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Capítulo 1

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Sakura se encontraba en su habitación, limpiando la cómoda, cuando unos golpes suaves en la puerta llamaron su atención. Con pesar, dejó los objetos sobre la cómoda y se acercó a la puerta. Al abrirla, frunció el ceño, molesta, al encontrarse con la rubia humana.

—¿Qué se te ofrece? —preguntó la pelinegra con evidente irritación en su voz.

—Reiji dice que bajes a cenar —respondió Yui con nerviosismo.

—Tsk... Ahorita bajo —contestó Sakura antes de cerrar la puerta sin más.

La rubia no le agradaba para nada. Desde su llegada, su estancia había sido un completo caos: si no era un problema, era otro. A su parecer, la chica era una estúpida. Sakura había intentado ponerse en su lugar y entenderla, pero simplemente no podía. Todo de ella le molestaba, especialmente cómo todos parecían girar en torno a su presencia, ya fuera por su sangre o por algo más. Sakura había descubierto que varios de sus hermanospor bo decir que todos, tenian sentimientos por la chica,  aunque ellos preferían no admitirlo abiertamente.

Decidió no darle más vueltas al asunto y bajar al comedor antes de que Reiji se molestara.

Al llegar al comedor, Sakura no pudo evitar fruncir el ceño al notar a la humana sentada cerca de Shu y Subaru. ¿Por qué no se había sentado junto a Raito? No es que odiara al pelirrojo, pero su personalidad pervertida dejaba mucho que desear.

Poco a poco, el resto de los Sakamaki llegaron y comenzaron a cenar. El ambiente estaba extrañamente tranquilo, considerando las tensiones habituales entre ellos. Sakura, sin embargo, seguía con una expresión de enojo. Mientras tanto, Yui, como era de esperarse, adoptaba su papel de mártir, soportando las burlas de Ayato y Raito, quienes no dejaban de molestarla.

Sakura apretó el cubierto con tanta fuerza que casi lo rompió, pero intentó calmarse al sentir la intensa mirada de Shu sobre ella. Aquella mirada fría e imperturbable, le provocó un dolor sutil en el pecho. Decidida a ignorarlo, se levantó de la mesa.

—Con permiso, me retiro —dijo lo suficientemente alto para que todos la escucharan.

—Sakura, esa persona quiere que te comuniques con él lo antes posible —comentó Reiji desde su asiento, observándola fijamente, como si exigiera una explicación.

—¿Por qué esa persona quiere hablar con ella? —preguntó Ayato con curiosidad.

—No lo sé, Ayato —respondió Reiji, ajustándose los lentes con tranquilidad.

Las miradas de todos se posaron en Sakura, provocándole un escalofrío.

—Yo tampoco lo sé —respondió ella con tono seco.

—Como sea, yo me voy —exclamó Subaru con enojo, levantándose de la mesa de forma brusca.

Los demás comenzaron a retirarse uno a uno, dejando sola a Sakura en el comedor. Incluso Yui ya se había marchado... o más bien, alguien la había obligado a hacerlo.

—Nada bueno, eso es seguro —murmuró Sakura para sí misma, con una mezcla de frustración y desconfianza.

Después de salir del comedor, Sakura caminó por los interminables pasillos de la enorme mansión. Sus pasos resonaban ligeramente sobre el piso de mármol y aunque estaba acostumbrada al silencio opresivo de ese lugar, esta vez le resultaba particularmente molesto. Necesitaba aire fresco, un respiro, algo que la ayudara a calmar el cúmulo de emociones que hervían dentro de ella.

Al llegar a la terraza, se detuvo un momento y dejó que la brisa nocturna acariciara su rostro. Miró hacia el cielo, donde la luna llena brillaba con fuerza, rodeada por un manto de estrellas. Esa vista siempre había logrado tranquilizarla, pero esta vez, ni siquiera la luz plateada parecía aliviar el peso que sentía en el pecho.

