Las prometidas de los hermanos Qing 1
De pronto algo se movió entre las ramas de unos árboles que rodeaban el perímetro del lugar, provocando que ambos jóvenes se pusieran de pie un tanto alejados del otro, pero luego los dos tomaron posición ala defensiva; fuera lo que fuera estaban dispuestos a enfrentarlo.
De entre las copas de los árboles, un bulto saltó, y cuando cayó frente a ellos se dieron cuenta que era el príncipe Jin. Por enésima vez estaba vistiendo ropas de plebeyo, lo cual para Siu ya era costumbre. Se veía que algo lo turbaba, su frente estaba perlada de sudor y jadeaba constantemente. Príncipe menor y arquera no dudaron en correr hacia él para ver qué le ocurría.
—Hermano, pero... ¿Por qué vienes así, qué es lo que te ocurre?
Siu solo se limitaba a observar con mucha preocupación en su mirada, pero algo la hizo estremecer en el ambiente, aún no sabía exactamente lo que era; parecía un mal presentimiento.
—Déjenme recuperarme del trajín... —jadeó un poco más y suspiró para recuperar el aliento—. Vine lo más rápido que pude. Se trata de nuestro padre, creo que tiene visitas y si no estoy mal, es algo que nos concierne a ti y a mi hermano —soltó sin más mientras terminaba de recuperar el aliento.
—¿Qué? Pero, no entiendo, él sabía perfectamente que hoy teníamos una salida tú y yo ¿Acaso eso ya no importa? —renegó Yun con el ceño fruncido.
—Lo sé, lo sé, Yun, pero parece que cambió los planes y se dirige hacia acá, está buscandonos. Yo preferí venir a avisarte y ya vi que hice bien, porque estás con compañía.
Siu uno entendía nada de lo que estaba pasando pero, para que estuvieran tan preocupados los dos príncipes sonaba que era algo grave.
—Escuche... Príncipe Yun, no se preocupe por mí y vaya a ver lo que desea el Emperador —aclaró la joven con una reverencia—. Yo iré a descansar a mi cuarto.
Yun se volteó para verla con anhelo, no quería separarse de ella ¿Y por qué diablos lo trataba con tanta distancia?
—Al menos deja que te escolte hasta allá, por favor —pidió Yun con un casi puchero esbozado en sus labios.
Jin se limitaba a ver con perplejidad el comportamiento de loco enamorado de su hermano, pero luego notó el vendaje en el brazo de la joven arquera.
—Perdonen la interrupción, pero... ¿Qué fue lo que le pasó a la señorita Wu? —pregunto con un tono de preocupación.
—Ah... No fue nada, príncipe Jin, solo una flecha perdida que dio directamente en mi brazo. No pasó nada de muerte.
—¿"Solo"? —respondió Jin con ironía—. Para mí que sí se ve letal lo que te ocurrió. No dejes de pasar a la enfermería para los combatientes.
—Ella está haciendo demasiado modesta. Fue una herida bastante profunda —agregó Yun, mientras la tomaba de la mano aunque ella intento hacerse el quite, pero le fue imposible.
De pronto, a lo lejos escucharon una voz muy familiar. Se trataba de su padre Heng. Esa voz podrían reconocerla a kilómetros de distancia. El corazón de Yun dio un vuelco de desesperación al igual que el de Jin.
—Hermano intenta distraer a nuestro padre en lo que yo encamino a Siu a su dormitorio, por favor —Yun guiñó un ojo a su hermano y este se cruzó de brazos.
—Como que pedirme favores se ha vuelto tu nuevo hobby, ¿verdad hermano? —sermoneó Jin a su hermano menor.
—Sí lo sé, lo sé... Te debo muchos favores y en cuanto lo necesites prometo devolverlos —aseguro Yun con tono de súplica—, ahora ve por favor.
—No —intervino Siu—, de verdad no tiene que acompañarme, yo puedo ir sola eso le va a facilitar más las cosas. Vamos, vaya con su hermano —dijo la chica con preocupación y dándole un leve empujón al príncipe terco.
—Te digo que quiero acompañarte, porque de verdad necesito pasar un poco más contigo —renegó Yun, con la altanería saltando en todas sus facciones.
—Y tú estás haciendo lío donde no debería haberlo —musitó Siu, cambiando a su manera de trato informal—. Ahora solo vete, es mejor hacerlo de este modo y no buscar más problemas —advirtió Siu.
—Hermano, creo que ella tiene razón deberías hacerle caso —puntualizó Jin.
—Ah... Muchas gracias por estar de mi parte —se quejó con pesadez mientras rodaba los ojos hacia un lado.
A ninguno le dio tiempo de hacer ningún otro movimiento, más que a Yun alejarse de Siu y tomar la distancia adecuada, ya que en ese mismo instante el emperador había entrado y todos quedaron perplejos ante la presencia imponente de él. Pero lo que más nos había dejado descolocados era con quienes venía acompañado.
A su lado tenía algunos de los del Consejo también algunos mayordomos y sirvientes y lo más impactante: se trataba de dos jóvenes mujeres que llevaban una especie de velo cubriendo sus rostros, acompañadas de sus padres.
—Con que aquí han estado todo este tiempo, no saben cuánto los hemos estado buscando por los alrededores —espetó el emperador con el ceño fruncido, para luego voltea a ver y darse cuenta que no estaban solos la arquera de sus pesadillas estaba allí.
Ella se hincó para recibir al emperador con respeto y él solo intentó ignorarla. Siu se puso de pie, con la mirada baja, para evitar hacer contacto con él.
Ambos hermanos príncipes nunca se hubieran imaginado que su padre saliera a los alrededores del palacio con el Consejo y con las desconocidas y sus familares. Definitivamente él, últimamente había hecho cosas muy extrañas salidas de su protocolo. No tuvieron de otra más que intentar excusar su falta de atención a lo que su padre quería.
—Padre lo lamentamos nos distrajimos platicando sobre lo que le pasó a la señorita arquera —explico Jin.
—Ya... No quiero más explicaciones y de inmediato vamos hacia la sala principal de audiencias ya saben lo que acontecerá —ordenó, tajante.
Se dio la vuelta con indiferencia mientras se dirigía hacia la sala del palacio dejando a los príncipes cavilando en todo lo que acaba de acontecer.
Yun se sintió con una rabia a subir desde su estómago hasta su garganta ¿Cómo era posible que tuviera tan poca empatía? Estaba viendo que la chica a su lado estaba herida ¿Acaso era tanto el desprecio que podía sentir por ella, que ni siquiera tenía un ápice de amabilidad?
Eso sin duda lo había sacado de sus Casillas. Antes de que su madre enfermara, él era benevolente con todos, pero en el presente su corazón se había endurecido como una roca.
—Bueno, hermano... Ya lo oíste, tenemos que seguirlo —dijo encogiéndose de brazos, mientras apresuraba el paso para no desesperar a su padre más de lo que ya estaba.
—Anda, Yun no te pongas en contra de tu padre, es el Emperador y se ve que tienen una reunión muy importante. Yo regresaré a mi cuarto y voy a descansar esta herida que tengo —dijo con una sonrisa, la cual derritió al príncipe.
Yun no entendía como su padre podía ser tan indiferente con esa mujer tan bella, noble y paciente.
—Sí, para él es importante, para mí no. —Yun omitió contarle de que realmente se trataba esa reunión no tenía el coraje aún para confesarle que estaba a punto de comprometerse por el bien de toda China... Aunque eso estaba por verse, pensaba con cada segundo que pasaba.
—Necesito verte de nuevo esta noche, te buscaré donde tú estés —dijo casi en una súplica, mientras la tomaba de las manos y besaba una de ellas.
—Está bien, esperaré con ansias a que nos veamos esta noche —respondió tan ansiosa como él.
Ella hizo lo mismo con las manos de él y eso lo hizo sentir reconfortado, no se daba cuenta de todo el bien que le hacía solo con su cercanía y sus gestos; aquello era algo de lo que no quería privarse, por el hecho de comprometerse con una perfecta desconocida.
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Continuará...
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