45 - Conviértete en estrella
Kagome quedó desconcertada cuando oyó esa tercera voz. ¿Acaso eran su compañeros? No, no era posible.
De ser así, habría reconocido sus
cosmos de inmediato.
Con precaución giro su cabeza sobre su hombro, necesitaba descubrir quién era el nuevo intruso en la casa de Leo. Si se trataba de otro enemigo, ya se podía imaginar tomando el té con los espectros.
De entre las sombras, una alta y robusta figura comenzó a nacer. Al principio la muchacha no fue capaz de reconocerlo, hasta que la memoria dejo de fallarle y sus recuerdos como aprendiz volvieron a ella.
—¡...!—se quedó completamente en shock al ver de quién se trataba. De inmediato su rostro se deformó, mostrando una mueca de consternación ¿Justamente tenía que ser él?
Aioria solo observó con desdén al hombre que interrumpió su masacre, aunque no le importaba mucho. A finales de cuenta, él era en estos momentos una máquina de matar.
—Cassios—el nombre del intruso salió de los labios del castaño.
Cassios fue el rival de Seiya desde que llegó al santuario. Ambos habían estado compitiendo por la armadura de Pegaso, por aproximadamente seis años.
Si bien, Kagome nunca tuvo un encuentro propiamente dicho con el aprendiz de Ofiuco, podía asegurar que no se simpatizaban.
El muchacho buscó algo o alguien con la mirada, hasta que sus ojos se quedaron fijos en la amazona. La sorpresa se plasmó en sus ojos, pero fue capaz de reconocer la armadura que ella utilizaba. Solo había una jovencita que usaba la armadura de lobo albino.
—¿Kagome?—cuestionó, queriendo confirmar su identidad. La amazona solo se limito a asentir—. Asique ya no utilizas la máscara impuesta por Athena...—dijo casi en un murmuró, observando el rostro de la muchacha. Claro que de inmediato apartó esos pensamientos—. Se supone que el que estaría aquí sería Seiya, ¿Acaso fue capaz de abandonar a su "noviecita" a su suerte? Qué hombre más cobarde...
—¿Noviecita?—repitieron los dos hermanos al mismo tiempo, el ceño de ambos se frunció.
—Seiya ya debe estar en Virgo—Kagome cambio de tema, mientras se ponía de pie tambaleante —. Mira en la situación en la que estamos, Cassios. Ninguno de nosotros puede perder el tiempo por pleitos del pasado—lo miro con seriedad —. Si tus intenciones son cobrar venganza contra Seiya, será mejor que te marches de inmediato.
El aprendiz la miro directamente a sus ojos verdes, con la misma seriedad con la que ella lo observaba. Luego dejo salir una fuerte risa, a modo de burla.
—Si es así, tomaré tu frágil cuerpo y destrozare cada uno de tus huesos—hizo un paso hacia delante, buscando intimidarla. Ella se quedó firme en su lugar, esto era lo último que necesitaba.
—¡Alejate de ella, Cassios!—interrumpio el caballero de oro—. Si alguien va a acabar con la vida de esta traidora, ese seré yo.
El de piel morena comenzó a murmurar un par de excusas. Acabar con la vida de esa niña, nunca fue algo que le importará. Siempre la vio como una mocosa privilegiada, sobre todo por ser la concentida del santo de Leo. Su objetivo era Seiya, por eso subió hasta aquí, pero no tuvo en cuenta que los caballeros cambiarían de lugar.
Podría simplemente evitar todo esto, marcharse y hacer como que nada paso. Sin embargo, no podía dejar las cosas así.
Para sorpresa de los dos hermanos, Cassios alzó su puño contra el caballero de Leo. Esto no presento un obstáculo para Aioria, pues sostuvo fácilmente su puño y con solo apretar un poco, logro hacer que este sangrara.
—¡Kagome!—exclamó volteando a verla. Trataba de soltarse de su agarré—Yo voy a retenerlo, tu escapa—le ordenó. De inmediato tomó al caballero, alzandolo con facilidad y apretando su cuerpo con fuerza.
La chica estaba completamente alterada, está situación era demasiado confusa. No entendía porque Cassios hacia todo esto, el jamás se tomaría las molestias de ayudarla.
El la odiaba, al menos eso creía. Cómo ella se juntaba siempre con Seiya, y estaba prácticamente pegada a él, termino en medio de toda la competencia entre los chicos.
—¿Por qué haces esto, Cassios?—cuestionó ella, mirándolo con mezcla de angustia y confusión.
—N-no lo hago por ti. —aseguró frunciendo las cejas. El intentar mantener prisionero al león, era complicado—Lo hago por Shaina.
¿Por Shaina? Que alguien aparezca con una cámara y le diga que todo era una broma. No entendía como Shaina y el ayudarla a ella, podían entrar en una oración. Siempre se cayeron mal, sus personalidades simplemente con combinaban, aunque Kagome tuvo mucha culpa por molestarla tanto en su juventud.
Había algo más en toda esa situación, comenzó a analizar las palabras del muchacho. La respuesta se aclaró una vez lo pensó bien.
—¿Es por Seiya, no?—no necesito que el respondiera, pues no estaba equivocada.
Si era por eso, entonces solo le confundió más que se quedará con ella. Estaba bastante segura de algo, a Shaina le daba igual si moría o no. Más bien, la amazona de plata era capaz de bailar sobre su tumba.
—Kagome, tu hermano está siendo controlado por la técnica del Gran Patriarca —reveló él, sacándola de sus pensamientos.
—¿Qué dices...?—lo miro perpleja.
—No hay manera de romper el hechizo de forma pacífica —intento mantener firme el agarre —. Para liberarse del embrujó, ¡Tiene que ver morir a alguien...!
( . . . )
Días antes de la llegada de los caballeros de bronce. Aioria fue a enfrentar a Arles en el salón del trono. Este hombre de inmediato negó toda acusación por parte del santo.
El líder de los caballeros, aseguraba que Saori Kido era una falsa Athena, y que en los aposentos del templo principal, se encontraba la verdadera Diosa de la Sabiduría.
Pero Aioria ya había abierto los ojos, no iba a caer tan fácil en la telaraña del Gran Patriarca.
Sin embargo la intromisión de Shaka de virgo alteró sus planes. Ese hombre, era conocido por ser el más cercano a Dios. Uno de los caballeros más poderosos de toda la orden de Athena.
A pesar de mostrarse como un hombre justo y pacífico, estaba del lado de la maldad. Creía realmente en la causa de Arles, incluso si está iba en contra de los ideales propios de los caballeros atenienses.
Debido a la terquedad del león dorado, el hombre más cercano a Dios no dudo en atacar. Iniciando así una feroz batalla.
Se dice, que cuando dos caballeros dorados se enfrentan, son capaces de destruir todo a su alrededor. Sus poderes cósmicos son casi iguales, imposibilitando obtener un resultado inmediato. La única forma de salir victorioso, es que uno se rinda o que la muerte los alcancé primero. A estos enfrentamientos, se les conoce como "La batalla de mil días".
El enfrentamiento entre los dos santos, presento una oportunidad única al señor del santuario.
En el momento que Aioria bajo la guardia, Arles lanzó su legendaria técnica, "Satán imperial". Con esta técnica, afectas directamente el cerebro del sujeto, poniéndolo a su completa voluntad.
Según los rumores, una vez la persona controlada es atacada, no se detendrá hasta matar a su oponente. Solo al momento de asesinarlo, podrá ser capaz de liberarse del control mental.
( . . . )
—Entonces eso fue lo que pasó...—murmuro la chica, por fin comprendiendo la actitud de su hermano.
—Por eso tienes que irte de inmediato, no pierdas el tiempo.
Un nudo se le hizo en la garganta, el estuvo a punto de matarla. Si hubiese logrado su cometido él sería libre en estos momentos.
El plan de Cassios era obvio, pero Kagome no estaba dispuesta a aceptarlo. No importa si no se llevan bien, ella no le deseaba la muerte, menos de esta forma.
—No, Cassios—negó desesperada. Quiso acercarse para ayudarlo—No puedo permitirte hacer esto. No entiendo completamente tus razones, pero no dejaré que cometas una locura.
Antes de que pudiera si quiera dar un paso más, él aprendiz se las ingenió para patearla, y lanzarla contra los pilares caídos del templo.
En ese momento de distracción, Aioria comenzó a golpearlo repetidas veces, logrando hacer que su sangre se derramará por el suelo.
—¡Kagome huye!—dijo casi en súplica.
—¡Cassios!—exclamó preocupada. Se puso de inmediato de pie, pero de inmediato cayó de rodillas al suelo. Las heridas provocadas por su hermano, seguían cobrándole factura—. N-no...¡Basta!
Ese grito no hizo que el de mirada carmesí se estuviera. Al contrario, un rodillazo en su abdomen basto para sacarselo de encima.
Por un momento creyó que por fin podría acabar con el lobo albino, pero el aprendiz de Ofiuco se aferró a su pierna, impidiéndole avanzar.
—¡Cassios!—bramó el Leo con cólera —. ¡Te ordenó que me sueltes!
—N-no—respondió entre gemidos—N-no te soltaré...Hasta que vuelvas a ser tu mismo...
—¡Entonces tú morirás primero!—levantó su puño para darle el golpe de gracia.
—¡Aioria, no...!
Sin embargo, el hombre no la escucho.
Frente a Kagome, pasó la grotesca imagen del pecho de Cassios siendo perforado por el relámpago de su hermano, y cayendo estrepitosamente al suelo.
Ella no emitió ningún sonido, solo se quedó en shock viendo toda la escena.
Hasta que u cuerpo comenzó a actuar por si sólo, y así corrió hasta el moribundo moreno, quien se desangraba en el suelo.
