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43 - Directo a la trampa

𝑹𝒆𝒔𝒕𝒂𝒏 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒆 𝒉𝒐𝒓𝒂𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝑨𝒕𝒉𝒆𝒏𝒂 𝒄𝒓𝒖𝒄𝒆 𝒆𝒍 𝒖𝒎𝒃𝒓𝒂𝒍 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆

Los tres jóvenes seguían avanzando por las escaleras de mármol. Kagome tenía un nudo en su garganta, estaba muy preocupada por Hyoga y Shun, sobre todo porque el cosmos del rubio se había apagado abruptamente, temía que lo peor le hubiera pasado.
Mientras que el cosmos de Shun aún se mantenía fuerte, le desesperaba no ser capaz de ayudarlos o siquiera saber que fue de ellos.
Su preocupación era notoria para Seiya. El ceño ligeramente fruncido de la chica y sus labios temblantes, no le daban la impresión de que la batalla la tuviera tan alterada.

—Kagome...—al oír que la llamaban dirigió su mirada hacia él— Tranquilízate, todo saldrá bien. Estamos todos juntos en esto, debes confiar en nuestros compañeros—le dedicó una gran sonrisa—. Salvaremos a Saori, te lo prometo.

Sus palabras de aliento la animaron un poco, asique junto fuerzas para devolverle la sonrisa con la misma calidez que el le daba. Respiro profundamente y siguió corriendo en dirección a la casa de cáncer.
Pronto una magnífica estructura de mármol de asomo a la distancia, portando con orgullo en la entrada el símbolo del cangrejo. La cuarta casa, esperaba a aquellos guerreros que querían atravesar el camino.

—Esta es la cuarta casa...—mensionó con obviedad la chica, aunque en su tono de voz se podía sentir cierta inquietud. Su nariz se había arrugado un poco, señal de que sentía cierto desagrado.

—¿Qué es lo que te genera repulsión de esta casa?—pregunto el caballero de Dragón. Nuevamente, demostró que no requería de sus cinco sentidos para percibir lo que pasaba a su alrededor.

—Es tan surreal que no van a creerme, aunque, se podría resumir en que el caballero de cáncer tiene un gusto peculiar en la decoración de interiores—respondio soltando un suspiro —. Pero podrán verlo con sus propios ojos, se darán cuenta de lo ruin que es nuestro próximo enemigo.

Ese comentario por parte de la chica le generó algo de gracia al Pegaso. ¿Le desagradaba la decoración de la casa? Jamás pensó que algo así sería objeto de molestia para Kagome.
Pensó en burlarse pero se contuvo, la situación no ameritaba una broma. Pero si al final sobrevivían, oh, estaría jodiendole con ese tema por meses.

—Sera mejor que no perdamos el tiempo, avancemos —ordenó Shiryu, los otros dos caballeros solo se limitaron a asentir.

Los caballeros dirigieron su mirada al interior del templo, no había luz alguna que mostrará lo que ocurría en su interior. Era aterrador pero no les quedaba más que armarse de valor y atravesar la entrada. Cómo era de suponerse, el ambiente en la cuarta casa era tenso, además de que había un olor fétido que les revolvía el estómago. Estaba muy oscuro, al punto que apenas podían ver el puente de su nariz. El caminar con cautela era lo único que podían hacer, un paso en falso y terminarían cayéndose al suelo o chocandose con algo.

—Tengan cuidado por dónde pisan, sino se llevarán una mala sorpresa —advirtió la de ojos verdes.

—Lo dices como si fuéramos a pisar caca de perro—dijo Seiya para animar el ambiente. Apenas mensiono esto, Shiryu termino pisando algo extraño que dejó salir un asqueroso olor—. ¿Ah?—fruncio ligeramente el ceño y, encendiendo ligeramente su cosmos para alumbrar, miro aquello que piso. Ahogó un grito retrocediendo, hasta chocarse con Kagome.

—¿Qué? ¿Qué pasó?—pregunto alterado el de largos cabellos.

—¡Eso...! —comenzo a explicar de forma paranoica pero ninguna oración era entendible.

—Seiya—llamó la chica una primera vez pero el joven seguía balbuceando — ¡Seiya!—le dió una cachetada y lo sostuvo de los hombros—¡Respira...! —el solo la observó por un momento antes de restabilizar su aliento —. Bien, así...Ahora, ¿Qué viste?

—Hay un rostro humano en el piso —contesto nervioso, alumbrando aquella putrefacta cara perteneciente a un hombre. La expresión de terror y dolor de aquel trozo de carne no tenía comparación.

—¿¡Un rostro humano!?—repitió el Dragón horrorizado.

Kagome sintió su cuerpo estremecerse al ver esa escena. Si bien, ya había visto anteriormente "la extravagante decoración", hasta el día de hoy le seguía ocasionando un terrible terror y aborrecimiento.

De repente, las pocas antorchas que habían en el templo se encendieron, dejando ver una atroz imagen. No solo el piso, sino que también en las paredes y el techo brotaban incontables rostros muertos. Tanto de hombres, mujeres, ancianos y hasta niños pequeños.

—Siento que voy a vomitar...—murmuro ella. Una risa se escuchó, y estaba demasiado cerca para su gusto.

—¿Les gusta mi obra de arte, Jóvenes caballeros?—pregunto un hombre con una sonrisa altanera en los labios.

—¡Deathmask!—exclamó sorpresivamente Shiryu.

Deathmask, el caballero que representa la constelación de cáncer es, a palabras de Kagome, un hombre sumamente repulsivo.
En apariencia no estaba nada mal, era un hombre alto de hombros anchos. Su cabello alborotado era de un tono azul oscuro, al igual que sus ojos rasgados. Tenia una incipida barba que apenas se notaba pero le daba un toque varonil. Quizás tenía locas a varias doncellas pero eso era lo único bueno a destacar. A fin de cuentas, es alguien despreciable.

—¡Maskie! ¡Qué alegría verte!—dijo con sarcasmo la femina, atrayendo la mirada del nombrado—. ¿Cambiaste de aromatizante? Huele a muerto más que nunca.

—¡Descuido!—se cruzó de brazos frunciendo el ceño, sonriendo ahora de forma cínica—. Han sido unos meses muy gratos sin ver tu carita de presumida por aquí.

Kagome solo frunció el ceño tanto por el apodo como por el resto de sus palabras. Sin embargo, trato de controlarse lo más que pudo. Dejarse llevar por la ira solo la volvería una carga para sus compañeros.
Dirigió su mirada a Shiryu, dispuesta a buscar a una explicación a qué el supiera su nombre.

—¿De dónde tienes la mala suerte de conocerlo?

—Cuando fui a los Cinco Picos a recuperarme de la batalla contra Perseo, este hombre apareció e intento asesinar a mi maestro —explico con seriedad. Era de suponer que todo aquello fue un plan orquestado por Arles, para sacarse de encima a Dohko de Libra—. El deshonra el nombre de los auténticos caballeros dorados...

—Veo que tenemos la misma opinión.

Deathmask los miro con cólera pero mantuvo la compostura, ya podría desquitarse todo lo que quisiera sacándole las entrañas, torturando sus almas hasta el cansancio.

—Son unos muchachos muy bocones—ladeo la cabeza de forma arrogante —. No les dudará mucho, pues pronto sus rostros pasarán a ser parte de mi colección —hizo un movimiento con sus manos y los rostros de las paredes comenzaron a rodearlos—. ¿No les parece maravilloso? Aún se puede ver plasmada la tristeza y el sufrimiento que pasaron al morir—rio macabro.

—Eres un infeliz —gruño el castaño.

—Son la prueba de mi fuerza, en otras palabras, son mis medallas por triunfar sobre mis enemigos—ignoro por completo el comentario del Pegaso —. ¿Lo comprenden, niños? Me llaman "Deathmask" por estos horribles rostros —su risa inundó completamente el templo.

—¿¡Y los niños que asesinaste!?—cuestiono Shiryu, estaba furioso y era entendible —. ¿Acaso ellos también eran enemigos? ¡Eres un cobarde!

—Debi matarlos sin darme cuenta —se encogió de hombros, restándole importancia —. Son cosas que pasan en la guerra. Sin estos sacrificios jamás podría vencer al mal—cada palabra que salía de su boca lograba enfurecer más los caballeros de bronce.

—¿Vencer al mal?—repitió Seiya, apretando fuerte los dientes — ¿¡Me estás jodiendo!?

—¿Cómo te atreves si quiera a decir que combates el mal? Asesinar sin motivo alguno, no es algo que haría un caballero. Mucho menos lo presumirá de forma tan descarada—reclamó la chica.

—¿En la guerra tratas de evitar mujeres y niños cuando sueltas las bombas? Esto es exactamente la misma cosa—se justificó con palabras filosas.

—¡Cállate!—bramó el alumno de libra —. Deathmask, tu deberías ser la última persona en lucir una armadura de oro—se colocó en una posición de ataque —. ¡Por el honor de los caballeros, te derrotarte con todas mis fuerzas!

Los otros dos jóvenes imitaron su acción. Ambos estaban furiosos y deseaban darle su merecido como es debido, pero Shiryu no iba a permitirles cometer un acto tan imprudente.

—Seiya, Kagome, ustedes avancen a la casa de Leo—ordenó.

—Pero Shiryu...

—Aun nos quedan ocho casas por recorrer.  Si se quedan, solo estaremos arriesgando aún más la vida de Saori —razonó con ellos de la forma más sincera. No podían perder nada tiempo, aún si quedaban nueve horas.

—Entoces dejamos todo en tus manos, buena suerte —deseo el Pegaso.

—¡Ráfaga de garras!—dijo Kagome, lanzando su ataque directo al Cangrejo quien no tuvo muchos problemas en desviarlo.

Por supuesto que los dos jóvenes aprovecharon ese momento para correr hasta la salida. Ambos podían sentir una terrible picazón en sus piernas por ir tan rápido, pero si bajaban aunque sea un poco la velocidad, Deathmask lograría alcanzarlos.
Todo ahora dependía de su compañero, mientras que ellos irian a reunirse con Aioria. Su más fuerte aliado en estos momentos.

Aunque estaban preocupados por su amigo, pero también sentían un gran alivio al saber que, por lo menos, en una de las doce casas podrían relajarse un poco.
La más emocionada era la amazona, desde su encuentro en el hospital no había visto a su hermano mayor. Aún tenían cosas de que hablar, y esperaba tener el tiempo suficiente para aclarar las cosas entre ellos.

En medio del camino Seiya freno, dirigiendo su mirada al Reloj de fuego. La llama que señalaba cáncer se hacía cada vez más tenue, indicando que ya habían pasado cuarenta minutos.

—Seiya—su atención fue captada por la voz que lo llamaba —. Estamos por llegar a la casa Leo, allí no perderemos tiempo...—trato de animarlo.

—Tu hermano va a cedernos el paso...—recordó él. Comenzando a retomar el paso y alcanzando a su amiga—Le voy a pedir un vaso de agua apenas lleguemos, tantas escaleras me están matando—bromeó, ocasionando una risa en la chica.

—Hare lo mismo.

Tras ese pequeño intercambio de palabras siguieron corriendo, el quinto templo se veía cada vez más cercano. Estaban eufóricos, asique aceleraron el paso para llegar a Leo. una vez cruzaron la entrada, un sentimiento de alivió se instalo en ambos jóvenes.
Llamaron entusiasmados al guardian, sin recibir una respuesta inmediata de su parte. Al recorrer un poco más la casa se encontraron con aquel hombre que anhelaban ver.

Ahí estaba el hermano mayor de Kagome, parado firmemente en medio del templo. Su armadura de oro brillaba como el sol, y su capa de seda blanca le daba aires heroicos a su imagen. A simple vista, su apariencia varonil era la misma que la de su último encuentro.

—¡Hermano!—sonrio con inocencia la muchacha—. Me alegra verte de nuevo, hay tanto de lo que tenemos que hablar—fue casi corriendo hacia él, abrazandolo con cariño. Sin embargo este no fue devuelto.

—Que bueno que no tuviste problemas en el santuario por nuestro anterior encuentro —comento Seiya, sonriendo de lado. Que el estuviera sano y salvo, le dió aquella impresión.

Hubo un incómodo silencio. La menor de los dos hermanos levantó un poco la cabeza, observando al hombre que no le había siquiera dirigido la palabra. La mirada de Aioria estaba perdida, como sino estuviera del todo conciente de su entorno. Había algo extraño en el, esas actitudes en él no eran normales.

