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17.- Bandos

En el camino, Marín se tropezó con el ejército de Radamanthys que avanzaba a paso rápido y estridente,  bufó cuando uno de los soldados la piropeó. Por suerte tendría al rubio a solas ya que no deseaba curiosos mientras se entrevistaba con este.

Su caballo en un trayecto del camino se tropezó con una serpiente que amenazaba con morder sus cascos, sin dudarlo el mercenario que la escoltaba la mató lanzando su cabeza a varios metros, ella se lo agradeció con una sonrisa.

Después de un trecho recorriendo a velocidad, visualizó las murallas de Giudecca, disminuyó la marcha en tanto rogaba que no sea demasiado tarde para tener a Aioria en sus manos. El trono de los leones debia ser suyo, para sus hijos y no para otro.

La ciudad la recibió con sus almenas pintadas de negro, no le aterraba más bien le fascinaba. Dejó el corcel cerca al antiguo palacio real y caminó escoltada por el mismo mercenario que hacía cuentas mentales de cuanto ascendia su paga por custodiar a esa mujer.

—si es por el dinero no te preocupes—dijo ella adivinando sus pensamientos—cuando sea la Señora de Denébola recibirás el doble.

—eso espero mi lady.

Pandora que se hallaba dirigiendo a los centinelas de palacio la miró con desdén, siempre la había parecido una mujer solapada que algún día sacaría las garras; por lo que no estaba de acuerdo en que Radamanthys haya pactado con ella.

Se hizo anunciar, esperó que la persona que hablaba con el Déspota abandonara la estancia para ella entrar. Segura de su presencia y porte sonrió al rubio que se distrajo mirando su escote que sobresalía del vestido, ella adoraba ser el centro de atención de quién sea.

—si viene por la cabeza de Kanon Geminae, debo decirle que él pronto le enviará la de su mensajero...

Los ojos de la mujer se achicaron cual dos rendijas, Kanon era una piedra en sus zapatos, había sido una tonta al creer que moriría por altas dosis de un polvo que era utilizado para tratar vómitos. Pero lo peor se lo diría Radamanthys.

—sus sueños de realeza acaban de ser destruidos—le mostró un trozo de papel donde del puño y letra del médico de Aioria afirmaba que estaba en estado, por supuesto como lo había conseguido solo él lo sabía.

Marín casi se atora con su saliva de la ira, el trono que ansiaba desde adolescente ya tenía dueño. Ese niño no debía nacer y Sisifo debía saber que Aioria tendría un hijo de un vulgar soldado que para colmo tenía ancestros de sangre incierto.

—¿ cómo pasó?—golpeó la mesa de caoba donde el rubio despachaba correspondencia, saboreaba los celos de ella.

—existe la palabra sexo, mi señora... mis espías dicen que retozaban cada vez que libraban escaramuzas y que eran demasiados... ruidosos.

Internamente Radamanthys disfrutaba ver la cólera de Marín, si fuera por él le contaba los detalles jugosos de los encuentros de esos dos. Y he ahí que de eso surgía la decisión de contactar a Kanon, revelarle los planes de Marín, a cambio de que no intervenga en la guerra y Denébola se vería libre del derramamiento de sangre.

—¡usted debía asesinar a ese malnacido!—se sentía traicionada—ahora debo pensar como evitar que ese bastardo nazca.

—tecnicamente no lo es señora mía— agitó varias monedas de oro en su mano derecha, Marín lo fulminó histérica—según mis investigaciones, Kanon Geminae tiene sangre real gracias a un ancestro lejano, muy lejano , mejor dicho una mujer que descendía de una rama hoy desaparecida de los Sagitta, que se mezcló con un plebeyo, hijo bastardo de uno de los hijos de la mítica reina Belkis Acuario, concretamente Borya, padre de los Condes de Bluegard...

Marín casi se marea con toda esa explicación que la jodía literalmente, los Geminae tenían sangre real y no de nobleza baja como todos lo suponían. Ese niño tendría más derechos que cualquier otro en dos tronos, el uno desaparecido y el otro vigente.

—pero su rival ignora sus reales orígenes.

—igual, no quiero que ese niño nazca—sentenció en tanto en un ágil movimiento de manos obtuvo la daga del rubio para apuntar su barbilla con la punta de la misma—esta noche quiero que  viertan  el más potente de los abortivos a Aioria en su comida  y que le corten la cabeza a Kanon.

Asintió sabiendo que no lo cumpliría, tenía otro plan en mente, bajó la mano de ella para sonreír cínicamente.

—si mis hombres no fallan mi señora....

