Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

A merced de la suerte

Nunca el ambiente habría podido sentirse más pesado, que cuando se está malherido en completa soledad y a merced de la suerte, es allí cuando se cae en la cuenta de las cosas que en realidad importan más. Yun tiritaba de frío, de rabia, miedo e impotencia. Aquella cueva apenas brindaba algo de cobijo y la negrura de la noche ni siquiera daba oportunidad de visualizar el mínimo.

El príncipe había dejado a Siu dentro de la pequeña cueva y mientras la luna le brindaba algo de luz, él logró juntar unas cuantas ramitas, con lo que sus últimas reservas de energía le permitieron la movilidad. Pero desafortunadamente un cúmulo de nubes más negras que la misma noche, taparon la poca iluminación que pudo haber en los alrededores.

Los árboles tampoco ayudaban, ya que al ser tan altos, a puras penas dejaban tal oportunidad a la tenue iluminación que ya se había despedido de todas maneras. Todo eso, sumado a la gran debilidad que él sentía hasta la médula, provocó que se diera por vencido y una oleada de frío lo atacara de pies a cabeza. Yun comenzó a tiritar de manera incontrolable y no tuvo otra alternativa más que gatear para tenderse al lado de Siu y esperar a que el malestar se pasara solo.

La respiración del joven comenzó a tornarse más rápida, se sentía ahogar, como si sus pulmones no recibieran el suficiente oxígeno que estos necesitaran, pero eso poco le importaba comparado con la preocupación que tenía por la chica que yacía a su lado, la cual se veía en condiciones deplorables, pero un ápice de esperanza se encendió en cuanto la vio detenidamente y su respiración parecía más estable que hacía un par de horas.

«Espero que ella se salve al final, al fin de al cabo, ella está como en su casa y conoce el camino de regreso», pensó Yun sin quitar su mirada de la chica e implorando con todas sus fuerzas, que Siu se recuperara.

Allí en esa completa soledad y con el punzante dolor de todas las heridas de la batalla, Yun continuó pidiendo por la recuperación de su madre y de Siu. Mientras rezaba por aquellas razones, una sacudida de frío lo invadió, cada vez le era más difícil respirar bien y por momentos su vista se nublaba.

En un acto de despedida y desesperación al saber que posiblemente moriría en aquel lugar, con su tacto, Yun buscó la mano de Siu. Sus dedos se deslizaron por su brazo lleno de heridas, su antebrazo y muñeca, hasta llegar a sentir el dorso de su mano.

El príncipe rápidamente volteó a ver a Siu, tan herida como él ¿Por qué se había involucrado en un problema que pudo haberse evitado? Su corazón se aceleró al sentir la suavidad y el calor que ella emanaba, pero al mismo tiempo ella parecía estar temblando de frío como él.

De inmediato, Yun tragó grueso y supo que, si querían sobrevivir aquella gélida noche, solo había una manera de lograrlo: abrazados toda la noche.

Como pudo, el príncipe se acercó más a ella y la rodeó con uno de sus brazos, pasando su mano por su pequeña cintura hasta posarse en su espalda alta. Ella no se movió, pero vaya que dejó de temblar solo con aquella acción que a él le estaba afectando mucho más de lo que aceptaría. Él se separó un poco para detenerse a observar a Siu, necesitaba saber que al menos se estabilizaría un poco con aquello.

Los ojos de Yun no se despegaban de la belleza que ella poseía. No cabía duda que lo había cautivado desde la primera vez que la vio. Algo en ella le resultaba demasiado llamativo, no sabía decir si eran sus profundos ojos avellanados, o su nariz pequeña y respingada; tal vez eran sus carnosos labios que le mostraban una sonrisa encantadora. Tampoco pudo negar lo increíble de sus curvas con aquel vestido qipao que marcaba todos sus atributos.

