33 - Una esperanza
Los jóvenes caballeros de bronce, que aún se encontraban en Japón, se reunieron en el hospital en la habitación del caballero de Pegaso.
—No podemos simplemente dejarlo así —dijo Seiya, quien miraba por la ventana—. Debe haber una forma en la que podamos apoyar a Shiryu.
—Seiya, ya oíste a los doctores—dijo Shun, con un tono de voz desanimado—. No existe ninguna cura a su ceguera.
—No hay ninguna cura médica, pero nada nos dice que no existe una forma de curarlo con el cosmos—respondio, dirigiendo su mirada a sus compañeros.
Todos se quedaron en silencio, conciderando seriamente las palabras del caballero de Pegaso.
—Quizas tengas razón, pero al menos yo no conozco ningúna forma—comento Kagome, apoyando su espalda contra una de las paredes de la habitación.
—¿Y qué hay de Mü, el restaurador de armaduras? Probablemente el sepa algo—sugirió Hyoga, animando un poco el ambiente.
—¡Es cierto! ¿Cómo no lo concideramos antes?—dijo Shun.
—Bien, está decidido—hablo de nuevo Seiya, bastante decidido—. Viajaré a Jamir en busca de respuestas.
—Ah no, de ninguna manera—interrumpio la fémina—. No permitiré que hagas un viaje tan pesado cuando apenas te estás recuperando—dijo firmemente—. Yo iré a buscar a Mü.
—Pero Kagome, es muy peligroso—dijo el castaño algo preocupado—. Yo puedo encargarme, en serio.
—Y porque es peligroso no puedo dejarte ir—se acercó a él, posando suavemente su mano en su hombro—. Tranquilo, volveré con una cura para Shiryu, te lo aseguro.
La miro en silencio por un momento y dejando salir un pesado suspiro, termino aceptando que la chica fuera a Jamir.
( . . . )
La joven ya había viajado a dicho lugar, llevando consigo su armadura en caso de que llegara a ser necesaria. Su primer obstáculo era escalar una gran montaña y llegar a la cima.
—Shiryu, ten paciencia, verás que todo se solucionará...—pensó, mientras iba subiendo de a poco.
Algunas rocas eran algo resbaladizas, pero eso no le impidió seguir subiendo hasta la cima dónde debería cruzar por el cementerio de armaduras.
Con la experiencia acumulada en sus batallas contra los santos de plata, Kagome pudo cruzar ese obstáculo con bastante facilidad. Siguió caminando, pronto llegaría a su destino.
—Oh...—miro el puente que debía cruzar para llegar a la torre de Mü. Se veía muy deteriorado—. Bien, debo tener cuidado...—se ánimo asi misma.
Comenzó a caminar con cuidado, las maderas crujían con cada paso, eso comenzaba a alertarla un poco pero siguió avanzando.
Cuando una fuerte ráfaga de viento corrió, todo el puente se sacudió, cortando las desgastadas cuerdas. Con nervios comenzó a correr, hasta que hubo un momento en el que casi cae al precipicio pero logró sostenerse del otro extremo de la cuerda.
—Diablos...—murmuro mirando hacia abajo— La próxima vendre con otra cosa que no sea un vestido—suspiro y comenzó a subir de a poco.
Llegó a la cima y jadeo un poco, tomo un bocado de aire y siguió caminando hacia la mansión. Sentía un gran alivio al ver lo cerca que estaba, y su alegría se intensificó más al ver una figura a la distancia. Aceleró el paso, acercándose a aquella persona.
—¡Kiki!—sonrio al ver al niño— Que alegría verte de nuevo.
—¿Kagome?—la miro por un momento sorprendidos, para luego sonreír— ¡Tanto tiempo sin vernos! ¿Qué te trae a Jamir?
—Vine a buscar a Mü —respondio con un poco de seriedad — Quizás el conozca una forma de curar la ceguera de Shiryu, y-
—Es un acto muy noble—interrumpio a la chica — pero el maestro Mü no se encuentra aquí.
