41 - El cuerno de oro
Kagome miro al caballero que estaba frente suyo, en otras circunstancias quizás estaría feliz de verlo. Aldebarán era de los pocos Caballeros Dorados con los que convivía íntimamente su hermano Aioria, asique lo conocía de antemano gracias a las múltiples visitas que le hacían. Muy diferente a Mü, que a pesar de ser amigo del león, solía pasar mucho tiempo fuera del Santuario.
Sin embargo debía olvidarse de su cercanía a los Santos de oro, estos ahora eran sus enemigos y tenían que enfrentarse a muerte por el mandato de las tierras de Athena.
—No se confíen Caballeros, esté hombre cuenta con la defensa más fuerte de todas—advirtio la joven mirando a sus compañeros.
—Tendremos que intentar romperla entonces —contesto el Pegaso, posicionándose para atacar—. Usaré mis meteoros, eso les dará el tiempo suficiente para que puedan avanzar mientras peleo con él.
—Pero...
—Adelante—interrumpio Shiryu. Ya le había dado el visto bueno a Seiya, ya no había marcha atrás.
Cómo estaba planeado, el castaño lanzó su ataque hacia Aldebarán, golpeando directamente el Peto de la armadura.
Los tres jóvenes aprovecharon esta situación para comenzar a correr hacia la salida. Pero tal y como lo temia Kagome, solo bastó con una gran onda de cosmos por parte de su enemigo para neutralizarlos.
—¡Amigos!—exclamó preocupada. De inmediato su atención fue captada por una risa arrogante por parte del gran hombre.
—Debieron escuchar las advertencias de la pequeña Kagome—dijo en un claro tono de burla—. No les voy a permitir pasar, Caballeros de bronce. Será mejor que rindan de una buena vez—apenas termino de pronunciar esas palabras, lanzo a los tres jóvenes contra las paredes del templo—. Ninguno de ustedes será capaz de ganarme.
—No cantes victoria todavía —dijo Seiya frunciendo las cejas —. Está batalla aún no termina, Aldebarán.
—Tiene razón—concordó Kagome—. Aún no has acabado con nosotros, y no planeamos perder el tiempo contigo.
El hombre solo se cruzó de brazos como respuesta. Claramente creía que las palabras de los dos niños eran solo tonterías. Ambos eran caballeros de bronce, jamás serían rivales para un caballero dorado como él.
—Adelante entonces, denme su mejor golpe, si es que pueden—retó con una altanera sonrisa.
Los dos se miraron entre si antes de asentir, eran una buena dupla, si coordinaban podrían obtener la victoria.
Rápidamente los dos comenzaron a correr hacia él, Seiya utilizó nuevamente su técnica para lograr captar su atención. kagome aprovecho la distracción para escabullirse detrás del caballero y usar sus garras.
Parecía que de esta forma iban a lograr herirlo y obtener la ventaja. No obstante la chica sintió como la tomaban del brazo, evitando hábilmente las zarpas de cosmos, y lanzandola con fuerza hacia el frente. Lo último que sintió fue estrellarse contra el cuerpo de su compañero, antes de rodar por el suelo.
—No logré hacerle nada...—dijo la de ojos verdes, mientras se apoyaba en sus manos para intentar levantarse.
—Tenemos que seguir intentandolo—respondio el castaño entre quejidos—. Ya casi va a pasar media hora, Athena depende de nosotros.
Cómo pudieron comenzaron a ponerse de pie de a poco, no solo ellos, sino también el resto de los caballeros de bronce se levantaron para seguir luchando. Estaban juntos ahora, aun tenían las fuerzas para seguir luchando.
—Tengo un plan —hablo por primera vez el rubio —¡Síganme!
Cisne comenzó a elevar su cosmos, comenzando a enfriar el ambiente. Se movió rápido, utilizando su polvo de diamantes y congelando sus pies como la última vez. Esa era la oportunidad de atacar de sus compañeros, con él paralizado no había forma de que se defendiera.
—Estas acabado, anciano—exclamo Seiya, preparándose para darle su golpe más fuerte— ¡Cometa de Pegaso!
Los mil meteoros se fucionaron en un solo golpe, formando un inmenso cometa que se dirigía violentamente hacia Aldebarán. El hombre solo lo observó por un momento antes de apartarlo con solo la palma de su mano.
—¿Me dijiste anciano? Mocoso...—apretó los dientes con irá. De un solo movimiento destruyo el hielo que aprisionaba sus pies, dejando perplejos a los jóvenes—Te enseñaré buenos modales, ¡Gran cuerno!
Desde larga distancia, lanzó un golpe a la velocidad de la luz, arrematando contra el cuerpo del chico, estrellandolo contra la pared.
—¡Seiya!—exclamaron preocupados.
—No puede ser, ese golpe fue muy rapido—murmuro sin aliento Shun.
