Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

S E I S

Segundo paso.

—Papas adobadas y un agua de un litro, ¿es toda su compra? —pregunta el dependiente. Katsuki mira a Shōto y al encargado alternativamente. Shōto también hace lo mismo entonces el rubio hace un buen faceplam que hace que el propio encargado ría disimuladamente.

—¿Seguro? Yo quiero un refresco de fresa. —Ante ese comentario Katsuki se encoge de hombros.

—Por mí todo bien, tú vas a pagar, bastardo. —Shōto inmediatamente cambia la botella de agua por dos refrescos; uno de fresa y otro de cola. Katsuki niega con la cabeza. El dependiente borra el primer registro para poner las nuevas cosas—. No hace falta que compres por los dos.

—No es por presumir, pero me sobra dinero. —Tanto Katsuki como el dependiente ruedan los ojos.

—Los niños de África se sienten decepcionados de ti. —El dependiente quiere reír pero se contiene. No debe de meterse con sus clientes. Por otro lado, Katsuki quiere tomar el pequeño estante donde hay miles de paletas para partirlo en la cabeza del que le gusta.

—No estoy en África y aún si les donara víveres nada me asegura que lleguen al punto de entrega. —Shōto se encoge de hombros—. Preferiría ir allá y ayudar. Por eso quiero ser pediatra, me gustaría auxiliar a los niños cuando estén enfermos, curarlos y ver sus caritas sonrientes.

—Amante de los mocosos, por ello estás en primeros auxilios. —Shōto asiente con la cabeza con una sonrisa plasmada en el rostro. Katsuki desvía la mirada, tratando de ocultar el sonrojo que le adorna ahora en la cara. El dependiente no puede evitar pensar que son una pareja muy linda—. Vaya, qué conveniente.

—¿Tú por qué estás ahí? —pregunta Shōto ahora. Katsuki se encoge de hombros. El dependiente quiere decir que por amor, pero le urge más que dejen de hablar y le paguen.

—Supongo que es porque el pelos de mierda se metió.

—Son muy amigos.

—Es como tú. —Katsuki termina poniendo más dulces y chucherías delante del cajero quien se ha tragado toda su conversación. De inmediato empieza a cobrar todo.

—Aquí tiene. —Shōto paga tan sólo mirando el precio que sale en la etiqueta de compra. Y salen de la tienda dejando al pobre encargado sin saber en qué terminará todo eso aunque supone que en relaciones sexuales aún si no han comprado ningún condón.

—¿Por qué como yo? —pregunta Shōto—. ¿Te parece si nos sentamos aquí? —señala la banqueta.

—Romántico —ríe Katsuki, quien ya no se regaña en el interior por no haberse maquillado. Después de todo, ha empezado lloviznar. Ambos se sientan en la banqueta. Está oscuro, pero no importa. Casi nadie transita y las luces de la tienda son tenues. Las gotas de lluvia les mojan, pero no es tanta como para terminar empapados.

—Ya, dime porqué Kirishima y yo somos lo mismo.

—Porque molestas y te pegas como la goma de mascar en mi zapato al caminar —habla Katsuki tratando de no reír, abriendo la bolsa de papas picantes y dándole un buen bajón. Shōto ríe. Y Katsuki no cree lo que está viendo y lo que está escuchando.

No. No era posible.

Su risa, su jodida risa.

—Somos un caso muy real —le sigue el juego Shōto. Entonces Katsuki entiende que lo que sucede es verdadero.

Bueno, al parecer sí.

—Pero te quiero, yo te quiero —dicen los dos entre risas. Katsuki le da un pequeño empujón, sintiéndose bastante bien a su lado al igual que Shōto.

—No sabía que la conocías —habla Katsuki tratando de serenarse.

—¿Cómo no la voy a conocer? Me gusta. —Shōto "roba" algo de las papas picantes de Katsuki que el mismo bicolor ha pagado. El rubio hace un gesto de indignación.

—Hey, no le robes el alimento a un hombre, bastardo. —Katsuki se gira, retirando las papas de él. Shōto rodea su cuerpo con sus brazos tratando fe alcanzar la bolsa de papas. Por otro lado, este pequeño hecho sólo ocasiona que el rubio se ponga rojo hasta la raíz del pelo—. He-hey, basta.

—Ya casi... —Y se aleja, con la bolsa en las manos y la victoria plasmada en su boca por tan curvilínea sonrisa de satisfacción. Entonces saca algo de papas y se las mete a la boca ante la atenta mirada de Katsuki—. Gané.

—¡Bastardo! —Se le lanza encima, tratando de "aniquilarlo". Shōto ríe ante los constantes "golpes" de Katsuki, empezando a atorarse con las propias papas generando una mezcla entre carrasparreos y risas.

—¡Kat, basta! —exclama Shōto poniendose contra la banqueta, haciendo que la bolsa donde tenían todas las golosinas y las bebidas cayeran al suelo—. ¡Ups! —Katsuki se posiciona encima suyo, tratando de "ahorcarlo".

—¡Muere! —exclama y Shōto sostiene sus manos. Katsuki se hace para atrás, ruborizado.

—Espera, ¡las cosas! —Shōtto mira a donde está su refresco de fresa—. Ay, se agitó...

—Uh, venga, yo lo recojo. —Shōto se incorpora, pero Katsuki ha puesto su pecho contra sus piernas para poder alcanzar las cosas y acomodarlas—.  Listo, ¿Ves, inú...? —Levanta la mirada y se siente abochornado. Siente los ojos de Shōto escabar dentro de él, queriendo descubrir algo.

Y se hace para atrás nuevamente ruborizado.

—No me había dado cuenta.

Katsuki palidece. No. No podía haberse dado cuenta. No de su secreto. Bueno, uno de sus dos secretos.

—¿De qué? —rezaba por dentro que fuera el hecho de que estuviera enamorado de él antes de que descubriera de que él era Gogo.

Porque prefería eso antes de que supiera que era Gogo. Más que nada porque si Shōto sabia que era Gogo, ¿Cómo le explicaría que estuvo pegado a él todo el rato en que estuvo en su casa? ¿Por fingir? Qué gay, homosexual, desviado, marica, puto, joto, choto, chupa pollas sería.

—Gogo y tú se parecen bastante. —Shōto palmea su cabellera y luce sorprendido al acariciar sus cabellos—. Incluso tienen igual de suave el cabello.

—Somos hermanos, ¿esperabas algo más? —Se cruza de brazos, alejándose de él. Debía detenerse aunque le gustara estar entre sus brazos y que le acariciara todo lo que quisiera, no podía permitir que Shōto supiera la verdad—. Lo mejor es que me vaya a casa, porque... Parece que va a llover, el cielo se está nublando.

—Ya está lloviendo, Bakugō —ríe Shōto notando lo evidente. Katsuki está nervioso. Aunque no supiera el porqué tampoco planeaba ponerlo incómodo—. Pero es cierto, mira. —Y se pone a mitad de la calle, aprovechando que ningún auto pasa—. ¡Prrrr, me haces pasar frío! —Katsuki ríe y también va a él.

—Yo también me estoy mojando, ¿ves, bastardo? Me vas a mat—

Shōto resbala por un momento y Katsuki lo sostiene rápido. El de ojos bicolores de inmediato se incorpora, avergonzado. Después de todo está siendo tan torpe frente a su futuro cuñado. O novio, como sea que se vea.

—Deberíamos ir por las cosas, bastardo. —Katsuki inmediatamente huye, empuja a Shōto y este cae de sentón en la carretera. Va de nuevo a la banqueta en la que estaban y se empina el refresco de cola dando unos buenos sorbos. Shōto rodea su cuerpo de nuevo y Katsuki se deja abrazar—. O-oye, bastar—

Y se ve interrumpido, de nuevo, cuando Shōto le quita el refresco de las manos y ahora es él le da un largo sorbo deshaciendo ese estúpido abrazo. Estúpidos sentimientos. Katsuki quiere golpear su estúpido corazón. Estúpido Katsuki por creer que Shōto le ha dado un estúpido abrazo. Estúpido, estúpido, estúpido, ¡estúpido!

—Lo siento, pero el de fresa se agitó. —Shōto se encoge de hombros.

—Bastardo estúpido —se queja—. Me iré a casa ahora sí.

—¿Y los panditas? —extiende la bolsa de chucherías. El rubio le quita de inmediato el dulce para sacar el contenido y echárselos a la boca.

¿Cua e pahidas? —dice Katsuki con la boca llena. Shōto ríe.

—BaKatsuki. —El rubio traga todo de inmediato.

—Todoestúpido. —Arruga el entrecejo.

—Bakagō. —Dos podían jugar a lo mismo.

—Shōtonto.

—KaKatsuki.

—Todomeco.

—Bakuléfica.

—Elsa media caliente.

—Musulmán.

—Choto.

—Ah... Pues... —Shōto le piensa—. Luna de queso.

—¿Ah? —Katsuki ladea la cabeza sin entender—. ¿De qué mierda hablas? Nos estábamos insultando, no me cortes la inspiración.

—Pues tu nombre es Katsuki, si quitamos el Ka dice Tsuki. Tsuki es luna. Y se decía que la luna era de queso así que ¡luna de queso! —exclama Shōto y Katsuki no puede creer que ese estúpido le guste.

Su corazón de plano es un estúpido. Le pide a su cerebro que le diga a su órgano bombeador de sangre que se detenga, pero su cuerpo está entretenido liberando serotonina y dopamina en partes iguales así que...

—Vete a la mierda, bastardo de las mitades. —Le empuja y anda entre la lluvia para llegar a su casa.

—¡Bien, nos vemos mañana, Bakugō! —grita Shōto desde su espalda. Katsuki quiere regresar y hacer cosas muy homosexuales pero venga, eso no es algo que él haría así que se va derechito a su casa sin ninguna pausa.

***
Miaumiaumiaunotasfinales

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro