57 - Paz
Los rayos de sol se filtraban por las telas blancas de las cortinas, chocando suavemente contra su rostro. Kagome frunció las cejas y fue abriendo los ojos poco a poco, acostumbrándose a la claridad de la habitación. Estaba recostada sobre una suave cama. Al principio le costo reconocer el lugar, por lo que no hacía falta decir que estaba algo alterada.
—¿¡Dónde...!?—intento levantarse pero todo su cuerpo le dolió.
Soltó un quejido de dolor y se volvió a recostar. Frunció las cejas y comenzó a inspeccionar el lugar en el que estaba, ahora se le hacía un poco más familiar. A la habitación entraba una brillante luz natural, por lo que sería innecesario iluminar con antorchas o velas. También había un aroma singular, era parecido al olor de los hospitales pero tenía algo que lo volvía diferente, más natural y limpio.
Estaba en un templo, se notaba por los altos pilares de mármol que sostenían el techo. A diferencia de los templos de las doce casas, este era mucho más pequeño.
—¡Ah...!—intento levantarse de nuevo pero soltó un quejido, su torso le dolía de forma desagarradora. En ese momento, noto que su pecho estaba vendado—. Esto...—todos los recuerdos de las batallas le llagaron—mi batalla con Shura...
Giro su cabeza sobre la almohada, dándose cuenta de que habían más personas recostadas en las camas vecinas. La persona de su flanco derecho comenzó a despertar.
—¿Dónde estoy...?—pregunto adolorido, se trataba de Shun.
—¡Shun!—sonrio feliz al oír su voz, provocando que este volteara verla.
—¿K-kagome?—sintió un alivio al verla—Estas viva, eso significa que Shiryu...—suspiro soltando toda la preocupación acumulada. Una duda nueva le surgió en la cabeza —¿Dónde estamos?
—Estamos en la Fuente de Athena —explicó con calma, girando su cabeza a la izquierda para ver quién estaba postrado en aquella cama—. Es un templo al que los caballeros acuden para recibir tratamiento tras las batallas.
Antes de que Shun pudiera hacer algún comentario sobre su respuesta, el sonido de sábanas moviéndose capto la atención de ambos. Hyoga abrio los ojos y se sentó de a poco en su cama, examinando su alrededor desconcertado.
—¡Hyoga!—exclamaron los dos al mismo tiempo.
—Shun, Kagome...—los examinó a ambos con la mirada, sonríendo levemente después de tanto tiempo—Me alegra ver qué están bien.
—Digo lo mismo, por un momento temi estar en el otro mundo —dijo una voz ajena. Shiryu también había despertado y los miraba a los cuatro con una inmensa alegría.
—Amigos...—la única chica sintió como sus ojos se aguaron. Su interior se sentía pleno, habían logrado sobrevivir a esta dura batalla después de tantos sacrificios.
Charlaron los cuatro un rato, dejando que los otros dos chicos descansaran aunque sea un rato más. Cada uno comento lo difícil que fue su propia travesía por cada casa, así empezó hasta que la conversación comenzó a irse por las ramas.
—Me voy a tomar unas largas vacaciones—dijo Cisne estirando sus contracturados brazos.
—Ajá, ¿Y a dónde te irás?—pregunto Shiryu con interés—¿A Hawái?
—Nah, muy veraniego para mí gusto—respondio con una mueca.
—Que amargado eres Hyoga—comentó la chica frunciendo las cejas—. Con lo divertido que es ir a la playa; arena, sol, mar, juegos—suspiro ilusionada. Pocas veces fue a la playa que estaba cerca del Santuario, pero en esas ocasiones fueron entretenidas—. Creo que debería comprarme algún conjunto y volver a ir, yo también me merezco un descanso.
—Bueno, quizás por verte en traje de baño acceda a ir —bromeó el rubio, recibiendo un almohadazo en la cara como respuesta.
—¡Tonto!
—No seas maleducado, Hyoga —regañó Shun, negando con la cabeza antes de sonreír divertido. Sus amigos a veces eran muy infantiles.
El mensionado soltó una carcajada que se le fue contagiada al caballero de Dragón. Al poco tiempo, los cuatro santos de bronce estaban riendo como si fueran unos chiquillos, había pasado tiempo desde la última vez que pudieron relajarse y disfrutar sin preocupaciones.
Las fuertes risas fueron suficientes para lograr despertar a los dos muchachos restantes, claro que uno mantuvo sus ojos cerrados un tiempo más.
—¿Qué pasó?—cuestionó Seiya aturdido.