—Tenemos que tratar de detenerlo—dijo Shiryu mirando al santo de oro, no sabía cómo lo haría pero encontraría una forma.
—Pero ni siquiera la técnica de Hyoga logro frenarlo —contradijo la amazona —. ¿Cómo se supone que lo haremos?
Tauro solo dejo soltó una sonora carcajada ante la desesperación de los muchachos. Disfrutaba de ver cómo se comían la cabeza por no saber cómo destruir su defensa.
—Es bueno que se den cuenta de que no podrán cambiar el resultado de esta pelea, pequeños Traidores—sonrio con arrogancia—. Permítanme acabar con sus vidas de una buena vez, ¡Gran cuerno!
—¡Ni lo pienses...! —respondio el dragón— ¡Dragón naciente!
La técnica de Shiryu choco contra la de Aldebarán, esto era ahora una competencia de voluntades. El Dragón trataba con todas sus fuerzas retenerlo, el toro por su parte apenas se inmutaba de la fuerza de su contrincante.
El resultado fue inminente, pues el caballero dorado había logrado arrasar con el joven.
Kagome ya no pudo soportar más y trato de arremeter por su cuenta, atacando con patadas rápidas pero precisas. Por su puesto Aldebarán lograba esquivarlas como si nada. El ni siquiera tenía que cambiar su postura defensiva-ofensiva para mantener a raya a la chica.
—¡Maldición!—pensó la chica frustrada, sabía que no sería fácil vencerlo pero esto la estaba sobrepasando—. ¡Garras de lobo!
Quizás no fue buena idea reutilizar su técnica anterior, pero sin otra alternativa está era la más viable. Zarpada tras zarpada sin éxito alguno, el hombre iba a solo darle un empujo hacia el costado con el torzo de su mano. Su fuerza fue lo suficiente para hacer que ella perdiera el equilibrio y callera.
La muchacha trato de amortiguar el golpe de la caída con sus rodillas y manos.
—Mierda—maldijo por lo bajo, intentando aguantar el intenso dolor de sus articulaciones. Antes de poder hacer otro movimiento, el pie del adulto se posó en su espalda aprisionandola contra el suelo. Kagome soltó un gemido de dolor y entrecerro sus ojos. No era capaz de levantarse, Aldebarán ejercía mucha presión sobre ella.
—¿Realmente eres la hermanita de dos caballeros dorados?—lo miro de forma burlesca, apretó un poco más su agarre para que la chica soltará un grito de dolor—. Pensé que serías más fuerte, me decepcionaste.
La chica solo giro su cabeza sobre su hombro, frunciendo ligeramente su entrecejo adolorida. Desde su posición no era capaz de sacarselo de encima pero realmente quería darle una paliza.
Quizás el quería humillarla pero lo único en lo ella pensaba era en salvar a Saori, su orgullo paso a segundo plano, nada mas era importante que la vida de esa mujer.
—Aun no me has vencido—respondio con dificultad la amazona—. Mientras siga con vida, no importa cuánto me cueste, voy a derrotarte.
El hombre solo sonrió enarcando una ceja, ¿Lo estaba retando? Ella no flaqueaba en sus palabras. Antes de abrir sus labios para contestar, una ráfaga de diamantes congelados se dirigieron hacia él. Enfoco su vista en el ataque, desatendiendo a la joven.
Ese momento fue aprovechado por Andrómeda y lanzó su cadena hacia la chica, quien rápidamente se sujeto de esta. Una vez estuvo bien agarrada, Shun dió un jalón para liberarla del agarre del Toro.
—Gracias Shun—lo miro con agradecimiento y se levantó.
—Luego me lo agradeces, todavía tenemos que vencerlo y casi pasan dos horas...—miro a su oponente con seriedad.
Kagome imitó su acción aunque estaba preocupada, no importaba que hicieran no podían romper su defensa. Temía que el resto de enfrentamientos fueran igual de tardados, eso los pondría en una gran desventaja.
Oyeron unos pasos a su lado, Seiya había logrado ponerse de pie. A pesar de las diversas heridas que lucía en su cuerpo, el tenía una gran sonrisa en sus labios. Eso confundió a sus compañeros pero rápidamente notaron que él ya se las ingenió con un plan.
—Escuchenme muchachos, esto es lo que haremos—atrajo al grupo y comenzó a contarles su idea en voz baja.
Aldebarán solo los observó curioso. Fácilmente podría interrumpirlos y acabar con ellos fácilmente pero quería ver cómo se las arreglarían ahora.
—¿Preparados?
—No tienes que preguntarlo—aseguro el rubio un poco más confiado.
—Ya basta de tanto murmullo—bramó imponente el hombre —. Me estoy aburriendo de ustedes, no me hagan perder más el tiempo.
