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¿Había oído bien?

¿Aarón estaba vivo?

-¡Date prisa, está hablando por la radio! -gritó Lea.

Me guardé el revólver en el bolsillo y fuí hacia la puerta.

-Atención, aquí el soldado Aarón Fernández, comando Hermes, contactando con el centro médico Alicante. Esperando respuesta.

Puse los ojos en blanco. ¿Aarón estaba vivo? Lo acababa de oír y no me lo creía. Mi... bueno, yo mismo.

Miré a Lea.

-Aquí Lea, repito, aquí Lea. El centro médico ha caído, mi padre está en paradero desconocido. Junto a están tu D.G.E. y un aliado. Esperando respuesta.

-¿D.G.E? -pregunté cuando dejó la radio.

-Duplicado Genético Estable -dijo Lea sin apartar la mirada de la radio.

Saqué el revólver y lo miré a la luz. Tenía una doble "A" tallada en el mango.
Salí de la carpa a ver el exterior.

El chico "infectado" estaba allí, sentado mientras observaba a unas palomas y comía ruidosamente la tableta de chocolate.

-Hey -dije al aire para captar su atención.

Levantó la cabeza y me miró. Ví la curiosidad asomar en sus ojos, no era como... no era como esos infectados devora-hombres.

Parecía que tenía ese brillo característico, ese brillo... que caracterizaba a un ser con alma.

Ladeé la cabeza inconscientemente, a lo que él me imitó. ¿Sería igual que los simios?
A lo lejos un ruido zumbante empezó a sonar.

¿Qué sería aquello?

-¡Chico! -dijo Lea saliendo de la carpa-. Oh, disculpa es la costumbre... Alejandro, Aarón viene para aquí en helicóptero. Nos vamos de éste sitio.

***

Aarón estaba bajando del helicóptero. Era igual que yo, exactamente igual, solo que vestido con ropa militar y con un corte de pelo al raso.

-Hola -dijo levantando el brazo derecho.

Me fijé instantáneamente en su hombro izquierdo. Lo tenía vendado y con una mancha de sangre en el centro.

Aarón observó la plaza. Dió un brinco de sorpresa al posar sus ojos sobre mi.

-Es... soy... -dijo acercándose a mí.

Tragué saliva.

-Hola -dije levantando la mano.

Aarón pestañeo varias veces y miró alrededor. Al ver al chico infectado se asustó y sacó una pistola.

-¡Espera! -grité dando un brinco.

Me miró.

-Espero que tengas una buena razón para que... joder, si no hacen falta razones. Anda, dime lo que quieras decirme antes de que cambie de opinión.

-Bueno... que tiene alma, consciencia. Que es consciente y no nos ha atacado.

Aarón miró el suelo lleno de cuerpos y señaló con el dedo.

-¿Decías?

Suspiré.

-Los hemos atacado nosotros.

Aarón asintió levemente y miró mi bolsillo.

-¿Ése es mi revólver? -dijo señalando a mi bolsillo.

-Sí, es que...

-Ya sé que soy... o sea que tu eres... argh. Devuélvemelo anda.

Le tendí el revólver.

-Bueno -dijo Aarón guardándose su pistola en una funda-, ¿nos vamos?

-Vamos -dijo Lea.

-Por mí vale -dijo Abe.

***

Estábamos volando.

Y acababa de descubrir que tenía vértigo y miedo a las alturas.

-Si eres igual que yo dime, ¿qué te pasa ahora mismo? -dijo Aarón al verme.

-¿D-disculpa?

-Sensación. Sentimientos. Miedos. Dime qué sientes áhora mismo.

Lo miré a la cara. Tenía la paleta derecha rota por la mitad.

-Vértigo y náuseas.

Aarón sonrió y me tendió un caramelo.

-Es de menta y miel, siempre me calmaba los nervios. ¿Sabes?, tengo la sensación de que eres mi hermano pequeño. Aunque eso es imposible claro, yo solo tengo... Tenía una hermana. Bueno, dos.

-Nos dijeron que habías muerto -dijo Lea.

El chico infectado estaba con un vozal en un rincón, forcejeando con unas cuerdas.

Entonces se me ocurrió una idea. Un ser con alma debía tener nombre.

Max. Era el primer nombre que me venía a la mente.

-Sólo me dispararon en el hombro. El transmisor de las constantes vitales se estropeó y... pensaron que caí en combate. ¡JA! No se puede matar a este soldado.

Suspiré y miré por la ventana. El caramelo sí que funcionaba.

-Tan arrogante como siempre -dijo Lea susurrando.

Aarón sonrió y sacó un libro de su bolsillo delantero. ¿Cómo le podía caber un libro ahí?

-Entonces... ¿Cómo habéis hecho para "domesticar"...-dijo Aarón entrecomillando-... a ese infectado?

-No te lo vas a creer -dijo Abe-. Alejandro le dió una tableta de chocolate después de darle una paliza. Supongo que le gusta el dulce.

-¿Alejandro?

-Era inhumano no darle un nombre a un humano. Alejandro, Aarón. Aarón, Alejandro -dijo Lea presentándonos.

Aarón asintió levemente y se centró en su libro.

-Bueno, nos vamos a la base, el aeropuerto más cercano. El aeropuerto del Altet -dijo un hombre corpulento que conducía el helicóptero.

***

Aterrizamos en unas montañas pequeñas. En la distancia se veían diversos edificios que echaban humo y algunos que se habían desmoronado.

Aarón miraba con tristeza una fila de edificios de color blanco que echaban humo.

Miré hacia otro lado y me entretuve jugueteando con una pistola que había en el almacén de Aarón.

-Deja eso o te vas a volar un dedo del pie. Sé de lo que hablo -dijo Aarón frotando un pie contra el otro.

Dejé la pistola y miré por la ventanilla. Me quedé horrorizado.

-¡No aterricéis! -grité.

-¿Qué?, ¿por qué? -preguntó Aarón dejando el libro.

-Por eso -dije mientras señalaba la marabunta de infectados que esperaban babeando al helicóptero.

Estaban esperando a la comida.

Y nosotros éramos el primer plato.






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