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24, Una cita fallida.

Frente al espejo de su cuarto, Aria trataba de verse bien. No tanto por su cabello, o la ropa, sino por la cara de sueño. Sin la princesa a su lado, en la noche una terrible pesadilla la invadió.

Aún podía verse entregándole magia a un ser que desconocía. Y algo le susurro, pero no lo oyó con claridad.

—La llave, la llave.— dijo mientras frotaba sus ojos.

Termino de arreglar su cabello, y fue al baño a lavarse el rostro por segunda vez en la mañana.

Bajo a desayunar, y se encontró con su abuela y su papá. Quienes la obligaron a sentarse y comer con calma. Si fuera por ella, saldría de su casa comiendo y bebiendo lo que habían preparado.

—¿Quieres que te llevemos, cariño?— pregunto Meisa.

Aria se puso de pie y fue directo a la puerta. La abrió y del otro lado ya estaban sus amigos.

—No hace falta.— respondió.

Y antes de cerrar la puerta dio un fuerte estornudo.

—Salud.— dijeron los cuatro.

—Gracias.— respondió dando una amplia sonrisa.

Se había desacostumbrado de la escuela. Más bien nunca se terminó de acostumbrar. Hacía un gran esfuerzo por mantener la mente firme frente a la pizarra, así como todo su cuerpo.

Pero tras la primer clase, se dio cuenta lo mucho que extrañaba estudiar en casa. Y del sueño que tenía.

Con el último timbre del día, Aria salió del aula con la intención de huir. Sin embargo fue emboscada en la salida por el grupo de amigas. Solo fue cuestión de segundos para que todas comenzaran a hablar. La única que parecía no importarle la conversación era Candra, pues se mantuvo callada en toda la charla.

Y el tema principal, a demás de la batalla de bandas, era la cita con Jim. Aria reprochó con la mirada a Clara por haber abierto la boca, cuando le pidió específicamente que no lo hiciera.

Iban charlando, entre tema y tema, hasta que Aria, en su distracción diaria, choco contra alguien. Alzó la vista y se encontró con aquel mago, o bueno es lo que ella entendía.

Por un instante la respiración se le cortó. Sabía lo básico de el, como que tenía muchos, muchísimos años más que ella, aún así no podía evitar sonreír como la adolescente que era. 

—Hola.— saludo nervioso.

Quería fingir que no lo conocía pero se le hizo difícil cuando esté le sonrió de manera extraña.

Le dio una mano para ponerse de pie, y ya de pie le entrego un folleto.

—Seguro ya lo han oído.— sonrió coqueto.—Pero sino es de mí no es oficial. Es sobre la batalla de bandas.

—Limpiaremos el suelo con ustedes.— salto Clara.

—Es oficial porque nosotras participaremos.— añadió Darcy.

—Y yo les haré las porras.— festejó Aria.

El pelinegro sonrió, y no dijo más nada. En su silencio, tomo a Aria del brazo y la alejó de sus amigas, quienes la veían con sorpresa.

—¿Qué haces?— pregunto nerviosa.

—Arabella y la princesa ¿Las viste?— susurró.

Antes que pudiera decir algo, Jim, quien pasaba por ahí, interrumpió la charla.

Justo en ese instante, Aria sintió que su corazón se detenía por una fracción de segundos, para luego latir con más fuerza. Estaba entre el chico que le gustaba, y un mago atractivo. Lo que provoco que sus hormonas enloquecieran, y se viera reflejado en su rostro ruborizado.

—¿Esta todo bien?— pregunto Jim, tratando de sonar amigable.

—Si, mmmmm.— Aria tomo aire.—Me preguntaba por su novia, y Arizona ¿La recuerdas?

Jim entre cerro los ojos, haciendo memoria.

—Ah, si, Arizona.— exclamó.—No sabemos nada.

—Es cierto.— añadió Aria.

El pelinegro dio un suspiro, y luego saco algo de su bolsillo para dárselo a ella.

—Por si sabes algo.— dijo y dio una sonrisa.

Sonrisa que hizo sonreír aún más a la adolescente.

—Claro.— dijo embelesada.

Él se marchó, con Jim viéndolo con extrañeza.

—¿Qué fue todo eso?— pregunto.

—Nada de nada.— respondió nerviosa.

Y en un acto de valentía, Jim tomo la mano de Aria. Ambos vieron sus manos, y alzaron la vista. Hubo silencio, aunque aseguraban poder oír latir con desenfreno el corazón del otro.

—¿Hoy quieres salir conmigo?— pregunto Jim.

Su voz tembló por un momento, y no llego a pensar que algo como eso necesitara de tanto valor. Luchó contra temibles trolls, y criaturas aún peores, sin embargo ese momento no se comparaba con nada vivido antes.

—Si, me gustaría mucho.— dijo Aria con simpleza.

Sonrió, como si fuera la primera vez que lo hacía en todo el día. O quizás en toda su vida. Ni ella creyó haber contestado tan rápido a un petición tan valiente como esa.

—¿Te acompaño a casa?— pregunto un poco más tranquilo.

—Si.— respondió con una sonrisa.

Se fueron sin esperar a nadie. Tranquilos como si la oscuridad no les estuvieran pisando los talones, o como si no tuvieran tareas acumulándose a montones.

Toby los vi, y sonrió. Luego Clara hizo lo mismo, y juntos festejaron que sus amigos se hayan dando un poco de tiempo para ser un poco adolescentes.

—Bien Clara, me debes un almuerzo.— dijo el pelirrojo.

—Tu ganas, pero la próxima tú me deberás el almuerzo.— dijo Clara.

—¿Qué apostaron para la próxima?— pregunto Darcy.

—Que Aria le va a dar un beso antes que él.— respondió Clara.

—No, va a ser él.— insistió su amigo.

—Toby, esta vez estoy con Clara.— dijo Darcy.

—Si, yo también.— se unió a ellos Mary.

Aria estaba acomodando su cabello. Nada le convencía. Era como si supiera que era una tarde especial como para hacerle más difícil un peinado que se hacia todos los días.

—Tu ganas.— exclamó.

Optó por dejarlo suelto. Y así como se le complicó eso, también eligió lo más simple para salir. Un jardinero de hace años, y zapatillas. Según ella, con eso debía bastar.

La realidad es que no tenía mucha variedad, y no saber nada de la princesa le preocupaba. No tenerla a su lado para algún consejo como para esa ocasión le hacía aún más difícil tomar una decisión. Sin embargo la solución a sus malestares toco la puerta.

—Adelante.— dijo con pena en su voz.

Paso Clara acompañada de Candra, y las dos quedaron quietas al ver a su amiga. Era como verla para cualquier ocasión, lo que provocó una pequeña sonrisa burlona en la mayor.

—¿Saben algo? Tampoco sé nada de citas, mejor iré a ver cómo está Asteria.— dijo Candra.

—¿Qué ocurre con ella?— pregunto Aria.

—Nada.— dijo.—Le di la posiblidad de no ser prisionera. Pero como adolescente y la última de un linaje de mujeres peligrosas, dice que prefiere la muerte.

—¿De verdad?— pregunto Clara.

—Si, es adolescente.— insistió Candra.—Pero va a cambiar de opinión cuando le diga lo fácil que es librarse de su pasado.— dijo.—No mato a nadie, y medio que ayudó en algo.

—Esa si es una ventaja.— dijo Aria.

Candra se marchó, y las dos adolescentes quedaron solas. En silencio, donde una esperaba una opinión, y la otra no sabía que opinar.

—Estas bien.— dijo Clara.—Lo digo de verdad. Con esto no intentas ser alguien más, y eso está bien.

—¿Tu crees?

—Si. Se conocen, para que fingir ser alguien más a última hora.— sonrió.—Solo asegúrate de algo.

Aria dejo su lugar en el espejo y la vio.

—¿De que?— pregunto con cierta incredulidad.

—Que seas tú quien le dé el primer beso.— se rió al ver el rostro de su amiga.—Vamos, que hice una fuerte apuesta con Toby. Y debo ganar.

Tras un grito, prefirió guardarse todos los comentarios respecto a sus amigos. Bajaron juntas a verse con Robert y Meissa.

La abuela la veía con una gran sonrisa. Tan feliz que no lo podía ocultar, aunque así lo quisiera. Por otro lado, era su papá quién no podía verse de la misma manera que la mujer. Y tras un leve codazo por parte de ella, este dio un suspiro.

Abrazo fuerte a su hija, como si está estuviera yendo a la guerra, o a un sitio peor.

Se enderezó, y al fin le sonrió con aprobación.

—¿Qué puede suceder? Es Jim, no sería capaz de ninguna idiotez.— dijo.

—Papá.— exclamó Aria.—Todos ustedes son unos raros.— rió, y se encaminó a la puerta.

Los saludo antes de abrir, y le desearon suerte. Aunque en su momento no dijeron nada, si estuvieron de acuerdo con el hombre.

¿Qué podría pasar con Jim? Solo esperaban que nada de otro mundo, y que tuvieran una tarde como cualquier adolescente.

Se encontró con Jim a mitad de camino. Mientras que ella iba muy colorida, en comparación con otros días, Jim parecía carente de estos. Cuando al fin lo tuvo cerca, lo noto un poco diferente. Algo, sobretodo en sus ojos, se le hacía extraño. Ignoró la voz que le decía que era una mala idea, y tomo su mano.

Un pequeña sonrisa se asomó en el rostro de Jim. Tan diferente a otras, que provocó en Aria un leve sonrojó ¿Qué luciera como un chico malo, con chaqueta negra, y cabello oscuro, se le hacía atractivo?

En definitiva, le gustaba el Jim de siempre, pero no iba a negar que este también.

Intercambiaron unas palabras, en donde no se habló sobre el sombrío aspecto de él, ni se preguntaron por las tareas de la escuela, o los troll que no tenían hogar.

—¿Sabes a dónde iremos?— pregunto Aria.—Podriamos ir a merendar al bar de la esquina.

—Esta la feria ¿No crees que es mejor idea?

Ella asintió con una sonrisa, y de la mano, comenzaron a caminar.