—Maldita sea... —murmuró con un suspiro, cruzándose de brazos mientras sus ojos seguían fijos en la luna.

Sabía que no podía postergar lo inevitable. Hablar con "esa persona" era algo que no deseaba en absoluto, pero ignorarlo solo empeoraría las cosas. Cerró los ojos con fuerza, como si eso pudiera transportarla a un lugar donde sus problemas no existieran. Sin embargo, al abrirlos, la realidad seguía allí, ineludible y cruel.

—Siempre lo mismo... —susurró para sí misma mientras sacaba su celular del bolsillo.

Con movimientos lentos, marcó el número que tanto detestaba, ese que llevaba tiempo queriendo borrar de su lista de contactos, pero que no podía. El número maldito, como solía llamarlo en sus pensamientos. Mientras escuchaba el tono de llamada, sus pies comenzaron a moverse nuevamente, guiándola de regreso a su habitación.

RING... RING...

Cada tono que sonaba aumentaba su irritación. Estaba a punto de colgar cuando finalmente atendieron al otro lado de la línea.

—¿Qué es lo que quieres? —dijo de inmediato, sin molestarse en ocultar su molestia.

Un leve silencio siguió a sus palabras, pero pronto fue interrumpido por una voz ronca que hablaba con un dejo de irritación.

—¿Esa es tu forma de saludar, Sakura? —musitó el hombre, su tono cargado de desaprobación.

Sakura rodó los ojos mientras cerraba la puerta de su habitación tras de sí.

—No estoy de humor para tus tonterías. Dime de una vez qué quieres —respondió ella, tratando de mantener la calma pero claramente a la defensiva.

Un suave resoplido llegó desde el otro lado de la línea, como si la respuesta de Sakura no lo sorprendiera en absoluto.

—Siempre tan amable... —replicó con sarcasmo—. Pero tienes razón, no te hice llamar para hablar de tonterías.

Sakura apretó los labios, conteniendo el impulso de decir algo mordaz. Ya era suficiente con tener que soportarlo; no necesitaba darle más razones para alargar esa conversación. Sin embargo, la manera en que él hablaba, con ese tono tranquilo y a la vez amenazante, siempre lograba ponerla al borde del enojo.

—Entonces ve al grano —dijo finalmente, dejándose caer sobre la cama mientras miraba el techo.

—Tu madre organizó una fiesta de compromiso.

El corazón de Sakura se detuvo por un instante al escuchar esas palabras. Tragó con fuerza, sintiendo cómo un nudo comenzaba a formarse en su garganta.

«¿Ella me casará sin consultarme?» pensó mientras apretaba con fuerza su rodilla, buscando calmar la mezcla de miedo y enojo que empezaba a arder en su interior.

—La fiesta será dentro de un mes...

—¡No quiero casarme! —interrumpió ella, alzando la voz en un intento desesperado por contener el nudo que amenazaba con quebrarla.

El hombre al otro lado de la línea suspiró con pesadez. Su tono, que hasta entonces había sido casi indiferente, se volvió serio y directo.

—Sakura, no puedo hacer nada. —Sus palabras cayeron como un martillo sobre su corazón—. Y mucho menos contra tu madre.

La impotencia la consumía. Sabía que su madre era una fuerza imparable, pero en el fondo albergaba una pequeña esperanza de que él pudiera ayudarla.

—Por favor... ayúdame —suplicó, dejando de lado todo orgullo. Su voz temblaba, como si cada palabra doliera más que la anterior.

—Asiste a la fiesta, y luego...

—¡No! —lo interrumpió de nuevo, esta vez con furia—. ¿Por qué no quieres ayudarme? —Su voz se rompió al decir esas palabras, y continuó, gritando con rabia contenida—. ¡Nunca te he pedido nada, ni una sola cosa!

El silencio al otro lado era ensordecedor, pero duró solo un instante.

—No me levantes la voz, Sakura —respondió él con dureza, su tono cargado de advertencia—. A menos que quieras que esa fiesta se adelante.

