Era una noche fría en el majestuoso Santuario de Athena. La brisa que soplaba era suave, pero si salias afuera sin abrigo te daría algo de frío. Al menos el cielo estaba brillante, las estrellas ese día tenían un brillo particular. Pronto se volvería una noche triste y desoladora, para dos hermanos que recibirían una trágica noticia.

En el recinto principal, los jovenes caballeros, representantes de las 12 principales constelaciónes del firmamento, se encontraban frente a un hombre mayor de edad. El llevaba puesto una túnica blanca y portaba hermosas joyas como decoración. Algo que destacaba de aquel hombre, era un casco que llevaba.
El era conocido como el gran Patriarca, la segunda autoridad más importante del Santuario, después de la diosa Athena. Dicha diosa aún no bajaba a la tierra, pero se tenía previsto que dentro de un año ella por fin renacería.

—Gran maestro...—llamo uno de los dos jovenes más grandes—¿A qué se debe que nos haya reunido a estás horas?

—Veras Saga...—respondio el hombre mirando al chico de nombre Saga—Los he llamado por una razón...una triste razón.

—¿Qué es? ¿Acaso ocurrió algo malo?—dijo otro chico, que aparentaba tener la misma edad de Saga.

—Es algo que tiene que ver contigo Aioros, y con tu hermano Aioria—dijo el patriarca.

Tras esto, uno de los niños que se encontraban junto a ellos levantó la mirada. Estaba algo confundido, ¿Qué tenían que ver el y su hermano?

—¿Qué sucedio Gran Patriarca?—pregunto Aioros un tanto preocupado.

—Lamento informales de que su Madre... falleció hace dos días...

Todo el ambiente se quedo en silencio, nadie era capaz de pronunciar ninguna palabra. Aioros se puso de inmediato de pie, su expresión era de impacto. Su hermano pequeño también se levantó, para luego correr hasta el y lo abrazo de la pierna con fuerza, rompiendo en llanto casi al instante. El joven caballero de Sagitario, simplemente acaricio el cabello del niño mientras se mantenía con la cabeza baja y la mirada perdida.

—Lo lamento amigo...—dijo Saga poniendose de pie, posando su mano en el hombro de su amigo en señal de apoyo.

—¿C-cómo sucedió?—logro formular Aioros luego de unos eternos minutos.

—Tu madre estaba embarazada—reveló sorprendiendo a todos—. Falleció poco tiempo después de dar a luz a su tercer hijo.

—¿Q-qué paso con el bebé...?

—Una amazona trajo al bebé al Santuario...—el hombre se puso de pie y le hizo una  señal a las doncellas.

—¿Esta...aquí...?—murmuro el hermano menor—. Nuestro hermanito...

Una doncella volvió con un pequeño bebé en sus brazos, y se lo dió con cuidad al Patriarca. El hombre se acerco al mayor de los hermanos, para que cargará al bebé.

—Ella...—corrigió con el cariño propio de un padre—. Es su hermanita—dijo el hombre de hebras verdes.

—¿Hermanita...?—murmuro el pequeño Aioria, tratando de ver al bebé.

Aioros miro a la pequeña que tenía en brazos, en ese momento la bebé abrió sus ojitos, que parecían dos hermosas y pequeñas esmeraldas. Una imagen de su madre cruzó por su mente al ver a la niña, sonrio levemente y sus ojos se llenaron de lágrimas que fueron retenidas lo más posible.

—¿Cuál es su nombre?—pregunto inocentemente Aioria.

—No tiene—suspiro con pena por la situación de los tres niños—. Su madre no llego a darle un nombre, asique ustedes tendrán que nombrarla...

—Hay muchos nombre que pueden ponerle—hablo uno de los caballeros.

—Ponganle Afrodita, como yo.

—Definitivamente no le pondrán un nombre tan feo.

—Se llamará Kagome—interrumpio Aioros.

—¿¡Kagome!?—dijieron todos al mismo tiempo sorprendidos.

—¿Qué no es el nombre de un juego Japonés?

—¿Ese que habla de cortar la cabeza, ficticiamente, si el niño no adivina el nombre de la persona que tiene detrás?

—No—dijo el chico que cargaba a la bebé—. El nombre no significa eso, significa estrella brillante...—comenzó a arrullarla para que no llorara—. Hoy las estrellas están brillando fuertemente, eso es una buena señal.

—¿Buena señal de qué, Hermano?—pregunto el pequeño Aioria.

—De que tendra un destino muy importante y espero que así sea—le sonrió a la bebé y ella soltó un pequeña carcajada.

Aioria se paraba de puntas tratando de observar a la niña. El mayor noto esto y se puso de rodillas, de esta manera el pequeño pudo observar atentamente a su hermanita.

—Aioria—llamo Aioros—. Desde ahora tu también eres hermano mayor, asique debes cuidar de esta pequeña como yo te cuido a tí.

—¡Si Aioros!—sonrio alegre—. Tu hermano mayor siempre te va a cuidar Kagome...

🌸🌸🌸

Y con ustedes...

¡Les presento el Remake! Espero que tenga el mismo apoyo de la historia orginal