«¿¡Pero qué demonios estás pensando, Yun!? ¡Esta chica entrometida no te puede estar desconcentrando de esta manera! No es nada... solo estás agradecido de alguna manera, porque se preocupó por tí».

En ese momento, el calor de la presencia de la chica no se comparaba con el que sentía Yun en su rostro y lo acelerado de su corazón no le ayudaba tampoco con aquellas sensaciones que ella le provocaba allí cerca.

Cuando logró controlar su nerviosismo, por un instante y de manera poco explicable, el corazón de Yun se llenó de una paz que no solía sentir. El adolorido joven cerró sus ojos para disfrutar de aquella extraña y apacible sensación; pronto en sus labios se dibujó una sonrisa y lentamente su conciencia se sumió en un pesado sueño, el cual definiría según él, el destino que le depararía al día siguiente.

Así como cerrara sus ojos, su mente se fue desconectando también. El dolor fue disminuyendo y los pensamientos caóticos de muerte, sangre, injusticias y maldad no tuvieron más lugar, más bien ningún otro sentimiento; todo parecía haberse detenido en el tiempo menos la oscuridad que rodeaba al muchacho. Sentía que flotaba en la nada, como si su cuerpo no tuviera ningún peso en absoluto.

Yun no sabe cuánto estuvo así, no tenía idea de nada, hasta que la figura de su padre apareció frente a él; se encontraba tirado en el suelo con lágrimas en sus ojos, totalmente desconsolado.

—¡Padre, escúchame, por favor! ¡Estoy aquí! —exclamó Yun, pero su padre parecía no poder escucharlo. Aquella visión se esfumó, sin tener idea si aquello era real o una simple ilusión.

Antes de que el príncipe pudiera darse cuenta, ante él apareció su hermano mayor, Shun. Sus vestiduras eran una armadura muy parecida a la que había llegado a rescatarlo, pero él tenía una herida en el pecho que sangraba demasiado, tanto, que la sangre caía desde su lugar de origen, hasta serpentear a una longitud grande, como si de un río se tratase.

Al lado de Shun había una mujer desconocida que parecía estar bien vestida, aunque no lo sabía a ciencia cierta, porque solo podía ver su silueta. En una mano sostenía un abanico y se soplaba con él; la otra se aferraba de la mano de Shun ¿En qué momento su hermano había conseguido una novia? ¿Tanto tiempo habría pasado desde que peleó con aquellos dragones? No le dio más chance a sus dudas, Yun se dirigió a él, no perdía nada intentando comunicarse.

—¿Hermano?... ¿Shun, me escuchas? —preguntó Yun, mientras agitaba sus manos para que él volteara, pero como lo suponía, era un intento inútil.

Aquella imagen de Shun y la mujer se desvaneció frente a él, pero una imagen más se hizo presente:

Se trataba de la imagen de su hermano Jin. Al igual que Shun, portaba una armadura carmesí como él. En su boca tenía un cigarro, esos que tanto odiaba su padre, pero que en ese momento lo portaba con la frente en alto. Su rostro lucía amoratado, como si hubiese combatido, pero su semblante era victorioso e imponente.

De pronto una gran muchedumbre lo levantaba y exclamaba su nombre, como si él fuese un personaje heróico o hubiese hecho algo extraordinario por la ciudad. Entre todos lo llevaron hacia el trono del Emperador y allí lo sentaron. Le dieron una copa del vino favorito de su padre y se hincaron ante él con tanta devoción, como si estuvieran adorando al mismísimo Buda en persona.

«Por los dioses... Están tratando a Jin como al legítimo Emperador ¿A dónde se habrán ido mi padre y Shun? Ahora sí que no entiendo nada», pensó Yun, muy confundido con lo que veía.

Como era de esperarse, la imagen desapareció y Yun esperaba ver a su madre con bien, al lado de su padre y felices porque la odisea había dado resultado; ese era el mayor anhelo del príncipe, pero esta jamás llegó. En su lugar, una luz descendió justo enfrente de él y los rayos eran cegadores, tanto así que Yun tuvo que cubrirse los ojos al instante.

En cuanto aquella fuerte luz fue menguando y se convirtió en una más tenue, Yun se descubrió los ojos y su alma no cabía en sí misma con la visión que tenía justo allí a unos cuantos pasos:

Aquella ave majestuosa, que parecía albergar en su aura la luz del sol... o más bien , la luz de todos los astros del universo, aleteaba con sus grandes alas que parecían tener todos los colores conocidos o inimaginables, al igual que su cola, que era tan larga y magnífica.

Al posarse en una especie de superficie que Yun no podía ver por la negrura del lugar, aquella ave observaba a todos lados con esos ojos redondos del color del cielo estrellado y alrededor de él ese brillo dorado que irradiaba calor y tranquilidad, hizo al príncipe estremecerse con tal presencia.

¡El mismísimo Fenghuang se le había presentado! Tenía que ser él, no había dudas. Las imágenes que lo representaban eran similares a cómo lo veía en ese momento, pero sin duda no había punto de comparación con la presencia de aquel ser tan majestuoso.

Yun cayó de rodillas por inercia y reverenció al ave; presentó sus respetos ante aquella visión para luego elevar su mirada, preparándose para hablarle de sus inquietudes.

—Grandioso Fenghuang... Te suplico respuestas ¿Mi madre está bien? Vi a mi padre y hermanos, pero a ella no ¿Cómo está mi familia? ¿Acaso... he muerto? Necesito tu ayuda, aquí no puedo sentir nada, pero las dudas siguen presentes y parecen consumirme a cada momento.

El ave sacudió su plumaje y con la misma comenzó a acicalarse con su pico. Parecía no tener voz, o simplemente no podía escucharlo, como había pasado con las visiones de su padre y hermanos. Yun ni siquiera podía sentir frustración en ese momento, así que simplemente dejó las preguntas a un lado y se dispuso a admirar al Fenghuang.

Ante los ojos de Yun, aquella ave legendaria elevó su mirada hacia el cielo, extendió sus coloridas alas y emprendió vuelo con premura. Si el príncipe creía que lo había visto todo, se quedó casi estupefacto cuando al lado del Fenghuang apareció otro destello. Parecía una serpiente brillante, pero era de un rojo intenso, magnífico... se trataba de un dragón volador.

Ambas criaturas hicieron una especie de danza, parecía un ritual de cortejo o algo parecido. Fenghuang y Dragón juntaron sus cuerpos y parecían unirse como uno solo. Pronto, sin dejar de danzar, comenzaron a girar en el aire, rápido, mucho más veloz que lo que los ojos de Yun pudieran captar. Ambos formaron una figura circular perfecta, mitad blanco, mitad negro. Ambas mitades parecían dos gotas formando un símbolo jamás visto por el príncipe.

Aquella figura circular lumínica comenzó a desaparecer de la vista de Yun y al igual que las otras imágenes, desapareció dejándolo en la completa oscuridad. A medida que el tiempo pasaba, su cuerpo se tornaba pesado, tanto así que cayó al suelo. Su respiración una vez más se debilitó y los dolores que ya no sentía parecían haber vuelto a su cuerpo.

La oscuridad se alejaba con cada instante y al fin sus ojos comenzaron a captar luz... Parecía la luz de un nuevo día que le daba la bienvenida. Justo sobre él, lo primero que vio claramente fue un rostro angelical que le sonreía con dulzura. Su corazón se aceleró con un fuerte palpitar y allí se dio cuenta que seguía con vida... y ella también.

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

Continuará

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

Hola, vengo con un nuevo episodio y parece que nuestro príncipe Yun está en una especie de trance ¿Será un simple sueño o significará algo más? ¡Decrubrámoslo en el siguiente episodio!

¡Gracias a quien lee! <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro