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28 - ¡Secuestrada por los cuervos!

La mañana era muy tensa, el saber que Shiryu no podría ver de nuevo los desánimo a todos. Era una perdida grande para todos, pero no podían abandonar las esperanzas ahora, tenían que restaurar la paz en el santuario.
De alguna manera, Shiryu volvería a ser el mismo.

Fueron al hospital a llevar un ramo de flores, pues su amigo partiría a los Cinco Picos, un pueblo en China donde el caballero de Dragón completo su entrenamiento para volverse un guerrero de Athena.

—Shiryu, ¿Cómo te encuentras?—se atrevió a preguntar la muchacha de cabellos lilas.

—Ya no hay dolor...—respondio con un tono  sereno.

—Que bueno...

Todo se quedó en silencio por unos escasos momentos, Shiryu parecía analizar el ambiente. Está acción hizo que a Kagome se le pusieran los pelos de punta, le incomodaba el silencio que reinaba.

—Somos un grupo de nueve—dijo Seiya, cortando con el silencio. Ante aquello, Shiryu sonrió complacido, como si ya supiera la cantidad exacta de personas en la habitación.

—¿Shiryu, tú puedes ver?—pregunto Hyoga algo sorprendído.

—Hyoga, las pisadas de cada uno de ustedes suenan ligeramente diferente—contesto apaciguando las crecientes esperanzas de los presentes.

—Todo esto es para nuestro bien...—comento el Santo de Andrómeda claramente desanimado.

—Ahora Shun, ni una sola palabra de esto. Somos un grupo con una estrecha unión, Shun, si estuvieras en mi lugar...—hizo una ligera pausa—tambien habrías echo lo mismo—encurbo una pequeña sonrisa—¿Correcto Hyoga?

—Si, tienes razón—dijo el rubio.

—Creo que lloraré de nuevo...—murmuro Kagome, quien tenía una diminuta sonrisa.

—Hazlo con toda libertad Kagome—contesto el de cabellos azabache—. Debes tener muchas emociones reprimidas por lo que ha pasado, has recibido muchas noticias fuertes en un corto lapso de tiempo.

Los pómulos de la fémina se tornaron de un fuerte color carmesí, no esperaba ser oída. Una risa nerviosa se escapó de sus labios, y desvío su mirada tratando de ocultar el carmesí de sus mejillas.

Uno de los caballeros de acero, le obsequio el ramo de flores al dragón, como muestra de respeto hacia el.

—Siento estar en este estado, ahora que la guerra interna con el santuario está en un punto tan importante...

—Shiryu, si así es como te sientes, ojalá que te alivies pronto—dijo Seiya—. Sin embargo, hasta entonces tendremos que remplazarte.

—¡Seiya eres un insensible!—regaño Kagome.

—¿Qué? ¿Ahora que hice?—dijo desconcertado.

—No lo digas como si fuera nada, ten un poco más de tacto para decir las cosas—se cruzó de brazos, manteniendo una postura seria.

Seiya iba a decir algo, pero todos llevaron su mirada a Saori, la cual había tomado ambas manos del caballero de dragón. Ver aquello los dejo sorprendídos.

—Shiryu, prométeme que tendrás cuidado—el tono de la muchacha era pasifico y dulce, lo cual dejaba un extraño sentimiento en su interior.

( . . . )

Shiryu y Shunrei se subieron a una limosina prestada por la empresa de los Kido. El mal sabor de boca aún estaba presente, deseaban que su amigo se recuperará, pero no parecía haber alguna posibilidad de que su vista se curará.
No podían perder su esperanza, el ya había vuelto de la muerte, está vez también podría volver a ver la luz.

Ya no sabían que hacer, asique los caballeros se fueron por su lado.

Kagome no sabía a dónde ir, generalmente estaba junto a Saori o alguno de sus amigos, pero ahora no sabía que hacer.

—Sola de nuevo, como en el santuario—suspiro pesadamente, mientras caminaba por las veredas de la ciudad.

