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39 - La Crisis de Athena

Los caballeros esperaron y esperaron peroo unico que conseguían era preocuparse más. Lo peor era que no podían ir a buscar a su compañero, debían esperar a que el saliera de su mala situación y volviera con ellos. Saori había sido clara, debían confiar entre si y lo harían aunque les costará.

—Espero que esté bien...—dijo en voz alta Kagome pero fue más para si misma.

—Debemos confiar, el vendrá —consoló el rubio mirando el camino.

—Tengamos un poco más de paciencia...—dijo por otro lado Seiya, aunque, su paciencia se estaba agotando.

Los otros dos jóvenes asintieron y se animaron a si mismos para seguir. Pasaron unos minutos hasta que vieron una figura a la distancia, una muy conocida para ellos.
De inmediato los tres sonrieron con una inmensa alegría y, corrieron hasta ella, hacia Shun.

—¡Shun! Que alegría que estés bien—dijo la fémina con euforia.

—Nos tenías muy preocupados, amigo —hablo el castaño sonriendo.

En ese momento, notaron que el joven llevaba en sus brazos a una hermosa joven de cabellos rubios, además, portaba una armadura de caballero.

—¿Quién es esa chica?—pregunto Hyoga confundido— ¿Está herida o acaso está desmayada?

—No se preocupen, solo está inconsciente...—respondio el santo de andrómeda, mirando a la mujer— pero no tiene a dónde ir.

Los caballeros de bronce se miraron entre ellos, no podían evitar preocuparse por más que fuera solo una extraña. Saori noto aquello, por lo que decidió hacer algo al respecto.

—Pedire que la lleven a la mansión, ahí recibirá atención médica y podrá estar bajo un techo —ofrecio la diosa, no dando lugar para objeciones.

Shun se sintió aliviado, su amiga estaría a salvo.

( . . . )

Pasaron un par de horas y la diosa junto a sus caballeros ya estaban viajando en dirección al Santuario. En el viaje charlaron un poco sobre lo que le pasó a Shun. Escuchar el relato les puso los pelos de punta.
La isla Andrómeda, hogar de Shun en sus años de entrenamiento, había sido destruido por órdenes del Patriarca por un caballero dorado.

—La maldad del Patriarca llegó muy lejos...—dijo Kagome bajando ligeramente la mirada y apretando sus puños con impotencia—. Dejo a miles de personas sin hogar, incluso ordenó la matanza de sus habitantes...

—Si...—murmuro el chico de hebras verdes— ¡Pero yo construiré una nueva isla para los supervivientes!

—Esa es una buena idea...—comento Pegaso sonriendo un poco y miro a la diosa— ¿No lo crees Saori?

La chica no respondió, haciendo que los cuatro chicos la mirarán. Kagome solo tuvo que mover su cabeza, ya que estaba sentada a su lado. Su diosa estaba con los ojos cerrados, manteniendo un semblante pensativo.

—¿Estás bien?—pregunto la amazona levantando una ceja— desde hace un rato que estás callada.

—Solo estaba pensando en el Maestro del Santuario...—contesto la chica abriendo por fin los ojos.

—¿En Arles?—ladeo la cabeza Seiya.

—Si...—asintio levemente—. Hace varios años, el antiguo señor murió repentinamente y, por eso, su hermano Arles se convirtió en el Patriarca pero me preguntó si esa es la verdadera historia.

—¿Quieres decir que el antiguo maestro no está muerto?—dijo de la nada el santo de Pegaso. Kagome solo lo miro, su idea era tan alocada que era digna de una película de ficción.

—No, solo ha habido un Patriarca—contesto Saori con paciencia.

—¿Entonces...son la misma persona?—propuso Hyoga, aunque, no se creía su propias palabras.

—Creo que la altura les está haciendo mal...—comento la amazona cruzando las piernas—. Desde que tengo memoria, Arles ha sido hostil, tan solo mostrándose como un ángel para las villas cercanas al santuario—su voz sonaba severa—. El es muy contrario al Antiguo Maestro. Mi hermano a veces contaba relatos de su inmensa bondad y sabiduría, era un hombre admirable...—suspiro pesadamente.

—Me están mareando—hablo Shun— ¿Son la misma persona que muestra dos caras distintas? ¿O son dos diferentes personas?—rasco su nuca confundida.

Ninguno supo responder, los únicos que habían estado en el santuario, no habían alcanzado a conocer al anterior Patriarca como para asegurar algo. Estaban muy perdidos, hundidos en un abismo de confusión y dudas. Quizás estás se responderían tras la guerra interna, solo si sobrevivían.
Saori llegó a una conclusión acertada, tanto, que Kagome la confirmo dándole seguridad a los guerreros de Athena.

—El Patriarca se elige de entre los caballeros dorados, solo el más digno de los doce puede tener dicho puesto —explico la joven de cabellos miel —. Debe contar con una gran sabiduría, valor y compasión, además, el manejo de su cosmos y fuerza debe ser impecable...

—Basicamente estamos jodidos...—suspiro pesadamente Seiya, bajando su cabeza con frustración.

—Yo lo habría dicho de otra forma...—comento la diosa un tanto inquieta por la forma de hablar del castaño— pero sí, si estamos en un gran aprieto.

Tras esas palabras hubo un silencio abrumador. Los jóvenes caballeros tan solo podían pensar en quien era el hombre que se ocultaba tras el manto del Sumo Pontífice. No les quedaba de otra más que pelear fervientemente para desenmascararlo, era la única opción.

( . . . )

Luego de unas horas el avión por fin aterrizó. Las dudas y el miedo se esfumaron, y la convicción comenzó a crecer en cada uno de ellos. Tomaron sus cajas pandoras y bajaron del vehículo con pasó firme, el momento había llegado, tenían que ser fuertes.

—¿Qué es este lugar?—pregunto Hyoga admirando la arquitectura del lugar donde estaban, de cierta forma, le hacía recordar a la antigua Grecia.

—Este es el coliseo—contesto Seiya mirando el sitio con algo de nostalgia—. Aquí es donde competí contra un hombre llamado Cassios por la armadura de Pegaso.

—Fue una batalla entretenida de ver—comento Kagome recordando aquella pelea, sintiendo algo de vergüenza por su anterior actitud arrogante con Shaina.

—Atentos—la voz de Saori la saco de sus pensamientos— un hombre viene hacia nosotros.

La fémina junto a los tres chicos dirigieron su mirada a dónde la diosa señaló. Un hombre bajaba por las escaleras del coliseo, su cuerpo estaba cubierto por una túnica verde oscuro y una máscara de acero cubria su rostro. Los cinco caballeros estuvieron atentos, no podían confiar en nadie del Santuario, al menos no por el momento.

—¿Tu eres Saori Kido?—pregunto el desconocido señaló a la chica de cabellos morados. Ella tan solo asíntio, manteniendo unas facciones impasibles—. Bienvenida al Santuario, el Patriarca la está esperando.

Los santos se dieron una mirada entre ellos, algo estaba mal en todo esto, ¿Cómo es que Arles los estaba esperando? No podían quedarse callados y le preguntaron a la Diosa lo que ocurría.

—¿Qué quiere decir Saori?—pregunto Shun  por todos.

—Le envié una carta, diciéndole que probablemente lo visitaría pero no le dije cuando—respondio sin mirarlos.

—¿¡Hiciste qué!?—alzo la voz la amazona, no podía creerse sus palabras —. Con todo respeto, ¿Te caiste cuando eras chiquita?

Saori volteó a verla sobre su hombro con el ceño fruncido, claramente ofendida. El rubio suspiro y le dió un suave golpe con la palma de su mano en la nuca a la chica de cabellos color miel. Kagome lo fulminó con la mirada y se sobó la zona golpeada.

El extraño hombre comenzó a guiarlos por el lugar y así llevar al grupo con el Maestro del Santuario. Tras caminar un rato, terminaron frente a una montaña. Nuevamente los jovenes se miraron entre ellos, ningún sabía porque los había llevado a ese lugar, hasta que una risa los saco de sus pensamientos.

—Estuve esperándolos, que bueno que llegaron—hablo una voz, una que los cinco conocían muy bien.

—¡Shiryu!—dijieron los guerreros a la vez con una gran sonrisa.

El caballero de dragón se acercó al grupo, siendo recibido cordialmente por sus amigos. No podían negar que estaban algo desanimados al saber que el seguía sin ver, sin embargo, Shiryu les aseguraba que estaba igual que siempre, que pese a su ceguera podía ser un guerrero hecho y derecho.

—Lamento interrumpir—hablo nuevamente el desconocido— pero debemos seguir nuestro recorrido.

El grupo de caballeros asíntio al mismo tiempo y siguieron caminando tras el hombre. Estaban alertas, no podían confiar en nadie, al menos no todavía.
Tras una larga caminata, frenaron de nuevo el paso, quedando frente a unas largas escaleras. Kagome trago saliva nerviosa, conocía perfectamente esas escaleras, las había recorrido toda su vida después de todo.

—Esta es La primer casa, Aries—señalo el hombre.

—¿Qué significa eso de "La primer casa"?—pregunto el caballero de Pegaso.

Ah, olvidé decirles eso...—penso Kagome.

—Para llegar a La cámara del Patriarca, deben atravesar las Doce casas custodiadas por los caballeros dorados, empezando por Aries —explico el desconocido —. Cada una, es custodiada por uno de los miembros de la Orden dorada.

—Entonces, ¿Si queremos llegar con el Patriarca debemos derrotar a los Caballeros dorados?—cuestiono Seiya con perplejidad.

—Si así es—respondio antes de soltar una risa burlona—. Deberán vencer a cada uno y avanzar hasta llegar al final, pero nadie lo ha logrado desde hace ya varios siglos—al decir esto, buscaba que los osados jovenes se rindieran y aceptarán su castigo.

—Bueno, supongo que seremos los primeros en siglos—comento Kagome sonriendo levemente con confianza.

—¿Vamos todos juntos amigos?—propuso Shiryu recibiendo un sonoro "sí" de los cuatro.

Le dieron la espalda al hombre y comenzaron a subir las escaleras. Ese fue su principal error, se confiaron demasiado y ahora deberían pagar las consecuencias de sus actos.

—¡No los dejaré pasar ni por la primera casa!—advirtio quitándose la túnica y la máscara—. Yo, Ptolemy de Saggita no lo permitiré.

Los caballeros voltearon rápidamente poniéndose en guardia para afrontar el ataque del desconocido.

—¡Flecha fantasma!—exclamo el caballero, lanzando miles de flechas doradas casi transparentes.

Comenzaron a esquivar lo mejor que pudieron, no dejando que ninguna de las flechas les dieran o que los rozará. Pero pronto, se dieron cuenta que solo era un truco barato de ilusiones.

—No creas que con eso vas a ganarnos —advirtio Seiya frunciendo el entrecejo— ¡Meteoro de Pegaso!—sin dudarlo atacó con su técnica de confianza, acertando el golpe con facilidad—. Creí que daría más pelea pero no era la gran cosa...—comento al ver cómo su enemigo estaba tendido en el suelo, con su armadura rota y desangrándose.

—Mi misión era...m-matar a Saori Kido —hablo con dificultad Ptolemy— y con esto...he concluido.

Todos lo miraron perplejos, pero, un quejido de dolor hizo que fijarán su atención en otra cosa.

—¡Saori!—exclamo preocupada Kagome.

Saori tenía una flecha dorada clavada en su pecho. Sus quejidos de dolor resonaron en los oídos de los caballeros que aún no podían reaccionar del todo.
Kagome pestaño pesadamente antes de correr hacia ella y tomarla en brazos. Los demás se movieron y rodearon a su diosa.

🌸🌸🌸

Capitulo atrasado xd

Bueno, ya empezó la masacre jaja
Cómo estamos en el inicio del climax tengo que pedirles que voten por las siguientes opciones.

¿Quieren qué adapte la Saga de Asgard?

¿Hago un Arco original?

¿Paso de lleno a La Saga de Poseídon?

Les dejo una imagen que hice en picrew de Kagome. (No es 100% igual, de todos modos, tienen descripciones de como es la niña en el libro)


No pude ponerle las ondas de su pelo pq no tenía la opción >:(
Lo único casi igual es su ropa, exepto por los puntos rosas del vestido XD

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