
Capitulo 26
"Ella va primero"
This is why we can't have nice things - TS.
Tanner:
El reloj electrónico que había en la cómoda de a lado marcaban casi las ocho de la mañana.
Y en otras circunstancias, sin duda me quejaría por estar despertándome tan temprano un sábado y en pleno viaje de generación, pero al sentir la compañía a mi derecha, cualquier asomo de disgusto desapareció.
Faith estaba sobre mi pecho, con las ondas de cabello castaño cubriéndole parte del rostro y las mejillas rosadas repletas de pecas que le restaban casi cinco años.
Y a pesar de estar a punto de querer cortarme el brazo por no sentirlo, no me moví un solo centímetro, sabía que Faith era de sueño ligero, con el más mínimo ruido o movimiento se despertaría, así que opte por volver a cerrar los ojos, con el afán de rememorar lo que había sucedido horas atrás.
No solo me confesó sentir cosas por mi desde hace años, sino que también demostramos lo mucho que nos habíamos controlado con los deseos —que aun no podía creer— eran mutuos. Soñé con este momento desde que tenía uso de razón, y quizás aceptar que tener una relación con Hatice había sido una salida desesperada por intentar olvidarme de Faith me convertía en un gilipollas, pero no podía impórtame menos.
Pensar que por ella tuve motivos para fingir una relación con la que puedo llamar mi primer amor, la absuelve de todo odio que pude sentir en algún momento.
Ya no me importaba la beca, o entrar en la mejor universidad por mi esfuerzo, todo eso pasaba a ser segundo plano teniéndola aquí, recostada en mi brazo, con la respiración acompasada y el semblante relajado.
Estaba tan tranquila y serena que no podía imaginar todas esas noches que pasó en vela por un idiota que no supo lo que tenía a su lado. Entra casi en un cliché, ver como la persona a la que siempre has querido a tu lado, es lastimada por alguien que jamás estará a su altura, y hablando en serio, ni siquiera yo sabía si la merecía lo suficiente, pero estaba decidido a demostrarle que podía llegar a ser el hombre digno de su cariño infinito.
Con nosotros nada era fácil, pero era de verdad, y eso es lo único que importaba.
Era lo único que quería demostrar, que a pesar de saber que los dos habíamos sido un dolor de cabeza para el otro, decidimos querernos con aquellos defectos que disfrazábamos al ojo público, porque no es fácil admitirlos frente a los demás, pero cuando encuentras una persona lo suficientemente valiente para quererte con todo ese cumulo de imperfecciones, lo único que deseas es no soltarla.
Recordé la primera vez que la vi, sin duda jamás esperé que nos volveríamos las personas que éramos ahora. Empecé esto con la sola intención de obtener un beneficio propio, me vi egoísta, y no ponderé lo que podía suceder al convivir tanto tiempo con ella. Supongo que por eso todo esto me resultaba difícil de creer, y eso ya es mucho que decir, porque jamás había experimentado algo que no pudiese describir.
Pero ella era así, era esa palabra inexistente en el diccionario, una más bien con tantos significados que no alcanzabas describirla sin omitir algún detalle, y algo tan incierto suele encaminarte a la perdición.
Lo cierto es que yo siempre estuve perdido, siempre estuve enredado en el bosque de mil significados que era Faith Lawrence.
Y no quería salir de allí, nunca.
—Buenos días —Susurró en mi pecho despabilándose el rostro, sonreí, porque no podía hacerme el señor Don serio con ella más tiempo.
Nunca pudiste de todos modos.
—Buenos días cara de ángel —Se acercó a mi rostro para darme un casto beso en los labios y ponerse de pie para encerrarse en el cuarto de baño.
Los tres días que pasaron los sentí como una maldita luna de miel, en donde en vez de caminar, flotaba por el aire siendo dirigido por su sonrisa y esos brillantes ojos color miel que tanto adoraba.
Estaba loco por ella.
Y quería gritarlo a los cuatro vientos para que todo el mundo supiera que lo que teníamos, era real, muy real.
—¿Cómo estuvo el viaje? —Lucille me miraba con una ceja arqueada, expectante, después de casi una semana sin medicación, haberla tomado hoy por la mañana me descolocó lo suficiente como para no poder manejar por la somnolencia.
