23, La princesa, la bruja y el troll.
Arabella le prestó detallada atención a la princesa. Se veía idéntica a la vez que la vio por primera vez. Solo que esta vez lucía un look más relajado y su cabellera no era arrastrada por el suelo.
Iban en silencio por el bosque. Una imagen tan difícil de pensar, y sobretodo todo de creer. No cruzaban palabras, ni mucho menos palabras de desprecio.
La princesa no tuvo que decir mucho para que la bruja le diera una mano. Solo hizo falta un me los debes y eso era más que necesario para quedar a mano.
—Yo distraigo, y tú rompes el hechizo.— le recordó.
Arabella dio una risa corta, haciéndo que la princesa negara por su impertinencia. Hasta que la más rubia se detuvo y hablo.
—Si ¿Y?
Aria se detuvo y la vio. Se sentía afortunada de ver aquella mirada café y no ver más que un par de ojos. En un rápido escaneo la bruja lucía como cualquier otro adolescentes. Si no supiera quién era realmente, hubiese pensado que podría ser una compañera de Aria.
¿Qué veía el resto que ella no?
—¿Cómo y?— cuestionó.
—Hablo de entrar, llegar hasta él, lo que hay en el medio entre entrar vivas y morir.— respondió la rubia.
Por un momento el silencio que hubo se sintió contaminado por sus gritos internos. Estaba claro, desconocido o no, que esas dos no se llevaban nada bien.
Pero así como se endureció, relajó su postura de inmediato. No había planeado mucho, eso era una alarmante realidad. Y odiaba tener que darle la razón, y tildarla de precavida al lado de ella.
—Nunca pensé que alguien como tú necesitara algo así.— dijo la princesa.
Arabella sonrió, y le dio un leve toque en su hombro.
—Y es cierto, pero bueno.— encogió de hombros.—Mí vida es diferente ahora, y la tuya también. Necesitamos un plan.
—Ay Dios, el señor Casperan te ha cambiado ¿Acaso ya te ha propuesto matrimonio?— se burló, y sonrió ante la risa de la bruja.
—Es lo que tú crees, pero el señor Casperan, como le dices, come de mí mano.— sonrió.—Vine a Arcadia para buscar calma, y no tengo ganas de morir. Si eso te deja más tranquila.
—Bien, entonces un plan.— dijo la princesa.
•
Llegaron a una zona oculta. Una entrada que muy pocos conocían, y ahora que la princesa sabía que Arabella también lo conocía, tomo esa zona como un lugar peligroso.
Aria abrió un portal en la piedra. Solo necesito su mano, como si está fuera un emblema oficial de algún tipo.
Oscuro y frío, era lo único que describía esa bodega de piedra. Además de solitario y tenebroso. Y muy silencioso. Aunque solo se oía sus pasos, aquella sensación de grandeza y desconocimiento era parte del camino.
Hicieron al menos un kilometro por un pasillo, que solo era iluminado por la magia de ambas. Un poco rosa, en dos diferentes tonalidades.
—¿Qué tiene de especial este troll?— pregunto Arabella.
La princesa se detuvo. La bruja choco contra ella, y cuando se dio cuenta la mano de su compañera de ruta brillaba con mas intensidad.
—Ya veo.— sonrió.— Con que esto significa poner en riesgo nuestras vidas. Mas bien la mía, pues bueno. Ya sabes.
—Vas hacer que muera de vuelta.— mascullo Aria.—Hagamos esto rápido, y si quieres seguir con vida, mejor lo hagamos bien.
Arabella dio una risa socarrona. Algo que retumbo en todo el interior de la princesa. Aunque su malestar de estar con ella crecía por cada paso que daba, sentía la noble necesidad de hacer eso a un lado. Estaba segura que sola no iba a poder hacer mucho.
Continuaron su camino hasta llegar a un frágil muro. Del otro lado se podía oír una discusión, y ambas oyeron algo que les quito el aliento. Peor aun más a Arabella, quien no esperaba volver a oír de ella. O al menos no por un largo tiempo.
—¿Ese troll habla con mí madre?— pregunto preocupada.
—¿Lo dices en serio?— indago confundida.—Le tienes miedo. Y dices que la gallina soy yo.
—Es natural.— se defendió la rubia.—Tu no la conociste como yo.
—Si bueno, algunos le temen por ser Morgana, y tu por tu lado solo por ser tu madre.— se burlo.—Eres como cualquier mortal, le temes a tu creadora.
—Tu también le temerías si la tuvieras en tu árbol genealógico.— insistió continuando el camino.—Solo quiero saber qué traman con ella.
—¿Crees que Gunmar trata de invocarla?
Arabella la vio y no supo que responder. Solo esperaba que esa no fuera la idea del troll.
Cuando notaron que no había nadie, pasaron el muro, y buscaron algo que les ayudara a hallar a Draal. Y tras dar vueltas por el mismo sitio, se encontraron con la nada misma. La princesa hacia su mayor esfuerzo para evitar volver a ser un espíritu, pero el hechizo, mientras mas tiempo se llevaba a cabo, mas energía le consumía.
—¿Te ayudo con eso?— preguntó.
—No hace falta. No me atrae la magia ajena.
Arabella rio, y eso si ya no le causo mas gracia a la princesa.
—¿Ahora de que te ríes? ¿Qué te hace tanta gracia? ¿Qué estamos desperdiciando el tiempo? ¿Qué mis esperanzas son tontas y frágiles?— pregunto tratando de mantener al mínimo el volumen de su voz.
Luego de tantos años, volvía a sentir la tibieza de sus lagrimas caer sin piedad por sus mejillas. Lloraba y no se había dado cuenta de eso, hasta que la vista se fue nublando por las mismas. Consternada, agobiada y aun mas casada, paso sus manos por sus rostro para quitar cualquier evidencia que la hiciera ver como una mujer débil frente a otra que parecía nunca derrumbarse.
—¿Qué ocurre conmigo?— balbuceó.
Pero el peso de su pena, secretos y miedos fueron mas. Cayo de rodillas al suelo, y cubriendo su rostro lloro con aun mas fuerza. Se había olvidado de esa parte frágil del ser humano, en donde cargar con mas de lo que podía, era su condena.
—No me rio de eso.
Arabella se acerco y la tomó de los hombros.
—Me causa gracia que no quieras ayuda, cuando antes lo podías pedir sin miedo.— añadió.—Pedir una mano, es mas grande de lo que imaginas.
Su mano dio un leve brillos rosado, que en un instante cubrió a la princesa por completo. Esta tomo una gran bocanada de aire al recibir aquella descarga mágica. Su larga cabellera brillo junto al azul pálido de sus ojos.
—Ahora sigamos, no perdamos lo que nos queda de esperanza.—dijo la bruja.
Se puso de pie y le ayudo a la princesa.
—Gracias, no debiste.— murmuro.
—Si no lo hacia, estaba segura de que me lo ibas a robar con un beso.— dijo y abrió la boca con una sonrisa burlona al ver la expresión en el rostro de la princesa.
Aria sintió sus mejillas arder ante ese recuerdo tan lejano y que a la vez le seguía causando vergüenza. De eso también se había olvidado. Que siendo humana era más fácil que notarán su vergüenza.
Trato de defenderse pero de su boca solo salían monosílabos incoherentes.
Sin embargo algo hizo que Arabella y Aria guardaran silencio. Un gruñido, y la oscuridad creciendo sobre ellas.
—¿Creyeron que no las iba a notarlas?— alguien pregunto.
Su voz, como la de una animal voraz, retumbó en ambas. Se juntaron por las espaldas, y buscaron al dueño de aquella voz. No vieron más que oscuridad, hasta que Aria, divisó frente a sus ojos asustados un destello azul desde lo más profundo de la cueva.
Trago aire, y dando pasos lentos se acercó, como si no fuera peligroso. Cómo si fuera capaz de ayudarlo.