—Aioria...—lo llamó casi susurrando pero ni siquiera se digno a verla. Kagome frunció ligeramente sus cejas, comenzaba a preocuparse.

—Emh, ¿Cómo está Shaina? —el Pegaso cambio de tema — ¿Ya se recuperó de sus heridas?—le dedicó una sonrisa ahora incómodo.

En serio el silencio del caballero lo estaba desesperando. Ojeo a su amiga, esperando a que ella tuviera una respuesta al comportamiento de su hermano. Pero ella solo negó con su cabeza, esto no hizo más que tensar al santo de bronce.

La chica comenzó a alejarse lentamente de su hermano, observando cada movimiento del hombre. Apretando sus labios nerviosa, no entendía que le pasaba.

—Aioria—la chica ahora hablo con seriedad, pero en su interior parecía que su corazón se saldría de su cuerpo—. Athena recibió una flecha en el pecho, solo el Gran Patriarca puede sacarla...

—¿Y...?—contestó por fin — ¿Qué quieres que haga?

—No digas tonterías Aioria—interrumpio Seiya, su entrecejo se arrugó—. Tenemos que cruzar las doce casas para salvarla

—Mi deber como caballero dorado, es acabar con la vida de todo aquel que intente atravesar el templo de Leo —respondio el hombre, cerrando sus ojos por un momento.

La menor apretó sus puños y lo miro molesta, algo malo estaba pasando con el. Aioria le había jurado lealtad a la diosa, era un hombre noble que jamás faltaba a su palabra.

—¿Acaso no escuchaste?—alzó un poco la voz—¡La vida de Athena está en peligro! Sabes muy bien cuáles son las intenciones del Patriarca. Tienes que dejarnos pasar...

El hombre nuevamente cerro sus ojos, parecía que estaba meditando las palabras de la menor. Sin embargo, al momento que volvió a abrirlos, solo el odio se podía percibir en su mirada.

—No...nadie va a pasar por la casa de Leo  con vida—levanto su puño y de inmediato incontables rayos atacaron a los chicos.

Un grito sonoro se escucho por todo el templo, seguido con el estruendo del metal chocando contra el suelo, los dos caballeros de bronce estaban retorciéndose de dolor. Ese golpe los tomó por sorpresa, sus cuerpos se sentían entumecidos, probablemente estaban paralizados.

Kagome conocía la técnica, después de todo la empleo contra Ikki y los caballeros de plata, pero aún así le estaba costando recuperarse del golpe. Ahora tenía en claro que la potencia de su Plasma relámpago, no se comparaba al de su hermano.
El hombre camino hasta estar cerca de los cuerpos de ambos, con una sonrisa arrogante en sus labios.

—¿Les duele, escoria de bronce?—pregunto burlón—. No se preocupen, Me encargaré de que ustedes ya no sufran.

—Tsk...—chasqueo la lengua—¡Tengo que hacer algo!—apenas lograba apoyar sus manos sobre el suelo para levantarse un poco.

No supo de dónde saco las fuerzas, pero al ver a Aioria volver a levantar su mano para atacar. Se levantó aproximo a Seiya, abrazando su cuerpo para recibir todo el impacto.
Sin embargo este no fue dirigido a ellos, sino a un pilar dónde se escondían unos soldados de bajo rango. Estos salieron de su escondite despavoridos.

—¡Lárguense! ¡Ningún soldado debe entrar aquí!—bramó.

—¡E-el gran maestro Arles nos envió aquí!—justifico uno de ellos con la voz temblorosa.

—¿A vigilarme?—sonrio ladinamente—. Díganle al maestro Arles que no se preocupe, me aseguraré de acabar con Seiya y Kagome.

—Pero...

—Sino lo hacen, está también será su tumba—les dedicó una mirada amenazante, solo eso bastó para que se fueran del templo casi corriendo.

Pegaso y Lobo blanco observaron la situación confundidos, ¿Por qué Arles mandaría a vigilar a Aioria? No tuvieron tiempo de pensar en ello, había que aprovechar ese momento de distracción y usarlo a su favor.
Trataron de ponerse de pie, pero Aioria ya se estaba preparando para volver a lanzar su plasma relámpago. Seiya fue rápido, tomando a la chica de los hombros y lanzandola lejos del área de ataque, recibiendo por si solo la técnica.