Dirigió su mirada al collar que había sido de su hermano mayor, y ahora colgaba de su cuello. Lo tomó con delicadeza con dos de sus dedos y lo acarició. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, adornando sus delicadas facciones.
Sintió una mano en su hombro, se alteró, tomó la mano del extrañó y la apretó fuertemente.

—¡Oye!—exclamo adolorido apartando su mano.

—¿Eh?—lo miro detalladamente y hizo una mueca de nervios— ¡Ikki! ¡L-lo siento...!

—No te preocupes...no debí hacer eso tan a la ligera cuando no prestabas atención—suspiro pesadamente sobando su mano.

La chica lo observó, pocas veces habían estado juntos, mejor día ambos solos, siempre estaban acompañados de los demás caballeros. Solo hablaron juntos cuando el se robó la armadura de Aioros, no era un buen comienzo entre ambos.

—Y...¿Ocurre algo?—ladeo su cabeza.

—Queria... quería que saliéramos juntos, creo que tenemos cosas por charla—desvio la mirada, ocultando sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Sus labios se separón un poco, estaba sorprendída. No supo que hacer, solo asíntio nerviosa.
Ambos siguieron caminando, estaban incómodos, el echo de nunca estar a solas los hacia casi unos desconocidos para el otro.

—Emh...Kagome, cuéntame más de ti—dijo un tanto nervioso.

—Pues...entrene en el santuario, de echo me criaron ahí—respondio.

—¿Te criaron ahí? Oh, cierto, tu hermano era el caballero de Sagitario, tus padres también son del santuario—llevo su mirada al cielo.

—Sí, mi papá era un caballero de plata, y mamá una doncella que trabajaba como sierva—miro sus zapatillas.

—¿Ellos...?

—Sí—suspiro pesadamente—No llegué a conocerlos...

Todo se quedó en silencio de nuevo, ahora todo era triste. Tenía que encontrar una forma de animarla.

Vio al rededor, notando un vendedor de algodón de azúcar en el parque. Tomo a la chica del brazo y la jalo al sitio, ella estaba confundida pero no puso objeción.
Compró un algodón de azúcar y siguió con su caminar, la de ojos verdes miro el dulce, tenía un ligero brillo en ellos.

Comenzó a comerlo de a poco, miro de reojo al de hebras azules y extendió el bocadillo hacia el para que también lo probará. Trato de negarse pero ella insistió, por lo que no tuvo opción que aceptar y comenzar a comer.

Ya no era incómodo, eso era un beneficio, podría decirle lo que quería expresar.

—Lo siento...—dijo en un susurro audible para ella.

—¿Eh?—dirigio su mirada hacia el.

—Tuve que hacer esto con los demás, solo me faltas tu...—su mirada se encontraba centrada en el camino—. Se siente diferente pedir perdón, porque eres una mujer y porque la armadura que robe fue la de tu difunto hermano—suspiro—. Creo que eres la que más disculpas merece, tú eras ajena a la situación por la que pasamos, y aún así te viste involucrada, y... casi te mato...

—Ikki...—dijo su nombre en un tono bajo— No tienes porque disculparte, no eras tú mismo, estabas cegado por el odio. No tengo ningún rencor hacia tí, la situación ya está mejor.

Suspiro pesadamente, la miró y trato de sonreír pero más parecía una mueca. Kagome dejo salir una pequeña carcajada, el chico desvío la mirada avergonzado pero también río.

Siguieron comiendo el algodón de azúcar, el cielo estaba en tonalidades naranjas y rosas, en cualquier momento caería la noche asique deberían volver a la mansión.

—El atardecer es hermoso—dijo Ikki en un tono melancólico, ver a él cielo de esta manera le recordaba a su amada Esmeralda.

—Si, así es—Kagome también tenía su mirada en el cielo, todo parecía normal, pero algo llamó su atención. Habían cuervos volando en una misma dirección—que raro...nunca había visto cuervos volando en una misma dirección.

—...Se supone que en las ciudades no hay cuervos—comento el hombre con seriedad—. Presiento que algo malo ocurrirá.