Miro a sus amigos y se quedó recalculando antes de hablar—¿Nos morimos?—soltó de la nada.
—Que desgracia—dijo de repente Ikki, soltando un gruñido—. Voy a tener que aguantarlos incluso muerto...
Nuevamente los cuatro estallaron en carcajadas. Seiya los miro sin entender pero después de unos minutos se sumo al coro de risas. Ikki solo sonrió levemente, claro que trato de disimularlo para no darles el placer de verlo de ese modo.
La mañana paso amena, sin cuestionarse como terminaron los seis en ese lugar. Tras unas horas, llegaron unas doncellas a atender sus heridas. Cambiaron sus vendajes y les dieron una medicina con un sabor asqueroso.
—¡Buah! Sabe horrible —exclamó Seiya arreglando la nariz con desagrado.
Los demás solo hicieron muecas sin ser tan expresivos como Seiya.
—Señorita, tengo que cambiarle el vendaje del pecho —dijo una doncella acercándose a ella, haciendo una pequeña reverencia—. La llevaré a los baños para mantener su privacidad.
—¡Claro!—dijo ella un poco nerviosa—Ya me levanto...—con ayuda de la misma doncella logro incorporarse, pero los cinco chicos se quedaron mirándola fijamente —¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?—alzó la ceja confundida.
—Kagome...—Shun hablo en un tono bajo, sin saber cómo decírselo —T-tu...c-cabello.
—¿Qué tiene mi cabello? —fruncio el ceño y se miro un mechon de pelo, dándose cuenta de que estaba más corto de lo que recordaba. Su rostro se puso pálido y comenzó a tocarse la cabeza. Cierto, su cabello estaba cortado de forma dispareja.
—Shura debió cortarlo con su excalibur—Shiryu la miro con pena, la chica estaba en completo shock.
Todos se quedaron esperando a que ella hiciera o dijera algo pero no parecía querer reaccionar.
( . . . )
Aioria de Leo había conseguido un pequeño descanso para ir a ver a su hermana y al resto de caballeros de bronce. En sus manos llevaba en total seis bolsas, las pertenencias de los seis jóvenes.
Realmente estaba preocupado por el estado de esos chiquillos, ya habían pasado dos semanas desde que la Guerra Interna culminó y aún no despertaban. Incluso, ocurrió un ataque algo desagradable por parte de unos extraños guerreros de escamas. Por suerte, Aldebarán logro controlarlo.
Antes de que pudiera ingresar al pequeño templo, escucho un fuerte grito que lo alteró. Corrió toda velocidad, rogando que ellos estuvieran bien.
—¿¡Quién eres y por qué atacas el-!?—no fue capaz de terminar de su discurso, pues solo estaban las doncellas consolando a la Amazona, la cual tenía el cabello hecho girones—¿Kagome? ¿Qué paso...?—pregunto con más suavidad.
Pero ella seguía sin prestar atención, haciendo un puchero con los labios. Sus amigos no eran capaz de entenderle, pues decía varias cosas en griego a una gran velocidad mientras sacudía los disparejos mechones de cabellos.
—Acaba de recordar que Shura le cortó el cabello durante su batalla —explicó Hyoga suspirando.
Aioria solo observo a su hermanita. Dejo las bolsas en el suelo y se acercó a ella sosteniendola de los hombros, dándole una "ligera" sacudida para que reaccionara. Ella lo miro molesta y siguieron hablándose en griego, solo Seiya entendía pero prefirió mantenerlo privado.
—Solo me sorprendí, estoy bien—dijo ella exasperada—. Solo es cabello, ya volverá a crecer—se separó un poco de su hermano y se fue con la doncella para cambiarse el vendaje.
Los otros cuatro se miraron entre ellos, sin saber exactamente que estaba pasando. Se dirigieron a Seiya pero el solo se encogió de hombros. Terminaron suponiendo que era algo propio de las mujeres alterarse cuando les cortan el cabello de esa forma.
Aioria suspiro pesadamente y miro a los cinco chicos, era un milagro o un golpe de buena suerte que despertaran todos al mismo tiempo. Seguramente la diosa Athena se pondría muy feliz al enterarse que ya estaban bien.
—Me alegra que despertarán, todos hemos estado atentos de sus estados de salud —dijo el mayor con una sonrisa tranquila.
—¿Cuánto tiempo llevamos reposando?—pregunto Shiryu apoyando su espalda contra el respaldar de la cama.
—Dos semanas—contesto en total calma, tomó las bolsas y las fue dejando en la cama correspondiente de cada caballero.
—¿¡Dos semanas!?—exclamaron al mismo tiempo. Jamás creyeron pasar tanto tiempo inconscientes.
—Muchos creímos que tardarían más —comento apoyándose contra uno de los pilares—. Tratándose de un grupo de caballero de bronce, que se hayan tardado dos semanas es algo sorprendente—animó.
—Hemos perdido mucho tiempo reposando, tenemos que ponernos en forma de nuevo—dijo Ikki con su ya conocida mirada severa.
—¿Y las vacaciones?—se quejó Seiya haciendo un puchero. Inmediatamente recibió una mirada regañadora por parte del Fénix.
Los dos comenzaron a discutir, mientras los otros tres negaron con la cabeza un tanto avergonzados. Aioria solo los observó divertido, pero no pudo evitar dirigir su mirada hacia las tinas donde se encontraba su hermana. Siempre supo que, pese a las exigencias del Santuario y las inumerables reglas, Kagome siempre añoraba la feminidad y cortar su cabello significaba perderla.
( . . . )
Los seis no tardaron en ponerse al día con los acontecimientos nuevos, la verdad, se lamentaban haberse perdido la ceremonia de ascenso de Athena. Pero por lo menos todo parecía que iba a estar en paz, con suerte un rato largo.
Kagome esquivaba audazmente todo lo relacionado a su cabello, pareciendo que realmente no le interesaba haberlo perdido, pese que para su hermano era obvio que si le dolió cortar su cabello así.
—Ya te dije que estoy bien, la medicina que me dieron en la fuente de Athena hizo maravillas —aseguro ella con una sonrisa.
—Aun así debes tener cuidado, no quiero que la herida que te hizo la excalibur se abra—advirtió el mayor, sosteniendo a su hermana del brazo para caminar.
—Que terco —rodó los ojos y el en respuesta le dió un pequeño zape en la nuca.
Sus amigos se habían ido a diferentes cabañas para terminar el descanso, pues pese a ya estar de alta, no concideraban que ya estaban listos para regresar al entrenamiento. Claro que esas no eran del todo las intenciones reales.
Kagome sabía que el grupo se separaría, cada uno quería regresar a su hogar. Eso significaba que dentro de unos días, volvería a estar sola. No podía decir que no estaba deprimida, vivió con ellos tantas cosas que decirles adiós sería más difícil que derrotar a un caballero dorado.
—Te prepare una habitación en mi templo—la voz de su hermano la saco de sus pensamientos.
—¿Me quedaré contigo?—pregunto con sorpresa. Después de todo, desde que dejó de ser una niña pequeña vivía sola para no entorpecer su labor, tal como decía el protocolo.
—Si—asintió y comenzó a subir las escaleras de las doce casas—Solo será por un par de días, el tiempo necesario para que termines de descansar —detuvó su andar al darse cuenta de que ella no lo seguía. Giro ligeramente su torso para mirarla con confusión—¿Qué pasá?
—Es que...—rasco su nuca, ocultando la vergüenza que sentía—Se siente raro volver a subir estás escaleras después de que me agarre a madrazos con ustedes.
El castaño soltó una risa que la hizo ponerse roja, esto era vergonzoso.
—Tranquila—sonrio divertido—. Está vez nadie se agarrara a los..."madrazos"
Sin poner más objeciones, los dos hermanos comenzaron a subir para llegar a Leo.
La amazona de lobo albino, no podía evitar observar todo atentamente. Los templos habían sido reparados, no había rastro alguno de que se hubiesen desatado feroces batallas en cada casa del zodiaco. Además, se sentía en el ambiente la ausencia de la mitad de la orden dorada. No pudo evitar desear que las cosas hubiesen sido diferentes. Claro que ya no podía pensar en el "hubiera", aún si sentía la culpa golpear contra sus hombros.
Al llegar a Leo, Kagome se dejó caer en el sillón de la zona privada del templo. Aquella era un pequeño espacio, similar a un departamento, en el cual los santos de oro podían vivir cómodamente.
—Oye hermano —llamó la menor—¿Viste mi collar? Las doncellas dijeron que tuvieron que sacarmelo para tratar mis heridas.
El cuerpo de Aioria se puso tenso y le dió una mirada algo nerviosa. La chica se sentó con cuidado, teniendo haber perdido el único recuerdo de Aioros.
—Lo tengo yo—contesto, devolviéndole la calma a la chica.
—¿Y dónde está?—pregunto más calmada—Desde que me lo dieron lo llevo puesto, me siento desnuda sin el.
El mayor sentía como su cara se deformaba por la pena que estaba sintiendo.
