46 - El hombre más cercano a un dios
El silencio melancólico reinaba en la quinta casa del zodiaco. Guardaban luto por el joven aprendiz, quien había dado su vida para traer de regreso al caballero de Leo.
Pese a la inmensa culpa, no podían seguir perdiendo el tiempo. La llama que brillaba en el signo de león, ya se había extinguido, lo que significaba que tan solo les quedaban siete horas para salvar a la diosa de la sabiduría.
Los otros dos caballeros de bronce, avanzaron por el templo de Leo con precaución. Claro que la escena de un cuerpo tapado por una capa rota, con los dos hermanos deprimidos, no hizo más que confundirlos a ambos.
—Kagome, Aioria—se atrevió a llamar Shun, acercándose junto a Dragón a los dos—. ¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿Se encuentran bien
—Es... complicado de explicar —respondio la chica, secando las lágrimas restantes con el dorso de su mano.
Prefirieron no preguntar más, era demasiado obvio para ellos que, lo que sea que haya pasado, fue muy duro para ambos. Lo más seguro, es que ninguno de los dos querría hablar de lo sucedido, al menos hasta que la guerra interna terminará.
—Debemos darnos prisa—el joven de cabellos azabache, cortó el triste momento —. Mientras subiamos, pude ver qué el reloj de fuego tiene cada vez menos llamas. Aún nos queda la otra mitad de las doce casas, tenemos mucho por recorrer.
—Si, tienes razón —concordó la chica incorporándose, seguida de su hermano. Iba a seguir avanzando, pero se detuvo a analizar las palabras de su amigo. Dirigió su mirada al dragón, directo a sus ojos.
Se quedó mirándolo fijamente, logrando que Shiryu se pusiera completamente nervioso. Tras unos minutos que parecieron eternos, la amazona abrió sus labios sorprendida.
—Shiryu...—hizo una pequeña pausa —¿Acaso puedes ver?
No pudo evitar soltar el aire de sus pulmones con alivio, por un momento pensó que había algo malo en él.
Le dedicó una sonrisa alegre a su amiga, y de inmediato los ojos de la joven se iluminaron de la emoción.
—Si—confirmo con emoción —. En mi batalla contra el caballero de cáncer, no solo desperté mi séptimo sentido. Sino que también pude recuperar mi visión.
—¡Eso es increíble!—hablo con euforia —. Amigo mío, por un momento creí que te quedarías ciego por el resto de tu vida.
Él solo se limitó a reír, por más que quisiera, no podía extender esta charla. Solo esperaba tener la oportunidad de narrarles todo lo ocurrido, pero su futuro era incierto, demasiado para su gusto.
Por suerte, Kagome captó el mensaje y dejó de lado el tema. Ahora tenían que llegar con su siguiente obstáculo, Virgo. Solo esperaba que Seiya pudiera encargarse de la situación, manteniendo así su ventaja en esta contienda contra el Patriarca.
—¿Seiya ya está en la sexta casa?—cuestionó andrómeda, a lo que la chica asíntio —. Será mejor que nos vayamos entonces...
Iban a dirigirse a la salida, pero Kagome se descompensó en el suelo. La chica no podía evitar retorcerse de dolor, la adrenalina de la batalla y la muerte de Cassios evitaron que se centrará en el dolor, pero ahora su cuerpo la traicionaba.
—¡Kagome!—exclamó preocupado Shiryu.
—Tranquilizense—hablo alto Aioria. No sonó demandante, pero su tono hizo que los tres adolescentes se callarán.
El castaño se acercó a la chica, sosteniendola cuidadosamente en sus brazos. Encendío su cosmos y comenzó a sanar las heridas de su cuerpo. Está escena logro hacer que los jóvenes se sorprendieran, las habilidades curativas no eran tan comunes entre los santos de Athena. Eran técnicas difíciles de aprender, por lo que muy pocos eran capaces de usar la curación, lastimosamente no era lo suficientemente poderosa para curar heridas graves.
—Con esto será suficiente —hablo el león, ayudando a su hermana a ponerse de pie —. Podrás seguir peleando, pero deberás tener cuidado.
—Gracias, y tendré cuidado, no te preocupes —respondió ella acercándose a sus amigos.
El santo de oro los miro con algo de preocupación. Podía sentir que el cosmos de los tres había aumentado, Shiryu ya había alcanzado su séptimo sentido, Kagome y Shun estaban próximos a hacerlo. Después de todo, la chica había sido capaz de igualarlo aunque sea por un momento. Probablemente, el cosmos de ambos estallaría y lograrían alcanzar el nivel de los caballeros dorados.
Sin embargo, todavía había un sentimiento de duda en él. ¿Sus habilidades serían suficientes para detener los planes de Arles?
—¿Dijeron que Seiya estaba en la sexta casa?—cuestionó antes de que ellos se marcharán.
—¿Eh?—voltearon a verlo
—Si, ¿Por qué...?