Iban en silencio. Se maldecía por no tener algún tema de conversación que no sea el de todos los días. Y que Jim mantuviera la boca cerrada tampoco ayudaba mucho a calmar los nervios. Emanaba una extraña energía, que lejos de ponerla incómoda, solo le daba curiosidad.

—¿Quieres algodón de azúcar?— pregunto Aria al llegar.

El lugar era asombro, y para ella era una lástima que no estuviera más tiempo.

Jim accedió a su propuesta, y fueron a buscar algodón y algo más para comer. De pronto, lo noto un poco más animado, confirmando que el azúcar le subía los ánimos a cualquiera.

Al final, hablaron de lo siempre. De sus amigos, lo difícil que era seguirle el ritmo a la escuela y el entrenamiento. Sobre lo extraño de alguna alianzas, y como es que deseaban ser normales un poco más  de tiempo.

Las horas pasaron, y el sol cayo con lentitud sobre ellos. Nada parecía extraño. Eran los de siempre, haciendo lo de siempre. El aire cálido de la feria, y el ruido de alrededor, los hizo alejarse. Buscaban algo de calma, un poco lejos de los ojos de los demás.

Sin darse cuenta, se habían alejado lo suficiente, pues ya no se escuchaba más nada.

—¿Algo pasó antes de verme?— pregunto Aria.—Es que te veías tan ...

—¿Distante?— pregunto Jim y ella asintió.—Tuve una charla con Strickler, y me dejó pensando.

—Oh, ya veo.— sonrió y tomo su mano.—Se que está mal, pero hay cosas que no debemos perseguir por tanto tiempo.

—¿De que hablas?

—¿En algún momento de la tarde pensaste en lo que está en la oscuridad? ¿Cierto que no?— indagó.—¿No te sientes mejor así, aunque solo sea un rato?

Jim soltó su mano, pero la tomo de los hombros. Dejando ver una mirada oscurecida, que le causó más miedo que atracción a Aria. Todo en su rostro le causó miedo, desde ese azul profundo, hasta las ojeras y la falta de cualquier sonrisa.

—Aria, estuve toda la tarde pensado en que no te iba a poder salvar si la oscuridad decidía atacar.— dijo alarmado.—No soy como tú. No hubo un solo momento en que no haya pensado que iba a perder a mis amigos, a mí familia, a ti.

Jim la sujetó con más fuerza, impidiendo que Aria pudiera soltarse. Ella se asustó, y pudo notar un leve brillo amarillo en su mirada.

—¿Jim que hiciste?— pregunto consternada.

—Hay, un método.— dijo Jim.—Strickler me dijo como podía vencer a Gunmar.

—Por favor suéltame.— pidió, y forcejeó el agarre.

—Debo ser como él si quiero vencerlo.— continuó Jim.

Aria, alarmada por sus palabras, y porque no la soltaba, solo pensó un método para terminar con la situación. Le dio un fuerte pisotón, y aunque no lo deseaba, pateo su partes bajas.

—Eres un tonto James Lake Jr.— exclamó.—Antes de seguir diciendo idioteces protege tus partes nobles.

Acomodo su cabello, y su jardinero. Le dio la espalda para irse. Sin embargo se detuvo. Y giro para verlo, aún seguía en el suelo. Y su enojo se disipó de inmediato.

—No estás solo en esto.— dijo y le extendió una mano.—No solo te protejo, luchó a tu lado ¿Sabes lo que significa?

Jim tomo su mano, y se puso de pie. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, no tanto de dolor.

—Debo abandonar mí humanidad si quiero acabar con él.— murmuró angustiado.

—No es necesario Jim.— Aria alzó su rostro.

—¿Algún día podremos terminar con esto?— pregunto.

Se hizo el silencio, y los dos no hacian más que verse a los ojos. Aria aún mantenía una leve sonrisa, y sus mejillas un poco rosas por el movimiento. Lento se acercaron, y Jim pudo asegurá que podía escuchar ambos corazones latir con rapidez. Y en unos segundos, tanto sus manos, como sus labios estaban juntos, sin la necesidad de querer soltarse.

Sus miradas se cerraron por un instante, pensado que a veces en la oscuridad también podía haber algo lindo además del terror.

Suave y calmado, en contra del tiempo. Sus labios se movían en un sutil ritmo. Aria soltó sus manos, para llevarlas hasta sus hombros, y Jim la abrazó, y comprobó que su corazón latía como el suyo.

—Estoy segura que si.— musitó Aria sin apartarse lo suficiente.—Confio en que podremos encontrar esa paz.


★★★

Hola, ¿Cómo les va? *Procede a volar una cometa en noche*

Bueno acá es más de media noche, y yo quiero subir este capítulo que hay meses que tengo listo, pero nunca lo subi porque me olvidé como continuar la historia 😭 Si, tendré que improvisar, cosas que pasan.

Les hago un refresh, dije (hace tiempo) que iba a haber cierto cambio, y pues me olvidé, y aunque el cambio va a estar, no será el que quería. Ustedes esperen, no los voy a defraudar.

Esta historia se termina porque me llamo María Agustina, alias, la Autora.

En fin sin más que decir ✨ besitos besitos, chau chau ✨

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