2 - Rumbo a Japón
- 2 Días antes de la batalla por la Armadura de Pegaso -
Kagome al fin había obteniendo su armadura, y ahora se preparaba para regresar al Santuario. Estaba algo ansiosa, pues le había prometido a su mejor amigo verlo conseguir la armadura de Pegaso y tenía miedo de no llegar a tiempo al coliseo.
Pero la verdad es que no solo quería ver a su amigo, también quería ir con Aioria, y darle la noticia de que ya era oficialmente una amazona de bronce. Deseaba con ansias, ver aquella sonrisa de orgullo en los labios de su hermano. El era lo único que tenía en el mundo y lo quería muchísimo, por eso hacer que el se sienta orgulloso, era de las cosas que más añoraba en toda la tierra.
—Si voy a pie, me tardaré por lo menos dos dias en llegar al Santuario...—suspira con pesadez, pensando en todas sus opciones para lograr viajar—. Quizás logré hacer que me lleven...
De repente, unos pasos se oyeron afuera de la habitación seguido de un golpeteo en la puerta de madera. ¿Tan rápido iban a desalojarla? Cuando llego al bosque Abadeto, le permitieron quedarse en una modesta cabaña. Seguramente, la influencia de su hermano se vio un poquito involucrada en esa "generosidad".
—Jóvencita—llamó un anciano desde el otro lado de la puerta.
—¿Eh? ¿Qué sucede?—abrio la puerta, acomodando su máscara para que no se cayera.
—Esto es un regalo, te lo envía una tal Marín de Águila—le extiende una bolsa.
—¿Ah? Un regalo de Marín...—sonrio emocionada y tomó la bolsa—. Muchas gracias.
Tras esa pequeña plática cerró la puerta y colocó la bolsa sobre la cama. Dentro había una pequeña carta, la tomó y la leyó con una pequeña sonrisa.
"Querida Kagome, te envío esto porque seguramente lograste conseguir tu armadura. No por nada eres Hermana de Aioria. Por cierto, se que siempre has querido algo como esto. Disfrutalo, creo que es de tu estilo"
—Me preguntó que sera...—embozó una sonrisa bajo la carcasa de metal.
Saco lo que había dentro de la bolsa, dejandolo el contenido sobre la cama. La sorpresa era palpable a su rostro. El regalo se trataba de un vestido blanco que seguramente solo llegaba a sus rodillas. También había un chaqueta de jean azul y unas zapatillas converse rojas. Soltó un grito se emoción y tomó las prendas entusiasmada. Rápidamente empezó a desvestirse, sacándose la ropa de entrenamiento para colocarse su nueva vestimenta. Cuando se termino de cambiar, se sacó la máscara que las amazonas debían usar obligatoriamente y se miro al espejo.
—Vaya—acomodo un mechón de su cabello—. Quien diría que así me vería hermosa—rio levemente—. Ahora parezco una chica normal—tomo la máscara y se la colocó delicadamente—. Ojalá mi hermano no me regañe, a él nunca le ha gustado que muestre mucha piel...—tomo la Pandora box y se la puso en su espalda—. Ni modo se lo tendrá que aguantar—se encojio de hombros.
Esa actitud desinteresada y floja podía llegar a molestar a algunos, pero remalmente Kagome era una buena persona, por eso pasar algo de tiempo con ella siempre será agradable.
Ella salió de la cabaña, no sin antes asegurarse de que no se dejó nada en el lugar. Y así comenzó su viaje de regreso al santuario. Iba a ser un camino muy largo pero ahora era una amazona, no podía quejarse de algo como esto.
( . . . )
La chica camino casi un día entero, estaba cerca de la villa Rodorio pero eso no la ayudaba mucho pues aún seguía lejos.
Luego de descansar un poco, se encontró con unos abuelos que accedieron a llevarla en su camioneta hasta la villa Rodorio. Al llegar se despidió cortésmente y siguió se ospedo en una de las posadas del poblado, pues el viaje la había dejado muy agotada pero calculo que mañana llegaría al Coliseo justo a tiempo para ver a su mejor amigo pelear.
—Espero no estar tan tarde...—suspiro con pesadez—. Su pelea será contra Cassios, desde que era pequeño a perdido contra el—miro el cielo mientras avanzaba—. Aunque está vez tengo un presentimiento, confío en que Seiya logrará ganar por fin la armadura de Pegaso.
Tras caminar un poco logró llegar al Coliseo, mientras algunos soldados y aspirantes la observaban sorprendidos. ¿Será que no esperaban que ella consiguiera la armadura? Si pensaban aquello, eso no hacía más que molestarla. Es la hermana de un caballero dorado, no sería apropiado que ella terminará perdiendo y arruinará, aún más, la reputación de su hermano.
Soltó un suspiro y siguió caminando hasta que llegó a las estradas del coliseo. Dónde la batalla se estaba dando. Se sentía aliviada, había logrado llegar a tiempo, podría ver cómo su amigo trapeaba el piso con Cassios.
—¿Kagome?—se oyó una voz a su costado.
—¿Eh?—volteo a ver a dicha persona que la llamaba—. ¡Marin! Que alegría verte—sonrio bajo su máscara.
—Veo que lograste tu cometido y conseguiste la armadura del Lobo albino—dijo la mujer mirando la Pandora box, que la chica llevaba en su espalda—. Felicidades.
—Muchas gracias, esperemos que Seiya tenga la misma suerte—volvio su mirada a los concursantes—. Han pasado 6 años, dudo que ese tal Mitsumasa lo espere eternamente.
—Confia en que lo logrará—dijo Marin—. Cassios es un tramposo, que no conoce las bases fundamentales para ser un caballero. En cambio Seiya, ha llegado hasta aquí por todo el esfuerzo que hizo.
—Confio completamente en el, después de todo, es mi mejor amigo.
Ambas observaron como la pelea comenzaba. Como era de esperarse Cassios, inicio haciendo trampa atacando antes de tiempo. El público pensaba que por su estatura y físico, lo más obvio era que Cassios ganaría está contienda y obtendría la armadura. Ja, pobres ilusos.
Seiya había sido sostenido por Cassios, esto preocupo un poco a Kagome pero debía confiar en el.
—Ese maldito tramposo...—murmuro Kagome apretando sus puños.
—Primero te cortaré una oreja...—dijo el hombre desde la arena.
Todo paso muy rápido, todos estaban impactados. Sangre había sido salpicada al suelo y una oreja calló al suelo pero no era la oreja de Seiya la que calló al suelo. ¡Era la de Cassios!
—¡Ja! ¡Se lo merecía!—grito alegre.
—Kagome...—regaño la otra amazona.
—¿Qué?—se hizo la inocente y Marín rodó los ojos bajo su máscara.
—Por favor, cuida tus palabras Kagome—hablo otra mujer. Una de cabello verde y máscara, pues al igual que ella era una amazona.
—El día que seas más linda conmigo, quizás lo considere—se encojio de hombros—. ¡Vamos Seiya! ¡Demuestra quien manda!
El chico de cabello castaño la observó de reojo, y una sonrisa apareció en sus labios. Ahora lucharia con todas sus fuerzas, así impresionaria a la chica.
—No soy tan débil como tú crees Cassios, y te lo voy a demostrar—dijo confiado de si mismo.
Un aura color azul lo rodeó y con un solo puñetazo, logró darle miles de golpes en todo su cuerpo. Sus golpes eran tan rápidos, que hasta parecían meteoros. Este ataque, hizo que Cassios no aguantará y cayera de rodillas al suelo.
—Al fin ha llegado el día en el que recibirás tu merecido. No te preocupes, te dajare con vida—dijo el castaño en un tono algo arrogante.
—Se ve que pasar tiempo conmigo, lo hizo arrogante—rio levemente la amazona de lobo albino.
—Podrias hacerme el favor de cerrar tu boca—reclamo la amazona de Ofiuco.
—Tu no me das órdenes Shaina—respondio la de cabellos miel frunciendo las cejas.
—Kagome cállate—regaño Marín y la chica de cabellos color miel, se quedó callada.
Los halagos del publico no se hicieron esperar. Todos hablaban de lo poderoso que era Seiya, esto hizo molestar a Shaina y por contrarió alegro a Kagome. Al fin su mejor amigo, tenía el reconocimiento que se merecía por sus habilidades como guerrero.
Cassios no estaba dispuesto a dejar que Seiya le ganará. El tenía la firme ideología, de que un extranjero no podía poseer un tesoro Sagrado de Grecia, como lo era la armadura de Pegaso. Pero en realidad, era Cassios el que no merecía la armadura. A diferencia de Seiya, el no era capaz de sentir el universo que habita en su interior, el Cosmos.
Un verdadero caballero, debe poder persivir esa energía recorrer cada parte de su cuerpo y hacerla estallar. Si no era capaz de hacer eso, no se podía conciderar digno de portar una de las sagradas armaduras representantes del Zodiaco.
Seiya se preparó para demostrarle a Cassios el poder de su cosmos. Por eso, empezó a trazar las trece estrellas que componían la constelación de Pegaso.
—Acaso va a...—pensó Kagome mirando con asombro a su amigo, luego sonrió bajo su máscara—Seiya, eres simplemente increíble.
—¡Cassios cuidado!—escucho a Shaina pero era demasiado tarde. Seiya corrió hasta el y lanzo su ataque.
—¡Dame tu fuerza Pegaso!
Sus puños se movían a tal velocidad, que parecían meteoros. Aquella técnica que uso Seiya, se le conocía como Los meteoros de Pegaso.
Los meteoros lograron hacer que Cassios sangrara y posteriormente, callera al suelo derrotado, nombrado a Seiya como ganador.
( . . . )
Se le entregó la armadura de Pegaso a Seiya, y se le explicó las normas que todo caballero debía seguir para serle fiel a Athena y al Santuario.
—¡Seiya!—llamo la chica de hebras color miel, mientras corría hasta el—. ¡Lo lograste! ¡Ahora eres un caballero!—saltó hasta el y lo abrazo con fuerza.
Las mejillas del ahora caballero de pegaso, se pusieron rojas y una sonrisa apareció en sus labios.
—Kagome, que alegría verte—dijo sonriente—. Ahora ambos somos caballeros y al fin volveré a ver a mi hermana.
—Estoy muy feliz por ti—dijo la chica para separarse del abrazo—. Hablando de hermanos, yo debería ir a verlo.
—Pero antes debemos ponernos al día, debes contarme como fue tu prueba y...
—Obviamente haremos eso, mi hermano me regañara seguramente pero seguro me perdona.
—Si tu lo dices...—rasco su nuca algo nervioso.
—Tranquilo, todo saldrá bien—paso su brazo tras su cuello—. ¡Ahora vamos!
( . . . )
Ambos adolecentes estaban en un campo de flores, que había cerca del coliseo. Cuando eran pequeños, solían entrenar y jugar en ese lugar.
—Entonces derrotaste a los demás aspirantes tu sola—dijo el castaño sorprendido.
—Por supuesto, eran por lo menos 100, una batalla de todos contra todos. Claro, sino se hubieran matado entre ellos habría tardado más tiempo—se encoje de hombros.
—Para ser una chica eres muy fuerte—suspiro el caballero.
—Emm ¿Gracias?—rasco su nuca—. Bueno, tu pelea contra Cassios estuvo increíble—felicito—. Después de años, al fin lograste encender tu cosmos de manera sorprendente.
—Si, al final estos seis años no fueron en vano—rio levemente.
—Ahora...¿Volverás a Japón?—pregunto un tanto desanimada.
—Me temo que sí—suspiro pesadamente—. Mi misión era recuperar la armadura y llevarsela a ese viejo, luego podría volver a ver a mi hermana.
—Lo sé...—baja la mirada—. Es raro pensar que ya no nos veremos...
—Oye, no sabía cómo reaccionarias pero te lo diré, ¿Que te parece si vienes unos días conmigo a Japón?—pregunto algo ilusionado.
—¿Ir contigo?
—Si, así podremos pasar tiempo juntos—le sonrió de forma alegré.
—¡Claro!—respondio con emoción y bajo su máscara sonreía—. Además tengo curiosidad por tu vieja ciudad...
—Si...—se recostó mirando el cielo del atardecer—. Kagome...
—¿Si?
—Podrias ¿Mostrarme tu rostro?—pregunto un tanto avergonzado—. Es que, no sé si luego tenga la posibilidad y...—se sonrojo un poco.
—¿Qué cosa?—pregunto ladeando la cabeza.
—¡N-nada!—rie tratando de ocultar su sonrojo.
—Bueno, si no te molesta debo irme mi hermano ha de estar preocupado—se puso de pie dejando pasar deliberadamente el tema. Porque no importa cuánto lo pidiera, ella no se iba a quitar la máscara ante él.
—Esta bien, mañana iré a buscarte a tu cabaña así nos iremos—dijo con tranquilidad. Aunque por dentro se pregunto porque ella siempre lo evadía
—Si, adios—se despidió con su mano y se fue a la casa zodiacal de Leo.
( . . . )
Luego de un rato dónde casi se pierde en Géminis, y dónde tuvo que salir corriendo espantada de Cáncer logró llegar a Leo. Jadeo un poco de cansancio, cuando llegó a la entrada y después ingreso a paso lento a él templo.
—¿Quien osa entrar a la casa de Leo?—pregunto una voz con seriedad.
—He venido para molestar al caballero de esta casa—respondio la chica con aparente seriedad.
—¿Kagome?—murmuro avanzando, dejando ver su reluciente armadura dorada.
—¡Hermano!—corrio hasta el.
—Hermanita—la abrazo con fuerza—. Te extrañe tanto, pequeña traviesa.
—Y yo a ti, Aioria—se separó un poco del abrazo.
—Ven necesito que me cuentes que fue lo que sucedió—la guío hasta la sala del templo.
( . . . )
—Ya veo, así que ahora eres oficialmente una amazona—sonrio orgulloso—. Si sigues así, seguramente conseguiras ser un caballero dorado cuando crescas.
—No lo creo...—suspiro—Aun que me vería genial con tu armadura—llevo ambas manos tras su nuca.
—Ay Kagome—rio levemente para luego despeinarla.
—Oye quería preguntarte...—hizo una pausa—¿Puedo ir con Seiya a Japón unos días?
Tras esa pregunta todo se quedó en silencio, esto puso muy nerviosa a Kagome la cual tragó en seco por el ambiente tan tensó.
—¿Tu sola con Seiya?—dijo con seriedad. El sabía perfectamente, los rumores de sobre que Seiya quería de forma romántica a su pequeña hermana.
—Si, el se quedará allá asique... pasaremos lo que queda del tiempo—rasca su nuca.
Aioria la miro con seriedad por unos minutos, luego soltó un fuerte suspiro y asintió.
—¿No será más de unos días?—la miro atentamente, buscando algún rastro de mentira.
—Solo unos días, lo prometo—le extendio su meñique e hicieron una promesa.
—Por favor cuidate, eres lo más valioso que tengo y no soportaría que algo malo te pasará—dijo el mayor con preocupación.
—No me pasará nada Aioria, lo prometo—respondio con tranquilidad para luego abrazarlo—. Te adoro hermano mayor.
—Yo también te adoro hermanita—acaricia su cabello—. Ve a dormir, seguramente saldrán temprano y necesitas descansar.
—Si, debo ir a mi cabaña—se separa del abrazo.
—Yo te acompaño...—le dió una dulce sonrisa que fue devuelta inmediatamente por la más pequeña.
—¡Vamos!—canturrio mientras lo tomaba de sla mano.
—Por cierto, ¿Quien te dió permiso de vestirte así?—fruncio el entrecejo, un tanto celoso de que mirarán a su hermana con otros ojos.
—¡Ohg no empieces!—se quejo.
🌸🌸🌸🌸
Perdonen la demora, como compensación lo hize bien largo al capítulo
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