( . . . )
Los tres estaban corriendo lo más rápido que podían. Tenían que llegar al templo de virgo lo más rápido que pudieran, porque luego de la advertencia de Aioria, no podían evitar sentirse preocupados por su amigo.
Quien resguarda el templo de la virgen se llamaba Shaka de Virgo, el hombre más cercano a un dios.
Se decía que él era uno de los caballeros más poderosos que existían, porque todos los que se enfrentaban a él terminaban perdiendo la vida.
Ahora mismo, Seiya debía estar enfrentándose a él. No importaba cuánta confianza tuvieran en él, su enemigo era poderoso y el resultado de la batalla sería incierto.
“No permitan que Shaka abra sus ojos, porque si lo hace, me temo que la muerte será lo único que les espera”
Esas fue la advertencia de Aioria, ¿A qué se habrá referido? ¿Por qué morirían si Shaka abría sus ojos? Sin dudas ese santo de oro era digno de temer.
—¡Ya estamos llegando!—aviso andrómeda.
Frente a ellos, una gran estructura de mármol se alzaba, portando el símbolo de virgo en la entrada.
—De prisa, Seiya nos necesita—Shiryu aceleró el paso.
Comenzaron a cruzar la entrada de la sexta casa, pero el paronama con el que se encontraron no era el que se esperaban.
Al entrar fueron rodeados por un hermoso prado, lleno de flores silvestres y pájaros volando por el sitio, además habían algunos pilares que marcaban el camino. La paz se podía respirar, sería un buen lugar para descansar y disfrutar.
—¿Esto se trata de una ilusión?—cuestiono el caballero de Andrómeda.
—Bueno, solo tenemos una forma de averiguarlo—contesto la chica.
Comenzaron a correr por el sendero marcado, el pasto y las flores desaparecieron, pronto el lugar adquirió la apariencia normal de uno de los doce templos del zodiaco.
Un brillante figura dorada se veía a lo lejos, además, había un pequeño punto rojo en el suelo.
Frenaron el paso de golpe, contemplando la horrorosa escena frente a ellos. Seiya estaba tirado en el suelo, su cosmos era cada vez más débil y pequeño.
Un hombre de cabellos rubios estaba sentado en posición de loto, manteniendo los ojos cerrados y una expresión impasible en su fino rostro. Era fácil de suponer por la imponente armadura de oro, que se trataba de Shaka de Virgo.
—¡Seiya!—exclamó la de cabellos miel preocupada. Corrió hasta él y se arrodilló para tomarlo en brazos—. ¡Seiya! Despierta, por favor—pidió desesperada, pero el castaño no respondía.
—¡Maldito!—exclamó Shiryu, apretando su puño tembloroso—¿¡Qué le hiciste!?
No hubo respuesta por parte del hombre, manteniendo su postura serena. Esa actitud no hizo más que frustrar a la amazona de lobo albino.
—¡Contesta!—bramó furiosa—¿Qué fue lo que le hiciste?—se puso de pie de golpe frunciendo el ceño.
—Kagome, cálmate —dijo Shun, apoyando su mano en su hombro.
El hombre no parecía inmutarse, la presencia de estos tres santos de bronce eran insignificantes para él. Por supuesto está actitud por parte de él, lograba hervir la sangre de la amazona. Parecía que en cualquier momento se le tiraría encima para darle una paliza.
Tenía que controlarse, pero ver a su amigo en ese estado cuando Cassios hizo lo que hizo por protegerlo, solo lograba enfurecerla.
—¿Vas a dejarnos pasar?—pregunto, intentando mantener la calma. Nuevamente no hubo respuesta —. Qué así sea...
Se soltó del agarre de Shun, encendiendo su cosmos para utilizar su técnica Garras de lobo. Sin embargo, antes de siquiera tocarlo, el cosmos de Shaka despertó y miles de golpes se dirigieron a la amazona.
Kagome grito de dolor, cayendo abruptamente contra el suelo. Apoyó sus manos en el suelo, levantándose de a poco. Había perdido algo de sangre, se notaba en su mentón y pecho.
—¿Estás bien?—pregunto un preocupado Shun, ayudándola a incorporarse.
—Parece que los santos de bronce de esta generación son muy maleducados —comento el rubio, poniéndose de pie —. El caballero de Pegaso fue incluso más irrespetuoso.
Shiryu observó la escena con seriedad, luego dirigió su mirada al caballero dorado frente a ellos. Incluso privandose de uno de sus sentidos, este caballero era muy poderoso. Con más razón debía evitar que este hombre abriera los ojos, de otro modo estarían perdidos.
—Shaka—llamó el azabache—. Yo seré quien se enfrenté a ti...—elevo su cosmos para comenzar a atacar.
Uso su poderoso dragón ascendente, el cual se dirigía con rápidez hacia su objetivo. Pero el golpe nunca llegó, Shaka con su mano había logrado frenar el ataque. Era como si un campo de energía detuviera el dragón.
