Parte I: El camino de la noche se desvía en una sombra
No tiene sentido despedirme, si luego la memoria mantiene dando la bienvenida.
Todo lo que recuerdo de aquella noche fue ver el difuminado horizonte que ahora tengo bajo los pies. Sí, escribí un camino donde jamás creí hacerlo: con la frente en alto a metros del borde de la página. Donde creí, que al ir más allá mi barco caería en picado al universo. Ya no pertenezco, ni a mi hogar, ni a mi familia, ni a mi tribu. Ahora seré hijo de todo lo que me quiera enseñar sobre la vida. Puedo tomar el mundo y recostarme sobre él para que entienda la confianza que solo el peregrino tiene con la despedida. O al menos, para convertirme en el primero en sembrar llanto.
Este viaje no se trata de quien soy. Sino de aquello en lo que me pueda llegar a convertir. Quizá es por ello que como primer recurso intentaré alimentarme de detalles, aunque quizá, mantengo en huelga para no sacrificar todo lo que tengo.
La noche recorre el contorno de mis ojos cuando pienso en regresar, en dos pasos, podría simplemente determinar la distancia de llegar a rendirme. Pero el cielo siempre está vigilante, conozco esta llanura porque mi padre me enseñó el arte de dominar la naturaleza con la vil mente de quien espera aguantar otro día su suerte. Pero nunca le creí, nunca quise cerrar otros ojos por mantener los míos abiertos. Ni siquiera fui capaz cuando me golpeó con su ampollada mano en el rostro, reclamando la comida para mi madre y mis hermanas. Dios, cómo lloré ese día al descubrir que el mundo es solo lo que tenemos.
Por suerte o, por decisión, almacené suficientes alimentos en una bolsa de piel que me entregó mi hermana antes de irme. Fue un buen año para las agricultoras, y ahora no veo mi inmersión a sus filas como un castigo de la tribu ante mi imposibilidad de matar.
El viento me arropa con la inocencia de un niño que solo busca hacer el bien sin saber el daño que realmente hace, y mi cuerpo imita el titilar de las estrellas que descansan sobre el cielo en un intento por no entrar en letargo. No necesito dormir, solo necesito pensar. Los lobos reclaman una luna que no les pertenece, los búhos musitan sus ideas y el árbol que acoge mi silueta yace envejecido entre tanta vida. Pienso, el recitar de las ramas que disfrutan el viento; pienso, la hoja que despide su frondosidad para saludar mi mejilla; pienso la húmeda hierva que absorbe el pelaje de mi ropa.
Pienso, ¿Será la decisión producto de mi soledad, o será la soledad producto de mi decisión?
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Hola :D
Muchas gracias a las personas que votaron el capítulo piloto de este relato. He decidido empezar a subirlo así que bueno, espero que mientras vaya publicando vaya tomando más forma y les guste mi narrativa (estoy intentando adentrarme en la narrativa) y la historia que les traigo la cual trataré que tenga un trasfondo de enseñanza al final.
Si te gustó coméntame y déjame tu me gusta jaja me ayuda para que más personas conozcan lo que hago.
¡Un abrazo!
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