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50 - Una batalla de Egos

¡Pequeña nota!

Me disculpo de ante mano, se que me demore bastante pero como expliqué antes regrese a clases. También aviso que este año, a finales probablemente, comenzaré con los exámenes de ingreso a la facultad/universidad.

Pero como dije, trataré de ser más frecuente con las publicaciones. Para los fans de Awakening, ya tengo listo el prólogo y estoy reescribiendo el primer capítulo, pronto volveré a publicarlo.

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El rubio dirigió su mirada hacia el caballero de Andrómeda, quien yacía todavía en sus brazos. De ahora en adelante, si quería tener una oportunidad de seguir avanzando por las doce casas, tendría que enfrentarse al santo de escorpio.
Quizás aún no estaba en completas condiciones, a fin de cuentas permaneció congelado por horas, ni siquiera entendía cómo había logrado sobrevivir al ataúd de hielo de su maestro.

Creyó que iba a morir, pero Shun se había sacrificado para mantenerlo caliente. Estaba en deuda con él, por lo que no permitiría que alguien le hiciera daño.

—Levantense ustedes tres—volvió a repetir, dirigiéndose al resto del grupo —. Esas heridas no significan nada para ustedes, ¿Acaso lo olvidaron? Tenemos que llegar todos juntos con el gran maestro.

Su tono de voz era casi el de un regaño, por lo que los adolescentes hicieron un esfuerzo por ponerse de pie. Realmente les estaba costando, puesto que el veneno que prevalecía en sus cuerpo todavía no se desvanecía por completo.

—Ja—oyeron al caballero de cabellos azules—Solo sueñan despiertos.

—¿Disculpa?—Hyoga giro ligeramente su cabeza sobre su hombro para verlo.

—Dije, que deben estar soñando si creen que serán capaces de llegar a la cámara del Sumo Ponticife, Hyoga—repitió de forma desafiante.

El cosmos del hombre se encendió, y aplicó en el rubio la misma técnica que había usado anteriormente en los caballeros de bronce. Seiya, Shiryu y Kagome no pudieron evitar alterarse.
Si el escorpiano seguia utilizando la Restricción, su batalla contra él sería mas complicada de lo esperado.
Lo que no se imaginaban, era que el Cisne sonriera de lado con suma confianza.

—Milo—llamó—. Tu crees que los sueños son algo imposible de realizar, que solo un tonto los perseguirá...—giro para estar de frente con él.

—¿¡Cómo es qué...!?—musito el caballero dorado.

—La técnica de Milo no lo afecto—señaló Seiya con sorpresa.

—Pero en realidad, solo un ignorante cree que los sueños son imposibles —prosiguió con seriedad —. Para quien se esfuerza, jamás serán inalcanzables. Si realmente crees en tus sueños y luchas por ellos, estos siempre se haran realidad—levanto su mano y lo apuntó con su dedo indice.

De su dedo, salió un brillante rayo que fue disparado hacia Milo, quien no hizo ni un solo esfuerzo por evitarlo. Estaba confiado, la técnica de un niño jamás sería capaz de afectarlo, al menos eso creía.
Cuando trato de moverse, se quedó completamente inmóvil. Había sido atrapados por los aros congelantes del caballero de Cisne.
Esta era la oportunidad que necesitaban para evadir al mayor y seguir con su camino.

Hyoga giro para quedar de frente a sus amigos, luego dejo con cuidado al de hebras verdes en el suelo.

—Amigos—llamó—. Voy a pedirles que continúen subiendo, y que por favor cuiden muy bien de Shun. Todavía falta para que vuelva a abrir los ojos...

—¿Qué? ¿Estás loco?—cuestionó la chica frunciendo las cejas —. Milo es muy poderoso y tú estuviste congelado por mucho tiempo, no estás en las condiciones de enfrentarte a él solo—argumento preocupada.

Levantó la mano, no permitiendo que la muchacha siguiera hablando.

—Voy a vencerlo y luego me reuniré con ustedes—contesto, cerrando los ojos por un momento—. Deben seguir subiendo —repitió.