La chica se quedó callada por un momento, procesando la información que se le acababa de dar. Su expresión cambio completamente, deformándose en una gran impresión y preocupación.
—¿¡Qué!? ¿Cómo que no está?—aquella preocupación se vio reflejada también en su voz.
—Como escuchaste, ni siquiera se dónde está —dijo el pequeño —. Vine a buscarlo, pero cuando llegue no había nadie, tampoco dejó una nota.
La chica frunció levemente las cejas confundida. Justo cuando lo necesitaban se le dió por desaparecer, ¿Qué se supone qué haría ahora? No podía volver con las manos vacías luego de que se esforzó tanto para llegar ahí.
El niño solo la miro expectante pero a la vez desanimado, no le gustaba la idea de no ser de ayuda para sus amigos los caballeros de bronce en una situación tan complicada como lo era está.
—Ven, entra a la mansión y descansa un poco —sugirió—. Necesitarás energías para tu viaje de vuelta.
La fémina relajo sus hombros, dejando salir un suspiro pesado. Quizás debía relajarse, eso la ayudaría a pensar mejor en lo que haría ahora.
Se dejó guiar por el menor, dejando su caja Pandora en el lugar donde se le fue indicado. El niño le ofreció un vaso de agua y unas cuantas galletas que Kagome acepto.
—¿Seguro que no sabés dónde está?—volvio a preguntar, solo para asegurarse.
—Conozco Jamir como la palma de mi mano—contesto, dejando en claro lo seguro que estaba de sus palabras—. No está por ningún lado. A veces cuando se va, regresa en diez o veinte días—comento esto último para tratar de darle esperanzas a la joven, mas no lo logró.
—¿¡Diez a veinte días!?—repitio, formando una mueca de disgusto en sus facciones—. Esto es malo...
Kagome sostuvo su cabeza con sus manos, se sentía muy estresada y no sabía cómo proseguir. El niño se puso a pensar, quizás su maestro en algún momento le comento alguna cura milagrosa para estás circunstancias. Pasaron unos pocos segundos y el foco se le encendió, embozando una alegré sonrisa en sus labios.
—¡Podrías usar el agua de la vida!—sugirio—. Eso podría devolverle la vista.
—¿Eh?—la chica dirigió su mirada hacia el sorprendída, se puso de pie y sostuvo al niño de sus hombros, agachándose ligeramente para verlo—. ¿De qué estás hablando, Kiki?
—Hay una montaña a los límites de Jamir—comenzo a explicar —. Se dice que el agua que emaná de un río de su cumbre puede curar todas las enfermedades.
—¡Eso es!—la chica sintió como el ánimo le volvía al cuerpo —. Si le llevamos un poco de esa agua a Shiryu, el podría mejorar. Vamos, muéstrame el camino—pidió.
—Umh, pero...—iba a decir algo para no acompañarla, ya que era bastante peligroso. Sin embargo ella se anticipo y tras colocarse de rodillas le dió un beso en la mejilla, a lo que el niño se puso colorado— ¡Vamos!
( . . . )
Llegaron al pie de la montaña, su primer intento para subirla, era usar la teletransportación para llegar a la cima en cuestión de segundos. Pero para su mala suerte, la montaña era protegida por un sello espiritual, lo que le imposibilitó a Kiki usar sus poderes.
—Tendre que subir por mis propios medios, no queda de otra —dijo Kagome, tomando la pequeña cantimplora que trajeron para llevar el agua.
—Pero Kagome, ni siquiera Mü a trepado esa montaña —advirtió su acompañante.
—Es porque nunca tuvo la necesidad de hacerlo —respondio sin mirarlo y cerro sus ojos por un momento— No puedo dejar que mi amigo continúe de esta forma, debo salvarlo—pensó—. Deséame suerte—dijo antes de partir.
Comenzó a escalar la montaña, dando grandes saltos de un peñasco a otro. Así siguió hasta que vio un camino frente suyo, era demasiado delgado para caminar con normalidad por el, y cualquier mínimo movimiento podría hacer que ella cayera al vacío.