La respiración de la chica era acelerada, sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. Parecía que le daría un ataque de pánico, porque tal preocupación por él no creyó verla jamás en esa muchacha.
—¿¡P-por qué hiciste eso...!?—reclamó temblorosa, sosteniendo su manó con fuerza.
—T-te lo mensione antes...—respondio él, dedicándole una sonrisa despreocupada pese a estar cubierto de sangre—. E-el hechizo de Aioria...no se romperá hasta que alguien muera frente a sus ojos.
—¡Pero ese no un motivo solido...!—sus mejillas para ese punto ya estaban empapadas—. Ni siquiera somos conocidos, ¿Por qué hiciste esto por mí? Tu viniste por Seiya...—sollozó.
—No lo estaba haciendo por él...—afirmó—. Si, iba a protegerlo. Porque si el muere, Shaina se pondrá muy triste.
—...Eso no tiene nada que ver conmigo.
—Lo sé, pero no sería justo para nadie...—soltó un quejido de dolor—Que un caballero tan noble, acabe con la vida de su hermanita. Además...si eso pasaba...—comenzó a sentir sus párpados pesados— Seiya...es capaz de cometer una locura por ti, incluso si eso es a costa de su vida. Te quiere demasiado. Así como Shaina lo quiere a él...—comenzó a llorar —. Oh, Shaina...ella...siempre será mi inspiración, mi mussa.
—Cassios...—secó aquellas lágrimas que se asomaban por sus ojos. Pero él aparato de inmediato su mano. No planeaba seguir recibiendo la misericordia de la amazona.
Kagome iba a decir algo más, sin embargo una energía creciente le puso los pelos de punta.
Todo comenzó a moverse en cámara lenta, pues antes de si quiera voltear para defenderse. Cassios saltó para interponerse entre el ataque y ella, recibiendo todo el plasma relámpago en su máximo esplendor. Nuevamente el cuerpo del aprendiz estaba en el suelo, no parecía haber señales de vida en el.
Kagome nuevamente se acercó a él, rogándole a Athena que el no hubiese muerto. Sin embargo, solo pudo derramar más lágrimas de impotencia.
Se sentía inútil, alguien inocente tuvo que sacrificarse. Ella no había sido capaz de cumplir con su deber y proteger la vida de los demás.
—Por favor...—suplico apoyándo una de sus manos en su nuca y la otra en su pecho— No puedes morir, tienes que permanecer al lado de Shaina—no lograba recibir respuesta alguna de él. Su cuerpo comenzaba a sentirse frío —C-Cassios...
Unos pasos ajenos comenzaba a escucharse por todo el templo, pero eso no era lo que le importaba a la chica.
Kagome solo podía limitarse a llorar, todas esas veces que hablo mal de él, que se quejo y burló de él, comenzaron a golpearla de forma cruel. Podía asegurar que dolía más que los ataques de los caballeros dorados.
Abrazaba el cuerpo del fallecido, murmurando varias disculpas.
Aioria sintió un dolor punzante en su cabeza, parecía que comenzaba a reaccionar. Su mirada rojiza, nuevamente adoptó su tonalidad verde y noble.
No recordaba con exactitud lo que pasó, solo podía observar a su alrededor desconcertado.
—¿Kagome...?—murmuro mirándola fijamente. Estaba sorprendido por la escena frente a él. Al oír qué la llamaban, la chica dirigió su mirada al hombre.
—El efecto del Satán imperial se disolvió...—pensó pero no podía sentirse feliz o aliviada. Solo se logró a costa de la vida de alguien más, y eso sería algo que la atormentaria por el resto su vida.
El hombre se quedó en un completo silencio, ya había recuperado toda su conciencia. La culpa se instaló en él, y dolía como un puñal al corazón. Pero ahora, solo podía limitarse a arrodillarse al lado de su hermana. Acariciando su mejilla para secar las lágrimas, luego la abrazo con fuerza.
Kagome le devolvió el abrazo, aferrándose a el como si fuera la última vez que podía hacerlo. Lloró un poco más sobre su hombro, pero ya se sentía un poco mejor.
Tras ese pequeño momento de consuelo, ambos observaron el cuerpo de Cassios. El rostro del muchacho, reflejaba una inmensa paz.
—Se sacrificó para poder librarme del hechizo —murmuro el caballero de Leo. Quien, con los restos de su capa blanca, cubrió con delicadeza el cadáver —. Tu sacrificio no será en vano, noble muchacho...
—Cassios, conviértete en una estrella y desde el cielo proteje a tu amada—pidio la chica—. Yo la cuidare por ti en esta tierra, me aseguraré de que ni siquiera Seiya la haga llorar...—juró manteniendo una voz calmada—. Espero que esto, sirva para demostrar mi eterna gratitud.
🌸🌸🌸
¿Les gustó?
Son como las tres de la mañana y recién terminó de escribirlo xd
Me parece que está canción pega para el capítulo, no sé, capaz la use para otros más adelante también.
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