Tuve que hacer un enorme esfuerzo para pedirle a Faith que me trajera sin morirme de la vergüenza. A pesar de saber que ya conocía mi condición, es un paso enorme pedirle a alguien que te traiga a terapia, pero a ella no le molesto en lo absoluto.
Hizo bromas sobre el trayecto y se detuvo en una tienda de comida rápida para coger algo y desayunar el tiempo que yo estuviera encerrado aquí.
Esa chica era genial.
—El medicamento me está sentando más pesado de lo que esperaba, pero estoy bien.
—¿Has superado la etapa de sueño?
Uno de los medicamentos que me habían recetado al principio, me dormía como un tronco en cuanto pasaba por mi garganta, pero esa parte había pasado hace mucho tiempo. De hecho, ahora estaba en la tapa en donde no medicarme me traía con un humor insoportable que, según mi madre, prefería lo guardara para las personas estúpidas en el capo de Lacrosse.
—¿Bebiste mucho? —Preguntó.
—Solo la primera noche y algunos tragos por las tardes.
—¿Te mantuviste sobrio cuarenta y ocho horas antes de tomar la medicación? —Tomó la bitácora que deje sobre el escritorio y comenzó a ojearla con atención, asentí—, pues perfecto, me alegra saber que estas cumpliendo con las ordenes establecidas, ahora ¿Te parece si empezamos con las preguntas habituales?
—SI no me queda de otra —Negó con la cabeza sonriente.
—¿Haz experimentado algún síntoma depresivo? Fatiga, exceso o falta de sueño, desgana, sentimiento de tristeza incontrolable ¿Alguno?
—Fatiga un poco, pero lo asocié al medicamento, me es imposible llorar de por sí.
—Efectos del medicamento, descuida, si no te sientes cómodo podríamos ver la manera de cambiarlo.
—Estoy bien, solo es extraño verme incapaz de sacar lagrima alguna, incluso partiéndome de la risa.
Las personas suelen asociar en Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad como un mero problema de desorden e inquietud. Pero la realidad era mucho más jodida.
Con ningún tipo de trastorno se juega tan a la ligera, no puedes ir por la vida creyendo que las cosas no importan, sobre todo con temas de salud mental.
Y aunque al principio la vergüenza de tener que regresar a terapia me azotó como un camión, no era nada por lo que tuviera que sentirme cohibido o avergonzado.
—De acuerdo, respecto a la comida —Hizo una pausa mientras tecleaba algo en el ordenador que tenía en frente—, lo que me preocupa es que presentes depresión o alguna modalidad de la bipolaridad por el medicamento, tendremos que vigilar muy de cerca tu comportamiento y si te sientes ansioso por algo, házmelo saber ¿De acuerdo?
—Sí.
—¿Has cocinado en el último mes? ¿Te causó algún problema experimentar con tantos ingredientes o seguir con alguna receta concreta?
Lucille me había dejado de tarea tratar de seguir tareas sencillas en un orden específico, la preparación de comida era una de ellas. La cocina se me daba bien, pero generalmente era un desastre y dejaba hecha la cocina una porquería. Creo que mi madre se infartaba un poco cada que me veía encender la estufa.
—Al seguir los pasos sí, fue incomodo y muy difícil al principio, pero pude controlarlo.
—¿Alguna comida de confort?
—Ninguna hasta el momento, pero he estado bebiendo mucho jugo de lima, probablemente cuente —Confesé tratando de ordenar mi cerebro y recordar todo lo que debía decirle—, he encontrado asqueante las texturas de algunas verduras que antes me gustaban.
—Eres consciente de la hipersensibilidad que padeces a la comida que tiene una textura u olor en específico, escribe una lista con los alimentos que dejaste de ingerir, pero no te fuerces, si para ti es mejor mandar por mensajes separados la información, también está bien —Asentí escribiendo todo lo que decía en una pequeña libreta, a pesar de no gustarme, o mejor dicho, costarme un huevo ser más organizado, me había propuesto empezar a tomar notas sencillas, hacerlo no era el problema, la dificultad venía cuando tenía que recordarlo—, veo que estas tomando apuntes ¿Cómo estuvieron tus ultimas calificaciones? ¿Problemas con los exámenes?
—Al estudiar, se me dificultó mucho memorizar algunos términos y mantener un enfoque fijo, pero tuve ayuda para eso, solo bajé una décima.
—De acuerdo —Después de terminar de escribir, regresó la mirada para observarme con detenimiento—, has mostrado progreso a lo largo del último mes, lo que me preocupa es que estés experimentando algún episodio de sobre estimulación y te estanques después, entraremos con la terapia mental y física.
—De acuerdo ¿Puede ser después de las fiestas? —Pregunté, sabiendo de sobra la respuesta que obtendría.
—Sabes que no, pero llevaras los ejercicios mentales impresos, así que puedes ponerte una marca de horas de concentración para terminarlos antes de la última sesión del año, algo que se te haga fácil y cómodo seguir —Se colocó las gafas y abrió la libreta con mi nombre que tenía sobre la bitácora—, sería el veintiocho de diciembre, empezaremos con la física después de año nuevo.
—Me parece bien —Guardé silencio, tratando de no ahogarme con el nudo en la garganta que había aparecido hacía cinco minutos—, respecto a la bitácora...
—¿Si? —Preguntó dejando ver una ligera sonrisa—, descuida, si tu pregunta es si se la he mostrado a tus padres cuando han venido a sesión, la respuesta es no, pero en algún momento tendrás que leerla frente a alguien.
—Lo sé.
—Háblame de Hatice —La petición se quedó suspendida en el aire.
Tarde o temprano ese tema saldría a la luz, pero jamás me imagine que sería hoy, hablar del episodio de ansiedad —que algunos médicos asociaron con psicosis a causa de los medicamentos que antes ingería para el tratamiento— que sufrí cuando deje de medicarme, no era nada que me apeteciera.
—Tanner, háblame de ella.
—No se si... —Carraspeé tratando de acomodar mis ideas, no podía mentirle, mucho menos disfrazar las cosas, el propósito de regresar a terapia era superar esa parte de mi vida.
Lucille no era la psiquiatra que llevaba mi medicación, sino una de sus colegas a la que solo le pasaban la lista de posibles medicinas que podía necesitar, y ella se encargaba de darme las recetas analizadas de lo que tomaría. Lucille era más mi terapeuta de cabecera, con la que tenía sesiones constantes. Su fuerte era precisamente la terapia cognitiva, mental y física, una verdadera maestra en su campo.
Y más le valía, mis padres pagaban una fortuna, no solo por la medicación que en un año te salía quizá a la misma altura que una matrícula universitaria, la terapia en si ya era costosa. Las personas que suelen decir sin pensar que "tomemos terapia" no son conscientes que, ir a sesiones psiquiátricas o psicológicas es un privilegio.
Uno que no todos pueden darse el lujo de tener.
—Cuéntame como fue que tomaste la decisión de dejar los medicamentos.
Lancé un largo suspiro y agaché la cabeza fundiendo la mirada en las grietas del suelo de mármol.
Hablar de ese tema en específico me avergonzaba, no solo por lo que fue vivirlo, sino por saber que había tomado la decisión de tirar mi progreso a la cloaca, a pesar de conocer de sobra las consecuencias que esa decisión tan estúpida me traería.
—Fue un mes antes de finalizar la relación —Hice una pausa tratando de tomar valor—, la medicación no me estaba ayudando, o al menos eso creía, estaba disperso, me disociaba constantemente, incluso en...
—¿En qué? —Preguntó serena—. ¿En el acto sexual?
—Sí —Comencé a jugarme los anillos intentando controlar el nerviosismo que me causaba abrir ese baúl de recuerdos nada gratos—, no estaba bien, y asocié todo ello con la medicación, mi rendimiento en el Lacrosse bajó notoriamente, al igual que mis calificaciones, Hatice dijo, me sembró la idea de que quizá el medicamento ya no era algo que necesitara.
—¿Crees que fue ella la causante?
—Fue mi decisión lo que me llevó a dejarlo, no era la primera vez que lo pensaba, dejar la medicación digo —Suspiré soltando una carcajada pesada—, pero si tuvo mucha culpa en eso, ella sabía de sobra lo difícil que era para mi toda esta situación.
—Lo sabía.
—Sí —aseguré rodando los ojos—, estaba muy consciente, créame.
—Tu mismo lo acabas de decir Tanner, lo sabía ¿Alguna vez le preguntas si lo comprendía?
Silencio.
Esto era lo que temía que sucediera si me abría de esta manera con Lucille. No quiero decir que soy de los idiotas que culpan por todo a sus ex parejas, pero Hatice no solo me manipuló, también me humilló por la misma situación.
—El episodio de ansiedad ¿Cómo fue?
—Estábamos... no recuerdo muy bien, creo que en una fiesta, yo no había tenido muchos ánimos de ir, incluso pienso que estaba presentado un episodio depresivo, después de dejar la mediación... —Hice otra pausa, esta más larga que la anterior.
Rememoraba constantemente aquella noche, no sabes cuándo sucederá algo que te marque tanto la perspectiva de la vida, hasta que te ves viviéndolo.
—Comencé a beber en cualquier fiesta a la que íbamos, no digo que me emborrachara seguido, porque mi tolerancia al alcohol siempre fue alta, pero supongo que utilizaba la cerveza para poder convivir con los demás sin querer salir corriendo, no tenía ganas de absolutamente nada, faltaba a clases y a los entrenamientos por estar a su lado, no quería hacer otra cosa mas que eso.
—Has tenido tiempo de analizar la situación, ¿Crees que ha ayudado a entender mejor que fue lo que sucedió? En tu opinión, que me gustaría compartieras abiertamente ¿Puedes decir que llegaste a ser dependiente?
—No lo sé, es algo que nunca me puse a pensar.
—¿Nunca? —Preguntó, su tono era precavido pero directo, y quizá por eso la idea de cambiar de terapeuta al principio no me pareció para nada una opción que quisiera, ahora me arrepentía—, Tanner.
—Sí lo llegué a creer, pero la idea se borró días después, me encariñe mucho con ella, tuvimos una relación larga y turbulenta, era costumbre, no amor.
—No necesitas amar a una persona para ser dependiente a ella —Declaró mientras se recargaba en su silla de cuero negra—, hay dos lados en una relación de ese estilo, y generalmente el más propenso a ser manipulable termina perdiendo ¿Crees que tú necesitabas más de ella que ella de ti?
Sí.
No lo dije, pero lo pensé.
Supe desde que mi relación con Hatice se volvió seria, que terminaría muy mal. No solo por él hecho de tener TDAH, eso no tenía nada que ver, pero si que fue un factor destacable. Yo tenía un montón de cosas por las cuales preocuparme, los entrenamientos, las calificaciones, las becas, las sesiones, y ella siempre fue alguien muy relajada, a veces la envidiaba. Ella era de esta clase que fluye y flota con la corriente, no contra ella, que, si comenzaba a analizar qué tendría problemas, decidía cambiar el rumbo solo para evitarse la fatiga de tener que solucionar algo después.
Y quizá, porque éramos tan diferentes, me aferré a ella.
Me aferré a lo que teníamos, a la forma en la que "me quería" y "comprendía", al tiempo vivido y al apoyo que los dos nos dimos cuando lo necesitamos; pero lo cierto es que, la única razón por la cual yo caí en dependencia, era por miedo a quedarme solo.
Ella había sido mi primera novia, mi primera vez, la primera cita, ella había sido todo primero, y aunque hubiese querido vivir todo aquello con alguien más, no se pudo, y la idea de quedarme sin la persona que "conocía todo de mí" me aterraba. Porque entonces pensé que nunca mas podría gestionar una relación.
Pero nos lastimamos y Hatice se obsesionó. Yo era propenso a ser dependiente, y ella no sabía que era escuchar la palabra "no". Supongo que los dos tuvimos culpa, y aunque sus mentiras y manipulaciones sobrepasaron el límite de lo moralmente correcto, yo puse una responsabilidad en ella que no debió tener y mucho menos vivir.
Me negaba a ver las cosas con claridad, porque es más fácil culpar a las personas por tus errores que aceptar que te equivocaste también, y yo odiaba saber que me había equivocado.
—Ver el pasado con una madurez diferente a veces afecta más de lo que ayuda —Dijo Lucille con una sonrisa empatica—, porque entonces, las cosas que antes no viste mal, ahora sabes que si lo estuvieron, que también tropezaste, te equivocaste y lo ignoraste.
—No, yo pude haber hecho muchas cosas, pero jamás me hubiese atrevido a inventar algo como un embarazo Lucille —Me troné los dedos bajo el escritorio tratando de contener todo el enojo que comenzaba a corroerme los huesos—, y eso no fue mi culpa.
—No estoy diciendo que si, no estamos hablando de los problemas que ella tiene, claramente, no puedo analizar su versión, porque aquí la que importa es la tuya —Abrió la bitácora para ojearla rápidamente y detenerla en la hoja que había escrito antes del viaje a Santa Monica.
En donde por primera vez me atreví a escribir lo que sentía por Hatice.
—El odio es un sentimiento muy fuerte Tanner, que las personas capaces de manejar utilizan para derrumbarte, y eso fue lo que hizo que Hatice te diera la espalda. Y las decisiones que los demás toman no tiene nada que ver con la persona que tú eres, sino con la que ellos son. Pero también hay que analizar nuestras equivocaciones.
—Yo no necesito analizar nada, si esta charla tiene como propósito que yo la perdone, no va a suceder.
—Por supuesto que no tiene ese propósito, el perdón es algo propio, que cada quien en su momento dará o no si así lo cree conveniente —Añadió entonces señalando el nombre en amarillo que había escrito en mayúsculas a lado del relato de Hatice—, tiendes a dejar de lado tu vida por las personas que quieres o te importan. Y a veces, aunque ya hayas superado una dependencia, no te excluye de volverla a vivir.
El mundo se me vino encima.
Fue como si me zambulleran en una tina de agua helada y me dejaran el tiempo suficiente para que comenzara a sentir que me iba de este mundo.
Sabía que esto pasaría.
Hope me lo advirtió.
Me puse de pie de un salto y tomé la bitácora de malas maneras, Lucille ni siquiera se inmutó, parecía acostumbrada a este tipo de situaciones.
Mi madre había educado a un caballero, pero también me había enseñado que, cuando algo no me gustaba, era mejor irme antes de abrir la boca de más y comenzar a ser un gilipollas.
—Nos vemos el veintiocho.
Al salir, el FIAT amarillo de Faith se encontraba aparcado frente al gigante edificio psiquiátrico, en cuanto me acerqué comencé a percibir las notas musicales y las voces de One Direction, que probablemente me reventarían los tímpanos al entrar. Ella bajó el vidrio con lentitud, hoy no traía un pañuelo, en cambio, llevaba el cabello en una trenza de lado y un gorro de lana color azul cielo, me sonrió.
—Hola querido ¿Te llevo a casa?
Y a pesar de querer sonreírle de regreso y fingir que no estaba más que acojonado por la sesión, me fue imposible. Faith hizo su mayor intento por mantener la boca cerrada hasta que ya no lo soportó más, dio un frenon para después desviar el auto hacia la acera más cercana y aparcarlo de malas maneras.
—Bien, intenté no preguntar pero me lo estás poniendo muy difícil.
—Estoy agotado, me dieron un nuevo medicamento y necesito acostumbrarme.
Mentiroso.
—Mentiroso —Casi me rio, casi, pero soy lo suficientemente listo como para querer una muerte mejor que en el auto de mi novia—, no necesito que me digas que sucedió Dixon.
Ussshhh
Antes era gracioso e incluso tolerable escuchar mi apellido con su voz, pero ahora era como si me estuviera insultando. Ella lo sabía, y justamente por eso lo hacía.
—No me digas así.
—Yo te digo como yo quiero.
—Lawrence, no estoy de humor, por favor.
—Vale —Y así sin más volvió a arrancar el auto, se puso en marcha y encendió de la música a todo volumen, estaba comenzando a cabrearme.
No por la música, o por que me estuviera ignorando, sino porque me hizo caso, de la nada, y esa mujer era una terca de primera. Lo único que quería decir su obediencia, era que estaba cabreada hasta los cojones.
—Vale ya, pareces una niña pequeña haciendo una rabieta.
—No te escuchooooo —Canturreó mientras el estribillo de "Red" de Taylor Swift me bombardeaba el craneo.
—¡Faith ya basta!
Que suerte que estábamos en un semáforo en rojo, porque si no, en este momento estaríamos camino al hospital. Creí escuchar cómo el cuello casi se le disloca por la fuerza que ejerció cuando le alcé la voz y me miró cual chica del aro.
En mi vida había alzado la voz, mucho menos a ella, esto se estaba haciendo cada vez más normal.
Y yo sabía de sobra que causaban los gritos en Faith, si se ponía a llorar en este momento, me iría a golpear la cabeza contra una red de púas. Después del semáforo que pareció durar una eternidad, Faith bajó del auto sin decir ni una sola palabra y se fue a sentar a una banca.
—Faith, no se...
—Quiero tener una relación seria.
Silencio.
La impresión casi me tumba al suelo. De todas las cosas que esperé podrían pasar hoy con la mierda de sesión que tuve, que Faith soltara algo así, era como un balazo entre las cejas.
—Quieres una relación seria —Repetí consternado.
—Contigo.
No pues ni que decirte.
Conmigo. Quiere salir en serio conmigo.
Para seguirle los cambios de humor a esta chica se necesitaba un libro entero que me explicara el funcionamiento de su cerebro.
—No estoy entendiendo ¿A que viene esto?
—A que no pienso perder más el tiempo Tanner. Mira, se que ninguno de los dos está en su mejor momento —Palmeó la banca para que tomara asiento y eso hice—, y que quizá esto sea de mi top cinco ideas más estúpidas que tuve en mi vida, pero creo que puedo intentarlo.
—¿Desde cuándo?
—¿Desde cuándo que?
—¿Desde cuando quieres algo serio conmigo?
—¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? Desde siempre animal de cloaca, desde que te conozco.
El insulto quizá pudo tener más repercusión si no estuviera haciendo la declaración de amor más rara que la historia haya visto.
—Faith... yo también quiero salir contigo.
Su sonrisa iluminó su rostro de manera automática. ¡Mierda! Era difícil entendernos, seguirnos el paso, y sobre todo, funcionar sin querernos arrancar la cabeza cada cinco segundos. Pero el miedo de tener una dependencia por Faith no me dejaba pensar de manera clara y por eso dije la cosa más tonta que jamás hubiera pensado.
—No creo que estemos listos.
Desvío la mirada, se veía pensativa, y Faith en silencio era algo a lo cuál temer. La quería conmigo, coño que lo deseaba con toda mi alma, pero tenía miedo.
Miedo de cagarla, de arruinarlo, de lastimarla. Lo que menos deseaba era que ella cargara con el millón de problemas que tenía encima sabiendo que también estaba en un momento difícil de su vida.
—No te estoy diciendo que lo hagamos ahora.
—¿No?
—No, solo quería que lo supieras, mira, se que ya te han liberado para la beca, Vicco me lo contó hoy por la mañana, y se me hace absurdo seguir fingiendo cuando ninguno de los dos quiere separarse.
—No estoy bien Faith, no te haré bien.
—Creo que antes de sacar esas conclusiones deberías intentarlo, o mejor, preguntar que opino.
—Me acabas de decir que quieres algo serio conmigo, supongo que eso es lo que opinas.
—Me refiero a que opino de lo que somos en conjunto. Se que los dos tenemos problemas y una vida de mierda que debemos resolver, pero no somos unos niños, estoy segura que podemos manejarlo.
—¿Lo estas?
—Sí.
—No quiero arrastrarte conmigo, no sabes ni siquiera con lo que vas a lidiar.
—Tanner, yo también estoy metida en un hoyo, uno en el que espero salir pronto, estoy programando una cita para regresar a terapia, tú también estás en las mismas.
—¡No es lo mismo! —Me puse de pie de un salto, frustrado, quería arrancarme los cabellos uno por uno.
Faith estaba siendo empatica, una de sus pocas facetas que aún no conocía con claridad. Y me daba pavor. Porque seguía sintiéndome inferior, creía que no era capaz de ser alguien bueno para ella.
Éramos una ecuación con muchas variantes de las cuales tirar, y el resultado podía ser genial o un desastre.
—No te voy a forzar a nada Tanner, tampoco te voy a decir que te entiendo, porque honestamente no lo hago, y tampoco me facilitas las cosas si no me explicas que está pasando.
—No estoy listo para que me veas así.
—¿Así como?
—¿No lo entiendes? Faith, no sabes lo mucho que me cuesta seguirte el paso y no solo a ti, es con todos, hago un esfuerzo monumental para tener la capacidad de poder demostrar que siento algo por ti, pero me es muy difícil. No quiero intentarlo contigo y lastimarte porque no esté siendo lo que tú esperas.
—¡Deja de decir eso! ¡Mierda Tanner! ¿Qué tan difícil es para ti aceptar que te quiero?
La bomba me estalló en la cara.
Era la primera vez que me decía que me quería, y yo como siempre, lo había arruinado.
—No espero nada de ti ¡Coño no espero nada de nadie! Porque esperar cosas de las personas es darles un color diferente al que tienen, y por eso siempre termino hecha mierda.
—Yo me refería...
—Ya no interesa, sube al auto, quiero ir a casa.
—Faith.
—No lo voy a volver a repetir, si no subes te dejo aquí.
El camino a casa fue sofocante. Estaba considerando la posibilidad de tirarme por la ventana, pero con mi tamaño, probablemente terminaría solo con medio cuerpo fuera y eso sería un escena muy vergonzosa.
Llevaba más de tres horas en el patio, aventando la pelota a la pared del vecino, a punto de tirarla en mil pedazos. Necesitaba liberar la ansiedad que comenzaba a arruinarme la mente.
Había lastimado a Faith con lo que le dije, y todo por no poder organizar mejor mis palabras. Esto era lo jodido de estar enfermo, de por si es difícil para la persona que lo padece, para los que están alrededor lo es aún más, pedir que te entiendan sobre pasa límites inhumanos.
No puedes pedirle algo así a alguien si no les nace antes, y yo sabía con claridad que ella estaría dispuesta a hacerlo, el problema es que no quería involucrarla.
La puertecita se escuchó y un Hope con mala cara entró a la casa como si fuera la suya. Conocía esa expresión desde los cinco años. Había discutido con Faith.
—Vengo a decirte solo una cosa Dixon, te lo dije.
—Lo sé.
—¿Y entonces? Mira, eres mi mejor amigo, y no sabes cuanto me importas, pero mi hermana ya ha pasado por suficiente como para ahora tener que lidiar con lo que siente por ti.
—Hope, esto no te concierne.
—Por supuesto que lo hace si su mal humor lo viene a pagar conmigo, imbecil —Se acercó aún más a mi, era extraño sentir las conversaciones con Hope tan ajenas, era como si en tres meses hubiéramos cambiado de cuerpo y ahora no nos reconociera—, Faith miente por naturaleza.
¿Qué?
—¿De qué estás hablando?
—No es capaz de aceptar que está mal, así que se traga sus problemas y no solo le lanza mentiras a las personas, ella también se las cree, lo hace tan bien que incluso llegas a creer que está logrando gestionar su vida sola.
—Eso es algo que ella tiene que resolver.
—Nadie está diciendo lo contrario Tanner, el problema, es que es mi hermana pequeña, y yo te advertí que te mantuvieras alejado.
—Sabes desde siempre que nunca he podido hacer eso.
—¿Y no te parece egoísta? ¡Vamos hombre! Soy tu mejor amigo.
—Ella siempre ha sido la excepción.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Que siempre ha estado por encima de ti, aunque seas mi mejor amigo.
—No puedo creerlo —Soltó una carcajada arisca que me erizó la piel, lo entendía. Si yo tuviera una hermana menor también haría todo lo que estuviera a mi alcance para evitarle sufrimiento—. Tiene problemas Tanner.
—No necesitas decírmelo, lo sé.
—No quiero en su vida a otro gilipollas como Roger, no lo va a soportar ¿No estás entendiendo? Todas las veces que te dijo que esta bien, que esta mejor, que se va a tratar ¡Todo ha sido mentira!
—¡Hope!
—¿Qué acaso no lo ves? Estás más ciego de lo que creía entonces, ella necesita pensar en si misma.
—Créeme, lo se de sobra, y eso incluye también mandar tus deseos a la mierda.
—¿De qué estás hablando?
—Está fuera de lugar que vengas a decirme cosas de Faith que yo no se, no solo porque no te incumbe, sino porque no sabes porque razón ella no lo ha hecho, ustedes sobre pasan sus límites.
—Soy su hermano.
—Y yo su novio Hope, y por eso te estoy diciendo que pares, porque ella necesita dejar de pensar en los demás, no solo en mi.
—¿Entonces vas en serio?
—Puedes tomarlo como quieras Hope, pero si vuelves a rebasar sus líneas, que no te quepa duda que te voy a romper la cara.
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