2
Dejé mi proyecto a diario encima de la mesa y examiné con detenimiento los libros.
¿Por qué, después de tanto tiempo, Lea había decidido darme esos libros ahora?
—Chico.
Me giré asustado al oír la voz.
Me calmé al ver la cara de Lea.
—¿Lea?
Lea no había llegado a irse de la sala.
—Te... Te tengo que llevar a un sitio.
Miré extrañado a Lea. ¿A qué se refería con llevarme a un sitio?
Acto seguido noté un calor intenso en la nuca.
Y todo se desvaneció.
***
Me desperté en una silla de plástico.
—Hola hijo —dijo un hombre delante mía.
Empezé a ponerme nervioso.
Nunca antes había visto a otro ser humano, y no sabía cómo reaccionar.
—¿Dónde estoy? —pregunté sudando—. Quiero volver a mi habitación.
El hombre me miró, cogió un pequeño cilindro y pulsó un botón.
—No hay rastros de su vida pasada —dijo articulando.
—Qué?
—Dime hijo, ¿sabes quién eres?
Gruñí y me retorcí en el asiento. Estaba atado.
—No.
El hombre al oír mi respuesta agarró otra vez el cilindro.
—Residuos neuroencefálicos nulos, sujeto estable.
Y dicho esto, alguien me puso una bolsa en la cabeza.
***
Me empujaron dentro de mi habitación aún con la bolsa puesta en la cabeza.
Me quité la bolsa y me quedé en silencio. ¿Qué acababa de pasar?
—Que modales... —dije en voz baja.
—Correspondo a eso.
Me giré rápidamente hacia la voz. Era Lea otra vez.
—Hoy en día nadie tiene modales, créeme —dijo Lea mientras exhalaba.
***
Pasaron los días.
Y yo seguía en la habitación.
Había acabado el libro que narraba la historia del chico que se despertaba en una caja. Y fue muy gratificante.
Empezé a leer otro de los libros, el de los códigos matemáticos.
Estuve leyendo horas y horas –lo sabía por un reloj de pulsera que me habían dado tiempo atrás–, hasta que llegué hasta un apartado que me llamó la atención.
Lenguaje binario.
Empezé a leer con interés hasta que descubrí que al final del libro había un "abecedario" de traducción para el código binario.
Empecé a recordar algo.
La nota.
Me levanté de mi mesa y fui corriendo hasta mi mesita de noche. Ahí guardaba el papelito con el que había despertado hacía tanto tiempo.
Cogí el papel amarillento y lo toqué con la punta de los dedos. El paso de los años había pasado factura.
Ví la interminable sucesión de unos y ceros que había en el principio del papel y cogí el cuaderno, lo necesitaría para apuntar lo que traducía.
Empecé a traducir. La curiosidad por saber que ponía en ese papel era mayor al miedo que sentía por lo ocurrido.
S-u-j-e-t-o, traducí veinte minutos después. Solo había traducido el principio y ya estaba desesperándome.
0-9. ¿Sujeto 09? ¿Qué era eso?
D-u-p-l-i-c-a-d-o.
G-e-n-é-t-i-c-o.
E-s-t-a-b-l-e.
¿Duplicado genético estable?
El ruido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos.
Me giré para recibir a Lea, pero en vez de entrar ella entró un hombre con bata blanca, pelo negro y rizado y gafas cuadradas.
—Hola 09.
Puse los ojos en blanco.
—¿Me llamo 09?
—Ya lo has comprobado tú mismo, 09.
Miré el cuaderno donde había traducido aquél código.
—¿Duplicado genético estable?
El hombre exhaló y se limpió las gafas.
—Creo que mereces una explicación. Acompáñame —dijo señalando con el brazo al pasillo que había detrás de la puerta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro