Extra 2 - Un angel en la noche de Tormenta
Habían pasado seis años desde aquel incidente. La vida de ambos hermanos mejoro muy poco, si bien a Aioria le tenían algo de respeto por ser un Caballero Dorado, todavía hablaban mal de el a sus espaldas.
A la pequeña Kagome, que ahora tenía siete años, No le iba tan bien. Las amazonas solian tratarla mal, al igual que otros caballeros, soldados y Doncellas. Ella no se sentía bien con esos tratos, como culparla, la pobre tenía solo un año cuando todo eso paso, y no tenía la culpa de las acciones de su otro Hermano.
—Aioria...—llamo la pequeña niña.
—¿Qué ocurre Kagome?—volteo a verla.
Su hermano mayor se la había llevado a una zona algo alejada del coliseo, para entrenar juntos.
—...—desvio la mirada algo avergonzada, jugueteando con sus dedos—¿Cuando podré entrenar con niños de mi edad?
—¿Eh?—arqueo una ceja y se cruzó de brazos—. No me digas que ya te aburre entrenar con tu querido hermano—hizo un pequeño puchero en broma.
—No es eso—movio la cabeza en forma de negación—. Es solo qué...los aspirantes a caballero y sus maestros...siempre me apartan y me miran con despreció..
El chico la miro con tristeza, pero le dedicó una sonrisa y revolvió un poco su cabello con cuidado.
—No te preocupes, pronto algún niño o niña querra entrenar contigo—dijo en un tono entusiasta.
—¿Encerio?
—Si, solo ten pasiencia.
—¿Y cuando usaré la máscara?
—Pues...—rasco su nuca—Pronto te conseguiré una, por ahora sigamos entrenando, o no lograrás ser una Amazona cuando crezcas.
—¡Sí!
( . . . )
Ambos habían estado entrenando un rato largo, la pequeña niña estaba muy cansada a diferencia de su hermano que estaba fresco como una lechuga.
—No es justo, ¿Por qué tú no estás cansado?—hizo un pequeño puchero.
—El entrenamiento de un caballero de Oro, es mucho más duro que el tuyo—explico—. Pero cuando crezca no te cansaras tanto al entrenar.
Un soldado apareció en aquella zona, no parecía tener muchos ánimos, pero debía tener una buena postura ante un caballero Dorado.
—Caballero de Leo, se le solicita que vaya a entrenar con sus compañeros—hablo el hombre.
Aioria asintió, luego el soldado se marchó. El joven de cabello castaño claro soltó un suspiro pesado y luego volteó a ver a su hermana menor.
—Tendremos que ir al coliseo—dijo el chico.
—Pero...¿Con quién se supone que entrenaré?
—Bueno...—lo pensó por unos momentos—Entrenaras con Marin—suguirio—. Se que te agrada y yo confío mucho en ella, asique estarás en buenas manos.
—P-pero...—bajo la mirada—Yo quiero seguir entrenando contigo.
—Otro día será...—suspiro y tomó su mano—. Ahora vamos...
( . . . )
Al llegar al coliseo Aioria dejo a su hermana con Marín, luego se fue directo al lugar donde estaban sus compañeros.
Las dos féminas entrenaron juntas. Marín era mucho más dura que su hermano, por lo que Kagome tuvo que esforzarse muchísimo más de lo normal.
—Esto es muy difícil—se quejo la niña, la cual trataba de romper una roca con su puño desnudo.
—Es increíble que aún no hayas encendido tu cosmos, ¿Tan blando es Aioria?—cuestiono cruzándose de brazos.
—No es que sea blando, ¡No hace mucho que empeze mi entrenamiento!—nuevamente se quejó.
—Es cierto que hace poco cumpliste 7 años, y que espero a que lo hicieras para entrenar, pero eso no significa que debes poner toda tu voluntad en despertar tu cosmos.
—Eres muy exigente...—inflo sus mejillas.
—No hagas pucheros—con su dedo pulgar y el índice, le hizo un pequeño golpe en la frente.
La niña ya no dijo nada, y simplemente se siguió enfocando en tratar de romper la roca.
Pasaron los minutos y el cielo se puso gris, además en el ambiente se sentía un ligero olor a humedad. Pronto empezaría a llover, por lo que debían marcharse del coliseo.