********

—mi hermano perdió a su hijo cuando recibía la visita de Albafika Pisces—comentó Aioria una vez que su médico le recomendó descanso—¿ crees que mi tio tuvo algo que ver?

Un gruñido inconforme de Kanon fue la respuesta. Aioria entendió que este tenía trabajando su cerebro y decidió guardar silencio.

—no lo sé—dijo al cabo de dos minutos de silencio—solo deseo que Saga reciba mi nota y me dé una respuesta...

—¿ estas molesto conmigo?—parecía un pequeño niño que temía que lo castigasen por una travesura, el mayor negó con una sonrisa tensa.

—hay algo que no me atrevería hacer...—sus manos recorrieron suavemente su rostro ojeroso y cansado—no evadir mis responsabilidades...

En cierta forma Aioria se sintió aliviado, el niño que crecía en su interior nacería seguro a pesar de que ambos a veces no concordaban con ciertas cosas. Aunque no pudo evitar estremecerse cuando le dijeron que podría ser un estado de alto riesgo, el niño podría nacer antes de tiempo.

Adios sexo loco con múltiples posiciones, adios besos que lo hacían flaquear hasta el cansancio. Debía dedicarse a tareas administrativas, nada de empuñar espadas Y no dudaba que Kanon lo enviaría al palacio a que tenga a su hijo.

—podría ser el segundo varón en siglos—comentó algo divertido—¿ tú que crees?

—lo que sea por mi está bien. Solo quiero que te cuides...

— ¿no me dejarás por nada?—se sentía vulnerable y por eso cualquier tontería que se le cruzaba por la mente hablaba.

Un par de brazos fuertes rodearon su cuerpo, Kanon presentía que su vida tenía un precio y que más tarde que temprano debía evitar que la de su pequeño aún no nacido no tuviera una lápida en su cabeza por llevar su sangre.

Pero esa pequeña calma fue interrumpida cuando oyó la voz clara y vibrante de Milo que ordenaba a sus hombres formación de batalla.  Dégel igual ordenaba a sus hombres que se formen porque ya iniciaría la primera escaramuza.

—¿ qué diablos...?

Un joven soldado, rabioso gritó.

—¡ malditos! han incendiado los barcos y pasaron por cuchillo a quien no podía defenderse... 

—atacaron a traición—susurró desconcertado Aioria.

Pero Kanon no lo oyó ya que salió a formar a sus hombres ante el alboroto. 

Sheena en esos momentos se enteraba de la duplicación de su sello real, Camus a pesar de su estado había logrado comunicar la novedad del anillo, Milo tranquilo leyó la carta, no desconfió de la emperatriz porque si era falso ella lo hubiese atacado a traición. Kardia tuvo el desafió de ordenar a las escuadras que sedientas de sangre rugían para destrozar al enemigo.

—¿ qué haras mocoso?—indagó al ver a Kanon cruzar como una flecha a su lado, este alzó la mano.

—tiene doble peso sobre sus hombros—comentó Sorrento quién actuaría como su segundo al mando, Kardia asintió curioso por saber.

—pronto lo sabrá Majestad—susurró el joven adoptando la actitud de un guerrero listo para morir.

Las trompetas resonaron por todo el campamento, los cascos, escudos y espadas se alinearon brillantes, gozosas de querer derramar un río de sangre y alimentar a la tierra y sus orgullos de la misma, nadie se metía con ellos.

Esa llanura temblaría por la matanza que se aproximaba, pletóricos los gobernantes ahí presentes aguardaban para iniciar con la revancha prometida.

Una carcajada demencial se oyó, asombrados vieron como Kanon echó a andar sin escoltas para un segundo después cobrar a sus primeras víctimas a los que de un tajo arrancaba la vida.  Esa prueba de osadía fue suficiente  para los otros que en completo orden avanzaron y chocaron contra las fuerzas enemigas.

El campamento quedó custodiado por casi cinco mil soldados, no todos los guerreros entrarían en batalla ese día, se los tenía reservado para las escaramuzas más fuertes.

Aquí y allá trozos de armaduras, yelmos, capas en jirones mezclados con sangre del enemigo propia, la lucha era pareja y compleja. En un momento Kardia recibió una herida en su brazo, Milo recibió un golpe en su casco que lo aturdió siendo sacado del campo de batalla por su Comandante, Dégel sin inmutarse por la herida de su esposo empujaba con su guardia real a la escuadra más sanguinaria de Giudecca que revestidos de negro chocaban sus espadas.

—¿ dónde está Kardia?

—arrancando un pedazo de capa de un soldado enemigo muerto para envolverse el brazo, Majestad—respondió Sorrento chorreando de sudor, polvo y sangre—¡oh por mis...!

El Comandante de Giudecca cercaba con sus mejores hombres a Kanon que indómito se relamía los labios, estaba listo para despachar a esos malditos. 

—¡vengan nenes!—se mofó mostrando su espada salpicada de sangre, era una bestia sedienta de sangre, un dios al que las ofrendas sangrientas eran su alimento para sobrevivir en la memoria de sus devotos.

" Sano y sin rasguño lo quiero—les advirtió Radamanthys—si no retrocede en batalla... su hijo será mi rehén desde antes de nacer hasta su muerte".

—tiene los sentidos pulidos—susurró con frustración el comandante—así no podremos capturarlo vivo.

Una lanza cortó el aire, la misma como una grácil bailarina arrasaba a su paso hasta clavarse en el pecho de el comandante que cayó muerto al instante.

Nadie se atribuyó esa hazaña, los otros reyes negaron su autoría, nadie sabía quién fue. Kanon sabía que esa lanza salvó su vida.

La recompensa tenía que esperar.


********

—muchos creen que oculto algo—comentó la joven hija de Dégel que en esos momentos paseaba junto a la pareja conformada por Saga y Mu.

—lo único grave sería que usted no sea hija de Su Majestad—comentó Saga sin restricciones, Mu ante eso lo codeó—no es una ofensa, es solo lo que pienso.

Thera se quedó pensando en las palabras del funcionario, podía percibir la ambición pintada en el atractivo rostro de Saga, era una ambición que conocía en su madre y muchos nobles con los que ella se codeaba día a día. Ambición política, un arma para sobrevivir en una corte tan estricta y de apariencias, más si era un abanico de intereses en donde Sisifo, Krest y algunos más hacían y deshacían en ausencia de los reyes.

—no soy mala, señor Canciller—refutó ella, Saga sonrió al comprender el mensaje, ella lo había descubierto.

Metros más allá las voces de dos hombres se escuchaban airadas, Saga reconoció la de Sisifo y la otra...

—es el Conde de la casa de Capricornio—dijo consternado Mu, la princesa heredera negó desaprobatoriamente lo que oía.

—¿quién demonios te crees para poner en mi contra a la corte Cid?

—el mismo cuya sangre desprecias por no ser tan rica en ancestros reales como tú—respondió con voz helada—quieres desamparar a niños inocentes por tu pedantería, Sisifo ¿ es eso?

—oh claro ahora soy el malo...¡ esta corte se volverá un burdel entonces!

Para esas alturas Saga ya sabía la noticia sobre Kanon y seguramente Aioros, Shura y por consiguiente Cid también lo sabía. Por eso se opuso a que progresara la ley que impedía que niños nacidos de matrimonios mixtos, es decir nobles de alta alcurnia que procrearan hijos con nobleza baja tuvieran derechos a heredar títulos, propiedades, solamente obtendrían una contribución de parte de la familia de su padre o madre por debajo de los otros herederos.

Aioros ya le había escrito urgiéndole a reunirse para tratar sobre su próximo sobrino, el niño corría un serio riesgo antes de nacer y por eso debía protegerlo mediante una ley. Se vería  con su amigo en dos días en su casa.

La frase que le escribió a Kanon en respuesta fue " Guarda el secreto con tu vida, así sea que tengas que dar tu cabeza, no permitas que nadie se acerque al león, Aioros viajará en secreto a Denébola para anunciar que su próximo heredero pronto nacerá"

 Los dos nobles no llegarían a los golpes, no eran estúpidos para exponerse de esa manera.

Dos minutos después Cid Capricornio cruzó el pasillo furioso, los puños apretados indicaban el malestar que sentía, ya a esas alturas nadie era indiferente a los sentimientos de este hacia Sisifo, más este no le correspondía. 

El azabache con un nudo en la garganta fue seguido por su acompañante personal que casi no lo alcanzaba por la rapidez con la que iba.  Al llegar a su casa, se tropezó con Aioros que revoloteaba como un pequeño halcón con su cabellera revuelta  y apenas cubierto por una sábana, ya imaginaba que era.

—¿ qué haces en esas fachas Aioros?

Al segundo, Shura estaba a su lado cerrando  con sus brazos el cuerpo de su esposo que sonrió apenado, también lo vio apresurado y cansado. Torció su gesto incómodo por imaginar lo que habían echo esos dos.

—estábamos trabajando para traer al heredero de esta familia—respondió Aioros pícaro.

—ah, pueden dejar eso para después—dijo con frialdad—necesito hablar contigo a solas .