Los jóvenes solo lo observaron por un momento, antes de lanzarse miradas cómplices entre ellos. Era momento de jugar su última carta contra el Caballero de Tauro.
—No desesperes Aldebarán —dijo Seiya con una sonrisa confiada, señalando con el dedo el casco del hombre —. Verás que haremos que ese cuerno se caiga.
Tras estás palabras, el Caballero de dragón y la amazona de Lobo albino se posicionaron juntos. Tenían el campo libre para atacar sin problemas a Aldebarán.
—¡Dragón naciente!—exclamo de inmediato Shiryu.
—¡Ráfaga de garras!—siguió de inmediato Kagome.
Sus golpes se fucionaron en uno solo mientras se dirigían hacia su oponente. Este aún se mantenía inamovible, con su semblante tranquilo y arrogante.
—Fue muy inteligente de su parte fucionar sus ataques—pensó el hombre con una sonrisa ladina asomándose por sus labios—. ¡Pero eso no será suficiente!—levanto ambas manos para bloquear el golpe.
Tal y como se esperaba, este freno apenas entró en contacto con las palmas de Aldebarán quien no tardó en disolverlo. Pero no pudo cantar victoria, porque cuando menos se lo espero una cadena lo sujeto de su brazo izquierdo.
—¿¡Pero qué...!?—frunció el entrecejo y miro al dueño de la cadena, por alguna razón Andrómeda solo tenía una consigo. Antes de hacer algún movimiento pudo sentir como quedaba estancado. De inmediato su atención fue captada por ese suceso, sus pies fueron congelados—. ¿Y el cisne?—se pregunto así mismo y la respuesta llegó rápido cuando su otro brazo fue apriosando con otra cadena.
En el momento que Shiryu y Kagome atacaron, Hyoga aprovechó para moverse e inmovilazarlo. Con la cadena restante de Shun en su poder, el rubio solo tenía que moverse al lado derecho del Toro para sujetarlo del brazo.
—¡Es tu turno Seiya!—dió aviso Hyoga.
El castaño elevó su cosmos al máximo, este sería su golpe final. Corrió un poco para tomar impulso y saltar lo más alto que pudo.
La energía se acumulo en su puño, con un resplandor inusual. Así, un brillante Cometa se formó, yendo de llenó hacia Aldebarán.
El sonido de algo quebrándose inundó el ambiente. El caballero dorado estaba perplejo ante lo que acababa de pasar, tenía su mirada fija en la brillante asta de oro que estaba clavada en el suelo.
Tal y como prometió Pegaso, lograron cortar uno de sus cuernos.
Los jóvenes por su parte no bajaban la guardia, analizaban las acciones de su contrincante esperando alguna respuesta.
Solo se escuchaban los jadeos de los adolescentes, era tal el silencio que una aguja cayendo se oiría. Hasta que de repente el toro comenzó a reír a carcajadas.
—¿Eh?
—Realmente lo consiguieron, ¡Me dejaron perplejo, niños!—dijo entre risas antes de hacer una pequeña pausa—. Ustedes ganaron, pueden pasar por mi casa.
—¿Qué?—salió de los labios de la chica, estaba igual de desconcertada que sus compañeros —. ¿Lo dices en serio?
—¿Por qué bromearia con algo como esto?—les sonrió con calma—Me vencieron trabajando en equipo. Hicieron lo que muchos han deseado, quebraron mi defensa—se cruzó de brazos y los miro de forma amistosa—. Si he de ser sincero, Mü ya me había puesto al tanto de la situación, solo quería conocerlos. Se podría decir que todo esto fue una prueba para ustedes.
—¿De verdad?—cuestionó Shun. Esto aún era extraño para el grupo de caballeros de bronce.
—Deberian ver sus caras, dan mucha gracia—rio levemente y se libro de las cadenas —. Adelante jóvenes caballeros, atraviesen la casa Tauro y sigan adelante —ordenó—. Debo advertirles que para seguir avanzando no deberán perder su fé. Están próximos a despertar su séptimo sentido, no se detengan hasta elevar su cosmos al infinito.
—¡Si!—contestaron todos a la vez.
Tras este corto intercambio de palabras, corrieron hasta la salida del templo. Nuevamente apareció el camino de escaleras, estás llevaban a la tercer casa del zodiaco. Kagome sabía que lo que se venía no sería nada sencillo, después de todo, la casa de géminis era la más difícil de cruzar.
—Tenemos que tener cuidado—advirtió mientras mantenía un semblante serio—. Sino estamos atentos seremos tragados por las ilusiones de Géminis...
🌸🌸🌸
¡Volvió la muerta!
Descuide un montón está historia, pero tenía que estar pendiente de la escuela y demás. Por suerte ya estoy libre, asique aprovecharé para mínimo terminar con el primer arco.
Sacaré cap por la cantidad de meses que deje de subir.
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