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Contra lo que dicta el alma

Siu se encontraba atónita al ver allí a sus padres frente a ella; lo que jamás imaginó viniendo de ellos, ya que en todo lo que llevaba de vida ellos siempre hablaron de los peligros de adentrarse a ese lugar. Y si bien era cierto que ella misma desobedecía explorando aquel bosque hasta alcanzar la cima de la montaña, algo le decía que, el que la fueran a buscar estaba en contra de las acciones que ellos tomarían.

También entraba en juego la salud de los dos, ya que, su madre se la pasaba con dolores corporales y su padre tenía un achaque en su zona lumbar. Aquello era sin duda algo por lo cual la chica debía preocuparse.

Lo más impactante fue que, tras haberse ido Yun, ella había anunciado a sus padres que iría a intentar ayudarle a llegar, a lo que preocupados le dieron su bendición y le colocaron en el cuello aquel amuleto del Fenghuang que siempre usaban para protección.

Siu corrió hacia sus padres para hacer una reverencia de saludo. Aunque en su pecho se albergaran muchas dudas no quiso cuestionar más de la cuenta a sus padres, solo haría las preguntas necesarias y de alguna manera regresaría con ellos a casa.

—Buenos días, querida hija. Qué bueno que los encontramos y nos alegra que estén a salvo —dijo su madre Wen, sonriente y cariñosa.

—Díganme... ¿Cómo supieron exactamente donde estábamos? —inquirió Siu, con mucha curiosidad.

—Ay hija, nos extraña que dudes. Somos tus padres, estamos unidos en mente y corazón —respondió su padre Fong.

Siu se quedó analizando un poco, pero luego tomó la compostura alegre de siempre.

—Agradezco que se preocupen por mí. Yo estoy muy bien, de hecho, estamos tomando el desayuno —Siu volteó hacia donde estaban Yun y Mei, quienes saludaron con una reverencia.

—Joven Yun, buen día —saludó amable la señora Wen—. Espero que no le moleste que vengamos a acompañar a nuestra querida hija.

—No, para nada —respondió Yun con suavidad en su voz—. De hecho, su hija estaba a punto de regresar a casa ¿No es así, Siu?

La chica volteó a verlo con un dejo de decepción, pero asintió ante lo que Yun había dicho y de inmediato se acercó un poco más a sus progenitores, para luego tomar el brazo de su madre. Él en verdad la quería lejos y por una extraña razón aquello comenzaba a llenar su corazón de una inevitable tristeza.

Desde que se topó con él, Siu no entendía lo que le pasaba, solo sabía que ella se guiaba por su intuición y lo que su alma le dictara. Algo muy fuerte le decía que ella debía guiarlo hacia el monumento del Fenghuang. Además, ese sueño que había tenido...

—Pero, ¿qué dice? —intervino el señor Fong— ¿Acaso nuestra hija le ha faltado el respeto, o por qué rechaza su ayuda? —Él parecía un poco indignado.

—No, señor, para nada —respondió Yun—. Pero creo que no me di a entender cuando dije que esta misión debo hacerla en soledad.

—Querido, no pongas en conflicto al joven, él tiene razón. Aunque nuestra hija quiera tuviera las mejores de las intenciones, la ayuda no siempre es bien recibida —respondió la señora Wen.

—Por supuesto que no rechazo la ayuda, pero una vida muy importante está en riesgo si no sigo las reglas. Pido que me comprendan por favor, es cuestión de vida o muerte y solo eso puedo decir —debatió Yun, sintiendo un dejo de impotencia.

—Yun, yo comprendo y estás en tu derecho. En serio, fui entrometida y me disculpo —intervino Siu—. Yo te prometí anoche que me iría y lo cumpliré —terminó de decir mientras jalaba con delicadeza a su madre y se daban la vuelta para retirarse.

El corazón de Yun comenzó a latir desbocado de un segundo a otro ¿Qué rayos le pasaba? Era un hecho que, aunque estuviera siguiendo las reglas del juego, no sabía por qué, pero algo le decía que él debía permanecer con ella; que ella se encontraba en ... ¿peligro?, ¿pero de qué o, de quién? Todo parecía ir en contra de lo que le dictara su intuición.

Por una parte, Siu había demostrado ser valiente, además, se sabía el camino de memoria. Y después de todo, debía aceptar que, su presencia le irradiaba cierta tranquilidad. Pero aquel viejo sabio fue muy claro, debería hacer un esfuerzo muy grande y quedar como un altanero que rechaza la ayuda de las personas; todo sería por su madre, An. Ese era el verdadero motivo de estar allí, y si mal no estaba, ella estaba orándole al Fenghuang por su cuenta.

—Vayan con cuidado —pidió Yun, preocupado por sus malos presentimientos, que podrían rayar en la paranoia.

—Descuida, Yun —respondió Siu—. Estaremos bien. Ustedes cuídense mucho. El sendero hacia arriba es como un laberinto. Solo espero que encuentres lo que buscas y regreses con bien. —Luego dirigió su mirada hacia Mei—. Mei, fue un gusto conocerte, ya verás que tus hijos aparecerán sanos y salvos.

—Muchas gracias, jovencita. Ojalá pronto nos volvamos a ver —dijo Mei, y mientras sonreía hizo una corta reverencia —Ay... la voy a extrañar, me cae muy bien —esbozó mientras miraba de reojo a Yun, quien evidenciaba en sus ojos más de lo que pudiera decir.

—Sí... «Creo que yo también la extrañaré —dijo para sus adentros». Ahora continuemos, no podemos quedarnos más aquí —Los dos se quedaron viendo cómo Siu desaparecía junto a sus padres, por ese sendero boscoso cuesta abajo.

Yun comenzó a caminar y Mei se dedicó a seguirlo. La travesía debía continuar sí o sí. El príncipe no estaba dispuesto a perder más el tiempo, ya que era lo que menos tenía para lograr sus objetivos. Así que, él y su acompañante comenzaron a apagar la fogata y también a lavarse las manos y la cara, para deshacerse de la evidencia del desayuno; Yun no quería ni siquiera imaginar que hubiera más tigres por los alrededores.

—En verdad me dio miedo eso que dijo la jovencita Siu antes de irse con sus padres —confesó Mei.

—¿A qué se refiere, Mei? —inquirió Yun sin dejar de ver el camino.

—Que, este lugar es como un laberinto —Un escalofrío hizo estremecer a Mei—. Ese dato, mezclado con el ataque del hombre y el tigre, vaya que me pone los pelos de punta.

—No hay qué temer —Yun intentó calmar a Mei—. Saldremos bien de esta, se lo aseguro. Mi sentido de la orientación no es malo, así que ese es un punto a nuestro favor. Ahora, intente no quedarse atrás, debemos permanecer juntos si queremos sobrevivir.

Las palabras de Yun habían surtido efecto. La mujer dio un suspiro de alivio, sonrió con sutileza, se deshizo la media cola, para recogerse el cabello en un moño para que este no le hiciera estorbo en la cara; luego se adelantó para quedar al lado del joven.

Pronto ambos aceleraron el paso y él comenzó a desear en su mente ver al Fenghuang con todas sus fuerzas; invocó su protección, si era que él estaba allí, y poder encontrar a los hijos de la mujer que caminaba a su lado.

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Continuará

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¡Hello! Aquí vengo con otro capítulo de esta novela.

Circunstancias separan a nuestros protagonistas ¿Qué consecuencias podría traer? Descúbrelo en el próximo capítulo.

¡Gracias por leer! :3

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