—¡No!—volvió a hablar Kagome—. Hyoga no seas imprudente, no podemos dejarte solo...

—¡Deja de ser tan terca!—fruncio su entrecejo, mirándola con severidad —. Solo son un estorbó para mí en este momento. Con el veneno de Milo aún en sus cuerpos, no podrían presentar un verdadero desafío para el.

—¡Pero...!

—Kagome—interrumpio está vez el dragón—. Recuerda lo que está en juego, debemos confiar en nosotros sino todo habra sido en vano—explicó con una voz suave, posteriormente se dirigió al de ojos celestes—. Está bien, seguiremos avanzando, pero ten mucho cuidado —advirtió a lo que el rubio asintió.

Seiya cargo con cuidado a Shun, después miro a sus compañeros y con un movimiento de cabeza les hizo una señal para seguir.
Shiryu tomó la mano de la chica, temía que aún siguiera con la idea de quedarse a pelear al lado de Hyoga.
Los tres comenzaron a correr hacia la entrada, mientras que Kagome en todo momento clavo sus ojos en el cisne.

No mueras, Hyoga —rogó en su mente, apretando sus labios.

( . . . )

Mientras tanto, en el pie de las doce casas. Saori permanencia en el suelo, la flecha dorada se iba clavando cada vez más en su pecho y solo restaban siete horas y media para que está llegará a su corazón.
No solo eso, estaba casi desprotegida, solo Tatsumi se quedó a su lado para cuidar de ella. Pues Mü había desaparecido cuando una horda de soldados iba a su encuentro.

Tenían la orden de acabar con la vida de aquella que se hacía llamar Athena.

Claro que el lemuriano todavía tenía aces bajo su manga. Nunca actuaba de forma inconsciente, al final, todo era una prueba para los santos de bronce y no solo para los que estaban cruzando los templos zodiacales.

Jabu, Nachi, Ichi, Geki y Ban hicieron acto de presencia, listos para enfrentarse a los soldados con el fin de proteger la vida de su diosa.

—¿¡Por qué tardaron tanto en venir!?—reclamó el tobogán de piojos—. No aparecen desde hace como 30 capitulos, son más de relleno que yo.

Los jóvenes habían ignorado completamente, el extraño comentario que soltó el calvo de Tatsumi.

—Volvimos a nuestros sitios de entrenamiento con el permiso de Athena—contesto Nachi.

—¿Volvieron a su lugar de entrenamiento?—arrugó la nariz.

—Asi es—confirmó Ban de león menor—. Luego de nuestra derrota en el Torneo Galáctico, regresamos con nuestros maestros para estar a la altura de nuestros compañeros.

—Ya no tienes que preocuparte —hablo Jabu está vez —. No permitiremos que nadie más vuelva a lastimar a la señorita Saori.

Garantizar la seguridad de la diosa era lo menos que podían hacer, después de todo, dejaron al resto con todos los problemas graves. Solo restaba rezar por ellos y rogar porque trajeran al Patriarca.

( . . . )

Mientras esto ocurría, en la casa de Escorpio el combate todavía continuaba.
Milo logro deshacerse de los aros que la aprisionaban.

—Que iluso, ¿De verdad creíste que lograrías retenerme para siempre con esa técnica tan vaga?—acusó el de cabellos azules.

—No buscaba detenerte para siempre —respondió Cisne, posicionándose para atacar—. Solo hacia tiempo para que mis amigos cruzarán tu casa sin problemas.

—Jumph, lo entiendo...—se colocó el casco de su armadura—. En ese caso, no tengo problemas con enfrentarme a tí, peleare con todas mis fuerzas.

Los cosmos de ambos competían entre sí, era sin dudas una batalla de egos.
Milo utilizó su técnica de restricción de nuevo, pero el rubio utilizó el aire frío de su cosmos para evadirla.
Sin dudas este niño había aprendido muy bien de Camus, pues dominaba con precisión la crioquinesis. Lastima qué él conocía perfectamente las técnicas del caballero de Acuario, no sería un problema contrarrestar el efecto de sus técnicas.

—¡Llegó la hora!—elevó su cosmos y la uña de su dedo adquirió un color carmín intenso— ¡Siente el poder de la Aguja Escarlata!

—¡No perderé el tiempo con tu veneno!—trazó las estrellas de su constelación — ¡Polvo de diamantes!

Los ataques de ambos caballeros chocaron, una fuerte luzo cubrió toda la octava casa. Sin permitir ver a simple vista quien había resultado ganador.
Hyoga jadeo un poco, sin embargo, podía sentir un inmenso alivió en todo su cuerpo. Lo había conseguido, logró congelar a Milo. Lastimosamente para él, su triunfo duro poco, pues el caballero de Escorpió con solo elevar su cosmos logro romper por completo el hielo.

—Te dije que no lograrías retenerme con una técnica tan vaga —sonrió con arrogancia, logrando alterar al joven —. Ahora acepta tu destino y muere...

—¡Tonterías!—se preparó para iniciar una batalla cuerpo a cuerpo, sin embargo, sintió un fuerte dolor atravesarlo.

Había un pequeño hueco en su armadura, como si hubiese sido hecho con una aguja. Milo era uno de los caballeros dorados más rápidos, su técnica también era una de las más letales. Con solo dar un disimulado golpe, podía acabar con sus enemigos sin complicaciones.

—No vas a escaparte de mi —nuevamente alzó su dedo hacia el. Así, piquete tras piquete, Hyoga gritaba cada vez más fuerte.

La aguja escarlata era una técnica que afectaba los nervios centrales, paralizado por completo el cuerpo de la víctima, dejando un agudo dolor en este. Pero lo peor de todo, es que no te mata de una sola vez, pues se daban quince golpes letales en el oponente. Dichos golpes, representan las quince estrellas que constituyen la constelación de golpes, y cuando se llega a la última, Antares, solo queda la muerte.

—Hyoga será mejor que te rindas—dijo el mayor—. No querrás que te dé los quince golpes, acepta este acto de benevolencia.

El mensionado solo levantó la cabeza adolorido, solamente con su mirada se dejaba ver su determinación. No iba a rendirse, aún si eso implicaba perder la vida. Cómo respuesta, Milo volvió a atracarlo con su aguja escarlata. Nuevamente, los gritos de dolor se apoderaron de la octava casa.

—Sabes, ninguno de mis oponentes a recibido las quince agujas —comentó el caballero avanzando hacia él —. Por lo general, reciben como mucho seis antes de morir o suplicar por sus vidas.

El muchacho comenzó a levantarse, quedando de frente con él. Se le notaba adolorido y cansado, no dejaba de jadear y sudar pero aún mantenía aquel brillo en sus ojos.

—Deberias saber que no soy como el resto de enemigos a los que te enfrentaste—tras decir esto, atacó nuevamente con su polvo de diamantes.

Cómo era de esperarse, Milo contra resto el golpe con su aguja Escarlata. En total, había logrado darle con ella unas nueve veces, lo suficiente para que el rubio dejara de insistir con esta lucha inútil.

—Rindete o muere de una vez, Hyoga—frunció el ceño frustrado.

—Y-ya te lo dije...—logró decir con dificultad —No voy a elegir ninguna de esas dos.

Intento una vez más atacar, pero solo termino recibiendo las agujas restantes. Solo bastaba el golpe de gracia y el moriría. Milo ya no le daría más opciones, utilizaría Antares sobre él. Sin embargo, no fue capaz de moverse, al bajar su mirada se percató de que sus pies habían sido congelados por el polvo de diamantes del Cisne.

—Te equivocaste, Milo—dijo el rubio, elevando su cosmos al maximo —. ¡Quien dará el último golpe seré yo...! ¡Rayo de aurora!—así, logro golpear de lleno al caballero dorado. Arrebatándole su casco en el proceso.

( . . . )

Mientras tanto los tres caballeros de bronce, y el desmayado andrómeda, subían las escaleras hacia la novena casa. Y en el reloj de fuego, la llama que iluminaba escorpio se extinguió, dejando así solo siete horas para salvar a Athena.

🌸🌸🌸

¡Mini Capitulo Extra!

(VERSION NETFLIX): Seiya conoce a la segunda Amazona.

El calor del desierto era abrazador, con cada paso que daba más agua caía por su frente. Incluso con un sombrero en su cabeza, podía sentir el calor derritiendola. Probablemente tendría una insolación, porque su cabeza dolía y el pitido del localizador no la ayudaba.

—Acepta la misión me dijo, será fácil me dijo—murmuro frunciendo sus cejas frustrada—. Pft, solo son rumores...una armadura de oro en un torneo clandestino, si claro —seco las gotas de sudor que bajaban hasta sus mejillas—. Aioria está siendo paranoico...

El pitido se hizo cada vez más fuerte, logrando aturdir a la Amazona. La muchacha de ojos verdes dejo salir un gruñido, pero aceleró el paso hacia la dirección marcada.

—¿Eh...?—hizo una mueca de confusión— ¿Una tapa de alcantarilla?—arrugó su nariz ligeramente —. ¡Uy, felicitaciones Fundación Graad!—dijo al aire en voz alta— ¡Sin duda esto no los delata!

Se puso de cuclillas para observar bien la tapa, solo tenía que abrirla. Antes de que pudiera tocarla, una luz roja comenzó a titilar. Un escáner apunto directo a su collar, el cual tenía gravado el símbolo de un lobo.

El rostro de la fémina se puso completamente pálido, ¿Eso era algo malo?
De repente la tapa se abrió, permitiéndole observar al interior. Ella apretó sus labios un tanto pensativa, tenía que ser discreta una vez bajará.
Se sujeto a la escalera de metal, comenzando a bajar de a poco, mirando siempre a sus pies para saber dónde pisar.
Lo primero que pudo notar desde la altura, fue un espacio inmenso con apenas algunas luces, habían algunos campers y autos al rededor de una modesta arena de combate.

( . . . )

Seiya pensaba en lo extraña que era la organización del torneo, sin embargo prefirió ignorarlo. Ahora solo necesitaba algo de luz, por lo que iba a salir del búnker.

—Necesitan más iluminación por esta zona—murmuro, entrecerraba los ojos para intentar ver algo. Llegó hasta la escalera, dispuesto a comenzar a subir o así era hasta que terminó de frente con una desconocida.

Ella aún no terminaba de bajar, no podía hacerlo con la mano del chico sobre el barrote. Pese a la poca luz se quedaron mirando por un momento, como si el tiempo se hubiese frenado por un momento. Las mejillas de la chica se tornaron completamente rojas, dirigió de inmediato sus manos a la falda de su vestido, intentando que el no viera algo que no debía ver.

—¡Cuidado!—alcanzo a decir el castaño, notando como ella perdía el equilibrio al soltarse de la escalera. Extendió sus brazos para atraparla, por suerte cayó sobre ellos, Seiya tuvo que hacer un esfuerzo para no caer de espaldas.

—Mierda—murmuro avergonzada, con diecinueve años no se esperaba pasar por algo así.

Levantó su mirada, encontrándose con unos ojos cafés que la observaban atentamente. Por suerte ella no podía notar lo rojas que estaban sus mejillas ahora.

—Emh...—rio nervioso—Siempre quise que mi futura novia me cayera del cielo, pero no esperaba que pasará de verdad—dijo sin pensar.

—¿Disculpa?—fruncio el ceño, ¿Qué clase de comentario era ese?

—¡No, no! Yo no quise decir eso, ¡Yo...!—la soltó y la chica cayó al suelo —¡Ah, perdón!—la ayudo a pararse de nuevo—. Lo siento, no convivo mucho con chicas... —se le escapó decir y se puso completamente rojo.

—Se nota—lo miro de arriba abajo y apartó su mano, aclarandose la voz—. Soy Kagome, y perdón si te ofende pero debo ir a presentarme con la organizadora.

—Claro, ve, ve—se apartó un poco dejando que se fuera —. ¡Ah, Soy Seiya!—le grito pero no supo si alcanzo a oírlo—. Genial...ya lo arruine.

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