Le ordenó a su armadura abandonar su cuerpo, dejandolo con su ropa de entrenamiento, la cual usaba comúnmente.
La de cabellos miel se quedó mirándolo sin entender, hasta que observó más atentamente, dándose cuenta de que el tenía puesto su collar.
—Oh...
—Crei que sería mejor que dejarlo guardado —rasco su mejilla con nervios—. Además, como es el recuerdo de Aioros...—prefirió quedarse callado y solo quitarse el collar para devolverselo.
La menor observó la joya entre sus manos, contemplando el dije en forma de escudo. Trago saliva y volvió su vista al hombre.
—Dejateló—dijo firme.
—¿Qué cosa?—la miro con una mezcla de asombro y confusión.
—Tambien mereces tenerlo, se que lo cuidaras bien y no lo perderás —le extendió la joya.
Aioria estaba sorprendido pero sonrió levemente con orgullo, ella estaba diciendo una "tontería". Se acercó a la menor, cerrando la palma con la que sostenía el collar.
—Tu te lo ganaste Kagome—habló suavemente.
—No, tu necesitas esto. ¡Extrañas más que nadie a Aioros!—insistio volviendo a extenderle el collar.
El mayor la miro con compasión y tomó la joya entre sus manos. La fémina suspiro aliviada, creyendo que el león había entrado en razón pero grande fue su sorpresa cuando sintió que el le colocaba el collar en su cuello.
—Es tuyo—le dedicó una de sus encantadoras sonrisas y acaricio suavemente su mejilla—. No niego que me gustaría quedarmelo, pero la que lucho por los deseos de Aioros y no flaqueo eres tu. Además, yo seguramente le daría un uso incorrecto...
—Lo dices como si se lo fueras a regalar a la primera persona con la que te topes—bromeó ella con los ojos cristalinos, ganándose una risa por parte de su hermano.
El la envolvió en sus brazos, aferrandose a ella como si fuera lo más valioso de este mundo, aunque para él si lo era. Kagome sonrió con cariño y correspondió el abrazo, quizás no estaría tan sola después de todo.
- DÍAS DESPUÉS -
Era todavía de madrugada cuando salió para ir al cementerio. Hacia un poco de frío y el sol todavía no salía. Sus ojos de habían acostumbrado a la oscuridad, por lo que se podía desplazar con cuidado en el terreno. El cementerio estaba cerca de las costas, rodeado de algunos acantilados. Acantilados que ocultaban un pequeño secreto a sus pies. Uno que involucraba celdas.
Pronto encontró la tumba que estaba buscando, claro que se llevó una gran sorpresa al verla llena de ramos de flores.
—Vaya, nunca la había visto así...—murmuro y miro su pequeño ramo de almargaritas, ahora lo sentía como poco viendo los majestuosos ramos.
Desde que la batalla culminó y la verdad se supo, la gente comenzó ver a Aioros ahora como un héroe y no como un traidor. Por lo que la tumba de su hermano ya no estaba vandalizada, sino llena de flores de múltiples colores y buenos deseos.
—Esto es algo extraño —dijo la fémina, como si su hermano pudiese oirla—Antes venía de mala gana, creo que es la primera vez que te vengo a ver por voluntad propia—se sentó frente a la tumba y busco un lugar para su ramo—Y definitivamente antes no tenía problemas para dejarte las flores—rio y las dejo en un lugar algo visible.
Desde que volvió al santuario, deseaba venir aquí para verlo y sentirse en paz consigo misma. Una sonrisa se formó en sus labios y acaricio el nombre tallado en la lápida.
La brisa marina soplo su cabello disparejo, Sí, todavía no lo arreglaba.
—Gracias por guiarme hasta mis amigos, me cambiaste la vida—se imagino el rostro del fallecido—. Te juro que daré mi vida por Athena, no será en vano nada de lo que hiciste...
Noto que los primeros rayos de sol comenzaban a nacer, sintiendo que su calidez chocaba contra su rostro. Cerro sus ojos y se imagino que era Aioros devolviéndole la caricia.
Con cuidado se puso de pie observando la tumba, buscó algo en su chaqueta y saco una tijera. Tomó un bocado de aire, ya llegó el momento de hacerlo. Tomó los mechones de cabello y con cuidado, comenzó a cortarlos para dejarlos a la misma altura. Mientras que el amanecer se hacía cada vez más presente.
- HORAS MÁS TARDE -
Los cinco caballeros se encontraban en los puertos del santuario, esperando los barcos que los llevarian a sus tierras natales.
La diosa de la sabiduría les pago los pasajes y encontró un momento para venir a despedirlos.
—Les deseó un buen viaje, amigos—habló Saori con una dulce sonrisa—. Ustedes más que nadie se merecen un descanso de esta vida.
—Gracias Saori —dijo con una sonrisa el caballero de Pegaso y busco a alguien con la mirada —¿Y Kagome?
—¿Todavía no llega?—contesto con otra pregunta la diosa—. No la veo desde ayer...
Se miraron entre ellos preocupados, la amazona no sería capaz de no despedirse de ellos, ¿O sí? Pero los barcos estaban pronto por llegar. De repente, oyeron unos pasos y varios jadeos.
—Uff, ¿Llegué muy tarde?—dijo una voz que ellos ya conocían.
—¡Kago-! ¿¡Ah!?
La chica se incorporo respirando con más normalidad y les dedico una sonrisa alegre. Ahora su cabello color miel apenas estaba por debajo de sus hombros, tan solo por unos poco centímetros.
—¿Les gusta? Hice lo mejor que pude—se acercó a ellos tocando sus cortos mechones.
—Wow, te queda genial—halagó Shun, le alegraba verla feliz con el corte.
—Shun tiene razón, te queda bien—concordó Shiryu con una sonrisa.
—Crei que llorarías un poco más por tu pelo, me alegra que seas madura—dijo Hyoga, ganándose un golpe en el abdomen por parte de la chica.
Seiya giro a su alrededor, examinandola detalladamente como si fuera un niño pequeño.
—Me va a costar acostumbrarme...—dijo antes de sonreír y levantarle el dedo pulgar—¡Te queda lindo!
Ella le devolvió la sonrisa y dirigió su mirada Ikki, esperando a que el también dijera algo. Fénix solo se quedó en silencio, dándole la espalda por un momento.
—Es más práctico el cabello corto que el largo—se limito a decir, parecía una respuesta muy fría pero ella prefirió verlo como que le quedaba mejor así.
—Gracias—un ligero sonrojo adorno sus mejillas y los miro atentamente —. Pero no se acostumbren mucho, lo voy a dejar crecer.
El grupo rio y la otra fémina se colocó a su lado, observando su cabello.
—Creimos que no ibas a llegar—comento Pegaso, guardando sus manos en los bolsillos de su pantalón.
—¿Bromean? No los dejaría irse sin que yo les diga adiós —ladeo la cabeza ahora un poco más triste—. Los voy a extrañar...
—Esto no es un adiós eterno—dijo Shiryu, a lo que el resto de los chicos asíntio.
—Es un hasta pronto...—completo Shun.
—No te vas a librar tan facil de nosostros—añadió el cisne cruzándose de brazos.
Ella se quedó mirándolos antes de lanzarse a abrazarlos con fuerza. Todos, exceptuando a Ikki, estaban en medio de un abrazo grupal. Al fin pudieron comprender, que no importaba que tan lejos estuvieran el uno del otro, siempre habría algo que los uniría para toda la eternidad.
Las bocinas de los botes se oyeron, por lo que cada uno subió a su transporte para sarpar. La amazona corrió hasta el borde el puerto y agitó su mano en forma de despedida, mientras las lágrimas se desbordaban por sus mejillas.
—Hasta pronto, amigos...—murmuro.
Los barcos se fueron alejando, volviéndose pronto en manchas borrosas que se perdían en el horizonte. Era el final de una aventura y probablemente el inicio de otra.
La amazona se seco las lágrimas y giro para ver a su única amiga. Ambas se sonrieron y se fueron juntas de la mano hacia el santuario.
—Voy a tener que volver a usar la máscara, Mü ya me mandó una nueva al templo de Leo—comento ella con un puchero, ganándose una risa por parte la diosa.
—Te doy permiso de no usarla cuando estemos juntas —dijo la diosa.
Entrelazaron sus dedos y siguieron caminando, sin saber que cosas las esperaría en el futuro pero sabían que podrían superarlo, porque no estaban solas, de ninguna forma.
🌸🌸🌸
Este es el final de la saga del Santuario 😭
POR FIN
Dios, creo que esto lleva como 3 años y todavía me falta. Ahora, quiero su opinión mis amores.
¿Saga de Poseidón? O ¿Saga original?
Les dejo un formulario en los comentarios para elegirlo, ojalá Wattpad dejara hacer encuestas
También pensé en que "las próximas temporadas" sean en otros libros pero mejor no, pq ya me hicieron portada nueva (olvidé comentarlo en el anterior capítulo)
Me encanto el resultado, ya tocaba un cambió señores.
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