—Eres un...

Antes de que pudiera terminar la frase, un fuerte golpe resonó a través de la línea. Sakura se quedó helada, su enojo disipándose en un instante para dar paso a una mezcla de miedo y frustración.

—No estás en posición de pedir o exigir nada. —La voz del hombre era fría y cortante, más como una sentencia que una conversación—. Te mandaré los datos. Hasta luego.

El sonido de la llamada finalizando fue lo último que escuchó antes de lanzar su celular con fuerza lejos de su vista. Se dejó caer de rodillas en el suelo de su habitación, sintiendo cómo la desesperación finalmente la aplastaba.

Las lágrimas comenzaron a caer sin control, rodando por sus mejillas mientras sollozaba en silencio, como si temiera que alguien pudiera escuchar su sufrimiento.

—¿Por qué...? —murmuró entre lágrimas, su voz apenas un susurro ahogado por el llanto.

No quería esto. No quería casarse. Solo deseaba ser libre, vivir sin cadenas, y sobre todo, amar libremente. Pero claro, ese deseo era inútil. Incluso en su libertad aparente, no era más que un peón en los juegos de poder de su familia. Y lo peor de todo, su corazón ya le pertenecía a alguien... alguien que jamás podría corresponderle.

Sakura se abrazó a sí misma, buscando consuelo en la soledad de su habitación, mientras el peso de su realidad la hundía cada vez más.


Aceptar su realidad fue un golpe demoledor, pero Sakura sabía que no podía quedarse en ese estado de desesperación por siempre. Aunque el dolor era casi insoportable, decidió que encontraría una forma de anular aquel compromiso. No estaba dispuesta a dejar que su destino fuese dictado por otros. Con esa determinación en mente, comenzó a vestirse para ir al colegio.

Sabía que tendría que enfrentarse a su rutina habitual, lo que significaba reunirse en el living con el resto de sus hermanos y hermanastros, ya que los Mukami habían estado viviendo con ellos desde hacía un tiempo. Aunque la convivencia con ambas familias era un desafío, hoy especialmente, Sakura sentía que cualquier interacción podía desencadenar su enojo.

Cuando todos estuvieron listos, abordaron la limosina en dirección a la escuela. Sakura se limitó a mirar por la ventana, tratando de perderse en sus pensamientos y olvidar el caos de su vida, pero la irritante voz de Yui rompió su momentáneo escape.

—¿Podrías callarte? —murmuró con evidente molestia, sin siquiera voltearla a ver.

—Lo... lo siento, yo solo...

—Solo cállate —cortó Sakura de forma abrupta, dejando claro que no tenía paciencia para excusas.

El ambiente en la limosina se volvió pesado. Tanto los Mukami como los Sakamaki notaron el mal humor que ella había estado arrastrando estos días, pero hoy parecía especialmente evidente. Nadie dijo nada más; el silencio reinaba, excepto por el tenue ruido del motor.

Finalmente, después de unos largos y tensos minutos, la limosina se detuvo frente a la escuela. Sin esperar a nadie, Sakura bajó apresuradamente, ignorando completamente los modales que solía mantener. Lo único que deseaba era estar sola.

Antes de que alguien pudiera seguirla, en un parpadeo ya se encontraba en la azotea del edificio. El aire fresco y el silencio de la altura eran un pequeño alivio para su mente atribulada. Se recargó contra el barandal, dejando que la brisa acariciara su rostro, mientras su mirada se perdía en el cielo.

El azul infinito del firmamento parecía burlarse de su situación, mostrándole una libertad que le era imposible alcanzar. Cerró los ojos por un momento, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con regresar. No, no lloraré más, se dijo a sí misma. Había decidido que no se rendiría, pero ese peso seguía siendo demasiado para cargar sola.

"Debe haber una forma..." pensó en voz baja, susurrando sus palabras al viento. Sin embargo, en lo profundo de su corazón, sabía que encontrar una salida sería más complicado de lo que quería admitir.