—¿A dónde irán?—siguio con la vista a los animales, notando que se dirigían al coliseo de la fundación grad—. ¡Van al coliseo!

—Date prisa—movio su cabeza en señal de que avanzará, ella asíntio y comenzo correr a aquella dirección. Sin embargo, freno al pensar bien sus palabras.

—¿No irás conmigo?—lo miro sobre su hombro algo inquieta.

—Ire si las cosas se complican—le dió la espalda.

—¡Pero...!

—No te preocupes—la observó de reojo, con una sonrisa ladina—Iré a salvarte si fallas.

Sus palabras no le hicieron gracia, frunció ligeramente su entrecejo y continuo su camino al Coliseo.

( . . . )

Cuando estuvo llegando a la entrada, dirigió su vista al cielo. Se quedó paralizada al ver cómo Saori era llevada por los cuervos que vio hace un momento.

—¡Maldición!—exclamo con preocupación.

Rápidamente ingreso al coliseo en busca de su armadura. Ahí también se encontraban los demás caballeros de bronce, asique todos irían al rescate de la encarnación de Atenea.

Sin embargo, fueron detenidos por secuaces del santuario, no les quedaba opción más que deshacerse de ellos.

—Seiya, tu ve tras los cuervos, nosotros nos encargamos—ordeno el ruso, mientras golpeaba a uno de los hombres.

Encargarse de ellos no era difícil, bastaba con solo unos golpes. Mas la amazona se sentía desesperada, no podía fallar en la misión de proteger a la diosa.

—Kagome—llamo Shun y ella instantaneamente lo miro—. Son menos aliados del santuario, ve tras Seiya y ayúdalo, presiento que necesitará ayuda. Déjame con Hyoga, nosotros los alcanzaremos.

—¡S-si!—asintio.

Rápidamente corrió en la misma dirección del castaño. Rastrear su cosmos era sencillo, solo esperaba llegar a tiempo y que la situación no se saliera de control.

Pronto llegó a un acantilado, salto sobre las rocas para impulsarse e ir más rápido. Podía escuchar el cantar de los cuervos a lo lejos, eso de cierta manera la alivió, estaba más cerca de rescatar a la fémina.
Logró escuchar una pequeña discusión, las voces eran de Seiya y un desconocido, esto la alertó y hizo que se apresurará.

Al llegar vio un cuerpo cubierto de plumas negras, de el emanaba una ligera energía cósmica. La reconoció casi al instante, era el caballero de Pegaso.

¡Seiya!—exclamo en su mente preocupada.

—Vaya, vaya...—escucho una voz diferente la cual llamo su atención— pero si es la pequeña hermana del traidor.

La chica de ojos verdes se puso en guardia, y noto como los cuervos volvían a llevarse a Saori. Apretó sus dientes, esto iba de mal en peor.

—Tu eres el domador de cuervos, ¿No es así?—su voz sonaba muy seria y a la vez enfadada—¿Qué hiciste con Pegaso?

—Nada importante, solo acabé con su existencia—respondio de forma burlesca.

Frunció su entrecejo. Había oído rumores sobre este hombre, controlaba a los cuervos como si fueran una extensión de su cuerpo. Si peleaba con el y ganaba no serviría de nada, los pájaros se llevarían a la deidad.

Pero...No iba a rendirse por nada del mundo.

—Aguanta Seiya, cuando termine con el te liberare—le pedio al joven que estaba cautivo por las plumas.

—Que osadía la tuya—rio el hombre—. Tranquila lindura, seré amable y procuraré de que tú muerte sea pasifica.

—Me temo que yo no haré lo mismo—sonrio—. Destruiré cada uno se tus huesos, hasta hacerlos polvo.

De un movimiento rápido corrió hasta el, preparando su puño para atacarlo. El hombre esquivó fácilmente, pero ella volvió a intentarlo dandole una patada en sus costillas.
La potencia de su patada hizo que se estrellará contra una gran roca.

—No eres tan fuerte sin tus pajarracos, eh—sonrio de lado.

