oeste.)

Sé que llevas siglos sin saber de mí, pero eso tiene una explicación. Mi querida madre (sarcasmo) me castigó de la peor forma posible, y con eso me refiero a que me amarró a Potter durante el resto del verano ¿sabes lo horrible que fue eso? Bueno durante el verano ocurrió algo que no te podré decir por aquí, pero le puedes preguntar a Herms y ella te explicará todo.

Como sea, estoy segura de que quieres saber lo que pasó cuando llegué a Hogwarts. Apuesto a que te mueres por saber en qué casa estoy, así que te diré.

Cuando llegué a Hogwarts todo iba normal, el profesor Longbottom nos recibió y dio un discurso, el cual no escuché y gracias a eso me quedé rezagada. Corrí hasta el grupo que iba a ser seleccionado y esperé a que empezara la ceremonia de selección. Pero McGonagall dijo algo ahí de que nos castigarían si entramos a un bosque ahí, no preguntes que dijo después de eso porque no tengo ni la menor idea.

¿Te estoy desesperando verdad? Me encanta hacerlo. Solo puedo imaginar tu cabello de diva cayéndose y me mata.

Bueno, prosigo, empezaron a llamar a los estudiantes y a ponerles el sombrero. Como eran muchos me puse a mirar a todos los estudiantes y ¡uff! Las vistas me distrajeron, si sabes a lo que me refiero, por lo que cuando me llamaron estaba tan distraída que solo dije: "presente" y después me di cuenta de que me estaban llamando porque era mi turno.

Me senté en la silla y me pusieron el sombrero. El muy maldito comenzó a parlotear incesablemente. Era un fastidio enorme, créeme. Entre sus palabras, capté que dijo que era inteligente como una Ravenclaw.

¿Adivina qué?

En esa casa no estoy, ¿por qué? Porque dijo que al final del curso los pobres Ravenclaw no tendrían ni diez puntos, ya que tengo un gran empeño en romper las reglas. Después dijo que era noble como un Hufflepuff.

Y ahí gritó: "¡Hufflepuff!" y la mesa empezó a aplaudir, recibiendo a su perfecta adquisición. Creo que me acabo de catalogar como un objeto.

Es broma Draquis, ya puedes respirar.

Dijo que no estaría en esa casa porque soy demasiado vaga. También dijo que era valiente como una Gryffindor. Y ahí... Me cansé de que estuviera diciendo todos mis defectos porque, mírame, soy perfecta. Me quité el sombrero, empecé a caminar y ahí le dije que era un sombrero chismoso que estaba peor que las viejitas del salón de belleza. Justo en ese momento dijo que eso era lo que quería ver. Dijo que yo soy orgullosa, astuta y que odio que me digan lo que tengo que hacer. Por lo que gritó: "¡SLYTHERIN!"

¿No es genial? Como toda una Malfoy tuve que quedar en Slytherin. Somos toda una familia de víboras. (Me causa gracia ese detalle)

Ahora, en el banquete se me acercó Charlotte Zabini (debo suponer que sabes quién es, ¿no?) y me invitó a ser parte de su pandilla de tontas. Obviamente no iba a ser parte de su grupo y sutilmente la mandé al demonio (bueno no sutilmente, pero hice el intento. ¡Ah! ¿A quién engaño? Es obvio que la mandé al demonio con gusto y ganas. No me arrepiento de ello.)

Y bueno, hice dos amigas que son casi tan locas como yo; ellas son Skylar Moon y Alexandra Nott (creo que conoces a su padre).

En fin, me despido Draquis.

Espera verte pronto,

A.C.M. G
La nueva princesa de Slytherin."

El rubio terminó de leer la carta con una gran sonrisa en su rostro. Su hija había quedado en Slytherin. Aunque su rostro cambió en cuando vio la "C" en la firma de su hija. ¿De qué era?

ϟ

—Despierta bella durmiente —habló Agatha, entrando en la habitación de Dakota como Juan por su casa. Se contoneaba con confianza, un brillo de altivez adornando sus penetrantes ojos grises.

—En estos momentos me pregunto por qué demonios te di la contraseña para entrar a mi habitación —masculló la metamorfomaga mientras cambiaba su cabello de castaño a azul oscuro.

Dakota se removió en su cama y resopló, frotando sus ojos para desperezarse. En su campo de visión pudo ver a Agatha acariciar a Perro, aunque el pájaro parecía reacio a las caricias de la chica porque le lanzó un picotazo. Si no fuese por sus asombrosos reflejos, le hubiese arrancado la mitad del dedo índice.

—Porque soy una persona hermosa e irresistible —alegó, sonriendo y dejó de intentar de darle cariño al Augurey. El ave apenas parecía soportar su propia presencia—. Por cierto, adoro cuando cambias el color de tu cabello.

—¿Me conociste ayer y ya adoras cuando cambio el color de mi cabello? —Preguntó, arqueando una de sus cejas.

—Así soy yo —encogió sus hombros—. Por cierto ya va a ser la hora del desayuno, deberías cambiarte para que vayas al gran comedor antes de que Minnie te ponga de patitas en la calle —avisó, y con eso salió de la habitación.

Caminó por los pasillos en dirección a las Mazmorras cuando se encontró con sus compañeras de cuarto, Alex y Skylar. Ambas chicas se aproximaron a ella con sonrisas en sus rostros mientras terminaban de hablar entre ellas.

—Agatha, ¿dónde estabas? —preguntó Alex con un poco de interés, pues la rubia había abandonado la habitación al amanecer.

—Tenía unas cartas que enviar —respondió, encogiendo sus hombros para restarle importancia.

—Bueno, vamos a desayunar, muero de hambre —dijo Sky tocando su estómago.

Las tres caminaron hasta el comedor. Cuando Alex iba a abrir la puerta manualmente, Agatha la detuvo agarrándola del codo. Entonces las dos chicas captaron la idea de la rubia; la castaña se paró a la derecha de Agatha y Skylar a su izquierda. La chica del medio sonrió y con un movimiento de varita abrió las puertas estruendosamente, causando que todo Hogwarts las observara. Caminaron elegantemente hasta su mesa, en la cual se sentaron a desayunar tranquilamente bajo las miradas del estudiantado.

—Así que es cierto —comentó una voz masculina a sus espaldas—. Jackson me debes cuarenta galeones.

—Todavía no sabemos si es cierto...—Agatha se giró y el chico se quedó mudo al ver los ojos grises de la chica. Eran penetrantes, intensos, casi parecía mirarle el alma.

—¿Si es cierto qué? —Preguntó, confundida.

—Que eres...—Jackson seguía sin poder completar una oración.

—La nueva princesa de Slytherin —completó un chico trigueño—. Dylan Zabini —se presentó haciendo una pequeña reverencia.

—Así que eres hermano de la taton de Charlotte —dijo Skylar mientras picaba su desayuno con el tenedor.

—No sé lo que quieran decir con taton, pero sí. Ella es mi hermana —dijo con el ceño fruncido—. Y él es Jackson Nott, su novio.

Las dos chicas se giraron hacia Alex. La castaña encogió sus hombros como si no fuese su culpa.

—¿Qué? Nunca preguntaron si era mi cu...cuñ... ¡Ah! Esa perra no es mi cuñada. —Su hermano la fulminó con la mirada—. No me mires así, tú sabes que ella solo te está utilizando Jackson.

—No la vuelvas a llamar perra —sentenció y se marchó del comedor como alma que lleva el diablo.

—Es mi hermana y todo, pero es cierto lo que dice Alex. —La mencionada se sonrojó y sus amigas lo notaron—. Bueno me voy a buscar al idiota de tu hermano antes de que se ponga peor. Adiós chicas—les dijo a Skylar y a Agatha. Se acercó a Alex y le dio un beso en la mejilla—. Nos veremos después, Lexie.

—Nos veremos después, Lexie —tanto Agatha como Skylar imitaron el tono de voz de Dylan para molestar a su amiga.

—¡Oh, por los calzones holgados de Merlín! Está más roja que tu cabello, Sky —exclamó Agatha captando la atención de todos en la mesa—. ¿Qué miran? ¿Alguien les dijo que miraran? No, ¿verdad? Entonces métanse en sus asuntos —les ordenó e inmediatamente le hicieron caso.

Agatha sonrió satisfecha y se dispuso a desayunar.

—¡Wow! Ahora entiendo por qué lo dicen —dijo Scorpius a sus espaldas.

—¡Scor! —Agatha se giró para darle un corto abrazo en forma de saludo—. ¿Decir qué? —se interesó en saber cuándo se alejó.

—Que eres la nueva princesa de Slytherin —Albus sonrió.




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