—¿Draal?— murmuró.
El troll gruñó, y la princesa cubrió su boca para no gritar. Arabella, alertada por su locura, la tomo de la mano y salió corriendo, casi arrastrandola.
—Ve por ellas y traelas, vivas o muertas.— ordenó Gunmar.
Tras otro gruñido, el cuerpo poseído de Draal salió detrás de ellas. Y solo fue cuestión de unos minutos para alcanzarlas. Saltos por encinas de ellas, y estas frenaron de repente.
Corriendo en la dirección contraria, pero se encontraron con un par de soldados de Gunmar.
—Princesa, espero que no tengas miedo a quebrarte una uña.— dijo Arabella.
—Ah, le hablas a la persona equivocada.— sonrió.—Al contrario, extrañaba esto.
Sin esperar más, fueron contra los soldados. Usaron su magia, y sus cuerpos para derribarlos e ir esquivando a Draal. El silencio del lugar fue reemplazado por gritos de lucha, la oscuridad por destellos rosas, y ya no parecía tan espacioso como antes.
Con los trolls derribados, ahora debían recuperar a Draal.
—Bien, princesa.— exclamó Arabella.—Recuerda.
—Yo distraigo.
—Y yo uso las flechas.— murmuró Arabella.
La princesa salto encima de Draal, y con un suave hechizo de luz lo detuvo. Sin embargo este se seguia sacudiendo.
—Vamos Arabella es tu turno.— salto frente al troll.—Draal resiste un poco.
Arabella tenía un hechizo en la punta de su lengua. Lo había conjurado en su flecha. Tenso el arco, y apunto director al Draal. Pero algo pasó antes de lanzarlo.
Aún quedaba un troll de pie, o al menos una parte de este. Empujó a la bruja, y está solto la flecha sin ver al blanco. Lo cual, para ella no era un problema.
Oyó el grito de la princesa a su espalda. Tras derribar la piedra, giro sobre si, y lo que vio sabía que no le iba a causar gracia nadie. Se acercó a ellos, tan lento como pudo.
—Okey, fue un accidente.— dijo estando a su lado.
—¿Qué hiciste Arabella?— pregunto Aria tratando de ocultar su ira.
La rubia guardo silencio, y parpadeó un par de veces, hasta que el grito de Draal la hizo caer en la realidad.
—Resulta que me equivoque de hechizo.— dijo rápido.—Que loco ¿No? Luces como ...
Draal, quien parecía haber vuelto en si, vio sus manos, y grito horrorizado. Toco su rostro, y sus brazos. Otra vez grito. Y fue haciendo lo mismo por cada parte de su cuerpo que ya no sentía suyo.
—¿Qué hiciste bruja?— gruñó.
—Lo siento, me distraje.— dijo ella.—Pero no te aflijas, pronto volverás a ser un troll ¿Qué piensas Aria?
Aria, quien no le podía quitar los ojos de encima, estaba por completo hipnotizada por la belleza de aquel hombre. Sus rasgos duros, y la cabellera blanca, que hacía resaltar tanto su color de piel, era algo que supo extrañar en su momento. En su vida había conocido tantos, pero ningún como él, y esa era una razón por la cuál se enamora en un principio.
—¿Yo que?— pregunto.
—Exacto, no te disgusta.— sonrió.—Y tu campeón, aprovecha. No siempre tienes a tu difunta novia de pie y ...— de tomo el puente de la nariz.—Ok, esto es muy raro, hasta para mí.
Y ahora solo debía salir de ahí.
★★★
Muy buenas ¿Cómo les va? Espero que bien. Yo medio renegando, pero eso es otro historia.
Ah, este capítulo es ✨✨✨
Es que Aria y Arabella son ese tipo de personas que no deben estar juntas, sin embargo no hacen. Las amo.
En fin, alguien debía salvar al troll.
No tengo más que decir así que ✨ besitos besitos, chau chau ✨
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