3.- Disgustos
Hola un abrazoa quienes siguen la historia, muchas gracias por su apoyo incondicional.
Antares.
―¿ madre?
Seraphina dejó a un lado el cepillo de mango de plata con el que se peinaba sus rubios cabellos, un sencillo vestido de seda blanca cubría su figura. Un vestido verde oliva recientemente elaborado por una de las artesanas del palacio de Antares descansaba sobre la amplia y mullida cama de grandes dimensiones forrada con límpidas y finas sábanas elegidas por ella misma; sobre la cómoda de madera de nogal, en un cofrecito de plata descansaba en un lecho de terciopelo rojo sangre un brazalete de amatistas y aretes de la misma piedra que la mujer usaría.
―si mi pequeño―se acercó al joven al que besó en la frente.
―¿ qué sucede con Moses?
La brillante sonrisa de la rubia se heló en sus labios, Moses, ese enjuto y gruñón Barón de no se qué, pensó con desprecio fue a lloriquearle a su yerno y ahora Camus venía muy serio a interrogarla sobre aquello.
Ella adoptó un aire de martir.
―me ofendes hijo―expresó dolida―sé bien que nadie me soporta aquí, sólo Selene....
Ni tanto Selene, la madre de Milo como mujer astuta e inteligente no jugaba con fuego, sabía bien que ciertas leyes de Antares por un lado eran suaves y benevolentes con la nobleza por otro existían otras que eran rigurosas, severas que hasta el consorte del Soberano se cuidaba de no sobrepasar los límites establecidos porque le costaría hasta su matrimonio. Selene por esos días de cuidaba de no tropezarse con Seraphina.
―tú eres la única familia aparte de Milo que tengo, no me causes más problemas—vizualizó el brazalete al cual tomó entre sus dedos, el color del mismo le recordó a los ojos de su padre y con inquina a su media hermana, esa que se proclamó como heredera e hija mayor—no me gusta esta joya—¿ quién te la facilitó?
Seraphine se sorprendió, Camus no se interesaba sobre el tipo de joyas que ella use, incluso ordenó que se le asignara una dama a Seraphina que se ocuparía de cosas tan triviales como acompañarla a cenas, asesorarla en el uso de maquillaje, joyas, etc.
—la escogí con mi dama—sin embargo agregó recordando que se le escapaba un detalle—tu esposo envió un lote de joyas entre las que destacaban topacios, amatistas, aguamarinas y ónix, no habían diamantes ni ninguna otra que me agrade.
Camus reflexionaba, el fulgor de las amatistas se confundían con la piel rosada de la palma de sus manos, una arruga se formó en su frente y sus ojos azules zafiros adquirieron un tinte glacial.
—preferiría que uses esmeraldas o rubíes—la miró inexpresivo—además puedo pedirle a Ileana Acuario que me permita facilitarte un par de joyas.
Ella se humedeció los labios ante la mención de que las exquisitas posesiones de los Acuario de Antares posiblemente estarían bajo se poder, cuando fue esposa de Dégel durante esos pocos meses apenas disfrutó de un collar de perlas, brazaletes de diamantes y aretes de topacio, al salir embarazada Dégel mandó a confeccionar un juego de joyas en zafiros que quedó en el taller del orfebre puesto que nunca fue retirado.
Pero la joya que ella siempre añoró portar en su delicado cuello era el collar de rubíes perteneciente a la esposa de Krest el cual el viejo conde regaló con motivo de su boda, ese collar era herencia familiar y sólo las esposas e hijas de los Acuario tenían derecho a portar, claro tenían que merecerlo.
—¡ viejo avaro!—dijo en voz alta apartando esos pensamiento, Camus prestó atención a esas palabras, más Seraphina tenía una habilidad de distraer la atención—¡ no es nada amor!
—en todo caso, escribiré a mi tía abuela, ella no me negará nada.
Haciendo una sutil reverencia a su progenitora, Camus abandonó la alcoba estrujando con odio las amatistas. La dama de Seraphina salió de entre las sombras de la estancia, temerosa miró a su señora quién apretó los dientes furiosa.
—tu elección no agradó a Camus, ahora—se sentó desganada—¡ qué diantres usaré!
—p-puedo pedirle a Lady Calvera que me....
—esa mujer me odia, además que no tiene gusto exquisito—dijo con menosprecio, señaló el vestido—¡ ayúdame a vestir!— al ver que no se movía la pellizcó—¡ despierta no tengo todo el día para tu ineptitud!
Balbuceando una disculpa, torpemente la dama la ayudó con el vestido, cuidó de que ninguna hebra de cabello quedara preso en el cierre. Una vez ejecutada esa labor, le ayudó a calzarse con unas sandalias doradas en cuya parte delantera brillaban tres diamantes, muchos nobles comentaban entre telones que era un hermosa mujer pero de alma de hielo.
De la misma forma Camus, Soberano Consorte de Antares iba por el mismo camino, si Milo no frenaba la funesta influencia, se acarrearía enemigos entre la nobleza que tendría como saldo el alzamiento de las voces que aún soñaban con que Kardia tome su lugar en el trono.
—¡ ya no te necesito! puedes irte—la despidió con un gesto vago—hay que ver tanta lerdeza ¡ dioses!
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El salón de grandes y bellas dimensiones de repente se veía opacado por la tensión reinante entre los miembros más ilustres de los Sagittarius, Sisifo sentado en su sofá predilecto y Aioros frente a él con aire seguro, ignorando que detrás de las puertas que rodeaban el sitio muchos oídos aguardaban impacientes la charla con su tío.
Sisifo se aclaró la garganta captando la atención de su pariente que se aprestó a oírlo.
—¿ estás conciente de tus actos?
Aioros sin dudar asintió manteniéndose erguido y seguro en su sitio, la enfermedad que aquejaba a su tío abandonó su cuerpo y este retomó sus actividades aunque con un agregado más.... todos los días debía soportar las impertinentes visitas de ciertos caballeros que venían con maliciosa intención a preguntar sobre el matrimonio de Aioros con Shura.
—ya soy adulto tío, tengo 27 años y tú más que nadie sabe que si me desheredas—sus ojos azules relampaguearon—impugnaré el testamento de mi abuelo y como tus amigos hablarán de eso por días.
Sisifo se echó para atrás desconcertado, el joven silencioso, obediente y tranquilo que crió desde la más tierna infancia se revelaba, era como si un ente se había posesionado de su cuerpo.
—tú y Aioria quieren matarme—giró en su dedo una sortija, herencia familiar. Se lo quitó y lo observó con aprehensión—¿ dime te estás vengando por prohibirte que te casaras con Shura?—al no obtener respuesta prosiguió—si es así.... tiempos nefastos se vienen para mi.
Aioros cerró los ojos sin comprender esas palabras, una línea dura se formó en su boca, Sisifo lo observaba severo, incólume hasta que....
—¡ sal de mi presencia!
El joven abrió los ojos de golpe, negó frenético a esa actitud intempestiva. Más su tío no cedería.
—¡ qué esperas!—urgió golpeando una parte libre del mueble—¡ Regulus heredará lo que te corresponde! serás un noble sin fortuna y sin familia. Si los Capricornio te aceptan sin riquezas, allá tú.....
—¿ Cómo que sin fortuna y sin familia?—Shura entró de golpe al oír la lapidaria declaración, por deseo expreso de su esposo él tuvo que quedarse junto al resto del personal detrás de esas puertas—¡ esto es una injusticia Su Gracia!.
—supongo que lo pensarás antes de proseguir con esta estupidez—se dirigió a su sobrino obviando la presencia del otro joven—si no, vete olvidando de todo esto—con un gesto de la mano abarcó todo a su alrededor.
—te desconozco tío—el dolor se hizo visible en su semblante—te quedarás solo ni Regulus te aguantará, te quiero mucho, pero.... estás ciego por las tradiciones.
¡ Zas!
Shura emitió un siseo imperceptible, sostuvo a Aioros que se tambaleó por la bofetada recibida de parte de su tío, ni la visita de Cid cuando estuvo enfermo, doblegó ese corazón que se transformó en piedra de un momento a otro. Apoyándose en Shura, Aioros salió de la presencia de su tío y ese mismo día, en medio del mutismo y lágrimas de dolor de parte del personal que servía ahí, el hermano de Aioria marchó a vivir a la residencia de la familia Capricornio, cuyo origen era reciente.
—mi pobre tío está equivocado—caminó a paso apresurado mientras Shura lo alcanzaba—técnicamente soy un exiliado—sonrió con amargura.
El miembro de la casa Capricornio lo detuvo, esa forma de hablar derrotista lo estremeció, no iba a heredar nada, pero aún lo tenía a él a Aioria y a Regulus que muy afectado no quiso despedirse de su primo.
—no lo eres—recorió con cariño sus facciones—Sisifo está ofuscado, dale tiempo mi amor.
—no dará su brazo a torcer—volteó a ver hacia la estructura que imponente se alzaba—conozco a mi tío..... y sé que las costumbres antiguas ganarán.
Internamente Shura sabía que tenía la razón, la única solución era el rey en vista que los Sagittarius y la dinastía reinante eran parientes lejanos, Dégel aceptaría gustoso oírlos y obligaría a Sisifo a reconsiderar la dura decisión. Para evitar las miradas curiosas y comentarios de mala fe, tomaron otro camino que los conduciría a la propiedad Capricornio.
Al otro día hablarían con Dégel.
Con Milo y Camus.
—¡ no se distraiga señor!—ordenaba con suma paciencia Tutmes, Comandante del ejército de Antares quién daba una fugaz clase de entrenamiento militar al joven principe de Antares—¡ no! así pueden matarlo en un dos por tres.
Selene guarecida por una sombrilla observaba embelesada los diestros movimientos de Tutmes cuya piel adquiría un tono dorado al sol, su pecho trabajado y sus músculos la tenía fascinada, desde que enviudó no había prestado atención a nadie más que cuidar los intereses de Milo el cual no se dejaba influenciar fácilmente por ella, ahora que el joven estaba casado, tenía más tiempo para cosas banales.
—Zaphiri no me atraía tanto como este hombre—habló para si, su dama alzó ambas cejas incrédula.
—¿ desea más fruta mi señora?—le ofreció un charol con frescas frutas, ella declinó la oferta. Seraphina se tardaba mucho para su gusto, ¿ que tan difícil era vestirse, elegir un par de aretes y brazaletes?.
Justo cuando se disponía a mandar a su dama que fuera a buscar a su consuegra, su yerno apareció con los puños cerrados. Él al advertir la presencia de Selene modificó un poco su semblante, todos los presentes entre damas, soldados y siervos reverenciaron al joven.
—¡ suegra!— ella se puso de pie agitando grácilmente su vestido—¡ usted cree que puedo hablar a solas con Milo!
La Princesa viuda de Antares miró con disimulo a su hijo que se reía a carcajadas luego de mandar al suelo a Tutmes, sin duda alguna ese hombre la tenía loca. Camus carraspeó esperando su respuesta.
—¡ dame un momento!—acompañada de su dama caminó elegantemente hasta Milo que detuvo su entrenamiento para saludar a su madre.
Tutmes se alejó de madre e hijo dándoles un poco de espacio, Camus mientras esperaba decidió comer un puñado de fresas cuidándose de que las joyas que guardaba entre sus ropas no cayeran al suelo. Un pequeño perro vino a sus pies olisqueando su capa azul, era la mascota que recogió una vez que regresó de Indrapaths la cual merodeaba afuera del palacio esperando que alguien lo acogiera.
El día estaba fresco por lo que su esposo no estaría ofuscado, se agachó y acarició la cabecita del canino que lamió su mano.
Al cabo de dos minutos de espera Milo caminaba en su dirección, al llegar a su lado susurró.
—vamos a la sala del trono!
Sala del trono.
Cinco minutos más tarde.
El rostro de Milo se hallaba encolerizado, desde que llegó Seraphina a Antares sólo tenía problemas, quejas y disgustos. Ahora Camus le exigía que le diera acceso a las joyas de Antares a las que según los preceptos ella no tenía derecho solamente las esposas e hijas de los soberanos. Pero la gota que derramó el vaso fue.....
—¡ mi madre debe usar joyas igual que tu madre! ¿ quieres que use baratijas?
Selene boquiabierta por el comportamiento fuera de lo común de su yerno intervino para calmar los ánimos.
—nada es baratija, esa joya—señaló el brazalete con desdén—perteneció a la anterior esposa de mi señor esposo ya difunto.
—pues no parece—respondió.
Milo se sostuvo la cabeza, una punzada atravesó su cráneo, Camus se enzarzó en una discusión sin sentido con Selene sobre la veracidad de la joya, el Camus que conocía jamás se pondría en esas. Tenía que escribirle a Dégel comunicándole que su hijo actuaba como un niñato seguramente él podía hacer algo.
—¡ CALLENSE LOS DOS!—bramó al borde de un colapso—arrebató la joya de las manos de Camus—por esta estupidez interrumpes mi entrenamiento, ¿ crees que debo ceder a tus caprichos o de los de tu madre? ¡ no te permitiré que faltes el respeto a mi madre! ella fue antes que tú.
Su esposo se echó para atrás abofeteado por esa reprimenda, Selene visiblemente irritada con su yerno por tremenda falta de respeto a su persona al cuestionarle sobre su trato a Seraphina estaba de acuerdo con su hijo.
Después de reflexionar unos pocos segundos, tomó una drástica decisión. Llamó a gritos a los guardias.
Tanto madre y esposo miraron expectantes a la pesada puerta de madera que se abrió con un golpe seco, dejando ver cuatro figuras altas y robustas con tatuajes de escorpión azul en sus bíceps.
—¡ lo siento Camus!—entregó el brazalete a Selene—pero si no freno tus arrebatos, terminarás insultando a Calvera o al resto de nobles.
—¡ me llamó mi señor!—el jefe de la guardia real hizo una genuflexión ante la presencia de Milo luego a Selene—¡ Mi Lady!—después reverenció a Camus—¡ Alteza Serenísima!
—¡ arresten al principe consorte!—dijo de golpe.
Los hombres se miraron incrédulos ante la petición. Camus en completo silencio maldecía ese paso en falso.
—¡ pero mi príncipe....!—refutó uno de ellos.
—¡ es una orden! ¡ arresten al principe consorte!
Le dolió esa acción , amaba a Camus pero no dejaría pasar por alto esa situación, por su parte el de ojos zafiros estiró las manos listo para ser aprehendido. Pasaron una cinta roja alrededor de sus manos, no protestó, internamente sabía que actuó mal.
—es culpa de mi padre—murmuró—si él no hubiese aceptado a esa intrusa, yo no actuaría así....
—permanecerás en una habitación especial hasta que reconsideres tu actitud, escribiré a Dégel contándole esto, hasta eso mi madre ejercerá los deberes como consorte—informó Milo desoyendo su parlamento.
Apretó los labios inconforme, si decía o replicaba la orden de Milo más se fregaba por lo que caminó mudo flanqueado por los cuatro hombres que lo colocaron en una alcoba sencilla, más pequeña que la que compartía con Milo desprovista de adornos vistosos. Un torrente de lágrimas bañó su rostro de mármol, caía en desgracia por primera vez en su vida, seguramente quienes se opusieron a su enlace con Milo saltarían de gozo cuando se enteren que fue aprehendido y despojado temporalmente de sus deberes como consorte.
—¡ cuanto los odio!—dijo entre dientes mientras se deshacía entre lágrimas—¡ por tu culpa Dégel, y esas estúpidas leyes que me privaron de mis derechos....!
El encargo que haría a Ileana quedaría en el limbo, no sabía a ciencia cierta cuanto tiempo estaría detenido.
—¡ vas a arrepentirte Milo Escorpio! ¡ lo juro.....!
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Hasta aquí......
Me carga una impertinente gripe que poco a poco la domino, por acá hay feriado de cuatro días así que aprovecho para entregarles un nuevo capítulo mientras sigo devanandome los sesos con el cap 13 de "Veinte años más".
Como verán hubo drama por aquí, Sisifo desheredó a Aioros y Camus fue detenido por provocar la ira de Milo.
Con respecto al nombre Tutmes..... lo escogí porque en uno de mis libros de historia hay una foto de un faraón egipcio llamado así que fue un excelente guerrero y cuya biografía me gustó mucho.
Un abrazo y feliz feriado para todos n.n
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