El hombre la miro con furia y se lanzó hacia ella, dando puñetazos a una gran velocidad. La fémina esquivaba lo más que podía, pero su velociada era superior a la suya. Pronto se volvió las dificil bloquear sus golpes, termino recibiendo varios de ellos que la dejaron muy herida, hasta el punto que empezó a sangrar.

Sus ataques la hicieron retorcer hasta el borde del acantilado, si seguía así, inevitablemente caería por el.

Tenía que contraatacar.

Concentró su cosmos, y se preparó para atacar.

—¡Las garras de lobo!

Su cosmos se moldeo en garras y comenzó a hacerlo retroceder. Logró darle algunos cortes que lo hicieron gritar de dolor, pero no fue suficiente.
Sus cuervos nuevamente aparecieron, y comenzaron a atacarla, impidiendo que pudiera acabar con su objetivo.

M-maldicion—dijo en su mente, sus heridas ardían, cada vez sangraba más y Saori se alejaba más.

Nuevamente encendió su cosmos, creando una pequeña ráfaga que alejo un poco a los animales.
Jadeo con cansancio, tenía que pensar rápido o sería demasiado tarde.

¿Debería usar el plasma relámpago...? No, es muy arriesgado, solo debo usarlo si es necesario nada más—fruncio el ceño. Quién diría que pelear con cuervos era tan complicado.

Apreto su puño que se había manchado con algo de sangré, usaría la ráfaga de garras, aunque no fuera uno de sus mejores ataques era su mejor opción ahora.

—¡Ráfaga de garras!—exclamo.

Su ataque corto a varios de los cuervos, pero aún habían algunos volando, pero fue de gran ayuda para librarse un poco.

Nuevamente peleó cuerpo a cuerpo con el caballero de plata. Ella tenía una clara desventaja pero eso no la detendría.
Logró darle varios golpes, dañandolo pero ella también había sido víctima de alguno de sus ataques.

—Ya me arte de esto, voy a acabar contigo en este momento—exclamo el hombre—. ¡Pluma negra!

Lanzó varios puños, ella pudo esquivarlos por suerte, no obstante el nombre del ataque resonó en su mente, ¿Pluma negra?

Miro por un breve momento a Seiya, ¿Acaso el caballero de plata uso esa técnica en el? Si era así, significaba que ella también quedaría atrapada y el domador de cuervos triunfaría.

—¡Estás acábada mocosa!

De repente las plumas de sus cuervos comenzaron a caer. Algunas se clavaron en su cuerpo como agujas, comenzó a desesperarse, tenía que hacer algo y rápido.

Su respiración se aceleró por los nervios, pero un recuerdo llegó a su mente como un rayo.
Varias veces entreno con su hermano, el caballero de Leo, quien le enseñó una de sus técnicas más poderosas pero al ver el estando en el que la dejaba, le pidió que no lo usará al menos que estuviera al borde de la muerte.

—¡Plasma...Relámpago!—exclamo, lanzando su ataque contra el suelo.

Los rayos que fueron formados por su cosmos, rebotaron y destruyeron las plumas también había logrado golpear al caballero de plata.

Calló al suelo agotada, jadeo y jadeo, su vista comenzaba a ponerse borrosa pronto quedaría inconsciente, ¿Ahora que haría? ¿Falló? ¿Se llevarían a Saori para siempre?

Una fuerza cósmica se sintió, el caballero de pegaso había logrado liberarse por sus propios medios.
Kagome observó como el se acercó a ella, parecía decirle algo pero no lograba oírlo bien. Luego vio como el corría para salvar a Athena.

Cerro sus ojos un momento y...

¡Levántate!—se ánimo a si misma—Levántate.... levántate...

Apoyo sus manos en el suelo, con sus brazos temblorosos logró comenzar a levantarse. Aunque estaba al borde de desmayarse, aguantaría hasta que la diosa estuviera a asalvo.

—S-saori...—murmuro cuando estuvo de pie.

🌸🌸🌸

Me demoré en subir esto, pero aquí está, espero que lo disfruten.

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