—¿Qué pasá, Shiryu?—pregunto el hombre, sonriendo de forma arrogante. Le daba satisfacción el desconcierto del muchacho —. ¿Acaso tú poderoso Dragón resulto ser inútil?—comenzo a ejercer presión sobre el puño del chico, logrando que se retorciera de dolor —. Permíteme explicarte, primero tu piel atravesará tu armadura de bronce —el ardor de su puño se hacía cada vez más intenso—. Seguido de eso, tus huesos serán aplastados hasta haber desaparecido...
—¡Shiryu!—exclamo Shun alterado, tenía que darse prisa y salvarlo de ese cruel final.
Preparó su cadena y no dudo en dirigirla hacia el hombre de vestiduras de oro— ¡Cadena de Andrómeda!—Shaka frunció ligeramente el ceño, manteniendo aún sus ojos cerrados. Libero a Shiryu lanzandolo lejos con una onda de cosmos, luego, detuvo fácilmente la cadena en el aire—¿Qué?—observo perplejo el estado de su arma.
Solo bastó que el hombre emitiera un vago sonido, para que la cadena se fuera en contra de su dueño. El metal aprisionó con fuerza al caballero hasta su cuello, impiendole moverse. Lo que pasaba era inaudito, ninguno entendía que era lo que pasaba. La cadena comenzó a apretar con más fuerza su cuerpo, logrando que la fricción perforara su piel y la sangre comenzó a brotar de todo su cuerpo.
—¡Shun!—exclamo preocupada, preparada para ir en su ayuda.
—No des un paso más —advirtió el hombre con voz severa, logrando que ella parará en seco—. Si lo haces, emitiré un siguiente sonido y su cabeza será desprendida.
—N-no lo e-escuches...—logró decir con dificultad — A-atacalo, ¡V-ve!—grandes gotas de su sangre cayeron al suelo.
El semblante de la joven tembló, tenía que tomar una desición rápido. Mordió con fuerza su labio, y emprendió carrera contra el rubio buscando derribarlo. Solo que no se esperaba que el representante de virgo, le lanzará el cuerpo de Andrómeda. Logrando que ambos caballeros de bronce terminarán en el suelo junto a Shiryu.
La chica se levantó rápidamente, comprobando el estado su compañero. Dejo salir un suspiro, la cabeza de Shun todavía estaba sujeta a su cuerpo.
Los tres santos de bronce miraron a su oponente, no habían logrado darle un golpe y ya estaban jadeando. Este tipo era incluso peor de lo que contó Aioria, quizás por eso Seiya había sido vencido tan rápido.
—Traidores del santuario —hablo en un tono firme, logrando erizar la piel de los jóvenes —. Escuchen atentamente mis palabras. En este momento, sus almas serán transportada al infierno de la hambruna—levanto ambas manos, colocándolas a la altura de su pecho —. Se encontrarán allí con el espíritu de su amigo, quien los está esperando con ansias—la energía comenzó a concentrarse entre sus manos, forman una luz dorada. El cosmos que transmitía era tan fuerte, que lograba hacer que sus cabellos levitaran.
—¿Qué está haciendo?—pregunto alterada la joven.
—Su cosmos está ardiendo con toda intensidad —dijo perplejo el de cabellos verdes.
Una inmensa luz se expandió por toda la casa, logrando que los jóvenes entrecerraran los ojos para no quedar ciegos. Todo a su alrededor se torno de color blanco, luego miles de escenarios pasaron frente a sus ojos, todos hacían alusión al Dios Buda.
Sus cuerpos comenzaron a flotar, y el feroz cosmos de Shaka los golpeó en todas partes, logrando que los tres gritaran de dolor. La tortura finalizó cuando cayeron al suelo derrotados.
Parecía que este era el fin para los santos de Athena. Los cuatro caballeros de bronce, habían sido derrotados por el hombre más cercano a un dios, ya no había esperanzas de salvar a Saori de la flecha que estaba clavada en su pecho.
—¿Cómo es que estos insignificantes caballeros de bronce lograron llegar hasta Virgo?—se preguntó a si mismo—. La única explicación coherente, es que el resto de caballeros dorados tracionaron al Gran Patriarca.
Ya no importaba, había logrado eliminar a los traidores que amenazaban la paz del Maestro Arles, y la diosa falsa pronto correría el mismo destino que sus guerreros. Con un buen castigo sus compañeros de armas regresarían al camino del bien, todo volvería a la normalidad eventualmente.
Un quejido llamó su atención, dirigiéndose al sonido se topo con el caballero de andrómeda. Su alma parecía no rendirse, intentando mantenerse en su cuerpo.
Shaka frunció su ceño y se acercó al chico, esto no le tomaría mucho tiempo. Preparó su mano, dispuesto a degollarlo. Sin embargo, sintió un molesto ardor en uno de sus dedos. Observó su mano, notando como la sangre corría por su extremidad.
—¿Cómo paso ésto?—comenzo a buscar la causa de este suceso.
A lo lejos, noto una pequeña figura naranja. Se trataba de la pluma de un fénix.
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¿Hace cuánto que no sale Ikki?
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