Narrador omnisciente

Era una tarde de primavera y un par de jóvenes volvían a casa de la escuela. Sus nombres eran Jack y Aria. Ambos tenían trece años, y eran hermanos gemelos, algo que había sorprendido a ambos padres, ya que ninguno había tenido esa genética antes. Iban cerca de un paseo peatonal que estaba rodeado de árboles a ambos lados.

Los chicos iban dando un agradable paseo en bicicleta, que por lo general siempre los despejaba y les ayudaba a aclarar sus ideas. Aunque esta vez, por algún motivo era diferente. Ambos tenían un mal presentimiento, relacionado con su familia. Sabían que era una tontería, pero la menor de los hermanos no había podido evitar insistir a su hermano que llamase a sus padres al mediodía, para asegurar que todo estaba bien.

Aria: Oye Jack, cuánto falta para llegar a casa?

Jack: Todos los días me preguntas lo mismo, mira! Allí está la granja.

Aria: Ya la veo, pero no llego a ver a Joker todavía, a éstas alturas ese perrito ya nos tendría que haber visto.

Jack: Ya sabes cómo es, a lo mejor habrá ido al bosque a hacer quién sabe qué como hace a veces. No te preocupes -dijo el joven rubio con una sonrisa, intentando calmar a su hermana-

Aria: Si tú lo dices, mira ya llegamos!

Al terminar esa charla los chicos dejaron las bicicletas tiradas sin poder quitarse ese mal presentimiento, y al llegar a la puerta de su hogar, el mayor detuvo a la más joven.

Aria: Oye qué te pasa?!

Jack: Yo también sigo con ese mal presentimiento, quédate detrás de mí. De acuerdo hermanita? Puedes ver si hay alguien más en casa?

Ésta era una extraña habilidad que tenía la más joven. Daba igual que no hubiera entrado a alguna casa o habitación, siempre sabía quién había dentro. Su padre decía que no le diera mucha importancia, pero su madre la insistía en reforzar aquella habilidad desde la primera vez que la mostró, a sus cuatro años de edad.

Aria: Es extraño -dijo frustrada frunciendo el ceño- Puedo notar a alguien en el piso de arriba definitivamente, pero en el de abajo... Hay algo extraño, como alguien muy frío.

Jack: Quédate detrás de mí. Con esa descripción no podemos saber quiénes están en casa.

Aria: Está bien.

Entraron a la casa y sentado en el sofá vieron a su padre viendo un aburrido programa de televisión.

Aria: Papá ya llegamos!!

Ante el llamado de su hija menor, el padre no respondió, lo que alertó a los hermanos.

Jack: Tranquila, se habrá quedado dormido. -fue a tocar el hombro de su padre pero en cuanto lo rozó, éste cayó al sofá haciendo rechinar los viejos muelles, mostrando una mirada vacía y sin vida.

Aria: N-no puede ser -murmuró la joven asustada, abrazando a su hermano- Jack, qué le ha pasado a papá?

Jack: Tranquila, quédate detrás de mí, es obvio que hay alguien en casa. Decías que había alguien en el piso de arriba?

Aria: Sí, pero, debe ser mamá

Jack: Vamos

El mayor tomó la mano de su hermana, y subieron las escaleras. Al final del pasillo, vieron a un hombre vistiendo una túnica extraña. Y, a los pies de éste, el cuerpo sin vida de su madre.

Aria: Mamaaaá!!!

La joven ignoró los gritos de su hermano diciéndole que se apartara, que no se acercase a aquél hombre. En ese momento, el hombre alzó su mano y murmurando unas palabras en un idioma que no reconocieron, lanzó una extraña bola de luz hacia la chica, que salió volando hasta chocar con su hermano, tirándolos al suelo ambos.

Aria: Aaaaaaaah!!!

Jack: Aria!!! -antes de decir nada más, cayeron al suelo, ella a unos metros de su hermano, como pudo se levantó y la ayudó a levantarse- Estás bien? Qué fue lo que te hizo?

Aria: No lo sé Jack

Con la ayuda del mayor se levantó y los dos corrieron escaleras abajo, tropezando en el último escalón. Cuando se levantaron, vieron a un muchacho vestido de negro, de piel muy clara y con el cabello castaño muy liso, con unos ojos azules que parecían tan fríos como el hielo.

<<Os estaba buscando>>

Aquellas palabras resonaron en la mente de ambos hermanos y a la mente de la menor vino una extraña imagen de un cielo con seis astros que parecían entrelazados en un cielo teñido de un rojo tan oscuro como la sangre, produciéndole escalofríos. El joven en frente de ellos pareció notar aquello, por lo que fijó su gélida mirada en la chica la cual al hacer contacto visual con el chico, perdió la conciencia, sintiendo que alguien los arrastraba lejos de aquél muchacho, que no parecía tener más de quince años.

Jack, por su parte, sólo pudo tomar a su hermana en brazos cuando se desmayó, antes de ser lanzado lejos del alcance de ése chico de ojos azules, chocando contra la pared del fondo de la habitación. Al girarse vio a un joven que no pasaba los  veinte, que vestía una camiseta blanca con unos vaqueros azules.

Jack: Ayúdeme por favor, mis padres... -señalando al sofá en el que se encontraba el cuerpo sin vida de su padre, girando la cabeza al instante para volver la vista a su hermana- y mi hermana...

El joven dijo algo en otro idioma, que se le hizo muy familiar, pero no conocía de nada al mismo tiempo. Ahí comprendió que hablaban lenguas distintas.

Por otro lado, el que había apartado a Jack de aquél muchacho de negro, estaba batiéndose en un particular duelo de espadas destrozando el salón de la casa en el proceso: las cortinas estaban destrozadas y la televisión había quedado partida en dos, en una estocada fallida.

Jack vio al hombre del piso de arriba bajar por las escaleras, y el otro también lo notó, por lo que avisó a su compañero, y salieron de ahí.

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Esta historia es un fanfic de la trilogía de Memorias de Idhun, de la gran escritora Laura Gallego García

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