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4, Reconocida ante los ojos de los trolls.

 En medio de la clase de historia sintió la gran necesidad de escapar. Aún no entendía como algo así crecía dentro de su mente, amaba la historia del mundo ¿Por qué quisiera huir? Quizás era el profesor que le daba mala espina, desde su llegada no cruzó ninguna palabra, y notaba que la miraba raro. Además que la ignoraba cada vez que levantaba la mano para responder a algo. 

Por suerte, la campana no tardó en sonar. Le deba alegría poder salir de ahí. Es su camino al patio, chocó contra una chica. Una rubia de brillantes ojos turquesas. Esta la vio y le sonrió amable.

—Tú debes ser la chica nueva.— comentó viendola de arriba a abajo.—Me gusta tu estilo niña, me llamo Asteria. 

—Gracias, creo.— se sonrojó tomando la mano de la rubia.—A mi me gusta tu nombre, por cierto soy Aria. 

—Lo se, por ahí se comentan que hay una nerd que el Strickler ignora.— dijo estrechando la mano de la castaña.—Lo cual es raro, porque le encanta que sus alumnos sean unos sabelotodo, tiene a Clara en un pedestal.

 Aquello le sorprendió, llevaba una semana en esa escuela y ahora no sólo era una nerd sino que también una ignorada. Eso era nuevo. 

 A ellas se les acercó Jim, que ya las veía desde que se dio la charla. Se puso a un costado y tomó a Aria del hombro, a lo que Asteria lo vio con gracia, que no duró mucho porque frunció el ceño al notar la mirada azul sobre ella. 

—¿Todo bien Jim?— preguntó ladeando la cabeza.—¿Qué te trae a nosotras? 

—Solo evito que le succiones el alma.— respondió el azabache de muy mala gana, llevándose una mirada de sorpresa por parte de Aria. 

No dejaba de llevarse sorpresa. Estaba claro que existía una distancia entre ellos, pero Aria no imaginaba que tanto lo llegaba a desconocer. Nunca antes lo oyó tratando a quien sea mal.

—James.— exclamó alarmada Aria. 

 Se hizo un silencio, era como si esos dos contrincantes a los lados de Aria estuvieran batallando en silencio. Hasta que Asteria esbozó una sonrisa que la hacía ver superior en varios sentidos.

  En realidad Asteria era imponente, al lado de los dos amigos era al menos media cabeza más alta. Su mirada turquesa era brillante y clara, y su cabellera rubia ceniza era una cascada de ondas perfectas. No parecía una chica que se pudiera ver todos los días, más bien parecía sacada de un cuento de hadas. Aunque, era obvio que Jim la veía más como la villana.

—Como digas enano.— dijo Asteria, cruzándose de brazos.—Aria, cuando quieras un almuerzo menos patético, ven conmigo. 

 Se despidió con un beso en el aire y se marchó. Jim no le quitó la mirada de encima hasta que está desapareció por los pasillos. 

 —¿Qué ocurre contigo, Jim? Ella estaba siendo amable.

—Al principio siempre es amable, pero no es lo que parece.— respondió empezando a caminar en dirección a Toby y Clara.

—Bueno eso voy a decidirlo yo ¿Te parece?— dijo yendo detrás de él—. Además, ¿Qué fue lo tan malo que ha hecho para que la trates así?

 Jim no dijo más nada y apuró el paso para llegar con el resto. Aquel silencio la escandalizó. Si entre ellos había una gran grieta, tras haber hablado con Asteria, hizo que esta se ampliara aún más, alejandola casi por completo.

Fue detrás de él, y se sentó junto a Toby, quien la recibió con una gran sonrisa.

Almorzó con el pequeño grupo, se sentía un poco fuera de lugar, y tenía sus razones, en realidad eran ocho largos años de razones. 

—¿Vamos a casa juntos?— preguntó Jim tras el almuerzo.

—Claro.— respondió Aria guardando un par de libros en su bolso. 

De camino a sus hogares, iban en silencio, muy lento, y algo distantes. Jim, pese a lo mucho que quería volver a ver a su amiga, le costaba sacarle conversación, desde niños no se veían y a los ocho años lo último que hacían era tener conversaciones serías o con un hilo conductor decente.

Debían conocerse de nuevo pero tenía tanto oculto que no quería asustar a su amiga contándoselo todo de un solo tirón. Aún recordaba a una pequeña Aria amante de las aventuras, pero que se asustaba cuando la luz se iba.

¿Qué tan diferente sería ahora?

—¿Qué hace Toby que no vino?— preguntó Aria para cortar un poco con el abismal silencio. 

—Tiene turno con el dentista, creo que hoy le sacan los aparatos.— respondió Jim un tanto gracioso.—¿Te parece ver una película hoy? Mi mamá trabaja, y no tengo tareas, por muy raro que suene. 

 Antes que Aria pudiera decir algo, el celular de su amigo empezó a sonar, y este atendió de inmediato.

Se detuvo a unos pasos de la castaña. Aria  podía ver cómo hacía diferente muecas, y llevaba su mano libre a la boca. Le era difícil descifrar de que se trataba la conversación, sus expresiones eran varias pero ninguna indicaba algo bueno.

Tras uno minutos cortó y se dirigió a su espectadora. 

—Lo siento, la película deberá ser para otra noche.— dijo Jim, un tanto nervioso.—Salió un grupo de estudio.— agregó sin poder verla.

—¿Puedo ir?— preguntó Aria, un tanto intrigada por el cambio abrupto. 

—No, no, no, es que es exclusivo.— respondió aún más nervioso, dando unos pasos atrás.—La próxima serás la invitada de honor.— exclamó, alejándose rápido de la castaña. 

Como si ya fuera algo típico, lo vio correr por la calle y perderse por alguna clase de atajo. Para ayudar mas a su sentimiento de soledad, el cielo se estaba nublando, dando paso a unos leves truenos.

Cuando se dispuso a seguir su camino, la voz de la princesa la hizo frenarse. Se cuestionó como era su relación con el collar y como es que podía salir de este sin que ella se diera cuenta.

—¿Tu amigo actúa un poco raro no crees?— preguntó ignorando las dudas de la portadora.—Como sea, debes ir a un sitio.

—No, tengo tareas.

—Y la harás cuando vuelvas a tu casa, yo te ayudó.— le aseguró.—Ahora regresa tu trasero bajo el puente carretero.

—¿Allí que hay?— preguntó Aria con cierta duda.

—Ya lo verás, cariño, anda ve, ve.

 Volvió sobre sus pasos, y corrió por un atajo que atravesaba el bosque. Pese al corto recorrido frenó para tomar un respiro, prometiendo que pronto haría más ejercicio.

  A los minutos se encontraba bajo el puente, frente a un muro y con la princesa indicándole que esa era una entrada a un mundo por completo diferente. 

—Si es una entrada ¿Por dónde se entra? Esto no tiene sentido.

—¿Tu debes ver para creer no? Pues prepárate, niña.

 Con su dedo dibujo un medio círculo, como un arco, en el muro gris, y ante sus ojos este brillo, y luego se abrió. Aria vio aquello sorprendida, más con un poco de miedo por no poder divisar nada del otro lado. La princesa hizo un ademán para que diera un paso, y está solo entró contra todo instinto de supervivencia. 

 Ante sus ojos verdes se iluminó una gran escalinata de cristal azul. Quedó maravillada ante ese fenómeno que no vio en ninguna parte del mundo. Al final la princesa tenía razón aquello formaba parte de un mundo desconocido para el humano, uno que se encontraba bajo sus pies.

 Bajaron, y lo desconocido para la más joven se abrió frente a ella. Seres de piedra de diferentes colores, tamaños y minerales, cada uno tan único del que tenía al lado.

Reconoció varias de las rocas que veía así como también las hierbas que ahí crecía y las clases de tierra según el grado de humedad que las descomponía. 

 Su padre se sentiría como un niño en una juguetería si viera todo eso. 

 Caminó sin darse cuenta que mucho de esos seres quedaron petrificados ante su presencia. Era una humana desconocida en un sitio que no le correspondía, pero Aria estaba tan maravillada que no le prestó atención a esa parte de su entorno. Hasta que chocó contra uno troll que rugió ante su presencia, obligándola a dar varios pasos atrás y cubrir sus rostro. 

A medida que se alejaba, dimensionaba el tamaño de aquel ser de piedra. Tan alto como una roca, de un azul grisáceo. Era robusto, cubierto de gruesos cuernos.

—¿Qué hace otra humana aquí? Ya hemos tenido suficiente.— cuestionó encolerizado dando un paso hasta la joven asustada. 

 Ante que pudiera siquiera tocar a Aria, la princesa se interpuso, su ceño fruncido, infundiendo poder lo hizo frenar y verla con cierto disgusto y a la vez que apenado. 

— Atrévete a poner un solo dedo sobre ella, Draal.— dijo amenazante con las manos en su cadera. 

—Princesa.— se escapó de su boca con voz rasposa.

—Exacto, princesa Aria Meyer Pendragon, antigua guardiana de Avalon y la que te salvó el trasero en más de una oportunidad.— exclamó a viva voz, haciendo que Draal frunciera el ceño ante sus palabras.—Ahora llévanos con Vendel.— ordenó. 

 En silencio, ante la atenta mirada del resto de trolls, las guío hasta una sala.

El bullicio se quedó atrás. Al entrar, fueron recibidos por una sala compuestas de altas columnas de piedras anaranjadas y brillantes. Aria lo admiraria, sino fuera por lo incómoda que estaba ante lo que presenció, y mas sintiéndose como una intrusa.

Por dentro pensaba como es que aquel ser de piedra pudo hacer enojar a la princesa con tanta facilidad, en cuestión de minutos ideo al menos tres historias sobres estos personajes. 

—Bien, debes estar tu sola —dijo la princesa—. Tranquila, todo saldrá bien.

Ella se retiró, y a los segundos, entró alguien más. Un troll anciano, de piedra blanca, espesa barba de igual color, un par de curiosos cuerno ondulados, y un gran bastón de piedra anaranjada como la sala.

Era todo una maravilla. 

 Sin dejarla hablar le pido que le demuestre que era ella la portadora de la lágrima de Avalon. Nerviosa, recitó la frase que pronto la cubrió con su armadura violeta. Vendel la vio sorprendido, fueron al menos doscientos años sin una guardiana.

—No cabe duda que eres una Pendragon directa.— analizó caminando al rededor de Aria.—Aun que esperaba alguien un poco diferente, hay mucha distancia entre ustedes y las primeras guardianas.— le aclaró.—Y por cada generación es más baja o nula la magia que las conectan al amuleto. 

—¿Magia? O sea que soy como una bruja.

—Las primeras mujeres lo fueron, o al menos tenían mayor conexión con la magia, tras el accidente con la princesa Meyer todo pensamos que la Lágrima de Avalon había llegado a su fin, pero veo que aún hay esperanza.— contó con cierto entusiasmos.—Eres muy enclenque, justo como el cazatroll.— comentó picándola con un dedo grueso—. Pero tú corazón, es lo que importa. Eres noble. Ustedes se llevarían bien.

—Ya.— lo detuvo entre risas.—¿Qué es un cazatroll? 

 Antes que le pudiera responder se escuchó un par de voces difícil de no reconocer. Era Jim, Toby y Clara. Se los podía oír cómo Draal les prohibía la entrada, pero estos se escuchaban insistentes. 

—Por favor, no deben saber de esto, menos ellos ¿Qué hace acá?— preguntó en un susurro mientras buscaba por dónde irse. 

—Que raro, las guardiana y el cazatroll están destinados a estar justo, a batallar codo a codo.— dijo el troll rascando su barba.—Su secreto está a salvó con nosotros, señorita Gold. 

 Encontró por dónde meterse, y en cuestión de minutos estaban otra vez con la princesa en un pasillo oscuro. 

Mientras buscaban como salir, no podía dejar de pensar en lo que Vendel le dijo. Ahora cargaba con más secretos de los que podía resistir. 

★★★

Buenas ¿Cómo les va? Esperó que mejor que a mi *llora*

Ay Asteria naciste para provocar amor odio en el público.

  Es la chica 10 y dentro de la escuela es la competencia de Clara (así es, en esta historia Clara no queda como Julieta) ambas van codo a codo para ver quien es la mejor alumna.

Apuestas ¿Quién se entera primeros sobre el secreto de Aria?

Sin mas que decir, besitos besitos, chau chau.

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