—¡Seiya!—exclamo asustada por su estado.

El chico jadeo intentando recuperar el aire, intento ponerse de pie para luchar pero su cuerpo pesaba.
¿Por qué su amigo ahora se comportaba así? El estuvo presente cuando juro lealtad a Athena, ¿Ahora estaba en su contra? No tenía sentido.
Además, estaba atacando a Kagome, ni siquiera cuando se encontraron en el hospital se atrevió al alzarle la mano.

—N-no lo entiendo...—dijo adolorido—. En oriente le juraste lealtad a Athena, ¿Por qué el mismo hombre intenta eliminarnos ahora?—comenzo a incorporarse de a poco.

—Por favor Aioria, Dinos que te ocurrió cuando regresaste al santuario—exigió la chica.

—Eso no les concierne—su voz parecía casi robótica.

—¡Por supuesto que sí me concierne! ¡Porque soy tu hermanita!—contesto exasperada— Tu jamás harías algo como esto, por más terco que seas—fruncio el entrecejo —. Entiendelo, sino atravesamos las doce casas y llegamos con el Patriarca,¡Athena morirá!

—¿Qué...?—algo pareció hacer click en el cuando oyó esas palabras —¿A-Athena morirá...? —una fuerte migraña lo atacó, obligándolo a llevar su mano a su cabeza.

—¿H-hermano? —llamó ella, su preocupación aumento al verlo retorcerse de dolor.

Seiya le impidió acercarse a auxiliarlo, presentía que algo grave estaba ocurriendo, pero no podía decir a ciencia cierta que.
El dolor que atormentaba a Aioria parecía disiparse de a poco, volviendo a enderezarse aún temblante.

—No, no puedo—respondio para consternación de los jóvenes—. Ya les dije, tengo órdenes de aniquilar a cualquiera que intente pasar por la casa de Leo. Si quieren cruzar, deberán pasar por mi cadáver.

Kagome mordió su labio inferior, está situación era demasiado complicada. Lo último que quería hacer se haría una realidad, tendría que pelear contra su hermano mayor.
Las palabras de Shiryu resonaron en su cabeza; "Al menos uno de nosotros debe llegar con el Gran Patriarca". Era cierto, si ambos se quedaban aquí, solo estarían desperdiciando las ocho horas que les quedaban.

Miro sobre su hombro a Seiya, era claro lo que tenían que hacer ahora.

Seiya...—le hablo a través de su cosmos—Debes avanzar a la casa de Virgo.

—¿¡Qué!? No, no haré eso. No puedes pelear tu sola contra él, es muy peligroso—"respondió" exaltado.

—Debes confiar en mí. Soy la única que conoce sus técnicas, soy la más indicada para enfrentarme a él.

—¡Pero Kagome, él es...!

El no es mi hermano, Seiya. Mi Aioria jamás tracionaria a Athena—lo miro a los ojos decidida, no iba a dar el brazo a torcer—. Me corresponde hacer ésto. Yo estaré bien, pero Saori no lo estará si tú no avanzas...

El caballero la miro con los ojos heridos, no aceptaba la decisión que ella tomó pero ya no podía hacer nada. Comenzó a correr hacia la salida, rogando por llegar antes de que el león lo atrapará.
Aioria frunció el ceño y comenzó a caminar hacia él.

—¡Nadie cruzará por esta casa!—iba a atacarlo, pero tuvo que prevenir una patada que se dirigía hacia el.

—¡Tu oponente soy yo!—dijo ella, preparándose para dar su próximo golpe. Tenía que asegurarse de que Seiya alcanzará la salida.

( . . . )

Ya podía ver la luz del exterior pero no pudo evitar frenar, mirando hacia atrás, donde la amazona estaba desatando una pelea contra el caballero dorado.
Conocía cuál era su poder, sabía que podía defenderse pero no podía evitar preocuparse.

Con el corazón en la boca, retomó su camino hacia la casa de Virgo. Rezando para que su chica saliera victoriosa.

🌸🌸🌸

Juro que no odio a Deathmask. No es de mis favoritos, pero no lo odio, no me funen.

Para compensar las semanas inactiva, pum, capitulo largo. Juro que ya la pelea de los hermanos lo saco seguido 😭

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