—Parece que será difícil, pero no voy a rendirme —pensó la joven con algo de confianza, comenzando a moverse con cuidado por ese camino.
Había algunas rocas que se desprendían pero eso no fue suficiente para detenerla. De repente, el cielo se enrojeció un poco y una fuerte ráfaga la derribó, haciendo que cayera. Por suerte logró sostenerse del filo del camino, aunque fue a duras penas. Frunció ligeramente su ceño y subió de nuevo, cuando de repente todo tembló y el camino comenzó a desmoronarse, obligándola a correr a toda velocidad para no morir. Dió un fuerte salto para intentar llegar al otro lado, pero termino colgada del filo nuevamente.
—No puedo rendirme, le prometí a Seiya que encontraría una cura para nuestro amigo—juntando sus fuerzas comenzó a levantarse logrando sentarse en el camino, que ahora era más angosto.
Jadeo un poco, pensó que lo peor ya había pasado pero un ruido llamo su atención. Miro hacia atrás, dando se cuenta de que una gran roca se dirigía hacia ella.
—¡Ah!—fue lo único que salió de su boca de la impresión. Sin embargo actuó rápido, y destruyó la roca acumulando una gran cantidad de cosmos en su puño, logrando así destruirla—. Diablos, nunca he estado a punto de morir tantas veces en un solo día—se dijo así misma.
Continuó caminando, estaba notablemente cansada pero sabía que el precio valía la pena. Llegó a una zona alta de las montañas, y apenas puso un pie ahi, tuvo que agacharse para esquivar un ave.
—Asique aquí es donde las águilas hacen sus nidos—miro a la manda de pájaros, eran grandes águilas calvas.
Los animales la concideraron a primera instancia como una amenaza y comenzaron a atacarla. La chica uso sus antebrazos, tratando de no salir tan lastimada, comenzaba a irritarle lo ridículamente difícil que era subir esa montaña.
Ya arta, elevó su cosmos para intentar espantar a las criaturas. Ellas instintivamente volaron lejos, pero hubo una pequeña que resultó herida por su onda de cosmos.
—Lo siento pequeña—tomo al animal con cuidado, acariciando suavemente sus plumas—. No quería herirte, solo asustarte un poco —arrulló, usando nuevamente su cosmos solo que esta vez para curar un poco sus heridas.
La pequeña aguila se fue volando, y ante ese acto de generosidad, el resto de animales le abrieron el paso a la amazona.
—Al fin...—dijo ilusionada, al ver la pequeña cascada de agua cristalina, que culminaba en un arrollo.
( . . . )
Cuando bajo por fin de la montaña, se encontró con una situación inesperada. Un extraño sostenía a Kiki del cuello de su remera y lo lanzó sin piedad.
Se apresuró y antes de que el niño se estrenará contra una roca, lo atrapó en sus brazos.
—¡Kagome!—dijo el niño al verla.
—Perdon por llegar tarde—le dedico una sonrisa, antes de dejarlo con cuidado en el suelo—. No sé quién seas, pero no permitiré que le hagas daño a Kiki—amenazo al hombre con completá severidad.
—Asique tu eres Kagome de lobo Albino, la hermana del traidor Aioros de Sagitario—hablo el desconocido, a lo cual ella dirigió su mirada hacia el—. Se que el Señor Arles se alegrará saber de qué te eliminó Aracne de Tarantula.
—Bien, si pelea quieres, pelea tendrás—respondio la chica—. Sostén esto, por favor, Kiki—le paso la cantimplora.
—¡Lo conseguiste, el agua de la vida!—felicito el niño.
—Dejemonos de charlas—ignoro lo dicho por el menor y salto quedando frente a su oponente— Prepárate, Aracne.
—¿Crees que con tu débil cosmos energía lograrás vencerme? —rio burlonamente, poniéndose en una extraña pose con la cual acumuló su cosmos.