—¿Segura que no quieres que te acompañe?—pregunto la chica.
—Segura, nos vemos Marin—la saludo con la mano antes de irse.
La niña empezó a correr en dirección al santuario. Las gotas de lluvia comenzaron a caer, parecía que pronto la lluvia sería más fuerte.
Apuro el paso, aunque era muy cansado tener que subir tantas escaleras. Pero el verdadero problema surgió, cuando entro ala casa de Géminis.
Corrió por varios minutos, pero parecía que pasaba por los mismo lugares una y otra vez.
—¿Por qué no puedo salir de aquí...?—se pregunto así misma.
Camino por los pasillos, quizás así encontraría la salida, pero parecía que estaba en un laberinto y no en una de las casas zodiacales.
Vago por unos momentos, hasta que llegó a estar frente a dos habitaciones. Con algo de curiosidad entro a uno, parecía ser una habitación, ¿Habrá sido del desaparecido Caballero de Géminis?
Salió y entro en la otra.
—¿Eh?—miro el cuarto confundida—. ¿Por qué hay dos habitaciones? ¿Aquí dormía alguien más?
Se hacerco al ropero y lo abrió, vio varias prendas masculinas, entre ellas trajes de entrenamiento color agua marina.
( . . . )
—Hay alguien en la casa de Géminis...
( . . . )
De repente, sintió una mano en su hombro, su cuerpo se tensó casi al instante. Tragó saliva y volteó a ver a la persona con nerviosismo.
Era un hombre, era alto, su cabello era color azul oscuro llendo casi al morado. Algo notorio en el, era que su rostro estaba cubierto con el casco de una armadura.
—¡...!—sus labios temblaron, ¿Estaba viendo una ilusión acaso?
—¿Qué haces aquí pequeña?—pregunto con voz suave, aunque se notaba algo preocupado.
Kagome no fue capaz de responder, estaba asustada, algo en su interior le decía que no debía estar ahí con ese extraño hombre.
—...Y-yo...—trato de responder.
El hombre la jalo de la mano, sacándola de aquella habitación, la cerro rápidamente casi dando un portazo. Eso no hizo más que alterarla, trato de soltarse pero el hombre no la soltaba, el se veía preocupado y algo asustado.
—N-no me haga nada...—pidio asustada—y-yo...solo quiero ir con mi hermano.
El hombre pareció reaccionar, soltó su mano y se puso a su altura, colocando sus manos en los hombros de la niña.
—Perdoname, ¿Te he asustado?
No respondió, simplemente se limitó a asentir. El extraño suspiro con pesadez.
—Usted...¿Es el caballero de Géminis?—se atrevió a preguntar.
—Si...—se puso de pie, pero aún así se inclino un poco—Por favor, no le digas a nadie que estoy aquí—puso sus dedo índice en sus propios labios.
La niña imitó su gestó, en señal de que no diría nada.
—Ven, te llevaré a la casa de Leo...—le extendió su mano.
—Gracias...—tomó su mano.
En un abrir y cerrar de ojos, todo a su al rededor dió vueltas y cuando se dió cuenta estaban en la entrada de la casa de Leo.
Abrió sus ojos con sorpresa, miro al hombre, no parecía tener expresión alguna.
—Por favor, olvida que viste la otra habitación en Geminis...—puso su dedo en la frente de la niña y una luz roja salió de este.
Kagome cerro sus ojos, luego los volvió a abrir, se sentía desconcertada. No había nadie frente suyo, tampoco recordaba mucho como había llegado ahí.
—¡Kagome!—llamo su hermano que corrió a la entrada.
—Aioria...
—¿Qué haces afuera?—la cargó para mirarla bien—Te vas a resfriar, vamos a secarte.
Ambos ingresaron al templo, mientras la niña miraba hacia afuera, sentía que algo le faltaba.
🌸🌸🌸
Aquí está el extra, quizás ya no suba capítulos extra y pase a la historia principal.
No creo que está semana pueda subir, estaré ocupada y me siento algo mal sentimentalmente, quizás esto pueda solucionarse...
Pero hasta entoces, nos leemos la próxima.
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