Tantos años viviendo con él desde su infancia que Shura leyó la preocupación en las orbes de su tio que para muchos no lo era porque el parecido era increíble. Unos decían que Cid era su hermano mayor, lo más osados decían que era su padre ya que nunca se supo quienes eran los progenitores del joven Shura, sencillamente un día vieron al bebé en brazos del anciano jefe de los Capricornio.

—te espero donde ya sabes amor—le dijo marchandose a la planta alta de la mansión.

—si, pero me tengo que cambiar...

Ya decente, se aprestó a a hablar como dos nobles con intereses. En cierta forma tenía la actitud calculadora de Sisifo.

—supongo que mi tio echó espuma por la boca cuando utilizaste esa maniobra—en privado lo tuteaba.

—era lo único que podía utilizar, si no la ley se aprobaba  y Saga no podía oponerse porque era la corte contra él... Aquila apoyaba a Sisifo e inclusive Krest Acuario...

—por Camus—murmuró Aioros recordando el escándalo—un viejo noble que al igual que mi tio cree que la sangre real no se debe mezclar con las clases bajas de la nobleza.

—no es tanto como Sisifo, cuando argumenté él lo entendió...—bajó la voz porque sabía que los oían—tu hermano debe mantenerse en perfil bajo por el niño, ni en sueños Sisifo debe saberlo... sospecho de Marín Aquila.

—igual yo—estiró las manos, en su dedo descansaba el anillo de bodas—tendría que buscar un sitio seguro para Aioria o en su defecto mudarme a su palacio hasta que mi sobrino llegue al mundo.

—debes hacerlo pronto antes que los caminos estén infestados de mercenarios—sacó de entre sus ropas un pergamino que al ser abierto contenía el sello de Sisifo, algo que sorprendió al castaño.

Antes de la discusión Cid valiéndose de un pequeño rapaz al que ordenó que tomase el anillo de Sisifo quién el día anterior  estuvo en una fiesta y claro como el vino traiciona dejó que la joya se deslice por su dedo. Con el mismo se fechó una falsa carta escrita por Saga  quién también se hallaba en la celebración pero en otra sala para la corte de Denébola urgiendo que reconocieran como heredero legitimo al hijo no nacido de Aioria.

Bueno y sano, Sisifo no lo haría.

—sin detalles, solo lleva esta misiva aquel lugar para proteger los derechos de tu sobrino hasta que Saga piense una ley. Hablé mucho para mi gusto.

Sin duda Aioros poseía el tesón de hierro de los Sagittarius, tomó la misiva y la guardó, la fecha de su partida sería en pocos días una vez que se reúna con Saga. Con una sutil reverencia, Aioros se retiró para procrear al heredero de ambas familias más temprano que tarde, para Cid la felicidad de Shura era una bofetada a su realidad... Sisifo nunca le correspondería.

Tal vez debería buscarse una esposa que lo acompañe por el resto de sus días, Shura una vez que Aioros herede lo de su tio se mudaría de nuevo a la casa de los Sagittarius y él quedaría solo. Quizá ya era hora de arrancarse ese amor del pecho y usar la mente en vez del corazón.

**********

El palacio de Antares era un hervidero de nobles angustiados y médicos ansiosos que entraban y salían de la habitación de Camus que por obra y gracia de una necedad suya tenía dolores antes de tiempo.

Un mensajero partía a toda velocidad por los caminos escarpados y con caseríos salpicados a cada quinientos metros con el mensaje para Milo, había una seria amenaza de nacimiento prematuro y Calvera le urgía regresar lo más pronto posible.

Otro mensajero lo relevó el cual llegó hasta los límites del reino de Dégel, no había tiempo para detenerse ni nada, para el amanecer de otro día el último mensajero llegó exhausto y hambriento hasta el campamento con el mensaje para Milo el cual ni tomó su primera comida al ver el rostro de gravedad del hombre que le extendió el pergamino.

" Camus comenzó con dolores de parto antes de tiempo porque quiso castigar a unos ladrones  que robaron a un comerciante, corriendo tras de ellos. Los médicos no ven prudente hacer algo sin tu presencia  por temor a que nuestro príncipe sufra una descompensación que pueda ocasionar su muerte...

Os ruego mi señor venid tan rápido como una ave, la vida de ambos corre riesgo"

Esa misma mañana Milo partió a Antares solo. Su ejército quedó a cargo de su comandante que evaluaba las perdidas del otro día, solo el destino sabía si llegaría a tiempo.

o-o-o-o-o-o-o-o

Resultó que Kanon no era tan plebeyo como se creía, podía decirse que es pariente lejano de la mayoría de los personajes de esta historia.

El nene de Milo y Camus nacerá antes de tiempo... ¿ tal vez?

Besos :D


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