18 - El Pasado de Ikki
Tras ese silencio, Fénix apartó a Pegaso, no planeaba dar explicación alguna de lo que había ocurrido en su estancia en la Isla de la muerte.
Ikki comenzó a atacar a Seiya, sin embargo, este fue capaz de defenderse de sus golpes, derrotándolo nuevamente.
Fénix calló al suelo herido, por lo que los demás caballeros se acercaron para auxiliarlo.
—Apesar de todo, siempre supe que me vencerías...—murmuro.
—Ikki, debes contarnos que ocurrió en la isla de la muerte—pidió Seiya—, nunca volviste a ser el mismo, ¿Por qué?
—Responde—insistió también Shun.
—Shun, hermano—tomo su mano suavemente. Pero los recuerdos de su pasado, solamente terminaron alterando—. ¡Basta!—se agarro la cabeza.
—¿¡Qué sucede!?—pregunto Shun preocupado.
—¡En el infierno...! ¡Fue terrible!
Luego de esas palabras, comenzó el cruel relato del caballero de Fénix.
( . . . )
En una zona volcánica, un hombre con máscara golpeaba sin piedad a un joven de cabellos azules. Ese jóven era el ahora caballero de Fénix, Ikki.
—¿Hace cuánto tiempo estás aquí, en la isla de la muerte?—le pregunto el hombre.
—Cuatro años maestro...—respondio entre jadeos.
—¿¡Cuatro años!?—repitió molesto—Y todavía no has comprendido lo que necesitas para ser el más fuerte. Tienes que usar el odio, solo el odio te permitirá derrotar a tus adversarios.
Ikki lo miro de reojo, no podía creerse lo que el estaba diciendo.
Por entre las sombras, una muchacha de cabellos rubios y ojos verdes los observaba con preocupación.
—El aprendizaje de las artes marciales no es suficiente, tienes que odiar al mundo entero—explico—. Y primero a mi, debes destruir el respeto que sientes por mí, tu maestro. Y el que sientes por la raza humana, y en ese momento serás invencible.
Ikki se puso rápidamente de pie, e hizo una reverencia ante su maestro en señal de respeto.
—M-maestro, le agradezco sus consejos—respondio Ikki.
Sin embargo, recibió una fuerte patada en su mentón por parte del hombre de la máscara.
—De modo que me agradeces—dijo una vez que lo vio en el suelo—, Sigues descuidando te. El único sentimiento al que tienes derecho, es el odió. Hasta que no expulses todas las demás emociones, jamás obtendrás la armadura de Fénix.
—Tengo que conseguirla...—pensó el chico—. Necesito la Armadura, se lo debo a Shun.
( . . . )
Ikki aun seguía herido, tirado en el suelo con todas sus heridas aún ardiendo en su piel. Pero unas manos suaves, comenzaron a sanarlo.
El chico de cabellos azules, volteó a ver a la persona. Por un momento, pensó que era su hermano pero en realidad era la chica rubia que los observaba.
—Eres tu Esmeralda...—murmuro mientras se sentaba.
—¿Quien querías que fuera Ikki?—pregunto la muchacha de nombre Esmeralda.
—Pues...
—No me digas otra vez has creído que yo era tu hermano—lo vio preocupada.
—Si...—contesto—. Me recuerdas a mi hermano, la única diferencia es el color de sus cabellos.
La chica no respondió nada, solo sonrió levemente antes de volver a mostrarse preocupada.
—Tienes demasiadas heridas, tengo miedo de que a mí padre se le escape un día un golpe mortal...
—No moriré, no puedo permitírselo...—respondio—. Quizás me lleve tiempo, pero conseguiré la Armadura y podré volver con mi hermano.
—Pero mi padre te trata mal, el entrenamiento al que te somete es muy duro—mensiono Esmeralda.
—Eso no importa, un auténtico debe soportar las peores situaciones, Esmeralda, lo mejor es que dejemos de vernos...
—¿Por qué?—pregunto sorprendída pero a la vez triste.
—Tengo miedo...de que tú padre también pueda lastimarte...
—No me importa, desgraciadamente aquí ya no tengo a nadie más que a tí, ya no existo a los ojos de mi padre desde el día que lo enviaron al santuario—dijo con amargura en su voz—. Ya no es el mismo, apenas lo reconozco.
—¿Al Santuario?—la miro confundido.
—Si...
—De todos modos creo en el—desvio la mirada—. Si es duro conmigo, supongo que será por mi bien.
—Tienes razón...—ya no dijo nada y comenzó a curar su heridas, siempre con cuidado de no dañarlo.
( . . . )
Al otro día, nuevamente Ikki debería entrenar con su cruel maestro. Por más que fuera difícil, el seguiría esforzándose al máximo.
—Esta es tu última oportunidad—dijo su maestro—. Te enfrentarás conmigo, no te daré más ocasiones para intentar ganar la Armadura de Fénix—apreto su puño—. Si pierdes, te quedarás preso en la isla por el resto de tu vida.
Tras esas palabras, el combate entre ambos inicio. El maestro de Ikki era notoriamente más fuerte que el. Evitaba todos su puños, y lo atacaba con fuertes golpes, que incluso matarían a un humano normal.
Mientras a lo lejos, Esmeralda corría en dirección al campo de batalla. Estaba demasiado preocupada por Ikki como para quedarse quita en su lugar.
—Mo veo odio en tí—dijo con disgustó—. Tienes que liberarte de todos los sentimientos, son tu debilidad, tienes que odiar.
Dicho esto, siguió golpeándolo sin piedad alguna.
—Tienes que odiar a tus amigos como si fueran tus enemigos—dijo antes de golpearlo—. Odia a tus padres que hicieron de ti un huérfano—lo golpeó repetidas veces—. Odia a tu hermano que es el causante que estés aquí—lo cargo en sus hombros—. Odia al maestro que tanto veneras, si, ódiame a mí, ¡Ódiame a Mí!—lo lanzo con fuerza contra el suelo.
—¡Ikki, No!—exclamo Esmeralda preocupada.
El chico de hebras azules, logró ponerse de pie y contra restar el daño que el mayor le hizo. Pero aunque tuvo la oportunidad de acabar con el, no lo hizo.
—¿¡Por qué te detienes!?—exclamo molesto—. ¿Qué tengo que hacer para que lo entiendas? ¡Inútil!—le dió una fuerte patada que lo estrelló contra el suelo.
El hombre lanzo un golpe de muerte, y el grito de Esmeralda se escuchó con fuerza. El ataque le había dado a ella, no a Ikki.
—Esmeralda...—volteo a verla aterrado.
La chica en ese momento no respondio, su cuerpo empezó a temblar y calló al suelo, gritando el nombre del joven en el proceso.
—¡Esmeralda...! ¡Esmeralda...!—corrio hasta ella.
Se agachó y la tomó entre sus brazos, para de esta manera poder observarla mejor.
—Ikki...antes de que muera, quiero que me perdones—dijo con un hilo de voz la muchacha.
—No digas eso, vas a vivir, estoy seguro de que vas a vivir—dijo con algo de desesperación.
—Es demasiado tarde...debes triunfar, si no mi muerte no tendrá ningún sentido...
—¡Esmeralda...!
—Tienes que conseguir la...la Armadura—pidió antes de cerrar sus ojos para siempre.
—¡Esmeralda! ¡Esmeralda!—la sacudió esperando a que despertará.
Sin embargo ella no respondió, la vida ya había escapado de su cuerpo. Los ojos de Ikki se llenaron de lágrimas, sin evitarlo comenzó a llorar desconsolado.
—¡ESMERALDA!—grito el joven.
—Tiene lo que se merece, no tenía nada que hacer aquí—dijo el hombre, sin una pizca de remordimiento.
—¿Cómo has podido hacer eso? Has sido capaz de matar a tu propia hija—lo miro con enojo.
—¿Qué importa qué sea mi hija? El día que me puse esta máscara, abandone mis sentimientos, y si alguien es el responsable de su muerte—lo señaló—ese eres tú.
—¿Qué?
—Si no hubieras dudado, si hubieras acabado conmigo ella aún seguiría viva.
—¿Quien eres tú?—lo miro con ira—¿Quien eres tú? Mounstro, eso es es lo que eres, Un monstruo—se puso de pie y lo miro con odio—. Pagarás por lo que has echo.
—¿Qué hace? El fénix se hacerca a él, ¿Habrá descubierto el odio?—pensó el hombre—. Vamos, ódiame...
El cosmos de Ikki comenzó a incrementarse. Estába furioso, y la energía que emanaba de su cuerpo lo dejaba ver a la perfección.
En ese momento, Ikki murió y Nació el Caballero de Fénix, un hombre que solo puede sentir odio en su corazón.
Sin piedad se lanzó a atacarlo, sus puños eran rápido y firmez. Luego dió el golpe final, un fuerte puñetazo que atravesó su corazón. El maestro de Ikki, callo al suelo derrotado.
Y así, la Pandora box dónde estaba guardada la armadura de Fénix se abrió, para ir al cuerpo de su ahora dueño.
Mate a mi maestro...sí...yo mate a mi maestro...y desde entonces...
—Desde entonces, únicamente de humano me queda la apariencia—le explico el Fénix a los demás Caballeros—. Ya solo el odio guíaria mis pasos, Ikki había muerto...
Los demás guerreros estaban atónitos ante tal relato, ¿Cómo alguien podía sufrir tanto?
Sin dudas, lo que ellos pasaron en sus entrenamientos no podía compararse.
—Y ahora que he perdido el odio, no me queda nada...
—Eso no es cierto Ikki—dijo Seiya—. Tienes a tu hermano y también nos tienes a nosostros.
—Siempre serás el Caballero de Fénix—dijo Hyoga—. Si ya no sientes ese odio, únete a nosotros.
—Si Hermano—insistió Shun, sin embargo fue empujado por el mayor.
—Jamas podrán borrar el pasado, somos enemigos desde siempre y debemos combatir—se puso en posición de pelo, pero sintió un dolor punzante en su pecho.
—¡Ikki...!—exclamo Shun preocupado.
Sangre empezó a brotar de su herida, su vista había comenzado a nublarse, estaba demasiado débil.
—Por favor Ikki, únete a nosotros—pidió el Caballero de Pegaso.
—No sabes lo que estás diciendo, aunque deseará unirme a ustedes no podría—respondio adolorido.
—¿Por qué?—se atrevió a preguntar.
—El poder del santuario me lo impediría...
—¿Santuario dices?—hablo una voz femenina.
Era Kagome, la cual recién estaba despertando de sus desmayó por falta de cosmos.
—¿Tú cómo sabes de ése lugar?—se atrevió a preguntar frunciendo el ceño.
—Me criaron a ahí...—respondio.
El Caballero se quedó perplejo, sentía también algo de temor en su interior.
De repente, la Cadena de Shun comenzó a moverse al igual que el que el lugar donde estaban.
El suelo comenzó a agrietarse y a partirse en dos, incluso las grandes rocas de su al rededor comenzaron a caerse.
—¡La armadura!—exclamo Shiryu—. ¡Se va a caer!
Los ojos de la amazona se abrieron como platos, un nudo se formó en su estómago. Corrió sin pensarlo hasta la armadura, no dejaría que se callera, sin embargo, otras personas salieron debajo de la tierra y se la llevaron.
Otros hombres aparecieron y empezaron a atacarlos, por un momento pensaron que eran Hombres de Ikki, pero no lo eran.
—Hombres del santuario...—murmuro Kagome frunciendo su entrecejo.
Tenía a por lo menos tres de ellos rodeándola, tenían grandes intenciones de herirla.
—Esto era de esperarse—dijo uno de ellos—. Siendo la hermana de ese estúpido de Aioros, era normal recibir traición de tí.
—Como dice el dicho, la manzana no cae lejos del árbol—dijo otro.
—¿Traición?—repitió en su mente—. Me temo decirles que están equivocados, yo no soy como ese hombre.
—Mira niña, podemos tomar el camino facil—dijo otro hombre—. Al ser la hermana menor de Leo, quizás el patriarca no te de un castigo de muerte, claro, siempre y cuando dejes que te llevemos con nosotros y nos diga la ubicación de la organizadora del Torneo Galáctico.
—¿Eh?—arqueo una ceja—¿Por qué quieren la ubicación de Saori?
—Eso no importa solo ven...—le extendío su mano.
Kagome los observó por unos momentos, antes de soltar una carcajada. Se puso en posición de pelea y los miro con seriedad.
—Gracias por la oferta pero no, no traicionare a mis amigos—respondio—. Además, yo misma le llevaré esa estúpida armadura al patriarca.
Ya sin decir nada más, se lanzó a atacarlos. Para su suerte, a comparación de un caballero real no eran tan poderosos asique logró librarse de ellos.
Pero cuando menos se lo espero, otros hombres golpearon el suelo abriéndolo en dos. Aunque ella y los demás lograron salvarse, Ikki calló por la grieta.
—¡Hermano!—exclamo Shun.
Andrómeda se hacerco a la grieta, notando como su hermano aún se sostenía de algunas rocas.
—¡Ikki...!—le extendió su cadena para que subiera—Sujetate a la Cadena.
—Es inútil...—murmuro.
—Tomala por favor, acepta mi ayuda, Sujetala—rogo el menor—. Estoy en deuda contigo...
Ikki no hizo ningún movimiento, solo mantuvo su mirada baja, hasta que escucho nuevamente la voz de Shun.
—¡Perdóname!—dijo arrepentido—Perdoname, soy el responsable de que te hayan mandado a la Isla de la Muerte.
El recuerdo de ese día llegó a la mente de el Caballero de Fénix. Shun era el que debía ir entrenar a ese lugar, sin embargo, Ikki accedió a tomar su lugar e ir a entrenar allá.
—Y cuando regrese solo pensaba en matarte, soy un traidor—dijo Ikki y se dejó caer.
Pero Shun hizo que la cadena lo atrapase antes de que callera al basio.
—Sueltame, no merezco vivir—pidió el peliazul.
—No te abandonaré—dijo Shun—. Ahora que te tengo conmigo, no permitiré que me dejes.
Ikki quedó atónito ante sus palabras, era como si sus sentimientos nuevamente nacieran.
—Te quiero...
—Yo también, y como tú hermano, te daré la fuerza que necesitas Ikki—lo ayudo a levantarse.
Mientras tanto, los demás seguían batallando contra aquellos hombres, no iban a dejar que se llevarán la armadura de Oro.
—¿Todavía estás ahí?—hablo una voz desconocida—. ¿No puedes deshacerte de cinco simples Caballeros? Cómo siempre tendré que ocuparme personalmente, nos tendríamos que haber ido ya con la Armadura de Oro.
—¿Quien eres?—se atrevió a preguntar Seiya.
—¿No lo adivinas? Eres menos listo de lo que imaginaba.
—¡Docrates!—dijo un soldado—. Solo nos falta el casco.
—¿Docrates?—repitió Seiya.
Ikki y Kagome parecieron reaccionar ante ese nombre, y la expresión de ninguno era buena.
—¡M-maldicion...!—dijo la chica en su mente—. Definitivamente...no me tomaron solo a mi como una traidora, si no también a los demás.
Seiya dió una breve explicación de quién era este extraño sujetó. Aunque era una exageración, era cierto que no era un tipo al cual subestimar.
—Les haré una demostración—dijo el Caballero.
—¡Tenemos que huir!—exclamo Ikki.
—¿Huir?—cuestiono Pegaso.
—Es mejor hacerle caso, en estos momentos, no tenemos la fuerza necesaria como para siquiera hacerle un rasguño—dijo Kagome.
—Pero no podemos—dijo Shun.
—¿No han oído hablar del Meteoro de Heracles? ¡Huyan!—dijo Ikki.
—¿Meteoro de Heracles?—repitió Seiya.
—Se los mostraré—dijo Docrates.
El caballero lanzo su ataque, por suerte los caballeros de bronce lograron esquivarlo, pero quedaron atónitos al ver dos grandes cráteres en el suelo.
Ese era el tremendo poder de este desconocido Caballero.
—Fenix, dame el casco de la Armadura, ¡Es una orden!—le ordenó.
—Yo no aceptó tus órdenes—respondio.
—¿Cómo tienes el atrevimiento de hablarme así?—dijo el hombre con enojo, a lo cual Ikki sonrió con arrogancia.
—Kagome, guárdalo tú—le lanzo el casco y la chica no tardó en atraparlo—. Después de todo, es el casco de tú hermano.
—Ikki...—murmuro sorprendída.
Mientras sus otros cuatro compañeros, estaban muy confundidos ante sus palabras, ¿Hermano? ¿Qué Hermano?
El caballero de Fénix atacó al extraño, destrullendo las rocas en las que el estaba parado. Eso también provocó que se formará una avalancha de roca y tierra, por lo que los caballeros de bronce debían huir.
Sin embargo, Ikki no pudo salvarse, el se había sacrificado para salvar sus amigos.
( . . . )
Los caballeros había preparado una tumba para su compañero caído, prometiendo que recuperarían la armadura en su nombre.
—Por cierto...—dijo Seiya, para luego señalar a la unica chica entre ellos—. Tu tienes que explicar muchas cosas, Señorita.
—Es verdad, ¿A qué se Refieria Ikki, al decir que el casco era de tu hermano?—pregunto Shiryu.
—Se lo explicaré...pero más tarde—aparto su mirada.
—Ya me cansé del "Más tardé"—se quejo Hyoga—. Dinos de una vez Kagome, ¿Cuando será más tarde?
—Pronto...se los diré todo lo prometo...—dijo la chica.
Todos miraron a la distancia, ahí estaba el pequeño niño que había ayudado a Shiryu y Kagome. Había sido enviado por su maestro, el reparador de armaduras.
🌸🌸🌸
Me tomé un descanso de finde semana 😎🤙
Bueno, ahora quiero recordarles que antes de iniciar con el arco de los caballeros de Plata, habrán capítulos extra con el pasado de Kagome y algunas de comedía.
También quería preguntarles, ¿Qué opinaron del arco de Fénix? :>
¡Nos leemos pronto!
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