Un ruido extraño la distrajo, y, curiosa, preguntó al percibir una presencia, algo que no había notado antes.

—¿Quién eres? —preguntó Sakura, mirando hacia todos los lados, intentando ubicar de dónde provenía el sonido.

La figura ante ella no tardó en responder y una voz grave y masculina se hizo presente.

—Vaya, parece que los rumores eran ciertos —dijo el ser, fijando su mirada en la Sakamaki, como si la estuviera estudiando desde hace tiempo.

Sakura frunció el ceño, sin dejar de observarlo. Su tono y presencia despertaron una curiosidad y una ligera incomodidad en su interior.

—¿Qué rumores? —preguntó Sakura, alzando una ceja, la incomodidad transformándose en intriga.

El ser salió de su escondite, revelando una figura imponente y misteriosa. Su rostro tenía una expresión arrogante y sus ojos brillaban con intensidad, como si estuviera disfrutando el momento.

—Sobre lo hermosa que es la única hija del Rey de los vampiros —dijo con un tono burlón, mientras se aproximaba lentamente a ella.

Sakura, molesta y cansada de tanta atención no deseada, rodó los ojos con enfado.

—Como sea, no has respondido mi pregunta —contestó con desdén, cruzando los brazos y manteniendo la postura de desafío.

El desconocido hizo una pausa, observando sus ojos con una sonrisa en su rostro, como si disfrutara del desconcierto que provocaba en Sakura.

—Parece que no me recuerdas, princesa —dijo él, mientras se acercaba cada vez más a la Sakamaki, con una sonrisa seductora en los labios.

Sakura frunció el ceño, pero, antes de que pudiera responder, sus palabras se detuvieron al reconocer la voz que tanto había evitado en su mente.

—¿De qué estás...? —dijo, pero las palabras se atoraron en su garganta.

Una sombra de reconocimiento cruzó su mente, y en su interior, algo se rompió al escuchar ese nombre.

—Vali —susurró en un hilo de voz, su cuerpo tenso por la sorpresa y el temor.

—Hola, mi dulce pastelito —exclamó él con una sonrisa que parecía ser tanto una bienvenida como una amenaza, acercándose aún más a ella.

Sakura retrocedió instintivamente, pero, en un parpadeo, Vali la tenía acorralada contra las frías rejas de la azotea. No había forma de escapar.

—Te extrañé mucho —dijo Vali, su mirada se suavizó por un momento, observando a la pelinegra debajo de él, como si fuera una presa que finalmente había encontrado. — Bueno, tendremos toda una vida para recuperar el tiempo perdido.

El tono de Vali era suave, pero su cercanía y sus palabras llenaban a Sakura de una incomodidad creciente. Ella no podía entender cómo él aún tenía tanto control sobre sus emociones.

—¿De qué estás hablando? —preguntó, ahora con un tono más tembloroso, al darse cuenta de que estaba atrapada sin poder reaccionar adecuadamente.

—Mi lindo pastelito —respondió Vali sin dejar de sonreír, mientras se acercaba más a ella, cada palabra como una condena—. Tú y yo nos casaremos. A partir de este momento eres mi prometida.

Aquella respuesta hizo que el mundo de Sakura se viniera abajo. Su corazón latió con fuerza y el nudo en su estómago le impidió respirar con normalidad. La idea de casarse con él, alguien que parecía haber estado fuera de su vida durante tanto tiempo, era simplemente insoportable.

—¡No, aléjate! —gritó, empujándolo con todas sus fuerzas. La rabia y el miedo la invadieron, pero Vali, con su fuerza sobrehumana, no se movió ni un centímetro.

Vali sonrió, divertido por la resistencia de Sakura, como si su lucha solo fuera un juego para él.

—No lo haré —respondió, y, antes de que ella pudiera reaccionar, tomó su mentón con una mano firme y lo levantó, forzándola a mirarlo directamente a los ojos.

—Me perteneces —susurró con voz grave, mientras sus ojos comenzaban a cerrarse lentamente, preparándose para sellar la amenaza con un beso.

Sakura sabía lo que iba a pasar. Intentó alejarse, pero Vali no cedió, y la sensación de su cercanía la hizo temblar. La lucha interna que sentía era insoportable. "No quiero... que se detenga... Por favor, alguien, ayúdame..." pensó, con el corazón acelerado y los nervios al borde.

De repente, una voz grave interrumpió la situación.

—Ella fue clara al decir que te alejaras. Deja a mi hermana.

En un parpadeo, Vali se encontraba alejado de Sakura, y ella miraba, sorprendida, la espalda de su salvador. La situación había dado un giro inesperado y ahora se encontraba a salvo, pero con el corazón aún agitado.

—Cuñado, cuánto tiempo —dijo Vali con una sonrisa provocadora, pero la mirada seria de Shu lo desarmó por completo. El rostro de Shu estaba inexpresivo, pero sus ojos denotaban una fuerte molestia.

—No vuelvas a llamarme así —respondió Shu, con un tono frío que detuvo cualquier intento de persuasión de Vali.

Vali amplió su sonrisa, como si la situación fuera un desafío y no una advertencia.

—Ya lo veremos —respondió, mientras metía las manos en los bolsillos y observaba a Shu con una mirada desafiante. Intentó ver detrás del rubio, como si buscara algo o alguien.

—Nos veremos luego, pastelito —dijo antes de desaparecer de la vista de ambos vampiros. La atmósfera se relajó solo un poco después de que Vali se desvaneciera.

Shu y Sakura permanecieron en silencio. Los dos vampiros se quedaron quietos por un momento, hasta que Sakura, finalmente, rompió el silencio.

—Gracias, Shu —murmuró, aún en shock, y aliviada por la intervención de él.

Shu no dijo nada en respuesta. En cambio, la miró por encima del hombro unos segundos antes de acercarse nuevamente, acorralándola contra la cerca. La diferencia de altura entre ellos era abismal, y Sakura se sintió completamente pequeña bajo la intensa mirada de Shu.

—¿A qué se refiere con que eres su prometida? —preguntó en tono demandante, sus ojos fríos y penetrantes.

Sakura, que aún sentía la presión en su pecho por lo sucedido, no pudo evitar sentirse nerviosa. La distancia entre ellos, la forma en que la observaba, hicieron que su corazón comenzara a latir con fuerza. ¿Por qué tenía que ser tan intimidante?

—Mi ma...dre me... —tartamudeó, con la garganta cerrada, luchando por explicar. Finalmente, suspiró—. Mi madre organizó un compromiso.

Shu frunció las cejas, una señal de que algo no encajaba del todo en su mente. Mientras tanto, presionó más su cuerpo contra el de ella, acercándose aún más, lo que hizo que Sakura se sintiera aún más atrapada.

—¿Fue esa persona quien te lo dijo? —preguntó, sus palabras fueron más intensas y directas que nunca.

Ella asintió con la cabeza, sin poder articular más palabras. Shu, al ver su incomodidad, frunció aún más el ceño, sin dejar de mirarla fijamente. Sin embargo, el peso de su cercanía no se desvaneció.

—Shu, me aplastas... —dijo, incapaz de soportar más la presión que él ejercía contra su cuerpo.

Shu, sin cambiar su expresión, le respondió de manera inesperada.

—¿Prefieres que sea él?

Sakura se quedó sin palabras. La situación la superaba. No sabía qué responder. El miedo, la confusión y la incomodidad la dejaron completamente paralizada.

—No, pero... —se quedó en silencio, sin saber qué decir. Las palabras se le atragantaban en la garganta, mientras se preguntaba ¿por qué lo hacía? ¿Por qué él tenía que estar tan cerca?

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Esta historia esta en edición, había partes que no encajaban, espero que les guste esta nueva versión.

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