—¿Qué es esto? Su cosmos no es similar a de los otros caballeros de plata—penso la chica algo inquieta.
De repente, el hombre se movió a una velocidad de Mach 3, logrando encajarle varios golpes que no fue capaz de esquivar.
La chica se retorció de dolor, pero trato de ponerse de pie, había olvidado lo cansada que quedó del viaje.
—No puedo creer que unos debiluchos como tú, hayan derrotado a mis compañeros los caballeros de plata, pero eso se acabó—preparo su cosmos para atacar sin piedad— ¡Telaraña de Tarantula!
La chica dejo escapar un grito de dolor, y cuando se dió cuenta, estaba atrapada en una telaraña de cosmos color violeta.
—¿Qué es esto?—trato de soltarse, pero sintió que su cosmos estaba siendo absorbido— ¡M-mi cosmos!
—No importa cuánto forcejees, no vas a lograr soltarte—dijo el hombre soltando una risa—. Tu cosmos se irá a absorbiendo de a poco hasta que no te quede nada.
—No, no, no—comenzo a negarse ante tal idea y siguió moviendose pero era inútil, no podía soltarse, y su cosmos se esfumaba con cada movimiento.
De repente una figura apareció y golpeó al caballero de plata. ¡Era Shō! Uno de los caballeros de acero. Aracne trato de atraparlo con su telaraña, pero utilizando su tecnología, comenzó a absorber el ataque y almacenarlo.
—¡Rápido, Kagome!—pidió el chico— ¡Has explotar tu cosmos y libérate!
La chica lo miro de reojo, aún sorprendida de su aparición. Solo se limitó a asentir y comenzó a canalizar su cosmos de nuevo.
—Shiryu...—penso en el chico, recordando que el era el motivo por el que vino—¡Arde! ¡Explota! ¡Mi poderoso cosmos!—hizo estallar esa energía en su interior con intensidad, atrayendo su armadura desde la mansión de Mü—. Lobo Albino...—murmuro asombrada, al ver cómo había venido hacia ella.
La armadura se desarmo, y, destruyendo la telaraña, vistió a la fémina con sus partes. La joven aterrizó en el suelo y miro a su oponente con seriedad.
—Aracne, vas a probar el poder de mi cosmos en su máximo esplendor—advirtio la chica. Trazo las estrellas de su constelación— ¡Garras de lobo! —exclamo, cuando su cosmos se moldeo en su puño como garras.
Atacó al hombre de un golpe rápido y directo, dejándolo completamente paralizado. Pasaron unos cuantos segundos, antes de que el cayera al suelo muerto.
—Lo lograste, Kagome—felicito Kiki, acercándose a ella junto al caballero de Acero.
—No lo habría logrado si no hubiese sido por Sho—miro por un momento al chico con agradecimientos, antes de volver su mirada al niño—. Ahora vámonos, Kiki, tenemos que llevarle esa agua a Shiryu.
—Espera Kagome—la detuvo el adolecente—. Debes regresar de inmediato a Japón.
—¿Eh? ¿Por qué?—dijo confundida.
—La señorita Saori me mandó a buscarte, ha pasado algo muy grave—su voz era severa pero dejaba entre ver una gran preocupación—. El casco de Sagitario desapareció—revelo por fin.
—¿¡Qué!?—exclamo asombrada, su cuerpo tembló un poco. Bajo la mirada por un momento, apretando sus puños con impotencia—. Kiki, llévale el agua a Shiryu, yo regresaré a Japón—le pidió al niño.
—Si, lo haré...—respondio, no queriendo decir algo equivocado.
—La batalla con el santuario...—hizo una pausa, antes de cambiar su expresión a una fría— está más cerca de lo que creí.
🌸🌸🌸
Hola!
Volví luego de un largo, largo tiempo. Se que nada justifica mi inactividad, pero necesitaba tiempo para mí y para mí escuela. Ahora que estoy de vacaciones retomaré las actualizaciones, espero que haya gente que todavía lea esto 😿
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